Opinión: Rubiales, Hermoso, el feminismo y la política en España

Tony Cittadino (Madrid).- Vergonzoso es poco el adjetivo que puede definir todo lo que ha pasado desde hace casi dos semanas, tras el título obtenido por España en el Mundial Femenino y el famoso beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso.

Es lamentable que todavía se siga hablando más del bochornoso acto Rubiales, que ha sido condenado por todo mundo y del cual, los partidos políticos en España y el feminismo radical, buscan sacar provecho. No se podía esperar menos.

Tratan de pescar en río revuelto y no es un secreto. La derecha ha sido más tibia a la hora de fijar posición, pero la izquierda, con personajes como Irene Montero y Yolanda Díaz, ha ido con todo contra Rubiales.

Tienen rabo de paja y se acercan a la candela. Avivan la tan hoy popular tendencia de que tienen que tener la razón porque sí. No hay espacio para el análisis, la investigación, el debate o, simplemente, tomar distancia y disentir. Tienen la razón y punto. Poco vale el que piensa diferente. Hoy en día, no se vale no estar de su lado, pero hablan de inclusión y de respeto.

Valdría la pena tomar una pausa para pensar hasta qué punto las denuncias emitidas por ambas pueden tener validez y credibilidad, sin que se caiga en el sesgo político y en el feminismo radical. Pero resulta que Rubiales, quien se equivocó y debe renunciar,  ha estado en el foco de la noticia y acusado de “violencia sexual” y machismo.

Su actitud no tiene justificación alguna, más viniendo de ser la máxima autoridad en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), pero el teatro que se ha montado en España, parece exagerado. Se ha llegado al punto de que la posible investidura de Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo para formar gobierno, pase a un segundo plano. No ha sido la noticia más importante, cuando debería serlo.

Paciera que no existe el derecho a la defensa, a la presunción de inocencia y a un juicio, que no ha comenzado en tribunales, pero sí en las calles y en las tribunas políticas y en los medios de comunicación. No hay espacio, ni tiempo, para un respiro. La situación se les fue de las manos a las dos partes.

En medio de todo este maremágnum, Hermoso se mantiene apartada y en silencio. No ha dado declaraciones en los medios y, en tres ocasiones, ha cambiado la versión de los hechos. Esto más allá del comunicado emitido por su agencia y los vídeos que ruedan por internet, en medio de risas y bailes que, parecieran, restar importancia al polémico beso, que, insistimos, no tiene justificación.

“Quiero aclarar que en ningún momento consentí el beso que me propinó y en ningún caso busqué alzar al presidente. No tolero que se ponga en duda mi palabra y mucho menos que se inventen palabras que no he dicho”, declaraba Hermoso en un comunicado en el que renunciaron a la selección española femenina un total de 81 jugadoras, incluidas las 23 campeonas del mundo.

Horas más tarde, renunciaron 11 integrantes del cuerpo técnico de Jorge Vilda, dejándolo solo. Su futuro parece tener las horas contadas y, todo indica, que el presidente encargado de la RFEF, Pedro Rocha, no le renovará.

Una encrucijada

Ahora, Hermoso está contra la pared. Si decide denunciar a Rubiales en la Fiscalía, se expone a un proceso penal. Si no lo hace e intenta parar esta bola de nieve, dejará mal parado a los factores que, de seguro, estarán presionando para que siga adelante.

Es una encrucijada en la que la decisión que tome, será criticada y, todo indica, que esto no va a parar en el corto, ni en el mediano plazo.

Para tener una idea del escándalo, las denuncias han llegado hasta la ONU en un comunicado apoyado por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, otro nombre que invita a hacer una pausa y a pensar qué intereses pueden estar detrás todo esto.

El único organismo que se movió con rapidez, fue la FIFA. Actuó de oficio y suspendió por 90 días a Rubiales, exigiendo además que no contacte con la jugadora de modo personal o por terceras personas. Si no es una orden de alejamiento, se le parece y mucho.

La mejor declaración en medio de esta ola de comunicados y dimes y diretes, la ha tenido el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Víctor Francos Díaz, quien el viernes pasado remitió la documentación necesaria al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), para que puedan apartar del cargo al presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

“Ni son suficientes las explicaciones, ni es suficiente no dar más pasos que es lo que le pedía el Gobierno de España. Tenemos la carátula del inicio del expediente, pero nosotros respetamos los procedimientos judiciales por lo que yo no voy a valorar jurídicamente lo que la Fiscalía está investigando, pero si la Fiscalía pide nuestra colaboración, la tendrá”, dijo en la rueda de prensa, en la que fue comedido y respetuoso.

Lo cierto, es que Rubiales se equivocó y se las puso “bombita” al movimiento feminista radical. Y decimos radical, porque por supuesto que son válidas las luchas y los hechos por los que las mujeres batallan contra las violaciones y el machismo, que claro que existe y no se puede permitir. Pero, el problema es cuando los extremos se tocan. Un exabrupto no puede justificar a otro.

No se han separado las cosas y se confunde un acto bochornoso, con uno criminal. Diferencias, las hay y la ley es la que tiene que valorarlo y juzgarlo. No hay que darle más vueltas.

Rubiales contra el sistema

El problema no es de forma, sino de fondo. Por más euforia que pudiera haber en el momento, Rubiales se equivocó y debe aceptarlo. Apartando el gesto en el palco presidencial agarrándose los genitales, no tenía por qué darle un pico a una jugadora ¿A cuenta de qué o, con cuál antecedente o lazo de amistad, puede proponer un beso en la boca?

El directivo no estaba claro del momento y espacio. O quizás, sí, por su temperamento. Se encontraba en una premiación y tenía que comportarse. Celebrar como suele suceder, con un abrazo efusivo o un beso en la mejilla.

Pero, Rubiales, lejos de bajar el tono y apegarse a las investigaciones que puedan hacerse, se ha parado firme contra el sistema y contra la propia RFEF, que el lunes le pidió la dimisión tras una Asamblea Extraordinaria.

Todo esto sin contar que la relación de Rubiales con la prensa española no es buena desde el inicio. Ha sido polémica tras polémica. Fue electo en 2018, pensando que los días de vicios de Ángel María Villar, podrían olvidarse. Pero, no.

A dos días del debut de España en el Mundial Rusia 2018, destituyó a Julen Lopetegui, quien había acordado con el Real Madrid para sumarse al banquillo blanco al final de la Copa del Mundo.

Luego vino el escándalo por el contrato de la Supercopa de España con Gerard Piqué, la fiesta de Salobreña con fondos de la RFEF, la polémica por un chat de WhatsApp hablando mal de equipos españoles y, el año pasado, la renuncia de 15 jugadoras a la selección femenina tras la Eurocopa.

No obstante, decidió darle un espaldarazo a Vilda y la jugada salió bien. Muy bien. El domingo 20 de agosto alcanzaron la gloria, al vencer a Inglaterra y ser campeonas del mundo, pero todo ha pasado a un segundo plano.

Un beso terminó siendo la noticia y no una hazaña deportiva, que quién sabe cuándo se volverá a repetir. Si es que se repite.

Foto: Getty Images

Opinión: Los mejores recuerdos se quedan en el Universitario

Tony Cittadino (Madrid).- En realidad, esta despedida comenzó de manera forzada cinco años atrás. Sabía que al irme del país en 2018, se cerraría un ciclo en el que el estadio Universitario fue una parte importante de mi vida. Este miércoles los Leones del Caracas anunciaron en una rueda de prensa que, desde la próxima temporada de la LVBP, jugarán como home club en el Estadio Monumental Simón Bolívar, dejando atrás una época que inició en 1952 y que tuvo momentos memorables.

Muchas son las historias que se pueden contar y que fueron escritas en el «Coso de Los Chaguaramos». Desde vivencias personales, hasta hazañas deportivas, acompañaron a millones de personas, entre jugadores, personal de mantenimiento, periodistas, fanáticos y todos aquellos, que, así sea por una sola vez, tuvieron el honor y el privilegio de visitar sus instalaciones.

