La Juve de Sarri, más sombras que luces  

Tony Cittadino (Mallorca).- Hace justo un año, la Juventus anunció a Maurizio Sarri como su director técnico. El estratega asumía el reto más grande de su carrera, coronada recientemente por el título de Europa League ganado con el Chelsea y la importante responsabilidad de mantener la racha ganadora del equipo bianconero. De momento, cero resultados. Hay más sombras, que luces.

A pesar de que la temporada 2019-2020 todavía no ha terminado por el parón del coronavirus, el balance no es bueno. La Juve perdió dos finales y, en ambas, el rival fue mejor no sólo por el resultado: Supercopa de Italia 2019 ante la Lazio (3-1) y Copa Italia 2019-2020 ante el Napoli (4-2 en penales, tras empate a cero en 90 minutos).

Lidera la Serie A, pero no domina con claridad. No es la aplanadora de antes. La Lazio le respira en la nuca y ha jugado mejor. Sin embargo, siguen siendo los favoritos para llevarse el Scudetto. En la Champions, debe remontar la eliminatoria de octavos de final ante el Lyon. Perdieron la ida por la mínima diferencia, en un encuentro en el que los franceses se los comieron en la primera parte y el resultado fue generoso. No le veo el tan cacareado “Sarriball”.

Obviamente el primer año en un club siempre es de ajustes, pero a Sarri no le veo fuerza. Se entiende que no es fácil gestionar a un equipo como la Juve, luego de pasar ocho años ganando la Serie A. El quinquenio de Allegri fue exitoso. Lograron 11 títulos, repartidos en 5 ligas, 4 Copa Italia y 2 Supercopa de Italia. Faltó la Champions, aunque jugó 2 finales en 3 temporadas.

Tampoco se puede decir que el equipo no cuenta con las piezas adecuadas, aunque hubo fichajes como el de Danilo y la ida de Joao Cancelo que todavía cuesta asimilar. Federico Bernardeschi ha venido a menos y hay ruptura con Gonzalo Higuaín. Cristiano Ronaldo y Paulo Dybala han sacado las castañas del fuego a lo largo de toda la temporada, pero no aparecieron en la final de la Copa Italia.

A estas alturas, sostengo que la llegada de Sarri no fue una decisión acertada de la dirigencia. Quizás gane en Italia y en Europa, pero hasta ahora está en deuda. Espero estar equivocado, pero al equipo le falta el “cinismo” para buscar y matar los partidos. Ése que tenía la Juve de Allegri.

La oncena no ha sido consistente y esto no es precisamente por haber perdido la final de la Copa Italia. Se han dado los resultados, pero falta algo en el juego. No convence. La Juve de Sarri podrá dominar y rotar el balón, quizás más que la de Max Allegri. Pero hasta ahí. En Napoli siempre se dijo que su Napoli jugaba bien. Sí. Incluso mejor que esa Juve. Pero nunca ganó. A la hora de la chiquita, le faltó forma física y sacar los resultados que contaban. Con el Chelsea, ganó la Europa League y terminó tercero en la Premier League.

Más allá del tema del parón por el coronavirus, que es algo que le pasó a todos, el equipo se vio lento y sin ideas en los dos juegos de Copa Italia. Mucha rotación de balón, pero poco peligro frente al arco. Le cuesta conseguir los espacios, aunque tenga la posesión del esférico. Cero goles en 180 minutos y jugadores con piernas pesadas.

“En este momento, no podemos hacer más. No tenemos las condiciones adecuadas. Nos faltó lucidez para hacer un juego peligroso. Fue un bien juego, pero tenemos rabia y desilusión. En este momento, nos cuesta sobre todo a nivel individual. A Cristiano, a Dybala y a nuestros grandes jugadores, les falta un poco de brillo para superar al rival, pero es normal en este tiempo”, dijo Sarri en la rueda de prensa luego de la final, en declaraciones reseñadas por La Gazzetta dello Sport.

“A los jugadores no les dije nada. Todos estábamos muy molestos y desilusionados y pienso que en este momento, es mejor estar en silencio. Quizás hablaremos más tarde o mañana”, agregó el director técnico, que ahora deberá enfocarse en amarrar el título de liga antes de retomar la ruta europea.

Un caso distinto al Napoli de Gennaro Gattuso, que este miércoles se vio mucho mejor en la final de la Copa Italia y que en enero también los había derrotado 2-1 en la jornada 21. No sólo en el planteamiento táctico, sino en la ambición de buscar el partido en Roma. Si no fuera por Buffon, el juego fácil terminaba 2-0 merecidamente en 90 minutos.

Un juego se puede ganar o perder en penales. Lo que está en discusión no es el resultado, sino el juego como tal. La Juve podía ser campeón, pero eso no iba a borrar que jugó mal y no se puede ocultar. Sarri tendrá que acelerar el paso y darle la vuelta a la situación, porque no hay tiempo y el calendario es apretado. Deberá hacer ajustes para afrontar un final de temporada inédito, en el que la Juve pareciera no estar en la mejor forma física.

Foto: AFP.

Juventus y Napoli lucharán por quedarse con la Copa Italia

Andrew Cesare Richardson (ESPN).- En el que apenas será el tercer partido desde el regreso del fútbol italiano tras una pausa de tres meses causada por la pandemia del coronavirus, presenciaremos la primera gran final de la campaña, con los dos mejores equipos de las dos temporadas anteriores (Juventus y Napoli) enfrentándose en la final de la Coppa Italia.

En este cotejo Maurizio Sarri, actual técnico de la Juve, se verá las caras contra su antiguo club, en la búsqueda de su primer trofeo en el Calcio italiano. Mientras que será la segunda aparición en tres años en finales de Coppa Italia para Gennaro Gattuso, nuevo entrenador del Napoli. Sin embargo, Gattuso buscará dejar atrás su primera experiencia, cuando su AC Milan fue arrollado 4-0 por la Juve en 2018.

Los dos partidos de ida de la semifinal se celebraron antes de la interrupción de la actividad futbolística.

La Juve empató 1-1 en Milán y el Napoli se impuso 1-0 en su visita al Inter. El equipo de Sarri clasificó gracias a su gol de visitante de la ida, tras empatar 0-0 en Turín el pasado viernes, en un compromiso en el cual Cristiano Ronaldo falló un penal. No obstante, el hecho de que el potente ataque Juventino no pudo anotar a pesar de jugar contra 10 hombres desde el minuto 16, se ha convertido en motivo de preocupación.

El Napoli tuvo un camino menos complicado a la final, eliminando al Inter con empate 1-1 en el partido de vuelta del sábado pasado, para avanzar con global 2-1. Al marcar el gol vital, Dries Mertens hizo historia al convertirse en el mayor goleador histórico del Napoli, con 122 tantos.

¿Es la Coppa Italia algo importante en ese país?

El dominio de la Juve en sus competencias domésticas le ha dado mayor prestigio a este torneo entre sus rivales. La Juve alzó la Coppa Italia en cuatro temporadas consecutivas hasta la anterior campaña, cuando fueron eliminados en cuartos de final por la Atalanta, que eventualmente quedó subcampeón. En el pasado, la Coppa quizás no tenía la jerarquía de, por ejemplo, la FA Cup inglesa, pero con sólo dos equipos (Lazio y Milan) distintos a la Juventus alzando trofeos a nivel doméstico desde 2014, cualquier éxito es motivo de celebración.

Para la Juventus, la Coppa Italia se encuentra en los últimos puestos de su lista de prioridades, por debajo de la Champions League y la Serie A. Por su parte, los hinchas de la Lazio celebraron con fiestas callejeras en Roma después de vencer la Atalanta en 2019. No hubo desfile con autobuses descapotados, pero el trofeo fue exhibido ante los seguidores del club antes del siguiente partido de liga, jugado contra Bologna.

Un cambio hecho en 2017 a la estructura del torneo, en la cual los ocho mejores equipos de la campaña anterior comienzan a jugar en octavos de final, ha allanado el camino a los grandes clubes para disputar las semifinales. Pero, en definitiva, el nivel de interés depende de quién sea ganador.

¿Es la Juventus indiscutible favorita?

La Juve se apresta a disputar este partido en la cima de la tabla de la Serie A; aunque mantiene una verdadera lucha por el título, con la Lazio apenas a un punto de diferencia. Por su parte, la campaña de liga del Napoli ha sido poco menos que desastrosa. El club azul, en medio de sus expectativas de convertirse en legítimo candidato al Scudetto, despidió a Carlo Ancelotti en diciembre pasado y una ligera mejoría en su nivel los llevó a ascender al sexto lugar de la tabla, a nueve unidades de zona Champions; con un partido menos que la Atalanta, dueño de la cuarta posición. Sin embargo, luego de tres meses sin partidos, es difícil saber la forma física que realmente tienen Napoli o Juventus.

La Juve debería ser la gran favorita; sin embargo, en 2012 los Bianconeri fueron campeones invictos de la Serie A en la primera campaña de Antonio Conte como técnico del club, cayendo en la final de Coppa ante el Napoli.

Ni la Juve ni Napoli se mostraron realmente sobresalientes en sus respectivos compromisos de vuelta a la acción, con ambos clubes imponiéndose por estrecho margen en semifinales. Los dos partidos de Serie A entre estos equipos fueron reñidos, con victorias para los locales por un tanto en cada oportunidad (Juve 4-3 Napoli en agosto, Napoli 2-1 Juve en enero).

¿Cómo está Cristiano Ronaldo?

El astro portugués no mostró su mejor nivel en la vuelta de semifinales del viernes, golpeando el travesaño en un cobro de penal. En líneas generales, fue cómodamente contenido por la defensa del Milan. Sin embargo, cuesta imaginarse que, a sus 35 años, un receso de tres meses no haya sido beneficioso para CR7. Las finales son la especialidad de Ronaldo; adicionalmente, tiene el incentivo de sumar su primera medalla de Coppa Italia.

También vale la pena mencionar que el primer partido de Serie A antes del receso obligado por el coronavirus, que terminó en victoria 2-0 para la Juve sobre el Inter, fue la primera ocasión en la cual Cristiano no logró convertir tras haber marcado en 11 partidos consecutivos, igualando así un récord.

