La Real Sociedad vence al Mirandés y es finalista de la Copa del Rey

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La Real, la de Arconada, Zamora, López Ufarte o Satrústegui, vuelve a una final de Copa, un territorio que no explora desde 1988. En un espacio mágico, en Anduva, un primo pequeño de Anfield, el equipo de Imanol Alguacil ofició de equipo serio sin concesiones ante un rival ejemplar, un Mirandés que se ha ganado un hueco en el recuerdo de la afición al fútbol.

El Mirandés, que ha desparramado una tonelada de entusiasmo en la Copa, no pudo arañar a una Real que mezcló el sudor con el arte. El equipo de matrícula de Andoni Iraola no permite el rondo, el toque con el que los de Imanol, un grupo que vive de la inspiración, exhiben su fútbol de jet-set en LaLiga.

Los de Iraola no perdieron tiempo. Desde el primer minuto enchufaron la batidora, la receta con la que destartalaron a Celta, Sevilla y Villarreal. En cada balón se jugaban la historia, ser el primer equipo de Segunda que llegaba a la final desde 1980. Con esa carga no es sencillo operar en el césped. La fórmula incluía balones largos a Matheus y a esperar que la pierna izquierda de Merquelanz diera a balón parado algún susto. Fue poco para desbaratar el ejercicio donostiarra.

En ese panorama no había huecos para que Merino y Odegaard, capaces de hacer juego en un microchip, se enchufaran al partido. A la Real le sobran tipos con ingenio. Por las bandas, Oyarzabal y Januzaj, encontraban un roto en la guarida local. El belga no parece el que empezó la temporada. De estar en el mercado por su indolencia ha pasado a creerse lo que es, un futbolista de categoría.

Un gol y un golpe

Delante de ellos, Imanol eligió a Willian José, de hombre boya, que se ha reenganchado al equipo después de su amago de adiós. Se jugaba más a lo que quería el Mirandés, un torbellino de piernas, que a lo que deseaba una Real entera sin despistes.

Así iba el partido, con balones por los rascacielos, hasta que en una internada de Zaldua el francés Malsa metió una mano innecesaria para cortar el centro. Oyarzabal, que no conoce la palabra nerviosismo, transformó el penalti, una prueba montañosa para los marines del Mirandés.

Con el marcador vivo, la respuesta local no llega y fue otra vez Januzaj, un jugador con unos tobillos que piensan, el que rozó el gol en un remate de pelotero al larguero. El belga, con una fantasía inagotable, empezaba a hartar a los rivales. Con el partido medio roto se abrían huecos en el césped para los futbolistas de más calidad. El Mirandés buscaba el penúltimo milagro, mientras que la Real, con la fiesta en la espinillera, nunca se descompuso a pesar de que se inició un rato de golpes innecesarios.

Anduva sólo podía despedir a los suyos como lo que son, unos héroes de carne y barro. Los de Imanol, después de un torneo brutal, tras haber eliminado al Madrid a partido único, se instalan en una final de Copa tras tomar Anduva. Les toca esperar rival. 32 años han merecido la pena.

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La Real Sociedad toma ventaja en la semifinal tras vencer al Mirandés

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Anduva. Otra vez Anduva. El sueño del Mirandés sigue vivo tras caer por la mínima ante la Real y la mística del humilde campo de los rojillos decidirá cuál de los dos pone rumbo a La Cartuja. Sevilla en el horizonte y los burgaleses se niegan a rendirse. Va con ventaja la Real tras el 2-1, pero los de Iraola creen, siguen sin despertar de un sueño que ya casi parece eterno. Es ‘su’ Copa.

Y eso que a los siete minutos dio la sensación de que el partido no iba a tener historia alguna. Odei se equivocaba y cometía un claro penalti sobre Portu que, en el 9′, se encargó de transformar Oyarzabal con la clase que le caracteriza. Facilito. Pase a la red. Lo normal es que el Mirandés se hubiera venido abajo. En un campo enorme como el Reale Arena, ante un equipo de una categoría superior, por detrás en en marcador… Pero nada de eso.

Los jabatos, como se conoce al equipo de Iraola se sacudieron el golpe y empezaron a hacer su juego. Merquelanz era una pesadilla por la banda zurda del que, si todo va bien, será su estadio el año que viene; Guridi, otro txuriurdin cedido en Anduva, ponía pausa y cerraba el medio; y Malsa, que estaba logrando que Odegaard no estuviera cómodo ni con balón ni sin él.

La presión arriba y en el centro del campo comenzó a darle sus frutos al Mirandés. El grueso de la posesión la tenía la Real, pero los burgaleses salían con peligro a la contra. No estaba agusto el equipo de Imanol y veía como por momentos la ilusión mirandesista podía más.

A Matheus le estaba tocando tirar de oficio arriba junto a Antonio Sánchez en la presión. Kilómetros de carrera sin balón para incomodar, para que los Le Normand, Aritz y compañía no sacasen el esférico con facilidad. Y pasó lo que podía pasar. Un pase de la defrensa con mucho peligro a Odegaard se lo levantó Malsa al noruego y Matheus se encargó del resto. Recorte en el área del jugador revelación de la Copa y, con lago de suerte tras tocar en la zaga, se hizo imposible para Remiro.