Lo cierto del caso, es que es innegable que, en este momento, la nostalgia se apodere de los que amamos el Universitario. Sonará a cliché, pero es como si una película te pasara por la mente. Para mí, el Universitario tiene un encanto especial. Podía pasar un día entero allí y no aburrirme. Era feliz. Pero, como todo en la vida, todo tiene fecha de caducidad y hay que mirar hacia adelante para poder progresar.

Literalmente, el Universitario me vio crecer. Fue un emocionante recorrido desde niño. Primero, soñando con asistir al primer juego. Luego, pasando por la adolescencia e ir con los amigos del colegio a un Caracas-Magallanes y, más tarde, como periodista, al contar con el privilegio de estar en el palco de prensa y recorrer cada rincón del estadio con libertad.

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Todavía recuerdo la primera vez que fui al estadio con mi papá. Creo que es un momento que ningún fanático olvida. Fue el 27 de diciembre de 1996 y, todos los años, recordábamos esa fecha como algo sublime. Fue un juego Caracas-La Guaira, en el que Tiburones fue home club. No sé por qué, pero las entradas no tenían las sillas enumeradas y las tribunas estaban casi llenas. No conseguimos puesto del lado de Leones, así que tuvimos que ir a la zona derecha y disfrutar de la samba, mientras nos emocionamos porque Lezama se sentó a nuestro lado y nos dio la mano.

La emoción de estar en el estadio, siempre fue indescriptible. Era un lugar sagrado para mi papá y para mí. Allí tuve la alegría de ver jugar a mi ídolo Bob Abreu y también de conocerlo y entrevistarlo. Bendiciones de la vida y del periodismo. Pude pisar el terreno por primera vez como estudiante de comunicación social en 2005 y, luego, como pasante de prensa del Caracas en 2006. Más tarde, pude recorrerlo como periodista gracias a TalCual, Venevisión y Unión Radio Deportes.

Pero, aunque ahora los Leones no jugarán más allí, los mejores recuerdos se quedan en el Universitario. Y, esos recuerdos, son los que hoy atesoro más, justo cuatro meses después de la partida de mi papá: el león mayor. Durante la llamada «temporada muerta», moríamos de nostalgia al pasar con el carro por las afueras del Universitario. Contábamos los días para que llegara la temporada y, una vez que se escuchaba la voz de playball, era una tradición ir a los juegos.

Sinceramente, lo disfrutaba muchísimo porque mi papá, además, era italiano y se integró bastante bien a Venezuela y al beisbol. Era caraquista y fui yo el que le tuvo que explicar los fundamentos de la pelota. Era una ocasión perfecta hacerlo allí, porque, además, podía enseñarle detalles y cosas que no se ven por televisión.

Le llamaba la atención el sonido de la pelota al llegar al guante, la velocidad con la que la bola salía disparada a las gradas en cuestión de segundos y gozaba cuando los managers se encaraban con el umpire Musulungo Herrera y éste los expulsaba.

Allí logré saludar desde la tribuna, por primera y única vez, a uno de mis referentes en el periodismo, Luis Manuel Fernández. Celebramos jonrones y carreras chocando las manos y abrazándonos. Gritamos «leo, leo, leo» y nos paramos de la silla para pedir un ponche. Me tomé mi primera cerveza y, también, aprendí a silbar para llamar a los vendedores. Disfrutábamos comiendo papita, maní y tostón, las arepas del morocho, comprando souvenirs y deleitándonos con la vista del cerro El Ávila y el frío decembrino. No había vista, ni mejor momento. Era perfecto.

Allí nació una amistad tremenda con mi papá, porque era nuestro templo. Nuestro momento de compartir, de hablar, de debatir, de contarnos secretos y de hacer equipo. Fue, también, el lugar en el que le hice una promesa de la que siempre estaré orgulloso de cumplir.

Fue una noche de la temporada 2001-2002 en un juego ante los Tigres de Aragua, en el que Michael Ryan bateó la escalera (hit, doble, triple y jonrón). Luego lo hizo con los Navegantes del Magallanes, siendo el único en lograrlo dos veces. Estábamos sentados del lado de la tribuna izquierda y yo solía siempre acercarme al palco de prensa para saludar a Humberto Acosta, Fernando Arreaza, Reyes Medina, Adolfo Prieto o «El Chema» José Jiménez Torrealba.

Me gustaba estar en el estadio y mirar con admiración el palco de prensa. Le decía a mi papá con mucha ilusión: «Ojalá algún día pudiera ver un juego desde allá arriba, como periodista. Debe ser demasiado fino».  Me respondió, «¿y por qué no? si te lo propones, lo logras», a lo que le respondí: «te prometo que algún día voy a estar allá arriba, narrando o haciendo una noticia de un juego del Caracas».

El tiempo pasó y no me equivoqué. A fin de cuentas, su terquedad siciliana la heredé a la perfección. No hay palabras para explicar el privilegio de ver el estadio y un juego desde lo más alto y, de paso, poder estar en la cabina del circuito del Caracas y escuchar narrar en vivo a Fernando Arreaza o Reyes Medina. Ahora lo escribo y me parece mentira.

Pero, más nunca fue igual, porque el fanatismo muere cuando eres periodista. Sin embargo, lo disfruté y lo extraño todos los días de mi vida. Cuando iba a los juegos, disfrutaba estar sentado en el palco y contemplar a los hijos que iban con sus padres, mientras recordaba todas las veces que recorrí con el mío los desgastados escalones del Universitario. Le mandaba una foto con cierta nostalgia y le decía: «mira ahora cómo se ve la tribuna desde aquí».

Pero, así es la vida. El tiempo fue pasando y, sin darnos cuenta, ahora era yo el que compraba las entradas, la camisa y lo llevaba al estadio. Cuando se acercaba la temporada, era fijo que me dijera: «Revisa que fin de semana no tienes guardia y si juega el Caracas, nos vamos a un juego» Era la gloria y si el partido se iba a extrainning, mejor. Estábamos más tiempo juntos, aunque después había que salir corriendo y apurar el paso por la bendita inseguridad.

Sin embargo, como dijo Gianluigi Buffon cuando eliminaron a Italia en el repechaje rumbo al Mundial Rusia 2018: «El tiempo pasa y es tirano». El año pasado estuve cerca de volver a Venezuela para trabajar cubriendo la LVBP, mi gran pasión. Tenía una rara desesperación por hacerlo, porque sentía la necesidad de volver a ver un juego con mi viejo y compartir con la familia.

No fue posible, pero pude seguir la temporada desde España y alegrarme al leer como celebraba mi papá el último título del Caracas, pasadas las 6:00 de la mañana en Madrid. Fue una semana de trasnocho y con apenas dos o tres horas para dormir antes de ir a trabajar, pero de la que no me arrepiento. Valió la pena.

Sin saberlo, fue nuestra última temporada y no pude cumplir la promesa de volvernos a ver. Aunque me quedé con las ganas de regresar al estadio con él y de algún día llevar a mi futuro hijo, para estar los tres, los mejores recuerdos se quedan en el Universitario.

Siempre será el templo que me vio crecer y donde viví, sin duda alguna, los momentos más felices de mi vida. Desde octubre, los Leones tendrán una nueva casa, pero mi mente y mi corazón permanecerán allí, recordando con felicidad esa tarde de diciembre en el Universitario y en la que, en las noches al dormir, reencuentro con alegría a mi papá.

Opinión: Ronald Acuña Jr. y el «beisbol moderno»

Tony Cittadino (Madrid).- El tema del momento en Venezuela y las redes sociales tiene a Ronald Acuña Jr. como protagonista. El grandeliga de los Bravos de Atlanta celebró su primer jonrón en finales de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) con los Tiburones de La Guaira, pero lo hizo a su manera: con un «perreo» que luego desató problemas en las tribunas con la familia. Todo mal.

El tema de Acuña con las celebraciones, no es nuevo. Es parte del «beisbol moderno», ese al que todavía no nos acostumbramos con celebraciones exageradas, irrespetuosas con el juego y subidas de tono. Siempre he pensado que hay códigos no escritos y más en el beisbol. Pero, así son las cosas ahora en el mundo moderno, en el que todo se viraliza en busca de vender más y generar contenido en las redes sociales.

