Tony Cittadino (Mallorca).- Parece mentira que tenga que escribir de ti, Alejandro Chacón. Pero, hacerlo, es el mejor homenaje que puedo hacerte. Mi amigo y colega, te marchaste sorpresivamente este domingo 24 de noviembre y tu pérdida no puede más que dejarme un gran vacío y mucha tristeza, porque sabes que te debo mucho y te quiero mucho.
Te conocí en el año 2007, cuando ingresé como pasante de prensa en nuestra casa, el Diario TalCual. Desde entonces, nos unió una gran amistad, que perdurará por siempre. Con sus aprendizajes, sus consejos, sus alegrías y sus rabietas, pero que siempre fueron para bien.
Durante cinco años, compartí contigo en la redacción del periódico y fue una experiencia que siempre te voy a agradecer. Lo mejor es que siempre lo supiste, porque cada vez que pude te lo dejé saber y para ti era gratificante. Lo recibías con mucha humildad, porque sabías que habías aportado un grano de arena.
Esa manía que querer pulirme, me ayudó a forjar el carácter en el medio. Fuiste el periodista más terco, agudo e irreverente que he conocido. Pero a su vez, una persona muy noble, pícara y hasta burlona. “Gordo” Chacón, eras una mezcla rara, pero te queríamos.
Tu manera de ver la noticia, muchas veces nos hacía discrepar y entrábamos en esos largos debates. Manejabas no solamente el fútbol, al que le entregaste toda tu vida. Especialmente el venezolano. Siempre contabas con orgullo cuando fuiste jefe de prensa de la FVF, en la época en la que la Vinotinto era de vacas flacas. Te gustaba evocar que viviste el “Centenariazo” y la época en la que fuiste redactor de Luis Manuel Fernández en Noticiero Venevisión.
Eras magallanero y culé de corazón, pero recalcabas la importancia de escribir sin la camiseta. Eras muy delicado con eso. Sabías de todos los deportes, pero qué difícil era llevarte la contraria. Contigo se podía hablar de cualquier tema, porque insistías que el periodista debe ser integral: deporte, política, cultura, religión o música. Tenías una capacidad de análisis, que pocas veces he visto. Como siempre decías, te gustaba “buscarle la quinta pata al gato” y que la fuente se pusiera nerviosa al saber de ti. No a la inversa.
Todavía recuerdo esos días en los que te encerrabas en la sala de reuniones del periódico y se te escuchaba alzar la voz al realizar una entrevista, en la que alguna fuente se quería ir por otro lado. No tenías medias tintas. Contigo no valía ser “blandengue”. Era blanco o negro. Siempre querías más. Hacer algo diferente. Marcar pauta, pero sin buscar fama. No te gustaba el show.
Recuerdo que llegabas a la redacción y me saludabas cantando: “Antonini Cittadini Bambini”, mientras yo te llamaba “Alessandro Chiaccone”. Reíamos recordando la vez que fui de traje y corbata a la primera pauta del periódico, porque decías que me parecía a un vendedor del Atalaya en el Metro de Caracas. También gozabas con mis discursos de agradecimiento en las reuniones del periódico y ni hablar del “clásico” de la toalla rosada en la Serie del Caribe 2010 en Margarita, que planeaste con Saúl Uzcátegui. Cuando los dos se juntaban, había que correr. Eran un peligro, porque les gustaba chalequear. Nuestro amigo David Ludovic, puede dar crédito de eso.
Un aprendizaje constante
La primera vez que estuve a tu cargo fue en agosto de 2009. Para entonces, nuestro coordinador de deportes, Héctor Becerra, se tomaba unas vacaciones y asumías el puesto mientras tanto. Creo que los tres, formamos un gran equipo de trabajo. Los primeros días fueron una guerra, al punto de tener discusiones airadas. Querías cambiarme el estilo de redactar y darle un vuelco total a las pautas. No querías tanto beisbol y no te gustaba la página de las tablas.
De ahí nació el apodo de “El Cabito” que en broma te colocó nuestro también querido Héctor Landaeta. Cada vez que entrabas a la oficina, el “Gordo” decía que eras una especie de Cipriano Castro, porque te gustaba mandar y susurraba: “A pararse firmes, viene ‘El Cabito’”, mientras reíamos y bajaba la tensión.
Sin embargo, las cosas fueron mejorando y comenzamos a sacar trabajos interesantes. Teníamos dos reuniones diarias. Una en la mañana, para dar un bosquejo del día y, otra, al final de la tarde, para pensar en trabajos fríos, mientras te gustaba escuchar a Los Amigos Invisibles, porque “sus letras son una nota y el ritmo de la música era diferente”.
Había que rezar para convencerte, porque eras terco, pero honesto. Tanto, que provocaba darte un coquito. Así nació la idea meternos con el Mundial de Natación de Roma, por los polémicos trajes de poliuretano. Hicimos una serie de trabajos sobre los estadios deportivos de la capital, la visita de Iker Casillas a Venezuela y una entrevista al delantero del Caracas FC, Fernando Aristeguieta. Tu orgullo por saber que el jugador era del colegio San Ignacio de Loyola era inmenso. Siempre sacabas tu chapa por haber estudiado allí.
