Guillermo Liñares (Caracas)-.
Sean ustedes bienvenidos a presenciar los enésimos ridículos suscitados en el Fútbol Club Barcelona, convertido en los últimos años en el Fútbol Club Meme por obra y gracia de la directiva que preside Josep María Bartomeu. El último capítulo tiene como tema principal a Ernesto Valverde, destituido a finales de la tarde de este lunes, una decisión que lleva consigo una serie de bochornosos episodios, impropios de un club que se autoproclame como Més que Un Club, tirando de valores que no demuestra y actuando en función de bandazos, propios de la mejor escuela de improvisación, santo y seña de una junta directiva que no tiene ni plan ni orden.
Ernesto Valverde debía salir del Barcelona desde hace tiempo. La eliminación culé en las semifinales de la Champions del año pasado, donde fueron goleados en Anfield por el Liverpool, debía ser el momento para que el presidente y sus directivos tomasen decisiones conformes a lo que se había visto aquel día. Desde entonces, la afición perdió por completo la confianza en el proceso que comandaba el extremeño, y los futbolistas, cada vez más instalados en la autocomplacencia, tomaron la iniciativa de respaldar a su entrenador cada vez que tenían la oportunidad de hacerlo, aduciendo que la responsabilidad de la debacle era suya, y que con Valverde se sentían cómodos. Allí fue cuando Bartomeu dudó y prefirió mantenerlo en el cargo, a merced de unos jugadores que cada vez más presumen de lujos y vicios, contando con días en la semana de descanso que perjudican su rendimiento en el campo. Así como entrenas, así jugarás. Si a un servidor le brindasen numerosos días de descanso, en vez de trabajar, también me sentiría agradecido con mi jefe.
Actualmente tiene al equipo líder en la Liga, clasificado a los octavos de la Champions y con opciones en la Copa del Rey, pero la eliminación del pasado jueves en las semifinales de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid colmaron el vaso que tenía rato rebasado, sentenciando a un «Txingurri» que en ningún momento mostró síntomas de estar desesperado por su situación. Se va después de ganar cuatro títulos (dos Ligas, una Copa y una Supercopa) pero con la imagen desgastada y vapuleada, típico de un trasatlántico de la magnitud del Barcelona.
Bartomeu, que cada vez más se parece a Joan Gaspart, mandó a Eric Abidal y al CEO del club Oscar Grau a Doha a negociar con Xavi Hernández, tratando de convencerle de asumir las riendas del banquillo, apelando a su barcelonismo y su sueño de ser algún día el técnico de la institución en la que jugó durante la mayor parte de su carrera futbolística. La respuesta negativa de Xavi dejó a los directivos expuestos, con un Valverde que se iba enterando de los acontecimientos por los medios de comunicación atónito con lo que ocurría, sin tener en ningún momento un mensaje o llamada de alguien que le explicase lo que sucedía. Después fue Ronald Koeman el que declinó la oferta, comprometido con la selección holandesa a pocos meses de la Eurocopa, y finalmente también salió a la palestra el nombre de Mauricio Pochettino, el mismo que mencionó alguna vez que antes de ser entrenador del Barcelona prefería irse a su granja en Argentina. Numerosos bochornos que dejan la imagen del club tocada, sumada al fracaso con Neymar en el verano pasado, donde también fuentes del equipo filtraban a la prensa los movimientos de la negociación, marcando la hoja de ruta a la opinión pública para al final no hacer nada. Momentos que se desarrollan en el club de meme, aquí no pasa nada, hay barra libre.
Finalmente lograron convencer a Quique Setién de tomar la responsabilidad de dirigir a un club a la deriva hasta junio de 2022, en donde la improvisación es ley, y que para última añadidura del club de meme primero cerraron la llegada del cántabro que la liquidación del contrato de Valverde. Todo al revés, todo mal, surrealista pero finalmente verdadero.
Si a Setién le irá bien, no se sabe – es un hombre honesto y de filosofía cruyffista, esa que tanto presume la directiva y que tan poco demuestra -, lo único cierto es que los que toman decisiones han convertido a un club de la magnitud del FC Barcelona en carne de memes.
Que tenga suerte Quique Setién y los culés, menos mal que en sus filas está Messi y es el único que sostiene el circo. Sin él no se sabe qué sería del Barça con esa gente comandando el barco.
Foto: Mister Chip
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