Lejos de tener un freno, van en aumento en la pelota y, todo indica, que se va a mantener también porque  hay que tomar en cuenta la brecha generacional. A los chamos de ahora, les gusta y les interesa. Momentos, épocas, referencias, jugadores y reglas diferentes.

Pareciera como una competencia a ver quién es más fanfarrón y demostrar «poder» en el terreno. El jonrón, como tal, dejó ser el show y el centro de atención y, ahora, el protagonista absoluto es el jugador. Eso puede gustar mucho en las Grandes Ligas, pero todavía no se digiere bien en Venezuela. No porque el fanático sea atrasado a la época o «tercermundista», porque el venezolano no tiene término medio: o todo es muy bueno o todo es muy malo, sino porque pienso que es más pasional y emocional. Menos racional. El equipo y sus colores son sagrados y, más, en una afición como la del Caracas, por citar un ejemplo.

Muchos me llamarán anticuado, pero yo sigo siendo de la vieja escuela y así moriré. Esa con la que crecí y en la que había clase, respeto y elegancia, por muy consagrado que fuera el jugador, tanto en Venezuela, como en Estados Unidos. También hubo peloteros con problemas de conducta, siempre será así. ¿Qué todos no eran unos santos?, es verdad ¿Qué hubo celebraciones subidas de tono?, también ¿Qué hubo tánganas y momentos tensos?, es innegable. Es parte del juego y siempre ha existido, pero lo que sucede, al menos, de un lustro para acá en la industria, va mucho más allá.

Es imposible ver el jonrón de Acuña y pensar cómo hubieran reaccionado los peloteros de la vieja escuela que jugaron finales y no quiero citar nombres, para no herir susceptibilidades. Mínimo, un pelotazo a las costillas en el siguiente turno. Menos mal que no pasó, tanto por lo peligroso de un envío al cuerpo con esa velocidad, como porque ahora, los jugadores, dicho por el propio Gleyber Torres, aceptan ese tipo de acciones porque es el «beisbol moderno». Y pensar que vimos grandes batazos en finales, desde José Francisco Malavé, pasando por Robert Pérez, Bob Abreu, Miguel Cabrera e, incluso, el de Grégor Blanco al «Kid» Rodríguez, sólo por citar algunos.

Creo que no me equivoco al decir, que ni siquiera Miguel Cabrera, tuvo una actitud similar a la de Acuña Jr en su mejor momento en Venezuela o Estados Unidos. Hubo episodios polémicos, pero jamás a estos niveles. Y cito a Cabrera como referencia, por ser el más completo y mediático en la época dorada de los Tigres de Aragua. Para tener la situación en contexto.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención, es lo normal que ahora se ven la celebraciones con patadas y gritos. Esto no es un tema sólo de Acuña Jr, porque no hay que hacer leña del árbol caído, ni mucho menos. Tengo años viendo celebraciones, hasta en las Grandes Ligas, que dejan mucho que desear. A mí, no me gustan. Las respeto, pero no las comparto y, también, respeto al que le guste. De eso, se trata la democracia.

La celebración de Acuña Jr, era de esperarse. A mí, no me sorprende. Era «lógico» que ante los abucheos de la fanaticada del Caracas, no iba a desaprovechar la oportunidad para gozarse su batazo y que ello, más adelante, también provocara reacciones airadas de parte de los jugadores melenudos, que terminaron ganando el juego ocho por seis y pasaron a liderar la final dos juegos por cero.

El bateador derecho inmortalizó el momento, nada más y nada menos, que en una final. Difícilmente se olvidará, pero creo que no tendrá el impacto emblemático deseado, sino más bien, a la inversa.

El tema de fondo, creo que va más allá y es que la fanaticada, no sólo del Caracas, está molesta por el hecho de que el grandeliga venezolano jugara la final de la LVBP con La Guaira y no consiguiera el permiso, de momento, para hacerlo con Venezuela en el Clásico Mundial de Beisbol.

Eso, al menos, es lo que se conoce extraoficialmente, aunque el jugador ha dicho que la aprobación de los Bravos no depende de él. Sin embargo, el entorno está convulsionado y comentarios como los hechos por Cabrera en las redes sociales, dan a entender que las cosas no están bien con el jugador de La Sabana. Eso sí, no existe priorizar a un equipo por encima de una selección. En cualquier deporte. Esa, no existe, por muy regionalista que sea.

Por otro lado, creo que todo estuvo mal luego del jonrón de Acuña Jr. Tanto lo sucedido en las tribunas del Universitario con la familia, que no tiene por qué aceptar insultos, pero también saber reaccionar y entender que es figura pública y le afecta, pasando por los comentarios en las redes soociales del padre y, luego, el anuncio de retirarse de la LVBP en Instagram. Al cierre de esta columna, la cuenta de Acuña Jr. en no aparecía en esa red social.

El respeto, hay que ganárselo y dar el ejemplo. No debe ser negociable. Tanto de los fanáticos, como de los jugadores. Es una relación mutua. El fanático tiene que aprender a respetar, porque comprar una entrada no da derecho a insultar, mientras que el jugador se debe al público y a ser profesional. Es una línea delgada, que muchos han sabido llevar, por más acérrimo que sea el rival. Si das, vas a recibir. Para bien o para mal. Todo parte desde la educación.

Acuña tiene apenas 25 años y, ahora, es que le queda carrera, que ha sido brillante hasta el momento. De hecho, fue un lujo y agradezco que debutara en la LVBP. Ahora todo está muy reciente, pero debe quedarse con lo bueno, centrarse, enfocarse, escuchar consejos, tener humildad y aceptar las críticas constructivas. Desechar lo malo, porque siempre va a existir. No ponerse la altura del fanático y demostrar por qué es uno de los jugadores más cotizados y está en la élite.

En las próximas horas quedará por ver si Acuña decide abandonar, definitivamente, a Tiburones en la final y no jugar más, que sería peor. Además, conocer las reacciones del cuerpo técnico, que ya contaba con él y saber y entender que en este lamentable episodio, pierden todos: Acuña Jr y el espectáculo.

Foto: Fernando Oduber (Prensa Tiburones)

Opinión: Messi ya no le debe nada a nadie (si es que le debía)

Tony Cittadino (Madrid).- Lionel Messi besó la gloria el domingo 18 de diciembre en Qatar 2022. El astro argentino se consagró, finalmente, como campeón del mundo con Argentina y logró el título que le faltaba en su palmarés. El más deseado por cualquier futbolista. No hay nada como la Copa del Mundo.

El jugador de 35 años disputó un Mundial envidiable. Demostró un carácter y una personalidad dentro y fuera de la cancha, nunca antes visto. Era otro. Sabía que esta vez, no se le podía escapar. El desempeño en el rectángulo de juego era como si tuviera 10 años menos. Lo mejor de todo, es saber que mantiene el nivel con más de 15 años de carrera. Es una bestialidad. Inagotable. Se ha sabido reinventar.

Dominó las facetas de juego y fue el referente de los dirigidos por Lionel Scaloni. Pero, al mismo tiempo, se veía relajado. Lo estaba disfrutando, más allá de la presión obvia que existe. Creemos que no lo habíamos visto en esa faceta, ni siquiera en el Mundial Brasil 2014 en el que se quedó a un paso de alzar la Copa.

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“Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo. Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta. Ahora a disfrutar. Se hizo desear, pero acá llegó. Mira lo que es esta copa, es hermosa. Sufrimos un montón, pero lo conseguimos. No vemos la hora de estar en la Argentina para ver la locura que va a ser eso”, expresó en declaraciones reseñadas por la AFA.

Messi tuvo un Mundial redondo. Era ahora o nunca. Su última Copa del Mundo, en la que logró varios récords importantes. Se convirtió en el argentino y en el jugador con más presencias en Mundiales (26), en el argentino con más goles (13, a tres de la marca de Miroslav Klose) y en el futbolista con más minutos disputados con (2.314), superando la marca del legendario defensor italiano Paolo Maldini (2.217).