Los 1.000 aficionados del Mirandés que se habían desplazado a San Sebastián se frotaban los ojos. No se lo podían creer. ¿Gol? Sí, 1-1 en el 42′.

Pero cuando dejaron de celebrarlo ya estaban lamentando el 2-1. La Real no estaba cómoda pero tiene calidad para aburrir. Apareció Odegaard por primera vez en el partido y gol. Dos paradones de Limones, primero al noruego y luego a Portu no fueron suficientes para evitar que ‘Martintxo’ fulminase la red visitante.

El Mirandés siguió presionando después del paso por vestuarios. Iraola tiene trabajado a la perfección cómo tejer una red difícil de superar. Desde los delanteros a los defensas, todos aprietan. La Real demsotraba que era el equipo de Primera poniendo más calidad. En un maravilloso pase filtrado de Odegaard a Portu, que se quedó solo, apareció Limones para hacer otro paradón. Se estiraban los txuriurdin, pero no se acongojaban los jabatos. Remiro tuvo que aparecer con dos disparos lejandos, primero de Antonio Sánchez y después de Kijera.

El Mirandés seguía manteniendo un resultado que le permitía soñar con la vuelta en Anduva. Los de Iraola iban sin prisa y a la Real se le hacía tarde. Pasaban los minutos y el conjunto rojillo seguía intacto. El físico parecía aguantarle.

Pudo dejar sentenciada la eliminatoria Oyarzabal en el 83′ con un zapatazo que se fue muy cerquita del palo mirandesista. La volvió a tener el conjunto txuriurdin en el último segundo. Guridi casi se mete la bola en su portería al peinar una falta, pero Limones volvía a estar perfecto. Final.

El Mirandés respiraba y todos abrazaban a su portero. Exhaustos tras el esfuerzo, pero sabiendo que tienen mucho que decir todavía. La semifinal sigue completamente abierta. Sigue manteniendo el sueño intacto. Anduva volverá a vestirse de juez.

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El Mirandés dio la sorpresa y está en semifinales

Prensa – Diario Marca

El Mirandés lo volvió a hacer. Otro milagro. Otra machada. Otro Primera que besa la lona en Anduva. Ahora le tocó al Villarreal hincar la rodilla sobre el césped del Municipal de Miranda. La Copa de los modestos es la Copa del Mirandés.

Este humilde club burgalés tiene un idilio de amor con el ‘torneo del K.O. Es casi un fijo dando sorpresas. Los de Iraola se han ganado estar en el sorteo de semifinales, haciendo de Anduva un fortín del que casi nadie sale ‘vivo’. Ante el ‘submarino’ le costó, sufrió y supo resistir ante un equipo de superior categoría que atravesaba un gran momento de forma pero que vivió un bofetón de realidad en tierras burgalesas.

Matheus se vistió de Pablo Infante, liderando desde la punta de ataque al Mirandés, para que los rojillos vuelvan, cono en 2012, a la antesala de la gran final de la Copa del Rey. El delantero brasileño aprovechó a los 17 minutos un error gravísimo de Sofian Chackla (que debutó como amarillo con una actuación horrible) para marcar el 1-0 y que la grada de Anduva se viniese abajo.

El Villarreal dominaba la pelota pero el Mirandés hacía mucho daño con picotazos aislados. El ‘submarino’ estaba helado, como la noche en Miranda de Ebro. Ontiveros estaba siendo el más intenso en los castellonenses y de sus botas llegó el empate. Una falta directa ‘a lo CR7’ dejó plantado a Limones, que sólo pudo seguir la pelota con la mirada hasta las redes.

Sacaba la cabeza el ‘submarino’, pero sus propios errores seguirían condenándole. Ahora falló Quintillà, haciendo una mando dentro del área que no vio De Burgos Bengoetxea pero que sí revisó el VAR. Penalti que anotaba Merquelanz… y a la caseta. Descanso.

Calleja no lo dudó y quitó rápido a Chackla, que no estaba dando el nivel. Pero el Villarreal no mejoró. Siguió fallando de forma estrepitosa. Sin buena circulació0n de balón, mal arriba y mal en defensa. Aseadiaba la portería de Limones, con más corazón que cabeza, y se encontró con un penalti por una mano clarísima de Odei. Puso Cazorla la pelota en el punto fatídico y silenció Anduva con el 2-2.

Poco duraría el silencio en el feudo burgalés. Dos minutos, para ser exactos. La defensa amarilla volvió a fallar a balón parado y Odei, que había cometido penalti se resarcía haciendo el 3-2. Rematando solo dentro del área. Increíble. Un desastre el equipo de Calleja.

Desde aquí al final, el Villarreal se volcó arriba y el Mirandés salía con peligro a la contra. Aguantaron bien físicamente los locales, que vuelven a demostrar que son el amante de la Copa. Es su torneo… La Copa y el Mirandés están enamorados.

Y el final del romance lo protagonizaría Antonio Sánchez haciendo el 4-2. Con el ‘submarino’ volcado, una contra letal desataba la fiesta en Anduva. Besaron la lona Celta, Sevilla… y ahora el Villarreal. Tres primeras. Que pase el siguiente.

Foto: Diario Marca.