Tony Cittadino (Mallorca).- Richard Páez es el hombre más influyente que ha pasado por la selección de fútbol de Venezuela. Fue el pionero en romper paradigmas y cambiar la mentalidad de una oncena que, por años, fue humillada y goleada. Lo logró, dando confianza a sus jugadores y manteniendo sus convicciones, para dar una identidad a la Vinotinto que rompió la historia.
Páez nació el 31 de diciembre de 1953 en el estado Mérida y desde entonces ha vivido para el fútbol. Médico traumatólogo de profesión, jugó con la selección venezolana como centrocampista en la década de los 70’ y, luego, como director técnico. Fue la época en la que la selección pasó de llamarse la “Cenicienta” a la “Vinotinto”, con las bases de un juego de toque y ofensivo, que no se había visto antes en el país.
“Cuando Rafael Esquivel me ofreció la selección nacional me dijo: ´tú que has hablado tanto, eres capaz ahora de dirigir a la selección y ver qué es lo que es’. Le dije tú no sabes lo que yo soy. No sabían lo que Richard Páez iba a hacer, porque ellos tenían otra mentalidad. Asumí un papel con la antilógica de la gente común. Tenía una visión de grandeza, diferente y de protagonismo. Eso fue lo que llevé a la selección nacional”, explicó en una entrevista desde su casa
Páez, que en la década de los 90’ estuvo en cursos de los entrenadores italianos Arrigo Sacchi y Fabio Capello, tomó el testigo del argentino José Omar “El Pato” Pastoriza que había dejado balance en esa eliminatoria de nueve derrotas en 10 juegos, con seis goles a favor y 28 en contra, en el último lugar de la tabla. La única victoria fue ante Bolivia, con un triunfo de cuatro goles por dos en San Cristóbal el 28 de junio de 2000
Debutó con la selección el 28 de marzo de 2001, cuando la Vinotinto visitó a Argentina en Buenos Aires y perdió cinco por cero. Los tantos de la Albiceleste, que era dirigida por Marcelo Bielsa, fueron de Hernán Crespo, Juan Pablo Sorín, Juan Verón, Marcelo Gallardo y Walter Samuel.
De esa selección, salieron, por ejemplo, los directores técnicos de la actualidad: Mauricio Pochettino (sub campeón de la Champions 2019 con el Tottenham), Diego Simeone (campeón de La Liga con el Atlético de Madrid y en 2014 y de la Europa League en 2012 y 2018 y que en ese juego llegó a 100 partidos con la selección) y Gallardo (campeón de la Libertadores con River Plate en 2015 y 2018 y de la Sudamericana en 2014).
“Mi partido oficial para debutar fue en el Monumental de River ante la Argentina de Bielsa, sin partidos previos, sin partidos oficiales. En aquél momento, era una prueba de fuego para nuestros jugadores. Les estaba colocando el reto de jugar con una convicción de investirnos de una personalidad que nunca antes habíamos tenido. Antes habíamos tenido logros y hazañas, pero eran con métodos de defender a ultranza”.
La alineación de Venezuela para ese juego fue de Rafael Dudamel en el arco y en la defensa Luis Vallenilla, José Manuel Rey y Wilfredo Alvarado. El mediocampo estaba integrado por Jorge “Zurdo” Rojas, Fernando De Ornelas, Jesús “Chuy” Vera, Luis “Pájaro” Vera, Gabriel Urdaneta y Ricardo David Páez. En el ataque estaba Daniel “Cari Cari” Noriega.
“El técnico que tiene convicciones, no cambia y yo no cambié. No me dio miedo recibir cinco goles en mi debut, porque había visto otras cosas. No me apegué al resultado, sino que vi gestos y acciones futbolísticas que empezaron a darme una visión diferente de lo que íbamos a ver”, sostuvo.
Llegan los resultados
Una de las claves del juego de Páez, era salir jugando desde atrás. No quería que los defensas y los laterales utilizaran el pelotazo, sino salir con toques cortos y transiciones. Era un nuevo estilo que dejaba atrás el planteamiento defensivo y utilizaba tres volantes 10 y, además, zurdos: Juan Arango, Ricardo David Páez y Gaby Urdaneta.
“Tenían que buscar un compañero para dar el pase y no un rechazo. Los volantes mediocentro no podían ser solamente volantes recuperadores, sino que comenzaron a desarrollar la salida ofensiva del equipo por abajo. Empecé a generar en ellos el pase filtrado, rompiendo líneas, y buscando paredes”.
El debut oficial en casa fue el 24 de abril en el estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal, con un empate a dos contra Colombia. Los tantos de la Vinotinto fueron de Alexander “Pequeño” Rondón y un zurdazo al segundo palo del joven Juan Arango, que dejaba el encuentro 2-0 para la oncena de Páez. Sin embargo, no se supo cerrar el resultado y los cafeteros empataron al final.