Además se convirtió en uno de los ocho jugadores con presencia en cinco Mundiales. Un grupo selecto, en el que le acompaña el portugués Cristiano Ronaldo.

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También logró ser el primer jugador en marcar en fase de grupos, octavos de final, cuartos de final, semifinal y final de un Mundial. Anotó en seis de los siete duelos y eso que en el único partido que no gritó gol fue ante Polonia, en el que el portero Wojciech Szczesny le paró un penal.

Siempre hemos pensado que ganar la Copa América 2021 le quitó un peso de encima a Messi. Ganar con la Albiceleste era una deuda pendiente, que se vio truncada en Mundial 2014 y en las Copa América 2007, 2015 y 2016. Siempre le faltó el último paso. Eso fue hasta la noche en el Maracaná en 2021 y este domingo en el Lusail Stadium.

Esto sin contar La Finalissima, en la que vencieron a Italia en junio de este año en Wembley en el duelo entre el campeón de América y el de Europa. Quizás puede ser una copa menor, pero copa al fin. Fue la primera edición de un acuerdo entre Conmebol y UEFA, que esperemos que perdure. Es una gran iniciativa.

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La Copa del Mundo completa un palmarés envidiable, que será difícil de superar: 10 liga española, 8 Supercopa de España, 7 Copa del Rey, 4 Champions League, 3 Supercopa de Europa, 1 liga francesa, 1 Supercopa de Francia, 3 Mundial de Clubes, 1 Copa América, 1 Finalissima, 1 oro olímpico, 1 Mundial Sub 20, 7 Balón de Oro y 6 Bota de Oro.

El Mundial era lo que siempre se le criticó a Messi para poder estar a la altura de Diego Armando Maradona. Era subestimado. Pero, eso se acabó. Incluso, pensamos que con semejante currículo lo superó. Ha ganado mucho más y con mayor impacto, con el respeto de Maradona.

Y esto va más allá. Messi, aunque ya lo era, se ha consagrado como el gran ídolo argentino. Porque, además, es lo opuesto a Maradona. Una vida familiar, tranquila, enfocado en lo suyo y cero polémica. Aprendió a sufrir, sin perder la fe y la cordura. Incluso desde sus inicios con los problemas de crecimiento. Un ejemplo de superación.

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Messi logró en este Mundial que mucha gente apoyara a Argentina sólo por verlo campeón. No sólo los fanáticos, sino también jugadores históricos como los brasileños Ronaldo, Rivaldo y Neymar, acérrimos rivales de la Albiceleste, hasta el ex director técnico de España, Luis Enrique, quien lo dirigió en el triplete con el Barcelona en 2015 y el delantero uruguayo Luis Suárez.

La lista es larga. Creemos que nunca hubo tanto consenso en el fútbol para que un determinado jugador alzara la Copa. Era una deuda que el fútbol tenía con Messi y de la que el argentino supo sacar revancha y vaya de qué forma.

Nadie puede decir que Messi no se echó a la selección al hombro. Ya no podrán seguir llamándolo pecho frío. Todas las dudas se acabaron el 18 de diciembre en Qatar. El desempeño fue tan bárbaro, que con sus dos goles en la final le truncó el sueño a Francia y Kylian Mbappé. Hay que verle la cara a marcar un hat-trick en una final, anotar desde la tanda de penal y no ser campeón del mundo. La amargura de Mbappé es más que justificada.

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Messi ha colocado la vara muy alta y todavía le queda. Ahora vendrá etapa de verdaderamente disfrutar en la cancha. Ha ganado todo y con el Mundial, se quitó el gran peso de encima. El más grande.

“Quiero disfrutar unos partidos más siendo campeón del Mundo. Después de conseguir la Copa América y lograr el título en un Mundial, ¿Qué va a haber después? Me encanta el fútbol, disfruto estar en la selección y quiero seguir unos partidos más”, dijo Messi en medio de la celebración.

Messi y Argentina se preparan para el mejor fin de año de sus vidas. Ahora es momento de celebrar una hazaña que los inmortalizó como la Argentina de Mario Kempes en 1978 o la de Maradona en 1986. Bordaron la tercera estrella en la camiseta para siempre.

Ya habrá tiempo de pensar si jugará la próxima Copa América o si le dan las piernas para ser el único jugador con seis Mundiales en 2026.

Messi nos regaló un día dorado en la historia del fútbol. Sólo podemos decir, gracias Lionel.

Foto: FIFA

Opinión: Italia y la Nations League como consuelo del Mundial

Tony Cittadino (Madrid).- La amargura de no estar en el Mundial Qatar 2022 no la quitará nadie, pero Italia parece reencontrarse y lamerse las heridas con la clasificación al Final Four de la Nations League.

La selección de Roberto Mancini estará entre las cuatro mejores del torneo por segundo evento consecutivo. La fase decisiva del nuevo torneo de la UEFA se jugará en junio de 2023,al que ya están clasificados Países Bajos (anfitrión) y Croacia. El último acompañante saldrá del juego de este martes entre Portugal y España.



Italia finalizó con 11 puntos en el grupo 3 de la Liga A, en una fase de grupos exigente en la que dejaron en el camino a Hungría, Alemania e Inglaterra. Ante la ausencia del Mundial, meterse entre las cuatro mejores selecciones era una obligación y Mancini, cumplió.

Sin embargo, lo hecho por el estratega tiene mérito. Más allá del valor cualitativo que se le pueda dar al torneo, lo mejor es que Italia recuperó parte del estilo de juego perdido desde hace un año y continúa sumando caras nuevas a la selección.

Para la doble fecha ante Inglaterra y Hungría, no pudo contar con hasta 11 jugadores por lesiones: Leonardo Spinazzola, Manuel Lazzari, Alessandro Florenzi, Marco Verratti, Sandro Tonali, Lorenzo Pellegrini, Manuel Locatelli, Matteo Politano, Domenico Berardi, Federico Chiesa y Ciro Immobile.

Con el delantero de la Lazio hubo polémica, pues no jugó ante los ingleses por molestias en la pierna derecha y el domingo el dueño del plantel romano, Claudio Lotito, impidió que viajara Hungría a pesar del deseo del jugador.}

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Además de que Mancini cuenta con poco material para armar la selección, porque dos tercios de los jugadores de la Serie A son extranjeros, también tiene que lidiar con las lesiones, directivos y jugadores que abandonan la selección y se está convirtiendo en un hecho recurrente.

Por eso Mancini hablaba en la previa ante Hungría, que se tenía que querer más a la selección. Pedía más compromiso y no es algo nuevo. Pareciera que la Nazionale es un estorbo para la Serie A y fue una de las razones por las que Antonio Conte, por ejemplo, no continuó en el banquillo en su momento.



Paciera que la liga y la selección van por caminos diferentes y eso no lo entienden en las oficinas. Aunque la Azzurra vuelva a levantar cabeza, no resuelve el grave problema de fondo del calcio.

Lo cierto es que uno ve a jugadores que constantemente se lesionan cuando deben acudir a las concentraciones y piensa en leyendas como Roberto Baggio, que se mataba por jugar con una sola rodilla. Cómo han cambiado las cosas.

Esto sin contar que tampoco es que hay mucho de dónde sacar, porque entre los grandes equipos, sólo Giacomo Raspadori e Immobile son titulares en el calcio. El talento en ataque en escaso y equipos como Milan, Inter y Juventus, los de mayor peso y vitrina europea, no tienen delanteros italianos. Hace falta crecimiento y roce internacional para competir. Es la única manera de crecer y ganar.

Mancini supo hacer los ajustes y sacar adelante la doble fecha con par de victorias, apoyado en el buen momento d Raspadori y Federico Dimarco, quien anotó el gol 1.500 de Italia. Vencieron a Inglaterra en San Siro por la mínima diferencia, con un golazo de Raspadori y luego derrotaron a Hungría en Budapest, con tantos del jugador del Napoli y del Inter.