¿Qué implicaría la victoria para el Napoli?

El Napoli cuenta con una de las aficiones más fervientes de toda Italia y si bien recibirían gratamente cualquier éxito por parte de su club, el título de Serie A es el que realmente ansían. El Napoli ganó la Coppa en 2012 y 2014; en 2012, la Juve era un equipo que apenas comenzaba a forjar su dinastía, lo que significa que un triunfo en copa sobre este club omnipresente y conquistador tendría mucho mayor significado para ellos.

¿Es tan importante para la Juve?

En su condición de final a definirse en 90 minutos, los hinchas de la Juve disfrutarían de la victoria, pero ciertamente sería calificada como toda una decepción si llega a convertirse en el punto máximo de la temporada Bianconera.

Para la Juve, su estrategia a largo plazo es lo más importante. Tanto Marcello Lippi como Massimiliano Allegri alzaron el doblete de Serie A y Coppa Italia en sus primeras temporadas a cargo del equipo (aunque con 20 años de diferencia) y también clasificaron a la final de Champions League en sus primeros intentos. El éxito llama al éxito y la Juve necesita sentir hambre para ganarlo todo.

Foto: Prensa Juventus.

Cincuenta años del «Partido del Siglo» entre Italia y Alemania

Tony Cittadino (Mallorca).- El miércoles 17 de junio de 1970 quedó marcado en la historia como el día en el que Italia y Alemania Federal disputaron el “Partido del Siglo”, el extraordinario y emocionante juego de la semifinal del Mundial México 1970 que ganó la Azzurra en la prórroga cuatro goles por tres.

El estadio Azteca de Ciudad de México recibió este encuentro, al que asistieron 102 mil 444 espectadores. Un marco impresionante para esta Copa del Mundo, que fue la última en la que se entregó la Copa Jules Rimet. Además fue la primera en la que Adidas era el fabricante del balón del torneo, una tradición que se mantiene nuestros días. El Adidas Telstar Durlast fue el protagonista del primer Mundial que albergó un país integrante de la Concacaf.

También fue una Copa en la que se estrenaban las tarjetas para amonestar a los jugadores, si bien terminó sin ningún expulsado. Además se implementaron las sustituciones por primera vez.

Italia llegó al Mundial como campeón vigente de la Eurocopa, ganada dos años antes en casa y era dirigida por el director técnico Ferruccio Valcareggi. Por su parte, Alemania estaba al mando del estratega Helmut Schon y había finalizado como subcampeón en la polémica final del Mundial Inglaterra 1966, en la que cayeron en el partido decisivo ante el equipo anfitrión en la prórroga cuatro goles por dos. Fue la final del “Gol Fantasma” de Geoff  Hurts, aquél tanto que picó en la línea de gol y no entró por completo a la arquería.

Italia había vencido en la fase de grupos a Suecia (1-0) y empató con Uruguay (0-0) e Israel (0-0), para ser líder del grupo dos con cuatro puntos. En cuartos de final, despachó a México con goleada (4-1). En tanto, Alemania, también fue el mejor del grupo cuatro con seis puntos, tras vencer a Marruecos (2-1), Bulgaria (5-2) y Perú (3-1). En cuartos de final, venció a Inglaterra en tiempo extra (3-2).

Ambas selecciones lucían equipos muy sólidos y con jugadores estelares, si bien Alemania llegó como favorita para el partido. Los teutones tenían en el arco a Sepp Maier y al mítico defensa Franz Beckenbauer, que dos años después fue campeón de la Eurocopa y luego se consagró en el Mundial Alemania 1974.

El plantel también contaba con el capitán Uwe Seeler y el estelar delantero Gerd Muller, quien terminó el torneo como máximo goleador con 10 tantos. “El Torpedo” fue hasta el 2006 el máximo artillero de los Mundiales con 14 tantos. Fue superado por el brasileño Ronaldo (15) y luego por el también alemán Miroslav Klose en 2014 (16).

Gigi Riva lideraba el ataque de Italia, selección en la que estaba el portero Enrico Albertosi, el defensa y capitán Giacinto Facchetti, el mediocampista Sandro Mazzola y los también atacantes Gianni Rivera y Roberto Boninsegna, quien precisamente abrió el marcador a los 8 minutos, con un remate de zurda casi a ras del suelo desde fuera del área.

El nivel de juego mostrado por las dos selecciones fue de altura, digno de la época. Muy físico y táctico. De hecho, el “Kaiser” Beckenbauer, terminó jugando con un cabestrillo, pues ya se habían agotado los dos cambios permitidos.

Alemania gozó, al menos, de cuatro oportunidades claras para marcar en la segunda parte, pero el portero Albertosi estuvo atinado, el defensa Roberto Rosato sacó milagrosamente un balón en la línea y también falló la puntería, pero por poco. Sin embargo, empataron en el segundo minuto de descuento. Jürgen Grabowski se internó por la banda izquierda y sirvió un centro al área, donde apareció Karl-Heinz Schnellinger, quien jugaba en el Milan, y de derecha empató el partido. Hasta aquí había sido un partido “normal”. Peleado y con ocasiones.

“Alemania buscó siempre empatar el juego, porque no aceptaban perder ni como grupo, ni de forma individual. Era lógico que el partido fue más defensivo de nuestra parte”, dijo Mazzola en el documental de la Gazzetta dello Sport, La Grande Storia della Nazionale.

Una prórroga histórica

El juego fue a tiempo extra y los alemanes volvieron a mandar el balón al fondo de la red. Esta vez fue en una jugada a balón parado producto de un saque de esquina, en el que Muller aprovechó un error de la defensa y le dio la ventaja a su selección al minuto 94.

“Pensé que íbamos a perder cuando Alemania anotó en el tiempo extra, pero tuvimos una gran reacción”, recordó Albertosi en el documental.

Italia no se rindió y también aprovechó una jugada a balón parado. Corría el minuto 98 cuando un balón rifado en el área fue rematado por el defensa Tarcisio Burgnich para empatar el juego a dos. La Azzurra retomó el control en el marcador justo antes del final de la primera prórroga, al agarrar mal parada a Alemania en una jugada personal que finalizó con un zurdazo cruzado Riva para el tres por dos en la fracción 104.

El partido continuó jugándose a un ritmo trepidante y los alemanes volvieron a aprovechar una jugada a balón parado, reafirmando el dicho que dos cabezazos en el área terminan en gol. Un saque de esquina de Reinhard Libuda fue cabeceado al arco por Uwe Seeler y luego por Muller, para empatar otra vez el juego a tres tantos al minuto 110.

“Cuando se iba a ejecutar el córner, le dije a Rivera que no se quedara en uno de los palos de la portería. Me dijo que se quedaría, pero le respondí que era su responsabilidad. Cuando remataron de cabeza, él estaba un metro lejos del palo y la pelota entró entre él y el poste. Le dije de todo, incluso palabras que no se pueden repetir. Abrazado al palo, me dijo que para enmendar el error, debía ir a hacer un gol”, dijo Albertosi.

Así fue. Alemania todavía estaba festejando el tanto, cuando Italia liquidó el partido un minuto más tarde. La Nazionale sacó del mediocampo y se fue de inmediato al ataque. Boninsegna entró al área, centro al medio donde apareció Rivera justo en el punto penal, para batir al portero con un disparo de derecha en plena carrera.

“Cuando sacamos del mediocampo, mi idea era driblar a todos los alemanes y hacer gol, pero cambié de idea cuando vi a todos los alemanes delante de mí. Era imposible mi plan de ataque, así que pasé el balón y me fui al área. Tuve la suerte de que el balón me quedó perfecto, porque rematé un penal en movimiento”, dijo Rivera al programa Sfide de la RAI.

“Cuando anoté el gol, me quité un peso de encima. Me sentía responsable por recibir el gol del empate, aunque no podía hacer nada. Sólo meter la mano. Después del empate, había pensado no regresar a Italia, pero ahora sí quería hacerlo”, agregó Rivera con alivio y satisfacción en el documental. Su gol decretó el avance de Italia a la gran final, que a la postre perdió contra el mágico Brasil de Pelé y compañía.

El partido finalizó con los jugadores agotados y saludándose, quizás sin estar conscientes que serían los protagonistas de un duelo memorable. México rindió homenaje a las dos selecciones, colocando una placa en el estadio Azteca que reza: “El estadio Azteca rinde homenaje a las selecciones de Italia y Alemania protagonistas en el Mundial de 1970 del Partido del Siglo”.

Aunque a lo largo del tiempo también se disputaron partidos épicos en mundiales u otras competiciones nacionales, que adoptaron el nombre del “Partido del Siglo”, ninguno superará al pionero, al Italia-Alemania del Mundial México 1970.

Ficha Técnica

Italia: Albertossi; Burgnich, Cera, Rosato (Poletti, 91′), Fachetti; Berti,De Sisti; Domenghini, Bonisegna, Mazzola (Rivera, 46′) y Riva.

Alemania Federal: Maier; Vogts, Schnellinger, Schultz, Patzke (Held, 66′), Beckenbauer, Overath; Grabowski, Seeler, Muller y Lohr (Libuda, 52′)

Goles: 1-0 (min.8) Bonisegna; 1-1 (min. 90+2) Schnellinger; 1-2 (min. 95) Muller; 2-2 (min. 100) Burgnich; 3-2 (min. 104) Riva; 3-3 (min. 112) Muller; 4-3 (min. 114) Rivera.

Árbitro: Arturo Yamasaki (Perú).

Estadio: Azteca. 102.444 espectadores

 

 .

Italia decidirá la reanudación de Serie A el 28 de mayo

Reuters.- El gobierno italiano decidirá el 28 de mayo si y cuándo puede reanudarse la temporada de la Serie A, dijo el martes el ministro de Deportes, Vincenzo Spadafora, quien también anunció que los equipos podrían comenzar inmediatamente el entrenamiento completo en grupos.

La liga italiana de fútbol, que está suspendida desde el 9 de marzo, espera volver a la actividad a mediados de junio, pero aún aguarda la aprobación del gobierno.