La primera campanada llegó el 14 de agosto de 2001, cuando Venezuela derrotó a Uruguay dos por cero en el estadio José Encarnación “Pachencho” Romero de Maracaibo. En ese encuentro, se estrenó uniforme y se usó el vinotinto como color único en la camisa. Fue la primera victoria ante la “Celeste” de por vida y fue firmada por Ruberth Morán y Rondón. Uruguay tenía en sus filas a jugadores experimentados como el defensa Paolo Montero y el delantero Álvaro Recoba.
El dulce momento se extendió en los próximos tres partidos. Victoria ante Chile en Santiago (2-0, Ricardo David Páez y Arango), siendo la primera como visitante en la historia. Luego triunfo contra Perú en San Cristóbal (3-0, doblete de Wilfredo Alvarado y otro de Morán) y otra victoria contra Paraguay (3-1, Morán, Noriega y “Turbo” González) en San Cristóbal. La racha terminó con derrota de visita ante Brasil (0-3).
“Comenzamos a golear a equipos que nos llevaban años de ventaja. Le ganamos por primera vez a estos cuatro equipos y, además, de forma continua en eliminatorias. Ganar cuatro partidos seguidos en una competencia eliminatoria suramericana, no lo han hecho sino cuatro o cinco equipos y uno de ellos fue Venezuela, estando última”, explicó Páez, quien entre 1997 y 1999 dirigió a Estudiantes de Mérida y los llevó a jugar los cuartos de final de la Copa Libertadores en 1999.
La Vinotinto cerró en el noveno lugar de la tabla. Por primera vez en su historia, no quedaba de última. Sumó 16 puntos, de los cuales 13 fueron con Páez, quien en su primera eliminatoria dirigió siete juegos, ganando cuatro, empatando uno y perdiendo otro, con 12 goles a favor y 11 en contra.
Se consolida el proyecto
El llamado “Boom Vinotinto” era una realidad. Pudiera catalogarse como un fenómeno social y deportivo. La gente comenzó a creer. Ya se vestían de vinotinto, dejando atrás la camisa de Argentina, Brasil y Colombia. Así, comenzaron a llegar los patrocinantes de peso, el marketing explotó y se logró el respeto internacional.
“Así fue como dejamos el papel de Cenicienta y nos convertimos en el papel de la Vinotinto para la eternidad. Comenzamos a ganar jugando bien y confiando en nosotros. Comenzamos a sentirnos importantes y a ser reconocidos por el país. Esa generación fue la generadora, la que hizo metamorfosis en el fútbol venezolano. Estaremos agradecidos con ellos toda la vida, porque de ahí nació una identidad. La identidad de saber jugar de forma colectiva y hacer respetar el nombre de Venezuela”.
El ascenso de la selección continuó en el Premundial Alemania 2006. Ahora terminaron una casilla más arriba en la tabla general. El octavo puesto fue posible con 18 puntos luego de cinco victorias, tres empates y 10 derrotas, con 20 goles a favor y 28 en contra.
“Se cambió el estilo. Se cambió el reto. Siempre hemos tenido jugadores de ese nivel, jugadores atrevidos, lo que no hubo fue un mensaje coherente con esa convicción de hacerle creer al jugador que podía jugar así. Ese creo que fue el verdadero legado de esa Vinotinto para el resto y que dejó una marca que, evidentemente, fue trascendental”.
Las primeras tres victorias llegaron en fila y de qué forma. El primer triunfo fue en la tercera jornada, cuando el 15 de noviembre de 2003 la Vinotinto se impuso en Barranquilla ante Colombia con un golazo desde fuera del área de Arango.
En la siguiente fecha, batieron a Bolivia dos goles por uno en Maracaibo, con tantos al final del partido de José Manuel Rey y Arango. “Fue uno de los partidos, quizás, más emocionantes que vivimos en la selección. Estábamos perdiendo en el minuto 89 y le dimos vuelta en dos minutos al partido y hemos ganado ese partido y luego le metimos tres por cero a Uruguay en el ´Centenariazo´. Le dimos vuelta a la historia y ahí fue donde el fútbol universal comenzó a darse cuenta y darle pasó a la historia de la Vinotinto”.
El 31 de marzo de 2004 llegó la mayor gesta de la selección, al golear tres por cero a Uruguay en Montevideo. El “Centenariazo” marcó un antes y un después en la historia de la Vinotinto. Los goles fueron de Gabriel Urdaneta, “Turbo” González y Arango. Ese encuentro, Páez lo vivió desde la tribuna porque estaba cumpliendo una suspensión.
“Tocamos con estruendo las puertas internacionales y nos las abrieron. Reconocieron que comenzamos a generar un fútbol atractivo”, recordó. “Es una recompensa haber visto tremendo espectáculo, desde la distancia, con una visión panorámica, donde observaba el juego combinado y mis jugadores desarrollaron un fútbol de otro nivel”.
La segunda vuelta comenzó con victoria en San Cristóbal contra Ecuador de tres por uno, con doblete de Morán y un tanto de Urdaneta. En Buenos Aires, se perdió ante Argentina tres por dos, en un choque en el que el empate no hubiera sido una locura.