El técnico pudo adaptar la plantilla al material disponible, variando su esquema del 4-3-3 al 3-5-2. Así contó con Di Marco y Giovanni Di Lorenzo por las bandas, logrando mayor dominio en el medio campo y proyección al ataque.

También hizo debutar al jugador Pasquale Mazzocchi de la Salernitana, siendo el 84 durante el ciclo y el primero en la historia del club.

Así Mancini, quien no debería olvidar a quienes estuvieron con el grupo en este momento por su rendimiento, llegó a 34 victorias en 55 duelos al frente de la selección italiana e igualó a Arrigo Sacchi en el tercer lugar de todos los tiempos. Ahora escolta a los campeones del mundo Enzo Bearzot (40) y Vittorio Pozzo (63).



Italia se llevó una victoria con carácter y oficio en Budapest, gracias en buena medida también a la gran actuación en el arco de Gianluigi Donnarumma, quien lamentó no clasificar a Qatar y lo catalogó como “una herida abierta”.

“Jugamos bien por 70 minutos, pero los últimos 20 no me gustaron. Estamos contentos porque es importante haber clasificado al Final Four por segunda vez”, dijo Mancini al finalizar el encuentro en declaraciones reseñadas por la FIGC.

“Lo hecho, hecho está. Volvimos a estar de pie después de la desilusión de quedar fuera del Mundial, pero tenemos que seguir trabajando. Ahora tenemos que sobrevivir al mes de diciembre, porque será difícil”, agregó el técnico.

La Nazionale cerrará su participación en el año con par de amistosos en noviembre, ambos en calidad de visitante. El miércoles 16 se medirá a Albania en Tirana y el domingo 20 a Austria en Viena.

Luego de pasar el trago amargo por no ir al Mundial, llegará el 2023 con nuevos retos: el inicio de las eliminatorias a la Euro 2024 (el sorteo es el 9 de octubre) al que acudirán como cabeza de serie y campeón defensor.

También el Final Four de la Nations League, que aunque es un torneo nuevo y modesto, no deja de ser importante, competitivo y atractivo.

Toca seguir adelante. Por algún lado tiene que comenzar el camino a la Euro 2024 y el Mundial 2026.

Foto: Prensa FIGC

Opinión: La acertada decisión de continuar con Mancini y minimizar riesgos

Tony Cittadino (Mallorca).- No hay tiempo que perder y menos para inventar. Este lunes el director técnico de Italia, Roberto Mancini, confirmó que seguirá al frente de la selección Azzurra, a pesar de que el jueves quedó fuera del Mundial Qatar 2022. Italia se quedará dos veces seguidas sin la Copa del Mundo, por primera vez en la historia.

Pensamos que la confirmación de Mancini, es la decisión correcta y se minimizan los errores. Hay una base para volver a arrancar y no hacerlo desde cero. Primero, porque es un respaldo al gran trabajo que ha hecho en los últimos cuatro años. Sí, no clasificar al Mundial es un fracaso. Pero, sería injusto dejar a un lado el trabajo que ha llevado adelante, especialmente en una época post Gian Piero Ventura en la que nadie quería aceptar el cargo de seleccionador.


“Voy a continuar porque todavía estoy joven y quería ganar una Eurocopa y un Mundial, pero para el segundo objetivo debo esperar más tiempo. Me gusta el trabajo y sé que puedo divertirme con los muchachos y reorganizar algo importante. Estamos alineados en todo. Ahora pensamos al partido con Turquía y ya, luego, discutiremos mejor las cosas para mejorar de cara al futuro. Hace falta repartir, recordando que en el futuro tendremos eventos importantes”, indicó en declaraciones reseñadas por el departamento de prensa de la FIGC.

Evaluar el ciclo de Mancini por el resultado final, no sería lo correcto. Obviamente perdió el partido más importante en la ruta a Qatar, pero fue el único. Lo irónico es que Macedonia mató a Italia con catenaccio. Lamentablemente las cosas salieron así y, seguimos pensando, que el boleto al Mundial salió volando en Roma con el penal fallado por Jorginho.

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En Italia, no hay tiempo que perder. Y no de ahora. Al menos, desde hace una década. Ya no vale la pena seguir lamentándose y hay que aceptar la realidad. Durante los últimos días, la prensa italiana estuvo especulando acerca de la posibilidad de un posible sustituto para Mancini. Las opciones iban desde Gennaro Gattuso, pasando por Andrea Pirlo y finalizando en un tándem entre Fabio Cannavaro y Marcello Lippi, campeones en Alemania 2006, la última gloria Azzurra en los Mundiales.

Sin embargo, la medicina podría ser peor que la enfermedad. En estos momentos, no vemos a otro capaz de continuar al frente de la selección que no sea Mancini. Por razones de tiempo, por saber manejar al grupo y llevar adelante el cambio generacional, que, ahora deberá profundizar mucho más.

El éxito de Mancini con Italia, va más allá de la racha mundial de 37 partidos sin perder o del triunfo en la Eurocopa en Wembley. No tiene que ver con romanticismo, sino con mérito. Cambió el juego a un estilo ofensivo y de posesión de balón, en una versión mejorada de lo que hicieron en la última década Cesare Prandelli y Antonio Conte. Centró la base de la selección en jugadores como Federico Chiesa, Nicolò Barella, Nicolò Zaniolo, Domenico Berardi, Sandro Tonali y compañía. Le regresó la competitividad, el hambre de triunfo y el juego vistoso. El amor por la camiseta a los jugadores y volvió a enamorar a los fanáticos de la selección, aunque ahora recibieran un duro golpe.

Pero, el problema de Italia, no es continuar o no con Mancini. Podrán buscar a otro y será igual o peor. Es un problema de fondo y no de forma, que va más allá de lo básico y que no tiene solución a mediano plazo. En 2026, serán al menos 12 años sin Mundial. Una generación completa. Por eso, esta eliminación es mucho más dura que la de 2017. Para entonces, el ciclo de Ventura no tenía ni pies, ni cabeza y, si se comparan las declaraciones de jugadores, ex jugadores y ex directores técnicos, es lo mismo que hoy: hay que dar espacio a los jóvenes y refundar el sistema.


Sin embargo, la solución no es fácil. Cerca del 65% de los jugadores en Italia son extranjeros y los grandes clubes no tienen un delantero italiano top. Eso sin contar, que Mancini tuvo que recurrir a dos jugadores brasileños naturalizados: el defensa Luis Felipe y el delantero Joao Pedro, fueron llamados para debutar en esta fecha y es otro reflejo de la situación del calcio.

Los tiempos de un 9 matador como Christian Vieri o, incluso Luca Toni, se ven lejanos. Eso por no nombrar los Alessandro Del Piero, los Francesco Totti y compañía. Ciro Immobile volvió a quedar en deuda, por más que sea el máximo goleador de la actual temporada (21), que la semana pasada se convirtiera en el máximo anotador en la historia de la Lazio (144) y fuera Bota de Oro 2020 (36).

El verdadero vuelco a la situación, tienen que darlo los equipos de la Serie A. Apostar más por el talento nacional, pero no será fácil, pues además supondría un golpe al espectáculo y las millonarias contrataciones de jugadores que tienen en las nóminas, que van de la mano con el mercadeo, los derechos de televisión y venta de entradas.

De acuerdo a cifras de Sky Sports, la cantidad de extranjeros ha subido, al menos, en los últimos cinco años. En esta campaña hay 368 foráneos, contra 213 italianos. En 2020-2021, 360 vs 234; en 2019-2020, 333 vs 239; en 2018-2019, 320 vs 223 y en 2017-2018, 292 vs 241.

Quizás se tendrá que tomar medidas radicales con una ley que limite la cantidad de extranjeros y comunitarios en los equipos, dando posibilidad a un alto porcentaje de italianos en la cancha. Aunque no garantiza el éxito y que sean de calidad, al menos se tendrá que valorar lo de adentro. Por algún lado hay que empezar.