Spadafora dijo a la emisora estatal Rai que había programado una reunión con los jefes de la federación italiana de fútbol y de la Serie A para la próxima semana.

El martes más temprano, el ministro había dicho a la agencia de noticias Italpress que la reanudación del campeonato dependería de cómo progresara la curva de contagio.

Las muertes por la epidemia en Italia aumentaron en 99 el lunes, la primera cifra por debajo de 100 desde el 9 de marzo.

“El objetivo no es solo reanudar el campeonato sino también terminarlo”, agregó Spadafora.

El principal obstáculo es la insistencia del gobierno de que si un jugador da positivo, todo el plantel debe pasar a una cuarentena por 14 días. Los clubes argumentan que aislar al futbolista involucrado debería ser suficiente.

Foto: Archivo.

Sebastian Vettel se irá de Ferrari al finalizar el año

Jesús Balseiro (AS).- Sebastian Vettel y Ferrari separarán sus caminos cuando acabe 2020. Lo hizo oficial la escudería con un comunicado a la 9:00, horas después de que la prensa alemana lo adelantasen. El tetracampeón no alargará su contrato, que expira este año, porque no ha habido acuerdo en las negociaciones a pesar de que desde el principio se le señaló como prioritario. Le plantearon un año de renovación con una considerable rebaja de sueldo y Seb quería más tiempo. Pero si la bomba informativa es grande, sus consecuencias lo serán aún más: se abren las puertas de Ferrari, sale uno y tiene que entrar otro. Y entre los favoritos se ha destacado en las últimas semanas Carlos Sainz.

«Tanto el equipo como yo nos hemos dado cuenta de que no había deseo de permanecer juntos, lo que está pasando en estos meses nos ayuda a aclarar las prioridades en la vida. No ha sido por una razón financiera y en los próximos meses necesito reflexionar sobre lo que de verdad quiero hacer”, asegura el alemán, que aún no habla de retirada. Binotto dice que “no hay una razón específica por la que no continúe Seb, aparte de era el momento de separar caminos. No es sencillo teniendo en cuenta el valor de Seb». No habla de sustitutos ni de plazos para encontrarlos.

El piloto, de 32 años, no tiene intención de embarcarse ahora en un proyecto en construcción como pueden ser Renault o McLaren y que la retirada es la opción más probable. En cuanto a los sustitutos, en Alemania señalan a Ricciardo y Hamilton como los que ya mantuvieron un primer acercamiento, pero por ahora es Sainz, el que puede ganar esta carrera. Es así, el piloto madrileño parte desde la pole, aunque eso no quiera decir nada sobre el resultado. Su gran 2019 con el McLaren ha causado buena impresión en todos los garajes, fue sexto en el Mundial con un coche peor que el Red Bull y logró un podio en Brasil. Suma los puntos que tiene que sumar su montura, la condición indispensable para llegar a un grande.

En Italia veían sus características como ideales: Ricciardo es el cuarto piloto que más cobra de la parrilla y tiene, por así decirlo, más bagaje que el propio Leclerc, lo que podría desestabilizar los planes de futuro de Ferrari. Es momento de empezar a hablar. Dicen que en la Fórmula 1 vales tanto como tu última carrera, afortunadamente el madrileño remontó en Abu Dhabi 2019 para sentenciar el sexto de la clasificación y protagonizó un adelantamiento en la última vuelta. Su renovación con McLaren estaba iniciada, pero paralizada.

En cuanto a Vettel, con cuatro mundiales 53 victorias y 57 poles en 240 grandes premios, siempre será uno de los grandes de la historia de la Fórmula 1. Su era en Red Bull fue incontestable, aunque el gran Mercedes híbrido haya resultado aún más dominador. Se puede argumentar que el germano tuvo excesiva ventaja mecánica, pero también se le debe medir por la entidad de sus rivales: Alonso, Button o Hamilton perdieron frente a él, cuando quienes más apretaron al británico fueron Massa, Rosberg o Bottas.

https://twitter.com/ScuderiaFerrari/status/1260101624539893760.

El «Grande Torino»: un equipo de leyenda que nunca morirá

Tony Cittadino (Madrid).- Hay equipos que se convierten en leyenda y referencia, como el “Grande Torino”. El equipo italiano tuvo un trágico accidente el 4 de mayo de 1949, cuando toda la plantilla perdió la vida al estrellarse el avión en la Basílica de Superga.

Para la época la escuadra fue más que un ejemplo a seguir. Fue la forma de vida de una ciudad que seguía a sus guerreros en el campo, a pesar de que la Juventus siempre fue y es la consentida.

Muestra de ello, es que la crema y nata de la selección italiana bicampeona mundial en 1934 y 1938, tuvo como principales protagonistas a jugadores del Torino. En sus 100 años de historia han ganado siete campeonatos nacionales (1926-1927 revocado), cinco Copas de Italia y tres ligas de plata (Serie “B”).

Nace el Torino FC

Para los fanáticos del Torino su club es una leyenda, un mito, una tradición que es parte de la historia del calcio. Los antecedentes de su creación se remontan a principios de la década de 1890, cuando industriales suizos e ingleses implementaron este deporte en la ciudad. Pero, un año más tarde fue que se creó el primer club llamado “Internazionale Torino”, que en 1894 se dividió y nació el “Football Club Torinese”.

Ya en el año 1900 los clubes vuelven a fusionarse y en 1906 se creó el “Torino Fútbol Club”. La entidad fue formada en un antiguo local por una alianza con ex jugadores de la Juve, guiados por el suizo Alfredo Dick y con Hans Schoenbrod como presidente, quien era un jugador de características modestas y un apasionado dirigente.

Sus primeros pasos los dieron en el “Velódromo Humberto I”, estructura que el 8 de mayo de 1898 fue la cuna del primer campeonato de fútbol italiano. Aunque los antecesores del Torino tenían una vestimenta particular, el equipo decidió tener identidad propia al implementar el color vinotinto en sus uniformes, pues los antiguos clubes utilizaban una camisa con ribetes verticales amarillos y negros.

Dos son las versiones que explican la decisión del color: para algunos el que tuvo la idea fue Dick y para otros fue en honor a Del Duca, presidente honorario, pues fue elegido en honor a la Brigada de Savoia que en 1706 salió victoriosa  en la liberación  de Torino por el asedio de los franceses.

El primer partido oficial fue jugado en la ciudad de Vercelli el 16 de diciembre de 1906, contra el Pro Vercelli, con victoria de tres goles por uno. Asimismo, el primer derby de la ciudad fue el 13 de enero de 1907 y vencieron a la Juve dos por uno. Un mes más tarde los volvieron a derrotar, ahora con goleada (7-1).

Italia de luto

La secuencia triunfal del “Grande Torino” se interrumpió trágicamente el 4 de mayo de 1949, a las 5:05 de la tarde. Los jugadores volvían a casa luego de disputar un amistoso con el Benfica, en Lisoa, acordado previamente por los dos capitanes de los clubes.

Mazzola y Ferreira se habían conocido en una ocasión, tras el juego entre Italia y Portugal jugado en Génova. El portugués le pidió al italiano realizar un cotejo entre ambas oncenas, en ocasión de su retiro del fútbol. El choque se jugó el martes 3 de mayo de 1949, en un estadio con 40 mil personas y el equipo granata cayó derrotado 4-3.

Al día siguiente, toda la escuadra salió de Portugal en el avión I-Elce. El estado del tiempo era pésimo, con nubes bajas y fuertes lluvias. Luego del último contacto con la estación de radio, quizás por causas del mal tiempo o por volar muy bajo, se estrellaron contra la Basílica de Superga.

La tristeza fue el común denominador en el pueblo italiano,  pero el peor momento le tocó a Vittorio Pozzo, al tener que reconocer los cuerpos de sus muchachos. En total perecieron 31 personas entre atletas, dirigentes, periodistas y otros miembros del club.

Los jugadores que murieron fueron: Valerio Bacigalupo, Aldo Ballarin, Dino Ballarin, Emile Bongiorni, Eusebio Castigliano, Rubens Fadini, Guglielmo Gabetto, Ruggero Grava, Giuseppe Grezar, Ezio Loik, Virgilio Maroso, Danilo Martelli, Valentino Mazzola, Romeo Menti, Piero Operto, Franco Ossola, Mario Rigamonti, Giulio Schubert y los entrenadores Egri Erbstein y Leslie Levesley.

La conmoción fue tal, que una larga e ininterrumpida procesión le rindió homenaje en el centro de la ciudad y medio millón de personas participaron en los actos fúnebres el 6 de mayo.

De esa escuadra se salvaron sólo cuatro jugadores, que por diversos motivos no fueron parte en la convocatoria. Renato Gandolfe, Sauro Tomá, Luis Gandolfi y Ferruccio Novo.

La stagione culminó con los equipos juveniles y ganaron todos los choques, terminando el campeonato con 60 puntos, cinco de ventaja sobre el Inter (2do). Sin embargo, fue un triunfo amargo, marcado siempre por el imborrable recuerdo de la tragedia. Entre los múltiples homenajes realizados desde entonces, el Stadio Olímpico de Torino ahora lleva el nombre Stadio Olímpico Grande Torino en honor a un equipo que jamás será olvidado.

 

El ex atleta italiano Donato Sabia falleció por el coronavirus

AFP.- El exatleta italiano Donato Sabia, que fue finalista de 800 metros en los Juegos Olímpicos de Los Angeles-1984 y Seúl-1988, murió a la edad de 56 años víctima del nuevo coronavirus, anunció este miércoles la Federación Italiana de Atletismo (FIDAL).

Donato Sabia estaba desde hace días en la unidad de cuidados intensivos del hospial de Potenza, en la región de Basilicata (sur de Italia).

El padre del exatleta había fallecido hace apenas unos días, igualmente tras ser infectado por el COVID-19, precisó la FIDAL.

«Una tragedia que se suma a una tragedia. Donato era una persona a la que únicamente podías querer», declaró Alfio Giomi, presidente de la Federación Italiana.

