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Hasta siempre, Dopi

Tony Cittadino (Mallorca).- La partida de nuestro colega y amigo José Manuel Dopazo deja un profundo dolor en el gremio y en quienes le conocimos y le quisimos. Pareciera que uno nunca está preparado para estos momentos, pero aprovecho estas líneas para despedirlo con cariño.

Dopazo falleció este sábado 15 de mayo en Madrid. Tenía apenas 45 años. Un chamo, todavía. Era un caballero y un profesional con todas sus letras. Respetuoso, generoso, noble y siempre con una sonrisa y un consejo a la mano.

Tuve la oportunidad de conocerlo y trabajar juntos desde 2011 hasta el 2016 en el Noticiero Venevisión. Ser parte de la emisión estelar fue una gran escuela en la que me formé como redactor y luego como presentador de deportes y Dopazo estuvo muy presente en ese proceso.

Dopi, como le decimos con cariño, llegaba en las noches a tiempo para revisar el libreto de El Imparcial y de la emisión del Noticiero, que horas más tarde haría con Elianta Quintero, con quien hizo una llave profesional estupenda. Solía sentarse en algún puesto en la sala de redacción o en la sala de reuniones, muchas veces con su hijo Santiago, a quien llevaba orgullosamente de visita. Allí cuidaba cada detalle y también ofrecía su experiencia, su amistad y sus valiosos consejos.

Recuerdo con especial cariño las veces que reíamos al imitar su particular tono de voz para leer los titulares, muchas veces redactados por el también inolvidable Nelson Meza, con quien ya seguro se encontró en el cielo: “Golpe a la yugular” o “las garras del crimen”, eran titulares fijos, a los que sólo él podía darle el tono adecuado.

También evocó las primeras ocasiones en las que salí al aire en el estelar. Cuidaba los detalles de dicción y daba un espaldarazo de confianza importante. Fanático de sus Águilas del Zulia, el Real Madrid y España, siempre preguntaba por los resultados, así fuera para chalequear.

Dopazo tenía muy claro cuáles eran sus principios y valores. Defensor del buen periodismo y la libertad de expresión, se postuló al Colegio Nacional de Periodistas y también pidió la reforma de la Ley Resortem, aún consciente de lo que eso significaba y las consecuencias que podía traer. Pero no se amilanó y siguió adelante.

Pero aunque era una persona seria, al menos en el set del estudio 4, tenía un buen sentido del humor. De hecho, me sobran los dedos de la mano para recordar una mala cara. No podían faltar sus chistes maracuchos, que compartía con Elianta en el estudio en los cortes comerciales o en la sala de redacción.

Cuando empecé a salir en off en la sección de deportes, me presentaba con jocosidad como “El Padrino, Tony Cittadino”, hasta que le jalaron las orejas porque eso le restaba seriedad al Noticiero. Pero él se lo tomaba a risa, porque el nombre y el apellido le parecían cómicos.

También reíamos cuando alguien me confundía con él, por narizón y por las ojeras. De ahí salió el chiste de decirle que era mi papá perdido y darme la bendición. Fue un gesto que pasado el tiempo, se convirtió en algo genuino y cariñoso.

Dopazo era un tipo tan sencillo y humilde, que uno se reía y se preguntaba a veces por qué le pasaban cosas cómicas al aire. Le dio hipo dos veces narrando las noticias, pero el hombre sacó el Noticiero adelante. Todo un profesional. Lo agarraron fuera de base una noche revisando el libreto de El Imparcial, antes de ir al aire y otra vez en pleno noticiero meridiano, en el segmento de Estrenos y Estrellas.

También hubo una noche en la que leyó una noticia y en lugar de decir “estadio Antonio Herrera Gutiérrez”, dijo primero “estadio Antonino…” y corrigió al aire aguantando la risa, ante las bromas de los camarógrafos del estudio 4 por recordar mi nombre. O la vez en la que terminé la sección y me dijo “Gracias, Jesús”, recordando inconscientemente a Jesús Marín, sin poder evitar luego el ataque de risa con Elianta. Fue una época inolvidable y maravillosa y lo sabíamos. Con sus cosas buenas y malas.

Al terminar el Noticiero, se apagaban las luces y pasada la medianoche nos íbamos caminando al estacionamiento, junto a todo el personal del estudio 4 y redacción, hablando de algún resultado o tema cotidiano. Era la sencillez de un día de trabajo que se pasaba como en familia. Se disfrutaba.

Sin embargo, llegó el momento que a muchos nos empujó a dejar el canal y el país y emigramos. La última vez que nos vimos fue en febrero de 2016, antes de que partiera a Estados Unidos y luego a España.

Dos años más tarde, también me tocó venir a España y retomamos el contacto, con la idea de más adelante hacer unos seminarios de periodismo en Madrid o Mallorca, con la idea de ejercer fuera de nuestro país y mantenernos activos en una sociedad en la que uno está prestado.

La última vez que escuché su voz fue en diciembre, en una conversación por WhatsApp. Le dejé saber, nuevamente, lo mucho que lo quiero y lo respeto. Ese sentimiento no va a cambiar, porque a los amigos no se les olvida y siempre tendrá un lugar especial, como amigo y profesional.

Aunque esta noche es larga y la nostalgia y la tristeza golpean con fuerza, estoy seguro que todos los que le conocimos lo recordaremos con mucho amor y como una persona que supo dejar huella en todos nosotros.

Así era Dopazo. Un tipo sencillo y querido.

Dopi, que Dios te bendiga siempre.

Descansa en Paz.

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