De momento, Italia deberá enfocarse en volver a ser competitiva y pasar la página. Se medirá el 1 de junio a Argentina en Wembley, en partido llamado La Finalissima, que ya no tendrá el mismo sabor y que enfrentará al campeón de Eurocopa y al campeón de América en un acuerdo entre la UEFA y la Conmebol. El mismo mes comenzará la tercera edición de la Nations League, en la que Italia se medirá a Alemania, Inglaterra y Hungría.


El sorteo de la Eurocopa 2024 es en octubre y las eliminatorias comenzarán en 2023, el mismo año en el que se jugará el Final Four de la Nations League.

En los próximos días, Mancini se reunirá con la FIGC y trazará el plan de trabajo hasta el 2026 y comenzará a buscar alternativas para rejuvenecer la selección. La prioridad será el ataque, en el que Gianluca Scamacca deberá ver más minutos, sin olvidar que hay que buscar un compañero en la defensa a Leonardo Bonucci, que puede ser Alessandro Bastoni, pues seguramente Giorgio Chiellini se retira al final de la campaña.

La decisión de continuar con Mancini es acertada. Toca sacudirse el polvo y seguir adelante. No hay tiempo que perder.

Foto: Prensa FIGC

Opinión: Italia repitió la pesadilla y quedó fuera del Mundial

Italia

Tony Cittadino (Mallorca).- Es difícil pensar que se pueda chocar dos veces con la misma piedra, pero pasa. Italia perdió con Macedonia en Palermo con un gol en el tiempo de descuento, para quedar fuera del Mundial por segunda vez consecutiva por primera vez en la historia.

Se cuenta y no se cree. Caen ante Macedonia y en casa. No puede haber excusa y el director técnico Roberto Mancini ha asumido la responsabilidad absoluta. Se pasó de la gloria de Wembley al foso de Palermo. Otra vez.

Todo parecía indicar que el fantasma de la eliminación en 2017 había quedado atrás. El trabajo de Mancini con la selección venía siendo impecable. Supo guiar el recambio generacional, le dio identidad de juego y llevó a Italia a ganar su primera Eurocopa desde 1968 y segunda de su historia.



El camino al Mundial, iba bien hasta que llegó la etapa post Eurocopa. Se complicaron con un empate en casa ante Bulgaria y remataron la faena con dos empates más ante Suiza, en los que Jorginho falló dos penales.

En realidad, Italia se complicó la vida sola esa noche del 12 de noviembre en Roma. El mediocampista brasileño naturalizado italiano erró el penal en el minuto 88, que pudo dar la victoria a la Azzurra y el boleto a Qatar. El escenario era perfecto. Todo iba encaminado.

Sin embargo, a la selección le faltó el hombre gol y cómo pesa la ausencia del lesionado Federico Chiesa. Capaz la historia era otra. No lo sabremos nunca. El empate sin goles ante Irlanda del Norte en la última fecha, sumado a la goleada de Suiza a Bulgaria, condenó a Italia a un repechaje que se antojaba peligroso y daba muestras de fatiga.

El sorteo puso en el camino a Macedonia, una selección accesible que había complicado a Italia en el camino a Rusia 2018. Empataron a un gol en Torino y debieron ganar remontando de visita con doblete de Immobile. Además había derrotado a Alemania en el camino a Qatar.

La posibilidad de quedar fuera en el repechaje no era de subestimar, especialmente porque en esta ocasión se cambió el formato de juego. Ya no era eliminatoria a ida y vuelta, sino un playoff con cuatro equipos, dos de ellos cabezas de serie que posiblemente se enfrentarían. Un formato absurdo y rebuscado, de por sí.

Pensábamos que se podía dar la ley de los promedios, porque era inimaginable quedar fuera de dos Copas del Mundo consecutivas. Una puede ser una accidente, pero dos no.



El libreto del juego en Palermo era el previsto. Italia salió al campo nerviosa, pero buscando el arco rival. Macedonia encerrada atrás, con calma, esperando un contragolpe o forzar la prórroga y así sucedió.

La Azzurra se ahogó en su propio esquema. La posesión del balón y los constantes ataques por las bandas eras inertes. Immobile tuvo poco o nada y Lorenzo Insigne se vio en un nivel irreconocible, ya listo para su partida a la MLS.

Domenico Berardi y Marco Verratti fueron el pulmón de una Italia que se encontró ante un muro y la pólvora mojada. Remató 32 veces al arco, con cinco tiros a puertas. Tuvieron 16 saques de esquina, la gran mayoría sin la mínima intención de peligro. Italia dominaba en la estadística, pero el juego no era efectivo. En ocasiones, a trompicones. El reloj pasaba y los nervios aumentaban.

La eliminación del Mundial es un duro golpe. Pensamos que es peor que en 2017, pues al menos, en esta ocasión, se ve un trabajo serio en la selección y estaba de respaldo del título logrado en Wembley. Pero, Italia se fue desinflando y no hubo un atacante capaz de cargar con el peso necesario.

La convocatoria del brasileño naturalizado italiano del Cagliari, Joao Pedro, es un buen espejo. Italia no tiene un delantero titular en los tres grandes equipos. Juventus, Milan e Inter apuestan al talento extranjero y el Sassuolo, un equipo de mitad de tabla, es quien tiene a los delanteros italianos con mejor proyección.



Italia, que se podía dar el lujo de tener delanteros titulares y buenos hasta en la banca, hoy no tiene uno que la meta. El caso de Immobile es de estudio. Fenómeno en la Lazio y goleador en la Serie A, pero en deuda con la selección, con la que también fue titular en la catástrofe de 2017.

Sería una pena que Mancini renunciara, pero este golpe es muy duro. Apostamos a que continúe con el trabajo y pueda recomenzar, sin necesidad de resetear todo el sistema.
Al final, el tema del fútbol italiano es más complejo de lo que se piensa y, al menos, Mancini le cambió la cara a la selección.

Además el discurso de hoy es el mismo de hace cuatro años. Hay que dar espacio a los jóvenes y volver a figurar con los clubes en Europa. Eso no va a cambiar si Mancini se marcha. Debe quedarse y seguir. Es un problema de fondo y no de forma.

Si la Serie A hubiera querido hacer cambios y apostar al Mundial, debía haber comenzado, por ejemplo, por posponer la fecha del fin de semana pasado para que Mancini tuviera más margen de maniobra. La solicitud fue negada.



El director técnico tuvo sus aciertos y errores, pero en un juego de vida o muerte pesan más. Pensamos que fue un error dejar a jugadores como Nicolò Zaniolo o Gianluca Scamacca en la tribuna en Palermo, pero el daño ya está hecho.

Lo peor es que, prácticamente, una generación entera se quedará sin Mundial. La próxima cita será en 2026 y la espera, otra vez, será eterna. Por si fuera poco, se esfumó una remota posibilidad de ver a Gianluigi Buffon como tercer portero en Qatar, aunque no estuviera en los planes del cuerpo técnico.

De momento, toca pensar con cabeza fría y recomponerse. Centrarse en el nuevo ciclo y buscar una pareja de centrales que reemplace por edad a Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini, que no es fácil.

Luego será enfocarse en la Nations League y la clasificación a la Euro 2024, para defender el título. Esto sin contar una copa de consolación ante Argentina el 1 de junio en Wembley, declarada como La Finalissima, que enfrentará al campeón de Europa ante Argentina (campeón de Copa América), pero un duelo que ya pierde casi todo interés por no ir a Qatar.

Pasar dos Mundiales sin Italia no será tarea fácil. Pierden los italianos y pierde el espectáculo.

La pesadilla de Milano en 2017, se repitió en Palermo.

Foto: Twitter

Opinión: Italia y el arte de complicarse la vida sin necesidad

Tony Cittadino (Mallorca).- Lo de Italia se cuenta y no se cree. Todavía cuesta asimilarlo, por más vueltas que se dé. Los campeones de Europa empataron este lunes sin goles ante Irlanda del Norte en Belfast, para quedar en la segunda posición del grupo C y tener que buscar el boleto al Mundial Qatar 2022 en el tortuoso repechaje que se jugará en marzo del año que viene.