Donato Sabia fue quinto en la final olímpica de 800 metros de Los Angeles-1984. Ese mismo año había sido campeón de Europa en pista cubierta en esa distancia, en un evento celebrado en Gotemburgo (Suecia).

En los Juegos de Seúl 1988 también se clasificó para la final de la doble vuelta de pista y finalizó entonces en séptima posición.

En la actualidad era el presidente del Comité Regional de la FIDAL en Basilicata, donde se convierte en la decimoquinta víctima mortal registrada por el nuevo coronavirus.

Con más de 17.000 muertos, Italia es el país con más fallecidos en esta pandemia.

Foto: AFP .

La Juventus de Allegri, el quinquenio de oro al que le faltó la Champions

Tony Cittadino (Mallorca).- La época de Massimiliano Allegri en la Juventus, fue una de las más exitosas en la historia del club y de Italia. En cinco años, se convirtió en el tercer director técnico más ganador con 11 títulos, repartidos en cinco ligas, cuatro Copa Italia y dos Supercopa de Italia. Al quinquenio de oro le faltó la tan ansiada Liga de Campeones, aunque jugó dos finales en tres temporadas.

El estratega nacido en Livorno en 1967, llegó a la entidad bianconera en la temporada 2014-2015. Le tocó sustituir a Antonio Conte, quien había ganado tres ligas y una Supercopa de Italia. Tenía la misión de mantener el ciclo victorioso y, además, darle el plus que le faltaba en Europa. Allegri llegó con una buena hoja de trabajo, tras ganar con el Milan la Serie A y la Supercopa de Italia en la temporada 2010-2011. En esa campaña, se quedó con el premio Entrenador del Año de la Serie A.

De acuerdo a las estadísticas de la UEFA, Allegri dirigió al equipo durante 269 partidos en todas las competiciones. En total, ganó 191 juegos, empató 42 y tan sólo perdió 36. Un porcentaje de victorias del 71%, por delante de Carlo Carcano (68,9%) y Conte (67,5%).

Es el tercero más ganador en la historia de la Vecchia Signora, escoltando a Marcelo Lippi (227 triunfos en 405 juegos) y a Giovanni Trapattoni (319 duelos ganados de 596). También es el tercero con más encuentros al frente del banquillo, también detrás de Lippi (405) y Trapattoni a (596).

En la Serie A, ganó 142 de los 188 juegos, con 27 empates y 19 derrotas, alcanzando de 453 puntos de 564 posibles, mientras que en la Champions, triunfó en 29 de los 54 duelos, con 13 empates y 12 caídas. En la Copa Italia, ganó 18 de 24 y perdió cuatro duelos. En la Supercopa de Italia, el desempeño fue más parejo. Dos triunfos, dos empates (en la prórroga y perdió en penales) y una derrota (en 90 minutos).

Además es el único en ganar cinco ligas consecutivas y el segundo más ganador de Italia, si se suma el scudetto ganado con el Milan. El líder de ese departamento, también es Trapattoni con siete. Todos con la Juve.

Entre los récords que también dejó, destacan las 15 victorias consecutivas que el club logró entre octubre del 2015 y febrero de 2016. Le dio la décima Copa Italia y sumó cuatro dobletes (liga y copa), algo nunca visto. La Juve alcanzó el octavo campeonato de liga en fila en su último año, para implantar una marca en Europa y dejar atrás los siete gallardetes del Lyon (2002-2008).

Sin embargo, le faltó el triunfo final en la Champions, que hubiera significado el triplete que en persiguió en par de oportunidades. La Juve perdió ante el Barcelona en Berlín en 2015 y, dos años más tarde, contra el Real Madrid en Cardiff. Lograr una copa en Europa le hubiera dado un escalón más en la historia, pero se enfrentó a dos de los mejores equipos del momento, con los dos mejores jugadores de la actualidad: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Pero no todo fue malo en Europa. En las páginas doradas quedó, por ejemplo, el empate a dos ante el Bayern Múnich de 2015 en Torino y la goleada al Barcelona de tres por cero en 2017, también casa. De igual forma, la amarga goleada ante el Real Madrid en 2018 en el Santiago Bernabéu, que finalizó con un gol de penal de Cristiano Ronaldo para darle el pase a los merengues a los cuartos de final. El propio portugués fue el héroe de la Juve en 2019, al liderar la remontada ante el Atlético de Madrid con un triplete en los octavos de final en el Allianz Stadium.

Aunque era un técnico de expresión calmada, cuando entraba al campo se transformaba. Su estilo de juego era ofensivo, de posesión y buena rotación del balón por todo el campo. El control del mediocampo era la clave. Todo pasaba por allí, en especial por el trabajo de Miralem Pjanic, la creación de Juan Cuadrado y en la última línea, en el ataque, los goles de Paulo Dybala.

Solía utilizar muy bien las bandas, sobre todo con el despliegue al ataque de Alex Sandro y Stephan Lichtsteiner. Presionaba alto, buscando el error del rival y encarar el arco. Si no conseguía los espacios, volvía atrás y rotaba el balón. Uno de sus descubrimientos claves, fue utilizar al delantero Mario Mandzukic por la banda izquierda. El croata atacaba, pero también creaba ocasiones y también luchaba balones.

Su alineación preferida fue la 3-5-2, aunque también solía utilizar el 4-3-3.  Su solidez defensiva también fue una fortaleza, gracias a la llamada BBC. Estaba integrada por Leonardo Bonucci, Andrea Barzagli y Giorgio Chiellini, además de Gianluigi Buffon en el arco.

Así fueron las cinco temporadas de Allegri en la Juventus.

2014-2015

Se estrenó perdiendo la Supercopa de Italia ente el Napoli. Empataron a dos en 120 minutos y cayeron seis por cinco en penales. Sin embargo, al ganaron el título de la liga, al finalizar líder de la tabla con 87 puntos, 17 más que la Roma. Ganó 26 juegos de 38. No soltó el primer lugar desde la cuarta jornada.

También celebró en  la Copa Italia, que se les resistía a la Juve desde la zafra 1994-1995. Vencieron a la Lazio dos goles por una en la prórroga, con tantos de Chiellini y Alessandro Matri. Fue la décima de la historia, siendo el primer club en llegar a esa cifra.

Rozaron el triplete en la Champions, pero cayeron en la final ante el Barcelona con marcador de tres goles por uno. Era la primera final desde la edición 2002-2003, cuando también cayeron ante el Milan.

2015-2016

Esta vez la temporada arrancó en lo más alto, al consagrarse en la Supercopa de Italia. Derrotaron a la Lazio dos por cero, con dianas de las nuevas adquisiciones, Mario Mandzukic y Paulo Dybala. En el mercado de verano también llegaron Juan Cuadrado, Alex Sandro, Simone Zaza y Roberto Pereyra.

Ganaron el quinto scudetto en fila y segundo para Allegri, igualando la marca del club (1931 y 1935), compartida con el Torino (1943-1949) y el Inter (2006-2010, al que se le asignó el título 2006 en la mesa por Calciopoli).

Fue la campaña en la que ganaron con una remontada impresionante en la tabla, tras empezar con cinco puntos de 18 posibles. Perdieron sus dos primeros desafíos ante el Udinese (1-0 en Torino) y Roma (2-1 en Roma). Su primera victoria fue en la cuarta jornada, en la visita al Genoa (2-0). Finalmente asaltaron el primer lugar en la jornada 25, cuando le ganaron al Napoli uno por cero, con un golazo desde fuera del área de Zaza.

Terminaron líderes con 91 unidades, 11 más que el Napoli, producto de 29 victorias en 38 cotejos. El título tuvo un sabor especial, por los 973 minutos de imbatibilidad alcanzados por Buffon.

Vencieron al Milan en la final de la Copa Italia por la mínima diferencia, con tanto de Morata en la prórroga. Así alcanzaron su segundo doblete.

En Europa, perdieron una eliminatoria trepidante en los octavos de final ante el Bayern Múnich. Igualaron a dos goles en Italia, en un duelo en el que caían dos por cero y lo empataron en 13 minutos. En la vuelta, el juego también fue una locura. En 30 minutos ya dominaban el marcador dos por cero, pero le empataron en el último minuto de descuento y los alemanes los sentenciaron en la prórroga.

2016-2017

La tercera temporada de Allegri al frente de la Juve, comenzó con otra derrota en la Supercopa de Italia. El Milan se quedó con el trofeo. Igualaron a un gol en 120 minutos y en penales ganaron cuatro por tres.

Pero el hambre de ganar no se acabó. La Juve conquistó el sexto título consecutivo y un grupo especial los tenía en su totalidad: Buffon, Chiellini, Bonucci, Lichtsteiner, Marchisio y Barzagli.  Terminaron líderes con 91 puntos, cuatro más que la Roma. Se llevaron los tres puntos en 29 de los 38 duelos.

En esa zafra, el club se había reforzado con Gonzalo Higuaín, Dani Alves, Miralem  Pjanic y el mediocampista venezolano Tomás Rincón. Conquistaron 100 puntos en 2016 en un año natural en Serie A, además de lograr 116 puntos de 118 posibles en casa. La entidad se llevó otra Copa Italia a casa, tras derrotar a la Lazio dos por cero con par de dianas antes de los 25 minutos de juego de Dani Alves y Bonucci.

La escuadra bianconera se volvió a quedar a las puertas del triplete, al perder la final de Champions con el Real Madrid cuatro goles por uno. Mandzukic empató el juego en el primer tiempo, con el mejor gol de la temporada para la UEFA. El equipo se desmoronó en la segunda parte, fallando en la concentración y en el juego colectivo. Además hubo rumores de una fuerte discusión en el entretiempo entre Dybala, Dani Alves y Bonucci. Al final de la temporada, los dos últimos abandonaron el club.

2017-2018

La Juve volvió a refrescar la plantilla y se reforzó, entre otros, con Medhi Benatia, Rodrigo Bentancur, Wojciech Szczesny, Federico Bernardeschi y Blaise Matuidi. Sin embargo, volvieron a perder la Supercopa de Italia, ahora ante la Lazio tres goles por dos.

