Alex Volcanes (Chile).- Si hay que hablar de un equipo exitoso durante la década de los 60 y 70, son los Orioles de Baltimore del gran Earl Weaver. Fueron un equipo temible y poderoso, liderado por jóvenes como el futuro inmortal de Cooperstown, Brooks Robinson, Boog Powell, Paul Blair, Mark Belanger, Dave McNally y Jim Palmer.
Los Orioles establecieron su reinado a finales de los 60 y principios de la década de los 70. La artillería naranja, como también se les conocía, alcanzó la gloria en 1966, cuando conquistaron su primera Serie Mundial de la mano del entonces manager Hank Bauer y de veteranos como Luis Aparicio y el triple coronado Frank Robinson.
Baltimore barrió en cuatro partidos a los Dodgers de Los Ángeles de Sandy Koufax, Don Drysdale, Don Sutton, Maury Wills y del astuto manager Walter Alston. Para entonces, eran el equipo más fuerte de la Liga Nacional.
Los Dodgers no eran un equipo cualquiera, pues conquistaron dos títulos en 1963 y 1965. En la edición de 1966 era su tercera aparición en clásicos de octubre en cuatro años, dando muestras de su poder: así de increíbles fueron los Oropéndolas, que blanquearon con mucha facilidad a unos Dodgers que en el papel parecían invencibles. No conformes con eso, llegaron a una segunda Serie Mundial en 1969, pero el destino les puso en su camino a los Milagrosos Mets, equipo que se coronó en sietes partidos.
La derrota propinada por Nueva York no cambió la mentalidad del conjunto. Weaver sabía que su equipo tenía el talento para volver a una final y ganarla. En 1970 vencieron en la Serie Campeonato de la Liga Americana a los Twins, para avanzar a la instancia decisiva. En esta ocasión, la Artillería Naranja, se mediría a la también poderosa Maquinaria Roja de Pete Rose, Joe Morgan y Jonny Bench.
Fue una serie digna de leyenda, a pesar de que Baltimore acabó con Cincinnati en cinco encuentros. El éxito fue gracias a su gran rotación. Tres de sus abridores habían logrado 20 triunfos o más esa campaña: Jim Palmer (20-10), el cubano Mike Cuellar (24-8) y Dave McNally (24-9). Con semejantes brazos, era imposible pensar en algún equipo que pudiera hacerle frente a tan poderosa rotación de pitcheo.
Cambió el panorama
En la temporada de 1971, los Piratas de Pittsburgh de Roberto Clemente, Bill Mazeroski, Manny Sanguillen y Willie Stargell, emergieron como un rival de respeto, pero no tenía esa aura de retador temible que poseían los Dodgers o los Rojos en 1966 y 1970.
Además su rotación se fortaleció al incorporar al lanzador derecho Pat Dobson, quien registro ese año marca de 20-8. Por tanto, los Orioles contaban con una súper rotación de cuatro lanzadores con 20 victorias, razón por la que si unimos esto a su gran ofensiva y una defensa magistral, el bicampeonato pasaba de ser una fantasía a una realidad.
Los Piratas tenían hambre de gloria. Tenían las ganas, el corazón y en Roberto Clemente a un líder absoluto que no se dejaba intimidar por grandes nombres. La mesa estaba servida. Los Piratas se medían a los Orioles en la Serie Mundial de 1971, y fueron siete duelos intensos donde cada equipo lo dejó todo en el terreno.
Parecía una serie reñida, pero nunca lo fue por un solo hecho: Roberto Clemente jugaba en contra, Weaver mandó a sus mejores hombres al montículo y no fue suficiente. Fueron abatidos por el “Cometa de Carolina”, que se jugaba la Serie de su vida, pues con un promedio al bate de .414 llevó a sus Piratas al título. Además se proclamó como Jugador Más Valioso.
Durante el resto de la década, Baltimore fue un equipo muy fuerte, pero no lo suficiente para hacerle frente a la nueva dinastía de los Atléticos de Oakland de Reggie Jackson, catfish Hunter y Rollie Fingers. Ese equipo los derrotó en las Series de Campeonato en 1973 y 1974, tomando ahora el control de la Liga Americana y de las Grandes Ligas, al conquistar la Serie Mundial de 1972 a 1974.
Posteriormente los Reds serían la siguiente dinastía en coronarse de manera consecutiva en 1975 y 1976, al igual que los Yankees de Nueva York de 1977 a 1978. Baltimore pasó de ser el rival a vencer, a un equipo más que aspiraba llegar a la Serie Mundial.
La espera concluyó ocho temporadas más tarde, cuando se enfrentaron a los Piratas en 1979, con la diferencia de que no se medirían a Roberto Clemente, quien falleció en un accidente aéreo el 31 de diciembre de 1972. Ahora les tocaba enfrentar a La Familia de Willie Stargell, pero eso ya es otra historia.
Foto: Getty Images.