La Nazionale fue incapaz de marcar si quiera un gol a una selección local que no se jugaba nada, por ya estar eliminada, pero que no había perdido, ni recibido goles en casa en las eliminatorias. Del otro lado, Italia llegaba obligada a buscar la victoria y, más aun sabiendo, que debía hacerlo por goleada porque Suiza no iba a fallar. Y así fue. Los suizos le metieron cuatro tantos a Bulgaria (sin contar los dos anulados por el VAR), para finalizar líderes del grupo con 18 unidades, dos más que los italianos, que terminaron invictos con cuatro juegos ganados y cuatro empatados.

Que Italia deba acudir al repechaje, sorprende mucho más que la vez que ocurrió en 2017. Y es que todo iba bien. Para entonces, la selección guiada por Gian Piero Ventura tuvo problemas para sacar resultados y tenía a España en su grupo. En este ciclo, en cambio, estaba en un grupo más accesible, con Suiza como rival más peligroso, pero accesible, con una selección en constante crecimiento que se destacó por buenos resultados, un acertado recambio generacional, un estilo de juego ofensivo y hasta un título europeo.


Sin embargo, la Italia corajuda de la Eurocopa se fue esfumando con la llegada del otoño. Buena parte de la eliminación de este lunes, pasa por el empate en septiembre ante Bulgaria, al igualar 1-1 en el estadio Artemio Franchi de Firenze. Perdieron dos puntos claves en casa, que ayer hacían falta.

Tres días más tarde, llegó otro episodio determinante, pero que podía pasar. La Azzurra empató sin goles en su visita a Suiza, en un duelo en el que Jorginho falló un penal. No era un mal resultado, porque se sumaba afuera, pero fueron superiores en el campo y el resultado fue corto ante un rival directo.

Para entonces, Italia implantaba el récord de 36 partidos sin perder (27 victorias y 9 empates) y seguía líder del grupo con 11 puntos, cuatro más que los suizos, quienes tenían dos partidos menos.

Italia afrontó la Nations League y la carencia de gol continuó, pero logró meterse en el podio al vencer a Bélgica dos por uno en el partido el por tercer lugar. Lo que no estaba en los planes, era el empate del pasado viernes ante Suiza a un gol en Roma, en un duelo en el que Jorginho volvió a fallar desde los 11 metros.

El mediocampista ítalo brasileño cobró un penal al minuto 88, pero su remate se marchó por encima del travesaño. De marcar, hubiera sido perfecto, pues celebraban la clasificación en Roma y se quitaban ese peso de encima. Pero, no fue así. Fue todo lo contrario y, ahora, ese penal pesa muchísimo en una ruta al Mundial que se complica.

Prohibido fallar

Del juego de este lunes, hubo poco y nada en Belfast, sede en la que los transalpinos nunca han ganado. Suman tres empates y una derrota que, por cierto, los dejó fuera del Mundial Suecia 1958.

Italia lideró el grupo durante toda la eliminatoria, pero cedió el primer lugar en el peor momento posible. En la última jornada. En la más importante y a la que tenían que acudir ya con el boleto en la mano.

La oncena no llegó en su mejor forma física y con 11 bajas (Chiellini, Verratti, Immobile, Pellegrini, Zaniolo, Bastoni, Biraghi, Calabria, Sirigu, Kean y Toloi), pero, de todas, la más pesada fue la de Immobile. Italia se quedó sin un 9 fijo y Mancini tuvo que inventar y recurrir a Berardi o Insigne, sin éxito, como tampoco lo fue la apuesta por Belotti.


Se notó la ausencia del delantero de la Lazio, al que le ha costado marcar con la selección, porque Italia generó muy poco juego en ataque. Al menos, él jugaba de espaldas al arco y arrastraba marca, más allá de la poca efectividad y las constantes caídas en fuera de juego. Aquí es dónde se aplica al dedo el dicho de una compañía de seguros venezolana: “Es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo”.

Ahora queda esperar el día viernes 26 y conocer cómo quedará el repechaje, que estrenará formato y luce complicado. Las selecciones que lo disputarán son Portugal, Suecia, Escocia, Rusia, Macedonia, Polonia, Italia, Gales, Turquía, Ucrania, Austria y República Checa.

El nuevo formato se jugará de la siguiente manera: 12 selecciones irán a la repesca, de las cuales 6 lo harán como cabezas de serie. Se formarán 3 grupos de 4 selecciones y en cada grupo, se juegan 2 partidos (semifinales). Los ganadores, van a una final y el ganador de ese juego, clasifica.

De esas 12 selecciones al repechaje, 10 son de las segundas mejores de grupo y 2 de la Nations League, que tampoco clasificaron (Austria y República Checa). La semifinal se jugará el 24-25 de marzo y la final el 28-29 marzo.

Italia tiene prohibido fallar. Hoy más que nunca. No se puede estar sin jugar una Copa del Mundo durante de ocho años. Dos Mundiales consecutivos sin clasificar, sería una hecatombe monumental y algo inédito para la Azzurra. Da escalofríos de sólo imaginarlo, pero es una posibilidad, que echaría por tierra el gran trabajo que ha hecho Mancini, quien ha llevado con éxito el recambio generacional y le regresó la competitividad a la selección.


Una vez que se conozcan los rivales, hay que prepararse para cuatro meses eternos de presión psicológica e infinitas especulaciones. No hay rival pequeño y hasta el más débil, luce en condiciones, pero Italia siempre es Italia y más aún cuando está herida.

El fantasma de Suecia en 2017 vuelve a aparecer, aunque ahora las condiciones parezcan diferentes. Italia volvió a aplicar el arte de complicarse la vida sin necesidad, aunque tenemos la esperanza de contar con un final feliz, al estar presente en el sorteo de la fase de grupos del Mundial el 1 de abril.

Azzurra, in bocca al lupo.

Foto: Prensa FIGC

 

Opinión: Caracas comenzará noviembre buscando la primera semana positiva

Tony Cittadino (Mallorca).- Los Leones del Caracas comenzarán el mes de noviembre enfrentando este miércoles a los Tigres de Aragua en el estadio José Pérez Colmenares de Maracay, en el inicio de la tercera semana de acción de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP).

El conjunto capitalino iniciará el mes buscando su primera semana positiva, luego de finalizar octubre y las dos primeras zafras de la campaña jugando para .500. Caracas perdió dos de los tres juegos de la serie del fin de semana ante Caribes de Anzoátegui en Puerto La Cruz, para cerrar la semana con balance de 3-3.

De acuerdo a los datos que registramos desde la campaña 2004-2005, esta es la primera vez que los melenudos comienzan la temporada con dos semanas seguidas jugando para .500 (1-1 y 3-3), al menos desde esa contienda cuando perdieron la final ante los felinos.


Además es la tercera vez que tienen marca de .500 en las primeras dos semanas de la temporada, pero con saldo positivo en una y negativo en otra: En la 2006-2007, dejaron marca de 4-4 (1-3, 3-1) y en la 2010-2011 el registro fue de 6-6 (2-4, 4-2).

En lo que respecta al mes de octubre, hay que tomar en cuenta que en las temporadas 2019-2020 y 2020-2021 no se jugó en el décimo mes del año. Este el tercer mes de octubre, al menos desde la campaña 2004-2005, en el que Caracas juega para .500. Los otros fueron en la zafra 2017-2018 (9-9) y en la 2005-2006 (7-7), año en el que se consagraron campeones de Venezuela y el Caribe con Carlos Subero al mando.

El departamento de prensa de los capitalinos dio a conocer la rotación para la tercera semana. Para el juego de este miércoles ante los Tigres, el abridor será Aliángel Frank López. Luego serpa el turno de José Mujica y Alex Sanabia, quienes retarán a Bravos de Margarita en Macuto.

Los Leones volverán a jugar en el Fórum La Guaira el día sábado 6, cuando se midan a los Tiburones de La Guaira con Kevin Gadea en la lomita. Por cierto que este encuentro será a las 5:00 de la tarde y los melenudos serán el equipo home club.

Caracas cerrará la tercera semana el domingo, cuando reciba a Caribes en el estadio Universitario. El abridor está por confirmar.