Pero los triunfos no pararon en Torino. La Vecchia Signora amarró su séptimo scudetto en fila y el cuarto para Allegri. El dominio en la tabla los llevó a sumar 95 puntos, cuatro más que el Napoli. Ganaron 30 de 38 y no soltaron el primer lugar, desde la jornada 28, cuando doblegaron al Udinese dos por cero. Fue la séptima liga en fila y última para Buffon, quien se marchó al PSG al final da la campaña

El cuarto doblete nacional llegó con la décimo tercera Copa Italia de la historia, tras golear al Milan cuatro por cero. Números nunca vistos en el fútbol italiano.

Su camino en la Champions finalizó en cuartos de final, ante el Real Madrid de Cristiano Ronaldo. El portugués marcó dos de los tres goles en la ida en Torino, incluida la magistral chilena que arrancó aplausos del público. En la vuelta, la Juve ganó tres por uno, pero no le alcanzó. Cristiano anotó de penal en el descuento, para clasificar a los merengues a la siguiente fase.

2018-2019

La Juve comenzó la temporada con el fichaje estrella de Cristiano Ronaldo, además del Douglas Costa, Joao Cancelo y el regreso al equipo de Bonucci. La fortuna le volvió a sonreír al club, al ganar la Supercopa de Italia al Milan, con gol de Cristiano, quien sumaba su primer título con la entidad. Fue la octava copa, también un récord absoluto.

El equipo ganó el octavo scudetto en fila y el quinto y último para Allegri, implantando una marca en Europa de más ligas consecutivas. Acumularon 90 puntos en la tabla, 11 más que el Napoli. Ganaron 28 de los 38 encuentros, dominando el campeonato de principio a fin. También fue el octavo gallardete para Chiellini y Barzagli.

Quedaron fuera de la Copa Italia en cuartos de final, al ser goleados por el Atalanta tres por cero. Así rompieron una cadena de cuatro finales consecutivas. En la Champions, habían superado al Atlético de Madrid con el histórico triplete de Cristiano Ronaldo, pero se marcharon en cuartos de final ante el sorprendente Ajax. Empataron a uno en Holanda y perdieron dos por uno en Italia.

Allegri se marchó del equipo al final de la temporada, dejando una cantidad de títulos y récords difíciles de superar. Marcó la historia contemporánea de una Juventus en la que no todos se consagran. Fue el arquitecto de una aplanadora italiana.

Fotos: Juventus.

Carlo Ancelotti, el técnico que regresó al Milan a la gloria

Tony Cittadino (Mallorca).- El Milan de Carlo Ancelotti fue el último gran ciclo victorioso del equipo rossonero. La mentalidad ganadora se demostró con resultados y una camada de jugadores que divirtieron al mundo con un juego vistoso y ofensivo. Durante ocho años, “Carletto” dejó un palmarés envidiable: dos Liga de Campeones, dos Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes, una liga, una Copa Italia y una Supercopa de Italia.

Su carrera como técnico comenzó en 1994, cuando fue el asistente de Arrigo Sacchi en la selección italiana del Mundial. Fue su primera experiencia en el banquillo, tras ser jugador del Parma (1976-1979), la Roma (1979-1987) y el Milan (1987-1992), casualmente también dirigido por Sacchi. Fue un estratega fundamental en su estilo de ver el fútbol, por su ordenada y rígida forma de trabajar.

Sin embargo, Ancelotti se ha caracterizado por ser un dirigente pacífico, que da confianza a sus jugadores. Un motivador. Esa ha sido la clave de su éxito. “Hay quienes piensan que porque soy un líder calmado, soy débil. No estoy de acuerdo. Tampoco lo están quienes jugaron conmigo o para mí. Mi calma es una fuerza, que transmite poder y autoridad”, dijo en su libro “El leader calmo, Carlo Ancelotti”, escrito por Chris Brady y Mike Forde en 2016.

Su debut como estratega fue en la temporada 1995-1996 con la Reggiana. Logró el ascenso a la Serie A, luego de 41 juegos, en los que dejó balance de 17 victorias, 14 empates y 10 derrotas.

Su próximo destino fue el Parma, club en el que comenzó a dar sus primeros destellos. En la temporada 1996-1997, finalizó en el segundo lugar con 63 puntos, a dos de la Juventus. En la siguiente campaña, quedó en el sexto lugar con 57 unidades.

Su primera gran experiencia con un equipo de nivel, fue con la Juventus. En la zafra 1999-2000 sólo alcanzó a ganar la Copa Intertoto de la UEFA. Perdió la liga en la última jornada, al caer ante el Perugia un gol por cero, en un partido jugado en un diluvio. La Juve, que hasta llegó a tener nueve puntos de diferencia, finalizó con 71 unidades, uno menos que la Lazio.

La situación fue similar en la contienda 2000-2001. La Vecchia Signora quedó en el segundo lugar con 73 puntos, dos menos que la Roma. Al finalizar la campaña, Ancelotti fue despedido. Su idea,  era regresar al Parma, club con el que había un acuerdo verbal, pero el director general del Milan, Adriano Galliani, lo convenció con una llamada telefónica. Llegó en noviembre de 2001, para sustituir al turco Fatih Terim.

Así regresaba al equipo con el que ganó como jugador dos liga, una Supercopa de Italia, dos Champions League, dos Supercopa de Europa y dos Copa Intercontinental. “El Milan era mi familia y a la familia es la primera a la que hay que demostrar lealtad. Comencé en noviembre de 2001 y los primeros seis meses no fueron fáciles”, expresó en su libro. El conjunto terminó la campaña 2001-2002 en el cuarto lugar con 55 puntos.

La primera Champions

Ancelotti le cambió la cara al club y los resultados se comenzaron a ver en la temporada 2002-2003. En el mercado se reforzaron, entre otros, con dos jugadores de lujo: el mediocampista Clarence Seedorf y el defensa Alessandro Nesta.

“Nesta estaba en el mejor momento de su carrera y era tan importante para mí, que tuve que convencer a Berlusconi. Le recordé que todos queríamos ganar la Champions y con él lo haríamos.  Le dije, usted me da a Nesta y yo le doy la Champions”, rememoró Ancelotti.

El Milan tenía un equipo compacto, que jugaba al clásico 4-4-2. Dida estaba en el arco y la defensa era integrada por Alessandro Costacurta, Paolo Maldini, Kakha Kaladze y Nesta. El mediocampo tenía a Gennaro Gattuso, Andrea Pirlo, Rui Costa y Seedorf. El ataque estaba integrado por una de las mejores duplas del momento: Andriy Shevchenko y Filippo Inzaghi.

“En esa temporada llegaron Nesta, Seedorf y también Rivaldo. Teníamos a Rui Costa y estos fueron mis jugadores claves. Cuando empecé, el Milan no daba el espectáculo que quería Berlusconi y tuve que cambiar el estilo de juego, para tener feliz a la dirigencia y a los fanáticos”, recordó en su libro.

Pero manejar los egos del vestuario no fue fácil. Debió, como todo entrenador, imponerse por el bien del equipo. “En mi primera temporada, había un partido de Champions en el que dejé a Rivaldo en la banca. Le dije que jugaría tres días más tarde y me dijo que no, porque Rivaldo no era suplente. Le dije que esta sería su primera vez. Se levantó y se fue a su casa”.

Uno de los aspectos claves que cambió en el Milan, fue que la organización contara con un restaurante en la ciudad deportiva de Milanello. “Que los jugadores coman juntos, ayuda a que hagan grupo. Además se siente como una familia y esta era la cultura del Milan. En otras sociedades es diferente. Por ejemplo, en la Juventus me sentí como en una gran empresa. Las relaciones con los directivos eran más formales y en esa época no había un centro deportivo. Entre el Milan y yo siempre hubo una sintonía natural. Con la Juve, no”.

El club terminó en el tercer lugar de la liga con 61 puntos, detrás del Inter (65) y la Juventus (72), pero el gran golpe lo dio en la Liga de Campeones. Los rossoneros vencieron a la Juve en la gran final, disputada en Manchester. Fue la primera entre equipos italianos. Luego de empatar sin goles en 120 minutos, se impusieron en penales tres por dos. Ganar la Champions le permitió a Maldini igualar a su padre Cesare, quien también fue campeón de Europa con el club en la zafra 1962-1963. Justo 40 años después.

“En el Milan tuve la suerte de tener a un líder como Maldini. Tenía un carácter fuerte y no tenía miedo de nada. Siempre era positivo. También estaba Pirlo. Era más solitario y tímido, pero era un líder técnico. Un ejemplo de cómo jugar. Nesta era un modelo diferente a Maldini y también Gattuso, a su manera”, sostuvo Carlo, que es uno de los siete dirigentes en ganar la Champions como jugador y como técnico.

Tres días después de proclamarse rey de Europa, el Milan ganó la Copa Italia ante la Roma. Habían empatado a dos goles en el partido de vuelta, luego de ganar en la ida cuatro por uno. La entidad vivía días dorados, como en la historia reciente con Sacchi y Fabio Capello, situación que mantenía contento al presidente del equipo, el político Silvio Berlusconi. Con el Premier tuvo buenas relaciones, pero trataba de mantenerlo al margen.

“Entendí rápido que debía mantenerlo contento. La tradición del Milan es jugar un fútbol vistoso, mientras que la de la Juve es ganar. Entendí que ningún esquema táctico es más importante que el presidente del club. Sí Berlusconi quería ir al vestuario a bromear, tenía que darme cuenta al final que ese era su vestuario. Se lo permití, incluso, antes de la final de la Champions en 2003”, sostuvo en el texto.

Se consolidó el proyecto

La temporada 2003-2004 comenzó con la derrota ante en la Juve en la Supercopa de Italia. Tras empatar a un gol, cayeron en penales cinco por tres. Sin embargo, tres semanas más tarde, volvieron a celebrar. El Milan se quedó con la Supercopa de Europa, al vencer al Porto por la mínima diferencia, gracias a un tanto de Sheva.

