Opinión: A Spalletti le quedó grande la selección italiana y su ciclo debe terminar  

Tony Cittadino (Madrid).- La llegada de Luciano Spalletti a la selección de Italia, era crónica de una muerte anunciada. El director técnico llegó en agosto pasado, luego de la renuncia de Roberto Mancini y este sábado, la Azzurra fue eliminada de la Eurocopa 2024 sin pena, ni gloria, perdiendo con Suiza por primera vez en 31 años.

El nombramiento de Spalletti por parte de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), nos generó desconfianza y mal augurio. No porque no tuviera experiencia, que la tiene, pero creemos que es un director técnico de clubes y no de selecciones. Son dos trabajos por gestión, muy diferentes.

Spalletti llegó entre vítores por el título logrado con el Napoli y un juego vistoso, pero hasta ahí. Seguimos pensando que el scudetto fue merecido, sin dudas, pero tuvo su toque de fortuna: por un lado, los altibajos de Inter, Milan y Juventus. Por otro, los delanteros Víctor Oshimen y Khvicha Kvaratskhelia, todo lo que tocaban lo convertían en gol y en la Nazionale, ni de cerca había uno parecido.

El estratega decidió renunciar a su año sabático y se puso al frente de la selección, clasificándola la Euro 2024 como segunda de grupo, en el último juego ante una Ucrania en la que terminaron pidiendo la hora. Pero, el objetivo fue alcanzado.

“Ahora mismo, por las condiciones, no podemos hacer más que esto. Hace falta más ritmo, más continuidad y sacrificio. Si miramos a mis predecesores, tuvieron más partidos de preparación que yo. Algún partido más, me podía ayudar, pero la responsabilidad es mía”, dijo el técnico al final del partido de este sábado en Berlín.

¿Cómo que no se puede hacer más? ¿No se siente capacitado? Si bien es cierto que tuvo menos tiempo y partidos de preparación que en ciclos anteriores, la realidad es que esta Italia nunca tuvo alma y su discurso táctico iba cargado de mucha filosofía.

En los amistosos de marzo, estuvo muy floja ante Venezuela y Ecuador. Ganó ambos encuentros (2-1 y 2-0), pero poco más. En junio, empató con Turquía (0-0) y venció a Bosnia (1-0).

Ya en la Euro, la pesadilla empezó apenas a los 23 segundos ante Albania. La Azzurra reaccionó y se llevó la victoria, pero España le dio un repaso táctico y Nico Williams volvió loco todo el partido a Giovanni Di Lorenzo, que tuvo un torneo para el olvido.

La “Roja” se impuso por un autogol de Riccardo Calafiori, pero si no fuera por Gianluigi Donnarumma, se comían cuatro fácilmente. Ambos, junto a Nicolò Barella, fueron los puntos destacables de una oncena que se presentó ante Suiza con Stephan El Shaarawy y Bryan Cristante como titulares. Increíble.

Frente a Croacia, se vio la mejor Italia los últimos 20 minutos del partido, hasta que Mattia Zaccagni salvó la cara de una eliminación en la fase de grupos, con el gol del empate en la última jugada del partido.

Se pensaba que ante Suiza las cosas serían diferentes, pero fue a peor. Para este encuentro, Spalletti cambió otra vez el módulo y los jugadores y ahí está parte del problema. No había un esquema técnico y táctico claro. Usó el 4-2-3-1, el 3-5-2 y el 4-3-3 y en ninguno se vio mejora.

Los jugadores no sabían si atacar, si replegarse, si ir al contragolpe o si rotar el balón. Italia fue una selección sin alma y sin identidad.

También fue un duro golpe las bajas por lesión de Domenico Berardi y Nicolò Zaniolo,  así como la no convocatoria de Sandro Tonali por el caso de apuestas, que le hubiera cambiado la cara a un ataque en el que se insistió por Gianluca Scamacca, de rendimiento muy flojo, mientras que se contó poco por los que debían ser titulares: Mateo Retegui y Giacomo Raspadori.

Spalletti falló en la lectura de los partidos y la selección le quedó grande. Pareciera que el título con el Napoli se le subió a la cabeza, por su prepotencia en las ruedas de prensa y en los actos de la FIGC.

Atreverse a cuestionar su esquema o preguntar algo que no fuera cómodo, era objeto de un show innecesario. El lenguaje corporal de los jugadores, dejaba mucho que desear. No se veían cómodos y tampoco muy claros de lo que tenían que hacer. La gestión del grupo parece no haber sido la correcta.

Las próximas horas o días, serán determinantes en el futuro de Spalletti, que no es el único culpable de esta hecatombe. Tenemos desde 2008 escribiendo que la FIGC y los clubes de Serie A, deben dar más protagonismo a los nuevos talentos, pero en el calcio el 70% de los jugadores son extranjeros y de los italianos convocables, hay muy poco.

Italia viene de ser campeón europeo en la sub-17 y sub-19 y subcampeón del mundo sub-20, pero se mira para otro lado, a pesar del recambio en la selección mayor que llevó adelante Mancini durante su gestión, que le llevó a ser campeón de la Euro 2020.

Mientras en España apuestan por talentos jóvenes como Lamine Yamal o Nico Williams, que tampoco es que los españoles estén en una situación muchísimo más ventajosa en cuanto a grupo, en Italia les cuesta dar espacio o tienen en el extranjero a jugadores como Simone Pafundi, Cesare Casadei, Tommaso Baldanzi o Riccardo Turicchia, por citar algunos.

Si bien del actual grupo, sólo Jorginho y Darmian tienen más de 31 años, es claro que la selección tendrá que hacer cambios y potenciar mucho más a la base joven que tiene, que cuenta una edad promedio de 26 años, pero a algunos le falta mayor roce internacional.

El banquillo de Italia, está nuevamente en el aire. Las decisiones hay que tomarlas pronto, porque el 6 septiembre, visitando a Francia, comienza la cuarta edición de la Nations League y en diciembre, es el sorteo de las eliminatorias al Mundial 2026, que se jugará durante todo 2025 y no se puede fallar. No otra vez.

De los disponibles en la actualidad, quizás Massimiliano Allegri sea la opción más sensata y con experiencia. No hay tiempo que perder.

Ya veremos.

Foto: Prensa UEFA / Getty Images

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