En lo que respecta a la segunda semana de acción, los Leones la iniciaron con un valioso triunfo ante los Navegantes del Magallanes, al vencerlos seis carreras por cuatro en el estadio José Bernardo Pérez de Valencia. Fue el primer lauro de la serie particular, que en este mes de noviembre tendrá tres juegos pautados en el calendario.

Los “Eternos Rivales”, volverán a jugar el próximo martes 9 en Valencia, mientras que la serie se muda a la capital el 18 de noviembre, casualmente el día del Juego de La Chinita. El lunes 29 volverán a verse las caras en el “Coso de Los Chaguaramos”.


De momento, el trabajo del manager José Alguacil y del cuerpo técnico es positivo. Si bien todavía hay detalles que afinar, se ve una clara diferencia en el juego con respecto a los últimos dos años. Jugar, al menos para .500, será una garantía para tener uno de los cinco puestos para disputar el Round Robin, más aun tomando en cuenta lo pareja de la tabla de posiciones.

De la segunda semana, destacó a la ofensiva Wilfredo Tovar, quien finalizó como el Jugador de la Semana y ganó el galardón por primera vez en su carrera. El toletero derecho bateó para promedio de .421 (19-8), con dos jonrones, cinco carreras impulsadas y siete anotadas.

Además Ángel Aponte, bateó la escalera (hit, doble, triple y jonrón) el pasado viernes en el triunfo ante Caribes (10-7). El jardinero central, que conectó triple y en su primer turno, siendo a su vez su primer hit en la LVBP, se fue de 5-4, con una impulsada y dos anotadas. Es el tercer jugador del Caracas en batear el ciclo, luego de César Tovar (1965) y Jesús Guzmán (2008).

Se espera que esta semana Se espera que para esta se concrete la adición del lanzador derecho Jesús Vargas, quien jugó en las menores de Dodgers de Los Ángeles y fue miembro de la selección Sub23 campeona del mundo. Viene de lanzar en Clase A+, en donde dejó 4.40 de efectividad en 102.1 innings.

 

Así van las series particulares

Zulia (0-0)
Bravos (1-0)
Lara (0-1)
Caribes (1-2)
Magallanes (1-0)
La Guaira (0-0)
Aragua (1-1)

Datos melenudos

-Caracas ha recibido 22 carreras en la temporada en el último tercio de juego y ha anotado 16 en las primeras tres entradas de los compromisos.
-El inning en el que más han fabricado anotaciones es el cuarto, con nueve rayitas.
-En toda la temporada han anotado 42 y recibido 45.
-Leones juega en casa para 0-2 y 4-3 como visitante.

Hasta siempre, Dopi

Tony Cittadino (Mallorca).- La partida de nuestro colega y amigo José Manuel Dopazo deja un profundo dolor en el gremio y en quienes le conocimos y le quisimos. Pareciera que uno nunca está preparado para estos momentos, pero aprovecho estas líneas para despedirlo con cariño.

Dopazo falleció este sábado 15 de mayo en Madrid. Tenía apenas 45 años. Un chamo, todavía. Era un caballero y un profesional con todas sus letras. Respetuoso, generoso, noble y siempre con una sonrisa y un consejo a la mano.

Tuve la oportunidad de conocerlo y trabajar juntos desde 2011 hasta el 2016 en el Noticiero Venevisión. Ser parte de la emisión estelar fue una gran escuela en la que me formé como redactor y luego como presentador de deportes y Dopazo estuvo muy presente en ese proceso.

Dopi, como le decimos con cariño, llegaba en las noches a tiempo para revisar el libreto de El Imparcial y de la emisión del Noticiero, que horas más tarde haría con Elianta Quintero, con quien hizo una llave profesional estupenda. Solía sentarse en algún puesto en la sala de redacción o en la sala de reuniones, muchas veces con su hijo Santiago, a quien llevaba orgullosamente de visita. Allí cuidaba cada detalle y también ofrecía su experiencia, su amistad y sus valiosos consejos.

Recuerdo con especial cariño las veces que reíamos al imitar su particular tono de voz para leer los titulares, muchas veces redactados por el también inolvidable Nelson Meza, con quien ya seguro se encontró en el cielo: “Golpe a la yugular” o “las garras del crimen”, eran titulares fijos, a los que sólo él podía darle el tono adecuado.

También evocó las primeras ocasiones en las que salí al aire en el estelar. Cuidaba los detalles de dicción y daba un espaldarazo de confianza importante. Fanático de sus Águilas del Zulia, el Real Madrid y España, siempre preguntaba por los resultados, así fuera para chalequear.

Dopazo tenía muy claro cuáles eran sus principios y valores. Defensor del buen periodismo y la libertad de expresión, se postuló al Colegio Nacional de Periodistas y también pidió la reforma de la Ley Resortem, aún consciente de lo que eso significaba y las consecuencias que podía traer. Pero no se amilanó y siguió adelante.

Pero aunque era una persona seria, al menos en el set del estudio 4, tenía un buen sentido del humor. De hecho, me sobran los dedos de la mano para recordar una mala cara. No podían faltar sus chistes maracuchos, que compartía con Elianta en el estudio en los cortes comerciales o en la sala de redacción.

Cuando empecé a salir en off en la sección de deportes, me presentaba con jocosidad como “El Padrino, Tony Cittadino”, hasta que le jalaron las orejas porque eso le restaba seriedad al Noticiero. Pero él se lo tomaba a risa, porque el nombre y el apellido le parecían cómicos.

También reíamos cuando alguien me confundía con él, por narizón y por las ojeras. De ahí salió el chiste de decirle que era mi papá perdido y darme la bendición. Fue un gesto que pasado el tiempo, se convirtió en algo genuino y cariñoso.

Dopazo era un tipo tan sencillo y humilde, que uno se reía y se preguntaba a veces por qué le pasaban cosas cómicas al aire. Le dio hipo dos veces narrando las noticias, pero el hombre sacó el Noticiero adelante. Todo un profesional. Lo agarraron fuera de base una noche revisando el libreto de El Imparcial, antes de ir al aire y otra vez en pleno noticiero meridiano, en el segmento de Estrenos y Estrellas.

También hubo una noche en la que leyó una noticia y en lugar de decir “estadio Antonio Herrera Gutiérrez”, dijo primero “estadio Antonino…” y corrigió al aire aguantando la risa, ante las bromas de los camarógrafos del estudio 4 por recordar mi nombre. O la vez en la que terminé la sección y me dijo “Gracias, Jesús”, recordando inconscientemente a Jesús Marín, sin poder evitar luego el ataque de risa con Elianta. Fue una época inolvidable y maravillosa y lo sabíamos. Con sus cosas buenas y malas.

Al terminar el Noticiero, se apagaban las luces y pasada la medianoche nos íbamos caminando al estacionamiento, junto a todo el personal del estudio 4 y redacción, hablando de algún resultado o tema cotidiano. Era la sencillez de un día de trabajo que se pasaba como en familia. Se disfrutaba.

Sin embargo, llegó el momento que a muchos nos empujó a dejar el canal y el país y emigramos. La última vez que nos vimos fue en febrero de 2016, antes de que partiera a Estados Unidos y luego a España.

Dos años más tarde, también me tocó venir a España y retomamos el contacto, con la idea de más adelante hacer unos seminarios de periodismo en Madrid o Mallorca, con la idea de ejercer fuera de nuestro país y mantenernos activos en una sociedad en la que uno está prestado.

La última vez que escuché su voz fue en diciembre, en una conversación por WhatsApp. Le dejé saber, nuevamente, lo mucho que lo quiero y lo respeto. Ese sentimiento no va a cambiar, porque a los amigos no se les olvida y siempre tendrá un lugar especial, como amigo y profesional.

Aunque esta noche es larga y la nostalgia y la tristeza golpean con fuerza, estoy seguro que todos los que le conocimos lo recordaremos con mucho amor y como una persona que supo dejar huella en todos nosotros.

Así era Dopazo. Un tipo sencillo y querido.

Dopi, que Dios te bendiga siempre.

Descansa en Paz.