Había motivos para seguir festejando. Dos brasileños de calidad de sumaban al equipo. El defensa Cafú llegó desde la Roma para reforzar la zaga y el mediocampista Kaká desde el Sao Paulo, para fortalecer el mediocampo y darle profundidad ofensiva.

Fue el momento del cambio táctico, para mantener el 4-4-2. No había espacio para todos, así que Ancelotti optó por retrasar un poco más en el campo a Pirlo y adelantar a Kaká, para tener equilibrio. Dejó de jugar con cuatro en línea, para hacerlo con cuatro en forma de rombo.

“En el medio sector tenía a Pirlo, Seedorf, Rui Costa y Kaká. Al comienzo les dije que si no se adaptaban al nuevo sistema, uno iría a la banca. Lo entendieron. Pirlo terminó jugando un poco más atrás y Kaká, más adelante”, explicó Carletto, quien también debía dar espacio a jugadores como Gattuso y Massimo Ambrosini.

La jugada salió bien, porque además transformó el juego de Kaká, quien tuvo más protagonismo. Al finalizar la campaña, fue el Futbolista del Año de la Serie A. Era el preludio de una gran carrera. Ancelotti también alternó el 4-4-2 con el famoso “Árbol de Navidad”, el sistema 4-3-2-1 con el que jugaba con un solo atacante.

“El club me dio la posibilidad de cambiar jugadores y transformar el equipo, de acuerdo a mi visión. Ganar la Champions en 2003, consolidó la conciencia de los jugadores de ser parte de un gran club. Tomaron mejor la idea de que no siempre podían jugar. Eso hizo más fácil la relación. Todos eran campeones”, dijo el técnico en su libro.

El 21 de febrero de 2004, vencieron al Inter en un “Derby della Madonnina” electrizante. El equipo nerazzurro se fue al descanso con una ventaja de dos por cero, pero los rossoneros remontaron en la etapa complementaria y sellaron el triunfo con un golazo de Seedorf en el minuto 85.

Al holandés lo definió como un gran jugador y de carácter fuerte. “Tenías que decirle bien qué querías, porque si no te hacía todo. Cuando llegó en 2002, tuvo problemas con los compañeros, porque se sentía responsable por los demás. Era su carácter. Al final tuve que decir que él no era el entrenador y no debía hablar así. Era un líder. Pero ya teníamos a Maldini y tuvimos que buscar un equilibrio”.

El Milan terminó la temporada como campeón de Italia con 81 puntos, 11 más que la Roma. El ucraniano Shevchenko fue el líder goleador de la liga con 24 tantos, siendo la segunda vez que lo alcanzó. En la temporada 1999-2000 también sumó dos docenas de goles. Al final del año, Sheva se quedó con el Balón de Oro.

En la Copa Italia quedaron eliminados en la semifinal, al caer en los dos partidos ante la Lazio con global seis por uno. En la Champions, el recorrido se acabó en los cuartos de final. Fueron goleados en la espectacular remontada del Deportivo La Coruña. Los italianos habían ganado 4-1 en la ida jugada en San Siro, pero perdieron 4-0 en la vuelta en Riazor. Fue el partido más gris del ciclo hasta el momento.

La pesadilla de Estambul

La campaña 2004-2005 inició con otro título. El Milan superó a la Lazio tres goles por cero, para ganar la Supercopa de Italia. Entre los refuerzos adquiridos, destacó el delantero argentino Hernán Crespo y el defensa holandés Jaap Stam.

En diciembre perdieron la final de la Copa Intercontinental contra el Boca Juniors. También en penales. Empataron a uno en 120 minutos y en la tanda decisiva, los argentinos se impusieron tres por uno en Yokohama.

Finalizaron en el segundo lugar de la Serie A con 79 puntos, siete menos que la Juventus, pero al año siguiente el título fue revocado por el escándalo de Calciopoli y no fue asignado. La Copa Italia volvió a ser imposible, al caer en cuartos de final ante el Udinese con global de seis por cuatro.

En la Champions ocurrió la pesadilla de Estambul. El Milan ganaba cómodamente tres por cero en la primera parte. Maldini marcó al primer minuto y le siguió un doblete de Crespo (39’ y 44’), pero se dejó empatar por el Liverpool en la etapa complementaria. Tres goles en seis minutos de Gerrard (54’), Smicer (56’) y Xabi Alonso (60’). Los ingleses se quedaron con la “orejona” en la tanda de penales tres por dos, en una de las remontadas más espectaculares de la competición.

“En esa final tuvimos una calidad de juego impecable, que nunca había visto en finales. Fue una desilusión muy grande. La gente dice que dejamos de jugar en el segundo tiempo y no es cierto. El Liverpool jugó bien seis minutos y nosotros 114”, recordó en su libro.

Aseguró que la reacción del Liverpool lo dejó sin tiempo para hacer los ajustes. “Cuando marcaron el primer gol, estábamos jugando tan bien, que pensé que pronto marcaríamos el cuarto. Luego anotaron el segundo y pensé en hacer un cambio, para reforzar la defensa. El tercer gol llegó sin poder hacer nada. Después de esos seis minutos de locura, logramos retomar el control del juego y podíamos haber marcado”.

En ese momento tan difícil, sintió el apoyo de la organización. “El club permaneció compacto. Nadie nos puso en discusión. Obviamente nos dolió, pero tratamos de no dramatizar. Al comienzo de la temporada siguiente, éramos brillantes. La derrota lejos de cortarnos las piernas, nos fortaleció”, confesó el italiano.

Por su parte, Nesta absolvió de toda culpa a su director técnico y lamentó que no pudiera ser uno de los cobradores en la tanda de penales. “Creo que su único error fue no apuntarme en la lista. Contra la Juventus en Manchester lo hizo y marqué. La gente cree que la derrota fue su culpa. Yo creo que fue nuestra. Jugamos el mejor primer tiempo de todos y, en el descanso, nos dijo en el vestuario que el juego todavía no estaba decidido. Que saliéramos a marcar otro gol y si era posible, otro más. Sólo así, estaríamos seguros. Pero concedimos libertades al Liverpool y nos costó la final”, dijo en el libro de Ancelotti.

Temporada en blanco

En la campaña 2005-2006 sumaron de refuerzo al delantero Alberto Gilardino, quien llegó procedente de la Fiorentina. También al delantero Christian Vieri desde el Inter y al lateral izquierdo checo Marek Jankulovski, desde el Udinese.

Pero fue una temporada sin títulos para la entidad rossonera. En la Champions, cayeron en la semifinal ante el Barcelona, a la postre el equipo campeón. Perdieron en San Siro con gol de Ludovic Giuly (67’) y empataron a cero en el Camp Nou. Sheva terminó como líder goleador de esa edición con nueve tantos.

En Copa Italia, el Palermo los eliminó en octavos de final con global de tres por uno y en la Serie A habían finalizado en el tercer puesto con 58 puntos, pero luego le revocaron 30 unidades por el escándalo de Calciopoli que se destapó en esa campaña.

Para entonces, se fortalecían los rumores que aseguraban que Berlusconi no estaba contento con el rendimiento del club y le hacía las alineaciones a Ancelotti, algo que  el técnico siempre negó y reconfirmó en su libro.

“Todos pensaban que Berlusconi me presionaba, pero no era cierto. Siempre estaba muy presente. Cuando ganábamos, entonces me decía quiero que juguemos con este atacante y seamos más ofensivos. No es una opinión, es que lo quiero. Pero siempre le explicaba mis argumentos. Después de una victoria, le gustaba explicarme con cuál jugador me hubiera hecho jugar. Pero eso lo hacía sólo cuando ganábamos”.

 

La revancha de Atenas

Todo cambió en la campaña 2006-2007. El terremoto de Calciopoli obligó a varios equipos a reestructurarse y el Milan no fue la excepción. Se marchó Sheva al Chelsea y Rui Costa al Benfica, mientras que llegaron, entre otros, los defensas Daniele Bonera desde el Parma y Massimo Oddo desde la Lazio. Además Ronaldo se incorporó en el mercado de invierno, pero no jugó hasta 2008 por someterse a un tratamiento de la tiroides.

El camino en la Serie A, terminó con un decepcionante cuarto puesto y en la Copa Italia llegaron hasta la semifinal. La Roma los despachó, tras empatar a dos en San Siro y ganarles tres por uno en el Olímpico.

Sin embargo, todas las fuerzas estaban centradas en Europa. En semifinales lograron una remontada histórica ante el Manchester United. Luego de perder tres por dos en Old Trafford, ganaron con un contundente tres por cero en San Siro, para meterse en la final. Kaká (11′), Seedorf (30′) y Gilardino (78′), sentenciaron a los ingleses en un encuentro que se jugó con una lluvia torrencial y en la que el Milan fue superior. El resultado fue corto.

El equipo de Ancelotti clasificó a la final, para medirse al Liverpool en Atenas. El Milan se sacó la espina de Estambul y venció a los ingleses dos por uno, con un doblete del “Pippo” Inzaghi (45’ y 82’). Fue la séptima y última Champions para el equipo.

“He marcado varios goles en Europa, pero hacerlo en la final de la Champions League es algo especial”, dijo Inzaghi a la UEFA luego de partido. Su compañero Gattuso, agregó: “La derrota de hace dos años estará de por vida, pero esto es otra historia diferente. Ahora nos toca a nosotros celebrarlo”.

Kaká finalizó como máximo goleador del torneo con 10 y allanó el camino para ganar el Balón de Oro y el premio FIFA World Player. Para Maldini fue su segunda “orejona” con el club.

Galliani estuvo en el Milan durante 30 años, ocho de los cuales los pasó con Ancelotti en el banquillo y se mostró feliz por la revancha. “En julio de ese año, el Milan fue el primer club del ranking de la UEFA, superando a Real Madrid y Barcelona. Sus ocho años fueron un periodo de oro. La victorias fueron muchas más que las derrotas”, dijo en el libro.

El ejecutivo agregó que la derrota en Estambul no puso en duda la continuidad del estratega. “Muchos me preguntan si le recriminamos algo y la respuesta es no. Lo apoyamos. Fue duro y tuvimos que haber ganado. Pero en cinco años, jugamos tres finales de Champions, una semifinal y unos cuartos de final. Nadie nos alcanzaba. Ni siquiera Bayern, Real Madrid o Barcelona”.