Luego se empató a uno en Maracaibo frente a Uruguay y la última victoria llegó el 3 de septiembre de 2005, al golear a Perú cuatro por uno en Maracaibo, con par de dianas de José “Buda” Torrealba y otro par de Maldonado y Arango. Morán quedó como el sexto mejor goleador de las eliminatorias con seis dianas.
Se cortó el proceso
Páez dirigió a Venezuela en su tercera eliminatoria, rumbo al Mundial Sudáfrica 2010. La selección vivía un proceso de refrescamiento, que se había iniciado en la Copa América 2007, y se extendió con la llegada de jugadores como Alejandro Guerra, Edder Pérez, César González y Luis Manuel Seijas.
El camino comenzó con éxito, con triunfo por la mínima diferencia ante Ecuador en Quito. El 13 de octubre de 2007 fue el encuentro que Rey decidió con un golazo de tiro libre desde el mediocampo al ejecutar una falta. Fue la primera victoria de Venezuela ante los ecuatorianos desde 1993 y primera derrota de los meridionales en casa desde 2001.
Luego se perdió contra Argentina en Maracaibo (0-2) y con Colombia en Bogotá (0-1). Para entonces, ya Páez sentía que el ambiente en torno a la selección no era bueno y comenzaba a plantearse una posible salida.
“Le ganamos a Ecuador el primer partido y cuando venimos a jugar contra la Argentina de Messi en Maracaibo, había medio estadio vacío. Yo soy estratega y cuando vi eso, sentí que había un ambiente diferente. Cómo no íbamos a tener el apoyo y de un país con el estadio lleno. Eso me prendió las alarmas y no me gustó. Lo manifesté dentro de mi cuerpo técnico y me extrañó”.
El último juego de Páez fue el 21 de noviembre de 2007 ante Bolivia en San Cristóbal, con marcador de cinco por tres. La selección perdía tres por dos y volteó el resultado en los últimos ocho minutos con dianas de Maldonado. Daniel “Cafú” Arismendi aportó con otros dos goles y el “Lobo” Guerra marcó otro más viniendo de la banca.
En ese choque los bolivianos terminaron con 10, pues, luego del gol del empate Vinotinto, el defensor Luis Gutiérrez tuvo que reemplazar en el arco a Carlos Arias por lesión. Fue el duelo en el que Pueblo Nuevo le gritó a Páez que sacara a su hijo del campo.
“El equipo tuvo una tarde complicada al principio. No estábamos jugando bien y nos estaba ganando Bolivia. Cuando estábamos perdiendo el juego tres a dos, fue cuando se escuchó el grito desde las tribunas y se quitó el disfraz la gente que había comenzado una campaña, no contra la selección, sino para atacarme. Después se vio a quién podía beneficiar”.
Páez consideró que la Federación Venezolana de Fútbol no fue capaz de defender el proceso que llevaba adelante y decidió marcharse. “Era diferente que dijeran saca a Ricardo David, pero ¿saca a tu hijo? Lo saqué cuando estaba tres a tres y terminamos ganando. Yo lo viví de una manera firme, estoica y aguanté. Al finalizar el partido, dije ya basta”.
El merideño defendió su decisión y no se arrepiente, pues cree que lo hizo pensando en la selección. No quería que afectara al grupo y que, en un futuro, pasara a mayores.
“No podía arriesgar lo que se había hecho de tan buena manera. La piedra de trancar parecía ser Richard Páez y utilizaron mi punto débil, porque la familia a uno le duele. Ricardo David era titular indiscutible. Visualicé hacia adelante en un partido en el que sacara a algún jugador y ése jugador me reclamara en forma pública. Eso hubiese sido explosivo y no lo hubiese tolerado”.
Páez renunció a la semana, a pesar de estar en el quinto lugar con seis puntos de 12 posibles. En su proceso de tres eliminatorias suramericanas (2002, 2006 y 2010) hizo debutar a 55 jugadores, siendo la máxima cifra hasta el momento entre los seleccionadores nacionales.
También es líder en partidos dirigidos (85) y victorias (31). Además estuvo en tres ediciones de la Copa América (Colombia 2001, Perú 2004 y Venezuela 2007), siendo el primero en lograr que la selección avanzara de la fase de grupos en 2007.
El estratega consideró que la selección generó expectativas que superaron a la realidad de la afición. “Se le exigía como si fuera un país súper desarrollado en fútbol, con una gran cultura futbolística. Cuando no tienes esa cultura, es cuando te equivocas en exigir cosas que no comprendes que es cuestión de tiempo, de procesos, de elaboración de plan de trabajo mancomunado de mucha gente y no para exigir todo de una vez”.
El proceso de Páez terminó de forma abrupta e inesperada y dio paso al ciclo de César Farías, sentando las bases de una identidad Vinotinto que, aunque sigan pasando los años, jamás se podrá olvidar.