El Shakhtar Donetsk da un golpe mortal al Real Madrid

ABC.- Un fantasma recorre Europa. Es blanco y bascula entre el ataque y la defensa como un espectro reumático a un tris del gorigori. El Madrid ya no depende de sí mismo (casi que mejor, dirán los que le ven jugar), tras caer dos goles por cero ante el Shakhtar Donetsk.

Todas las alineaciones de Zidane plantean su interrogante, algo en lo que pensar los primeros minutos. ¿Por qué no jugaba en Ucrania Casemiro? Estaba apercibido, pero el partido era eso que se dice una final. Así la tomó el equipo, con una gran actitud. Presión, iniciativa y algo muy refrescante: el riesgo personal en las bandas. «Skin in the game». Primero fue Rodrygo, que hizo alguna buena jugada por la derecha, y luego, con los minutos, un concienciado Asensio, que se salió de su fútbol comodón, burocrático y nini.

Suyas fueron las ocasiones del Madrid en la primera parte: un palo en el minuto 4 y otro tiro después, en el 30, tras una buena combinación con Odegaard, con el que se vislumbró el principio de una inteligencia. El mutuo entendimiento entre esas dos estilosas zurdas hizo recordar el brillo de otros tiempos. Fue, en todo caso, una cosa muy fugaz.

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De todos modos, la pujanza del Madrid decayó un poquito con los minutos. No llegó el Shakhtar a molestar, fragilizado aún más por la presión del Madrid, pero en el minuto 13 hubo un error blanco en defensa, esa rifa de todos los partidos, en un mal pase de Nacho a Varane que acabó en amarilla anaranjada y en la lesión, por el lance, de Moreas, que se tuvo que retirar.


Varane estuvo muy ardoroso y luego le dio un tantarantán casi invalidante al suplente, Dentinho. (Otra estampa para pensar los derroteros que toma el mundo: un montón de brasileños corriendo tras la pelota bajo la aguanieve ucraniana)

El Madrid estuvo atento, mostró una actitud digna, y controló los conatos de contragolpe del Shakhtar. Le faltaba, sin embargo, el peligro arriba, pues juega al ritmo y tiene por límite la particular y un poco caprichosa excelencia de Benzema; Odegaard siguió tímido en ese puesto suyo de la mediapunta y la mayor agresividad y, diríamos, honestidad atacante de los extremos no hizo olvidar a Vinicius, que languidece de espectador, entristecido ya, en las gradas vacías del coronavirus. Ese jugador que animaba el cotarro ha sido puesto en su sitio por el mismo cotarro. Zidane prefire el academicismo fino de Rodrygo o Asensio a su fútbol torrencial pero por desbastar.

Del descanso volvió un Shakhtar más convencido. Courtois se estrenó en el minuto 52 y la fluidez del Madrid se fue haciendo tartamuda. El gol parecía una proeza y era más fácil esperar su error, ya apuntado en la primera parte. Así sucedió. En el 56 hubo un fallo orgánico en la defensa del Madrid, una estupefacción de varios, y Dentinho aprovechó para marcar. La defensa del Madrid se abre como si le echaran un toro en lugar de una pelota.

El Madrid buscaba hacer acopio de agresividad para empezar su fútbol, pero le cuesta. No es una máquina, no es un mecanismo, funciona por arranques, es decir, late o respira como un organismo inconstante, y esos arranques le cuestan cada vez más esfuerzo. Hay un cansancio mental al que luego maquilla el cansancio físico. Pero es falta de ideas lo que se percibe. Es un equipo deslavazado, poco cosido, y sin espíritu. Incapaz de estar concentrado mucho tiempo, como nosotros ante el móvil.

Como suele ser habitual, el entrenador rival, Luis Castro, hizo cambios antes que Zidane, que respondió con el triple cambio, su «limón, cereza, naranja» en la tragaperras táctica: Isco, Mariano y Vinicius.


El equipo quiso mejorar con ellos. Vinicius es un rayo de sol, un poco de vitamina D. No será Garrincha, pero aporta la serotonina necesaria para levantarte de la cama y saber dónde está la portería.

Pero el horror estaba atrás. Avenidas Zidane. Solomon, fresquito, se recorrió todo el frente del ataque y batió a Courtois ante el peor balance defensivo de Europa occidental. Al Madrid le baila ahora mismo cualquier asociación de veteranos que cuide un poco el colesterol. No respondió, no creó peligro. No estaba Odiseo (Ramos) para la épica, así que ni eso. Se le complica Europa al Madrid. Se le acaba una excusa de la que se ha abusado demasiado tiempo.

Foto: Getty

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