También recuerdo las pautas con el ex presidente de la FVF, Rafael Esquivel, buscando sacar información acerca de si el defensa Fernando Amorebieta jugaría o no con Venezuela. Tanta fue la insistencia, que el propio Esquivel lo llamaba por teléfono en mi presencia para ver que no mentía y se hacían los contactos necesarios. Una vez me enseñó su celular y me dijo: “Mira los mensajes que le mando, no es mentira. Dile a Chacón que se quede tranquilo”.
Al año siguiente, se repitió la dupla. Héctor se fue de vacaciones, volviste al mando y recuerdo la mejor pauta que hayamos hecho juntos. Siempre la cuento, porque fue muy especial. Por esos días, el ex presidente Hugo Chávez en otro de sus delirios de poder, argumentaba que el golf era un deporte de ricos y burgueses. Esa tarde, mientras tomábamos un café en “El Comején” y pensábamos en las pautas, decías que a eso había que darle la vuelta, porque Fidel Castro y el “Ché” Guevara jugaron golf en los años 60.
“¿Sabes qué? Vamos a llamar al Hotel Meliá Las Américas en Cuba. Ahí la ex atleta y golfista Ana Guevara impartirá una clínica en octubre. Vamos a ver qué piensan ellos”, me dijo con su característico tono de voz ronco y la vez cansado y con un cantadito, que Max Cordaro sabe imitar a la perfección.
Yo te miraba incrédulo: “Chacón, tú estás loco. Quién nos va a atender y, de paso, diciendo que somos de TalCual, menos”, te dije entre risas. Pero tú, insistías y me aupabas a hacerlo. Cuando se te metía una idea en la cabeza, no había quién te la sacara.
Hicimos una apuesta. Si lográbamos hacer la pauta, te tenía que brindar una “sfogliatella” que vendían en la Pastelería Doris, que quedaba muy cerca del periódico. La nota la sacamos en la contraportada y la titulamos: “En Cuba sí le paran al golf”. Fue un éxito y, al día siguiente, me dijiste que César Miguel Rondón le leyó en su programa de radio.
Fueron tantos los momentos buenos, que hoy me vuelves a sacar lágrimas, pero de nostalgia y tristeza. Cuántas veces fuimos a pautas en tu camioneta Samurai, en la que, además, celebramos que me gané un televisor en un evento de la Big Cola durante la histórica goleada del Barsa de Pep al Real Madrid de Mourinho de 5-0 en 2010.
Las últimas dos veces que te vi, hablamos largo y tendido, por más de dos horas. Una fue en la fiesta del Día del Periodista de la Gobernación de Miranda en 2013 y, la última, en la presentación de Noel “Chita” Sanvicente como director técnico de la Vinotinto en 2014.
Este año retomamos el contacto en enero, porque querías comprar unos pantalones en la fábrica Lois. Nos pusimos al día y me contabas sobre la difícil situación en Venezuela, que te llevaba a vivir algunos meses en Colombia, con tu familia. Me diste consejos para adaptarme a España como inmigrante y me animaste a seguir adelante.
Te sentí preocupado por la salud, en especial por conseguir las medicinas para la hipertensión y el colesterol. Durante el año volvimos a hablar, hasta que lo hicimos por última vez en chat privado en septiembre por los amistosos de la Vinotinto.
Hasta hace nada, compartiste con nosotros en el grupo de WhatsApp de TalCual. El sábado en la noche leía tus tuits de la final de la Copa Libertadores antes de dormir y. este lunes por la madrugada, despierto con la triste noticia de que ya no estás.
Aunque es muy difícil de digerir, estoy seguro que allá arriba te recibieron con mucho cariño Teodoro Petkoff, Héctor Landaeta, Kees, “la negra” Alicia, Pedrito Febles y Carlos Horacio Moreno.
Vuela alto, Gordo!
Dios te bendiga siempre.
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Que gran relato Tony. Así era mi pana Alejandro, a quien conocí desde preparatorio en el Loyola. Lo disfruté con lágrimas!
Hermoso y lleno de amor esta dedicatoria a su gran amigo y colega. Es difícil adaptarnos a la partida de cualquier amigo, familiar en fin es un duro golpe. Poco a poco se va acostumbrando el ser humano a la ausencia y nunca nos conformamos pero al final nos adaptamos.
No tengo palabras para agradecerte tanto amor y cariño para mi hermano Alejandro. Allá donde está debe estar muy feliz de tenerte como amigo. Un gran abrazo.
Muchas gracias Tony Cittadino, en nombre de toda la familia de Alejandro Chacón, por este bellísimo artículo sobre nuestro hermano. Estamos gratamentr impresionados en medio de estos momentos tan duros, con tantos mensajes y muestras de cariño hacia él en las redes sociales y medios. Eso demuestra el alma tan noble que tuvo en vida. Tus palabras muestran el cariño y admiración que le tienes. Infinitamente gracias!
La Promocion 59, del año 1986 del Colegio San Ignacio, invita a:
La Misa en Memoria de nuestro compañero Ignaciano:
Alejandro Chacon
“El Chino”
Dia: Miercoles 11 de Diciembre de 2019
Hora: 6:00pm
Lugar: Capilla Grande del Colegio San Ignacio