Guillermo Liñares (Caracas)-.
Si usted está despertando de un coma y va a un estadio o enciende la televisión para disfrutar de la temporada 2019/2020 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), probablemente se va a sorprender. No me refiero al hecho de ver a los equipos sin sus figuras de costumbre por el veto de la OFAC y la MLB, sino porque la fría soledad ha sido la ley en cada uno de los parques que conforman el circuito nacional.
La baja asistencia a los parques de pelota es una constante en estas dos primeras semanas de campeonato, siendo Caracas la ciudad en donde más se ha evidenciado la merma de público a los juegos que se desarrollan en el Universitario. Quien esto escribe es corresponsal en los juegos de los Leones del Caracas y, en cada compromiso que los melenudos han disputado en su recinto, la asistencia máxima ha sido de 8.000 personas.
¿El motivo de esto? se puede intuir que el hecho de no contar con peloteros grandeligas y sistema de ligas menores influye, pues, a fin de cuentas, a la gente le gusta pagar por un buen espectáculo, por ver calidad, jugadas extraordinarias y figuras que hagan del torneo algo atractivo. También el bolsillo tan golpeado de los venezolanos, quienes día a día luchan para sobrevivir en una economía cada vez más complicada y, donde quienes no tienen acceso a divisas, hacen malabares para comer.
Sin embargo, lo sucedido el año pasado entre la LVBP y el gobierno nacional también sirvió de punto de inflexión entre los amantes de la pelota y su liga. «Algo» sucedió, «algo» se rompió. Es como cuando estás en una relación donde todo marcha bien y de la noche a la mañana la magia se acaba. La simbiosis sirve para aplicarla en este caso, pues el venezolano, confeso amante de su beisbol, le está dando la espalda al denominado pasatiempo número uno del país.
En los otros estadios la tendencia no varía, pues si vamos a las cifras crudas y duras, ciudades como Porlamar y Maracay tienen graves problemas para siquiera meter 4.000 personas en sus estadios. En Maracaibo, en el día de La Chinita, juego que por tradición es altamente atractivo para la zulianidad, la cifra rondó las 6.600 personas, una cantidad muy baja tomando en cuenta el día y la hora del juego. Preocupante y sintomático, reflejo del desgano que la población está sintiendo por la presente zafra.
Según datos emitidos por el economista Jesús Zerpa, el porcentaje de asistencia incluso ha disminuido entre la primera y segunda semana: en Caracas durante la primera semana asistió el 23% del total de sillas disponibles mientras que en la segunda esa cantidad disminuyó al 12,5%. Leones jugó casi toda la semana en el Universitario, a excepción del jueves cuando disputaron en Valencia el segundo juego de la temporada contra su eterno rival, los Navegantes del Magallanes. Ni siquiera el Caracas, equipo que por costumbre mete más gente en los estadios, pudo cambiar ese descenso.
Siguiendo con los datos compartidos por Jesús, las cifras preocupan más, a excepción de Valencia y Barquisimeto: 18,4 % fue el porcentaje de las personas que asistieron en la primera semana al Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto para disfrutar de los juegos de Cardenales de Lara y, en la segunda, la cifra aumentó al 25,5%.
En el José Bernardo Pérez, aún y con autobuses habilitados por el gobernador del estado, la cantidad de gente durante la primera semana representó el 30,8 % del aforo total del recinto, mientras que en la segunda semana fue el 31,6%, En Maracay, específicamente en el José Pérez Colmenares, la fanaticada maracayera acudió en un 40,9%, pero sufrió un descenso estrepitoso hasta llegar al 29,6 % en la segunda semana que acaba de culminar.
En Margarita y Maracaibo solo se tiene registro de la segunda semana, siendo 13,1 % en Porlamar y 22,1 % en el Luis Aparicio el total de asistencia, culminando con el Alfonso «Chico» Carrasquel de Puerto La Cruz, que obtuvo el 16,5 % en la segunda semana, siendo omitidos los datos de la primera por no contar con asistencia oficial desde el estadio.
El total de todo esto representa el 20,7 % durante la primera semana y el 18,1 % en la segunda, sufriendo una disminución del 2,6 % entre un lapso y otro, y evidenciando que la apatía de la gente en vez de mermar, ha crecido.
Lo que se puede concluir de todas estas cifras y lo ya expuesto, es que difícilmente se viva una campaña como estábamos acostumbrados, y que, a no ser que ocurra un milagro que haga que la MLB levante el castigo a la Liga y se puedan incorporar los tradicionales peloteros, la gente no acudirá al llamado de playball. Sí amigos, la pelota nacional ha perdido su poder de convocatoria.
Foto: Guillermo Liñares.