El Atlético de Madrid sigue en buen momento y derrotaron al Villarreal

AS-.

La jornada invitaba. Ganar para el Atlético era ser tercero. Si perdía se quedaba fuera hasta de Europa League. El Villarreal, que si ganaba se quedaba a un punto de la Champions, ya era noticia desde la caseta: en su once sólo españoles, rara avis cada vez más rara en el fútbol moderno más allá del Athletic. Por delante de Iborra todo es talento. Salió apretado en su campo, obligando al Atlético a buscarle resquicios por las bandas. Y la intensidad de los rojiblancos se había quedado en el martes. Ni apretaba ni mordía. Mucho menos amenazaba por mucho que tuviera el balón. Entre líneas sólo se topaba cemento. Cuánto le cuesta al Cholo siempre roer este hueso.

Un Cholo que miraba desde la distancia del palco. La gabardina del Mono Burgos ocupaba su lugar en el banquillo, el enlace era Adán. Desde allá arriba Simeone podía ver que Calleja había sacado al verde un calco de lo que él mismo es. Acorazado sobrevivía cómodo, pero sus futbolistas se convertían en avispas para robar y correr. Eso también pudo verlo bien. Alcácer, uno de sus candidatos este invierno para apuntalar el 9, le enviaba una postal con uno de sus goles a sus mismos pies. Porque Alcácer no llegó, acabo en Vila-real, y le dedicó una imparable volea desde fuera del área que voló como un obús a la red de Oblak. Una ocasión, un gol. Tardó unos minutos el Atlético en arrancarse del cuerpo el susto, ahogadas sus transiciones en la presión amarilla. Cazorla impartía una clase de fútbol, acompañado de Trigueros que movía la pelota rápido y con sentido. Por delante, de Gerard Moreno creaba espacios y Alcácer los atacaba. Lodi no tenía el mismo que el del martes, Felipe y Vrsaljko corrían para nada y al final de cada jugada los rojiblancos siempre se topaban con Asenjo. Se sacó dos paradas imposibles. Primero ante una media tijera de Morata, en el rechace ante un cabezazo a bocajarro de Vitolo en la misma línea de gol. Los dos fueron la delantera elegida por el Cholo de inicio. El Atlético creció cuando Correa dio un paso adelante y ese plan se deshizo.

Que no se fuera ha sido de verdad el fichaje. El argentino se ha cosido los galones al escudo y a bailar. Su caos es la fe de este Atleti, la bendita locura. Aprovechó un error de Albiol para encontrarle al Villarreal un resquicio por el que colársele. Vrsaljko le sirvió y con picardía se anticipió a todos, también a Asenjo para que el partido se fuera al descanso en empate. En ese momento el Atlético había logrado encajonar al Villarreal de verdad aunque Morata fuese todo lucha y cero acierto.

Si el reposo devolvió un partido al que Simeone desde su palco le subió las pulsaciones con dos regresos, el de João Félix por un desacertado Vitolo y Trippier por un Vrsaljko que aún no está para martes-domingo. El Atlético seguía apretando, el Villarreal esperaba. Alberto Moreno, que había pasado de la enfermería al once, derribó a Correa en el área para subirle los decibelios a la grada, que pidió penalti tras el derribo y obstrucción a Correa. Pero otro día más ni el árbitro ni el VAR vieron lo que la grada pedía. Correa se vengó en la jugada, ahora forrada su bota de asistencia.

De vuelta a la derecha por la entrada de João Félix, la jugada la inició el portugués con una apertura hacia Trippier. El inglés buscó al argentino y el argentino encontró a Koke, que irrumpió en el área con alma de 9 para enviar con el tupé a la red de Asenjo esa pelota. El Villarreal ya sólo era un recuerdo en el partido, el recuerdo de un tiempo que se había ido, difuminado. Su única noticia en la segunda parte, un remate a bocajarro de Moreno, la desbarató la mano milagro de Oblak. En el otro área, João Félix se reencontraba con el fútbol y también con el gol. Aprovechaba otro fallo en la salida del Villarreal para hacerle otro agujero al traje de Asenjo. El partido había comenzado a jugarse a lo que quisieran sus botas y las de Thomas. Cambió el juego. De nada le sirvió a Calleja introducir a Chukwueze y retirar a Iborra. El Villarreal seguía siendo nada de nada. Mientras la primavera se ha instalado en el Metropolitano este invierno. Semana fantástica. Tantos de vuelta, golpe al Liverpool y de nuevo tercero. Roído hasta ese hueso. El siempre difícil Vilarreal. Pero es que Koke ha vuelto. Y la vida con Koke siempre es mejor.

Foto: AS

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