La mano derecha de Berlusconi, definió a Carlo como un gran motivador en momentos claves. “Tiene un modo particular de llevar las relaciones con los jugadores. Nunca traicionó sus orígenes, ni cambió su carácter. Tiene una gran capacidad de iluminar el ambiente en el que trabaja. Es un líder internacional y multicultural”.

Una de sus anécdotas preferidas, fue la noche antes de la final de la Champions de 2007. “Veía en el entrenamiento con él y me fijé que Inzaghi estaba presionado. No paraba ni un balón. No era él. Le sugerí a Carlo que lo dejara de suplente y salir con Gilardino como titular. Me respondió que Inzaghi era un atacante rato y que, quizás, la noche de la final sería su noche. Quizás otro entrenador me hubiera hecho caso, pero él tenía un presentimiento y era algo que le sucedía a menudo”.

 

En el techo del mundo

La temporada 2007-2008 inició con el triunfo en la Supercopa de Europa contra el Sevilla. La victoria fue de tres por uno, con tantos de Inzaghi (55’), Jankulovski (62’) y Kaká (87’), para sumar el quinto trofeo de la competición. El título tuvo en parte un sabor amargo, porque el defensa del Sevilla, Antonio Puerta, había muerto tres días antes por un paro cardio respiratorio en el juego ante el Getafe.

La zafra también inició con otro fichaje de estelar. Alexandre Pato llegó con apenas 17 años, procedente del Internacional de Porto Alegre por 22 millones de euros, una cifra récord para entonces.

En diciembre, sumaron al palmares el Mundial de Clubes al derrotar por goleada al Boca Juniors cuatro por dos. Inzaghi lideró el triunfo con par de dianas (21’ y 71’), mientras que Nesta (61’) y Kaká (61’) se sumaron a la fiesta milanista.

“No diría que la victoria es irrepetible, pero nunca la podremos olvidar. Ahora queremos festejar al máximo este evento. Nos alegramos mucho por esto, porque todo el mundo sabe que hemos recorrido un camino muy difícil”, sostuvo Ancelotti luego del juego. Su Milan sumaba el título 18 a nivel internacional, siendo el club más titulado.

Sin embargo, el ciclo comenzaba a presentar desgaste. El Catania los superó en octavos de final de la Copa Italia, con global de 3-2. En la liga, finalizaron en el quinto lugar con 64 puntos, quedando fuera de la zona Champions.

En la Liga de Campeones, quedaron fuera en octavos de final contra el Arsenal. Empataron sin goles en casa y perdieron dos por cero como visitantes. Para entonces, el Real Madrid había asomado la posibilidad de fichar a Ancelotti, pero no se dio.

“En ese momento, me contactó el Real Madrid, pero no hubo acuerdo porque dije que si el Milan no me dejaba ir, no me iría”, dijo en su libro el estratega.

Fin del ciclo

La última campaña de Ancelotti fue la 2008-2009. También fue la de Maldini. Al mismo tiempo, regresaba al equipo Shevchenko y se sumaban los fichajes estelares de Ronaldinho, David Beckahm, Gianluca Zambrotta, Thiago Silva y Mathieu Flamini.

El Milan no disputó la Champions League, pero sí la Europa League, torneo en el que quedó eliminado en los dieciseisavos de final ante el Werder Bremen con dos empates. Uno a uno en Alemania y dos a dos en Italia, pasando los teutones por marcador global.

En la Serie A, finalizaron en el tercer lugar con 74 puntos y en la Copa Italia, quedaron fuera al perder con la Lazio dos por uno en octavos de final.

“Fue un gran tiempo al Milan. Ganamos dos Champions y una liga. Me sentía como en casa, pero luego de ocho años la relación se enfrió. Berlusconi quería cambiar y yo quería ir al exterior”, dijo Ancelotti en su libro.

Galliani explicó que la decisión dejarlo ir a Inglaterra con el Chelsea, fue consensuada y la discutió con Berlusconi. “Era lo mejor para las dos partes. Él lo deseaba y la separación fue sin traumas. Carlo fue muy correcto. Dejó que el equipo decidiera, porque tenía un contrato”.

Beckham también dio buenas referencias, a pesar de jugar bajo sus órdenes solo una temporada. En el libro de Carlo, explicó que no dudó cuando se presentó la posibilidad de ir al Milan. Recordó el último día de Ancelotti en el banquillo como una jornada llena de emociones.

“Vi con mis propios ojos cuánto le querían en el vestuario. Dio un discurso muy sentido en italiano y yo le entendí la mitad, pero me conmovió. Vi llorar a como Maldini, Gattuso, Inzaghi y Nesta. Sabían que el club cambiaría, porque el hombre que hizo grande al Milan estaba por irse”.

Maldini lo definió como una persona que se molesta muy poco y que puede hacerte reír antes de una final de Champions. “No es rencoroso y tiene un corazón de oro. No necesita ser un Special One para ganar. Cuando creía equivocarse, me lo preguntaba. Cuando llegó a Milanello, era muy rígido tácticamente. Pero luego se abrió y maduró”.

Nesta tampoco dudó en decir que Ancelotti fue el mejor entrenador que tuvo en su carrera, porque le cambió la mentalidad. Contó que le dijo que no había mejor lugar para crecer que el Milan y, aunque le costó adaptase, siempre tuvo su apoyo.

“La primera vez que lo vi, fue en un entrenamiento con Italia en Milanello. Estaba al límite del campo y me dijo que al año siguiente quería verme en el Milan. Le dije que no, porque el club no me gustaba. Era de la Lazio y prefería quedarme en Roma. Tres meses más tarde, firmé con el Milan. Carlo me enseñó que aquí cada juego era una final. En la Lazio, bastaba con ganar el derby a la Roma. Me dijo que que si quería ser el mejor, tenía que seguir a los mejores, como a Maldini o Costacurta”.

Ancelotti terminó dirigiendo al club en Serie A en 423 partidos oficiales, con 238 victorias, 101 empates y 84 derrotas. Su huella en el banquillo fue más allá de los títulos y resultados. Fue un caballero y el último dirigente que dirigió al Milan con el escudo tatuado en el corazón, para llevarlo a la gloria en un ciclo exitoso.

.

Roberto Baggio, el genio que Italia no supo comprender

Tony Cittadino (Mallorca).- Roberto Baggio es uno de los mejores futbolistas italianos de todos los tiempos. Su calidad con el balón se demostró una y otra vez, superando las tortuosas lesiones y jugando, prácticamente, con una rodilla. Aunque la relación con la mayoría de sus entrenadores no fue buena, el amor de los fanáticos los dividió entre el héroe de la cancha y el villano por errar el penal en el Mundial del 94. Un fallo que parece que nunca le perdonaron.

Baggio nació el 18 de febrero de 1967 en Caldogno, un pueblo de casi 11 mil personas cerca de Vicenza. En su autobiografía Una Porta Nel Cielo (2001), recordó que fue el sexto de ocho hermanos: Gianna, Walter, Carla, Giorgio, Anna Maria, Nadia y Eddy. Su madre es Matilde y su padre, Florindo, un ex jugador de fútbol y ciclista.

Su nombre fue en honor a dos jugadores estelares de la Juve e Italia: Roberto Boninsegna y Roberto Bettega. Comenzó a jugar a los 6 años y su firma con el Vicenza, su primer equipo, fue en parte gracias al párroco de la iglesia, que vio sus dotes de jugador y habló con la directiva del equipo. En 1979, anotó 42 goles y realizó 20 asistencias con el equipo juvenil de Caldogno. En total, en las juveniles llegó a marcar 110 goles en 120 partidos.

El Vicenza lo firmó cuando tenía 13 años, por 150 mil liras y debutó tres años más tarde, en la temporada 1982-1983. Sus ídolos eran los brasileños Cinesinho y Zico. La primera de sus tantas lesiones fue en 1982, en el menisco de la rodilla izquierda.

Ya en el Vicenza, había despertado el interés de la Fiorentina, la Sampdoria, el Torino y la Juventus. Su primer tanto fue el 3 de junio de 1984, ante el Brescia. Ya tenía 16 años. Irónicamente, lo haría con un penal. Como fue marcado por el destino. Un remate sutil, a ras del suelo, al lado izquierdo de la portería, engañando al arquero.

El 5 de mayo de 1985 se lesionó, dos días después de firmar con la Fiorentina por dos millardos 700 mil liras. Con el Vicenza jugó tres temporadas y en la última, la 1984-1985, anotó 12 goles en 29 partidos de la liga.“Me lesioné en el juego ante el Rimini, equipo del que era director técnico Arrigo Sacchi. Ganábamos un gol por cero, con un gol mío. Iba corriendo, me resbalé y la pierna se dobló hacia atrás. Sentí un dolor muy fuerte. Algunos pensaban que estaba fingiendo. Me rompí el ligamento cruzado anterior, la cápsula y el menisco de la pierna derecha. Ahí comenzó el calvario”, explicó al programa Sfide de la RAI.

Baggio se operó en Saint-Étienne con el doctor Bousquet. Fue el 5 junio, un mes después de la lesión. Le reconstruyeron la rodilla. La cirugía le dejó 220 puntos de sutura internos. Baggio más nunca fue igual en el campo, aunque sí supo reinventarse. En su libro explicó que se acercó al budismo por primera vez en 1987, gracias a su amigo Maurizio Boldrini. Fue dos años después de haberse lesionado.

“Cuando me lesioné, todos dijeron que debía retirarme. En ese tiempo, no lograba tener continuidad y no creía en mí mismo. Salía muy poco, porque siempre tenía que tener hielo en la rodilla y porque tenía miedo”, explicó Baggio, quien fue católico, pero no por fe, sino por costumbre.

El 12 de enero de 1988 inició su camino en el budismo y allí pudo refugiarse y salir adelante, porque se quería morir. No tenía esperanzas. Dos semanas después de la operación, pesaba 56 kilos. Había perdido 12, porque no dormía, ni comía.

