Javier Pérez (El País).- No pudo ser más amargo el debut de Cristiano Ronaldo en la Champions con la Juventus. El portugués pisó Mestalla orgulloso, desafiante y confiado con el poderío de su equipo, en su capacidad de intimidación y en su olfato goleador ahora al servicio del club turinés. Y a la media hora se marchó del terreno de juego y enfiló el vestuario del coliseo valencianista indignado, en shock, llorando. Acababa de ser expulsado. El portugués no daba crédito a lo acontecido, no alcanzaba a entender qué había sucedido. “No he hecho nada”, repetía una y otra vez.
Un minuto antes, Murillo se interpuso en la carrera de Ronaldo para adentrarse al área de Neto, buscando el portugués posicionarse para el remate. El de Madeira soltó una ligera patada al defensa colombiano que cayó al suelo. CR7 recriminó al ex central del Inter que se dejase caer y le añadió de propina una palmadita en la cabeza. Los jugadores del Valencia y Juventus cercanos a la acción se enzarzaron a discutir. Y Felix Brych, el árbitro del encuentro, ajeno a la bronca, fue requerido por el juez asistente de portería y dictó sentencia: Cristiano Ronaldo había agredido a Murillo. El colegiado alemán tuvo que escuchar repetidamente el dictamen de su colega para convencerse de mostrar la roja al astro portugués que por primera vez era expulsado en la Champions. CR7 se tapó la cara con las manos, se tiró al verde y levantó los brazos al cielo. Y se retiró del partido entre sollozos y lamentos.
Apenas dispuso media hora Ronaldo para ilusionar a su nuevo club. A los diez minutos tuvo la primera gran ocasión tras empalar en semifallo un centro lateral de Bernardeschi, encontrándose el portugués sin ningún defensor que le opusiera resistencia. Posteriormente se intercambiaron los papeles y CR7 fue quien asistió a Bernardeschi para que el italiano cediese a Khedira que incomprensiblemente mandó el esférico por encima del larguero de Neto. El centrocampista alemán tuvo que abandonar el terreno de juego lesionado poco después de fallar la oportunidad. Para entonces, el conjunto de Allegri ya ejercía el control del partido. Y llegó el momento fatídico para Cristiano, que en su estreno en la Liga de Campeones con la Juventus dejó a su equipo en inferioridad numérica durante una hora de partido. Sus compañeros llenaron el vació dejado por Ronaldo. Y en dos penaltis, al final del primer acto y al inicio del segundo, arreglaron el estropicio. Sin CR7, Pjanic asumió la responsabilidad desde los once metros, ejecutando con éxito las dos penas máximas.
Dos veces campeón de Europa, la segunda 22 años atrás, y otras siete veces finalista, la Juventus de Turín aspira alcanzar su tercera corona en la máxima competición continental a nivel de clubes. Un ansiado deseo que creen estar más cerca de alcanzar con el fichaje de Cristiano Ronaldo, coleccionista de Champions, cuatro conquistadas con el Madrid y una más con el Manchester United. “Para Cristiano jugar la Champions es como hacerlo en el patio de su casa”, expresaba Chiellini, el capitán Juventino. Los 120 goles marcados en la Liga de Campeones por CR7, el goleador por excelencia en el torneo europeo, avalan el centenar de millones que el club turinés ha pagado para que el portugués abandonase al Madrid para abrazar el nuevo amor bianconero.
El sueño de la Juventus es el mismo que el de Cristiano que afronta el reto de hacerle campeón, ambición que colmaría su ego en caso de levantar una nueva orejona en una tercera casa. Con el Madrid cosechó cuatro. El de Madeira anhela que esta temporada sea la de la Juve, que sus goles le den la ansiada corona y pasar a la historia como el ídolo que devolvió a lo más alto a los turineses. Que sea la Champions de Cristiano Ronaldo. El de Madeira necesita que le halaguen los oídos, escuchar de su entorno y el vestuario que no hay nadie como él. “Es el mejor del mundo”, dijo en la previa su nuevo técnico, Massimiliano Allegri, discurso asumido por sus nuevos compañeros que en Mestalla solo lo disfrutaron durante media hora. Un estreno dramático para Cristiano Ronaldo de bianconero y en su competición fetiche.
Foto: Reuters.