Guillermo Liñares (Caracas)-. Foto: Invictos
No importa cuantas veces se diga, ni que los adjetivos hace rato hayan quedado cortos ante su magnitud. Tampoco para nadie es un secreto que es un futbolista descomunal y que es de esos que salen una vez cada cincuenta años. La única realidad es que nuevamente lo volvió a hacer, que no se cansa de sorprendernos y de reinventarse. Este sábado Lionel Messi volvió a dejar boquiabiertos a los amantes del deporte rey con dos golazos de tiro libre ante el Celta de Vigo en el Camp Nou, en la enésima exhibición que el crack rosarino deja en el coliseo azulgrana.
Su ley, tiránica, inescrutable y absoluta, es una sola: podrás querer escapar, pero si te agarra con una falta en la frontal del área es muy probable que el portero rival tenga que ir a la red a recoger el balón. Palabra de Leo, versículo diez, capítulo mil.
Primero hizo su aparición de penal al minuto 23, en lo que fue una simple anécdota por lo que se vería después. Messi ha logrado en su carrera 51 goles de tiro libre, 33 en los últimos 25 años siendo el que más lo ha logrado en ese lapso de tiempo en La Liga (dato ofrecido por Mister Chip en Twitter) y, curiosamente, era uno de esos rubros en los cuales se empeñó en mejorar año a año, lanzamiento a lanzamiento. Ha contado en infinidad de veces que en 2010 le pidió consejos a Diego Maradona para ejecutarlos, que el «Pelusa» le explicaba que tenía que golpear el esférico sutilmente, buscando más el efecto que el golpeo fuerte. Allí emergió una de las claves para que hoy el astro argentino sea el mejor también en eso, y nuevamente decisivo para darle una victoria al Barça que lo saca de una dinámica negativa en cuanto a resultados se refiere.
Corría el minuto 45 cuando se dispuso a acariciar el balón, golpeándolo con su zurda maravillosa para alojarlo en la portería de Rubén Blanco. El tanto, oportuno y lleno de rabia en su grito por lo grisáceo del juego culé, desató su furia al quedar picado por el tanto del empate previo del uruguayo Lucas Olaza, también de tiro libre, y producto de una pérdida y posterior falta del diez blaugrana.
Messi no conforme con ello, volvió a deleitar a todos con un soberbio golazo en el comienzo de la segunda parte, y su «hat-trick». Es una y otra, y otra, y otra vez lo mismo. Es su mandamiento. Si este Barcelona a la deriva, con un técnico al que hace rato se le acabó el crédito y unos futbolistas a los cuales pareciera que les entra la pereza, le queda un clavo al que agarrarse, ese es Lionel. Su inspiración es el camino del Barcelona, su influencia es hoy más importante que nunca. Sin él, difícilmente encontrarían un motivo al que sostenerse, por eso, es al que todos se aferran para mantener viva la esperanza de ganar título alguno en esta temporada.
Disfrútenlo, no queda mucho para que todo este derroche de magia y talento se acabe, porque en la vida, lamentablemente, todo se acaba. Incluso algo que ningún amante del fútbol quisiese que culminase..