“La operación fue un éxito científicamente en esos años, pero para mí fue terrible. La rodilla la tenía inflamada como un melón y la tenía sostenida por barras metálicas a los lados. Tenía un dolor terrible y estaba destruido. El dolor me traspasaba el cráneo. Era alérgico a los antiinflamatorios y los que me aplicaban, ni los sentía. Me sentía tan mal, que una vez le dije a mi madre que si me quería, que me matara, porque no aguantaba más. Era un tormento las 24 horas del día”, relató en su libro.

Su llegada a la Fiorentina

Baggio volvió al terreno de juego, luego de su traumática recuperación. Fue su primera campaña en Serie A con la Fiorentina en la zafra 1986-1987. Entre liga y Copa Italia, disputó 10 partidos y anotó tres goles.

En su libro, Baggio define a la entidad viola como su gran amor, porque creyeron en él y le ayudaron a recuperarse. “Nadie me entenderá, sino vivió lo que viví y si no conoce Florencia. Cuando llegué, era un campeón virtual. Tenía 18 años y un currículum de fenómeno, pero con una rodilla reconstruida. Estaba mal y la ciudad me amó rápido, confiando en mí, adoptándome como a su familia”.

El técnico que lo recibió fue Aldo Agroppi y nunca dudó de su talento. “Tenía prisa en recuperarlo, porque tenía enfrente a un gran jugador. Era inútil negarlo. Quería dirigir a un gran jugador y regresarle su valor. No pensaba en otra cosa”, dijo el estratega a Sfide.

El 3 de septiembre de 1986 debutó con el equipo ante el Empoli, en duelo de Copa Italia con par de tantos. Sin embargo, a las tres semanas volvió a romperse el menisco y tuvo que pasar de nuevo por el quirófano.

El 17 de septiembre de 1989 dio su primera gran muestra de su talento y su recuperación, al anotar un golazo ante el Napoli de Maradona en el estadio San Paolo. Tomó el balón desde antes del mediocampo y en una corrida triunfal, se fue quitando a los rivales con regates. Al llegar al área, superó al portero Giuliano Giuliani en el mano a mano y definió a puerta vacía.

Su crecimiento con el equipo viola siempre fue a más. Entre la campaña 1987-1988 y la 1989-1990, anotó 52 goles en 121 juegos entre liga y copa nacional. Los fanáticos soñaban con la nueva estrella del equipo, pero todo cambió justo antes del Mundial Italia 90.

Su partida a la Juventus, uno de los grandes rivales en el fútbol italiano, desató protestas en la ciudad, con un saldo fue de 50 heridos y 54 detenidos. El presidente del club, Ranieri Pontiello, explicó que la transacción fue para salvar a la entidad económicamente. “Su traspaso era una acción para evitarlo. Teníamos que igualar los balances económicos de la Fiorentina”.

Baggio dijo que quería quedarse en el club, pero se fue porque lo habían vendido. No era su deseo.

La magia en Italia 90

Baggio había debutado con la selección absoluta el 16 de noviembre de 1988 y su primer gol fue con un tiro libre, el 22 de abril de 1989 ante Uruguay. Había mucha expectativa de lo que podría hacer. Su convocatoria al Mundial, era el premio a la constancia.

Pero los días previos a Italia 90 no fueron fáciles, porque los fanáticos de la Fiorentina iban a Coverciano a increpar al jugador durante los entrenamientos. Por ese motivo, el director técnico de la selección italiana, Azeglio Vicini, debió cerrar las prácticas al público.

Debutó ante Checoslovaquia, en el tercer juego de la fase de grupos. Fue el 19 de junio de 1990 y en el minuto 77 anotó un gran gol con una jugada personal desde la mitad del campo. Un tanto parecido al que marcó con la Fiorentina en la Serie A. En esa Copa del Mundo, anotó dos tantos en cinco partidos. “Fue una emoción increíble e inexplicable, porque era mi primer juego y aseguramos la victoria”, dijo a Sfide.

Italia quedó eliminada en semifinales ante Argentina. Empataron a un gol en 120 minutos y cayeron en penales cuatro por tres. En el duelo por el tercer lugar, anotó uno de los dos tantos en el triunfo frente a Inglaterra. El segundo gol fue un penal de Salvatore Schillaci, al que Baggio le cedió para tirarlo y quedarse como líder goleador de la Copa.

La gloria con la Juventus

Baggio pasó a la Juventus y se consagró como un campeón, a pesar de admitir que no se acostumbró a la ciudad de Torino. “Il Codino”, apodado así por el presidente del club, Giovanni Agnelli, tuvo un rendimiento nunca antes visto. Marcó 102 goles en 171 juegos, entre la temporada 1990-1991 a la 1993-1994, la campaña previa al Mundial, perforó 22 veces las redes en 41 choques en todas las competiciones.

El momento más duro de su primera zafra con la Vecchia Signora, fue el regreso al Artemio Franchi de Florencia, donde se negó a tirar un penal por respeto a su antiguo club. Fue el 7 de abril de 1991 y el conjunto local ganó uno por cero. A pesar de ello, los fanáticos lo pitaron hasta el cansancio.

“No lanzar el penal era una decisión que habíamos tomado el día anterior, con el director técnico Luigi Maifredi. Si fallaba, entonces dirían que lo habría hecho a propósito”, expresó Baggio en Sfide. El propio estratega, confirmó la versión del jugador. “Camino a Florencia hablé con él y dijo que si eventualmente se pitaba un penal, no quería lanzarlo. Ganas tendría, pero no quería para evitar polémicas”.

En la contienda 1991-1992 llegó Giovanni Trapattoni como director técnico y se dio la tan esperada explosión de Baggio. Fue clave para ganar la Copa UEFA 1992-1993, al anotar par de goles en la victoria de tres por uno en la final ante el Borussia Dortmund. Alzó la copa como capitán y logró su primer trofeo internacional. “Fue algo bellísimo, porque fue la coronación de un año difícil”.

Al final del año 1993, ganó el Balón de Oro, siendo el cuarto italiano luego de Omar Sivori (1961), Gianni Rivera (1969) y Paolo Rossi (1982). También se quedó con el galardón FIFA World Player.

En su última campaña, la 1994-1995, anotó 14 dianas en 29 duelos en todas las competiciones y alcanzó el doblete con el título de liga y la Copa Italia, ahora con Marcello Lippi como estratega. En cinco temporadas con los bianconeros, jugó 200 partidos y marcó 115 goles.

La decisión de marcharse la tomó luego de que Bettega le comentó que si quería quedarse, debía rebajarse el sueldo a la mitad. “En el invierno había explotado Alessandro Del Piero y la directiva no tenía ganas de apostar por un jugador como yo, con 28 años y un sueldo alto. Estaba contento por Del Piero, porque lo vi crecer en los entrenamientos. Confiaba en mí, me pedía consejos y lo ayudaba”, recordó “Il Codino en su autobiografía”.

El tormento de Pasadena

Su segundo Mundial fue el de Estados Unidos 1994. En su libro describió el episodio de la final ante Brasil como una carga que siempre lo acompañó. Fue el domingo 17 de julio. Cómo olvidarlo. Antes de que arrancara la Copa del Mundo, su líder espiritual budista Daisaku Ikeda, le dijo, lo que a su juicio, era una profecía: “Ese Mundial lo ganarás o lo perderás en el último segundo”.

Baggio dijo que esas palabras las analizó día y noche y que la molestia en la pierna derecha que venía arrastrando del juego ante Bulgaria, no era impedimento para poder jugar el partido decisivo, a pesar de las críticas de algunos medios de comunicación y fanáticos.

El 10 de Italia ejecutó el último penal de la tanda, pero la pelota se marchó por encima del travesaño y Brasil se llevó la copa. “No basta cerrar los ojos para no verlo. Es como si lo reviviera todas las veces. El vuelo de la pelota, el silencio de mis fanáticos, los gritos de los otros, el abrazo de Gigi Riva. Pero ningún abrazo podría curar mi soledad. Una vez más, estaba solo”.

El estelar delantero aseguró que su vida nunca fue igual, después de ese momento. Se sintió señalado y fue hasta injusto, porque Italia llegó a la final por sus dos goles ante Nigeria, su diana ante España y su doblete frente a Bulgaria.  Además, antes que él habían fallado Franco Baresi y Daniele Massaro, algo que quizás pocos recuerdan. Si Baggio hubiera marcado, igual Brasil tenía una oportunidad más.

“Los años siguientes fueron los peores. No era yo. La carga hizo que olvidara los regates de mi infancia. Nunca había llegado hasta el fondo, porque perder en el campo está bien, pero no perder por un penal. Uno no debería ni siquiera festejar después de la victoria, porque no es una victoria. Nunca. El balón se fue muy alto. Es para reír, porque casi nunca fallé penales y los que fallé, me los pararon”, agregó en el libro.

Su amargo y triste relato no queda allí. “Uno ve al centro de la portería, a media altura, sabiendo que el portero se lanzará al otro lado. Pero la pelota agarra otro destino, como llevada al cielo por una mano invisible, tres metros por encima del travesaño. Los brasileños dicen que fue el gran Ayrton Senna. Pero lo único que queda es el dolor, con el que tienes que aprender a vivir”.

Afrontar la realidad no fue fácil. “Ese penal lo lancé luego, tantas veces. En los sueños, en el pasillo de la casa, hasta en la televisión y siempre marqué. Pero en los sueños, todo es diferente. La noche es una tortura, pero en la mañana estoy tranquilo. Voy al punto penal y antes de chutar, sé que marcaré. Cuando termina el sueño, despierto sonriente, como si hubiera anotado de verdad. Como si la carga se hubiera acabado. Pero es una ilusión. El peso se mantiene”.

Su paso por el Milan

En la temporada 1995-1996 pasó al Milan del poderoso político Silvio Berlusconi, club con el que anotó siete goles en 28 juegos y ganó el segundo título de liga de su carrera, ahora con Fabio Capello como dirigente. A pesar de su rendimiento, no fue convocado por Sacchi para la Eurocopa 96. De hecho, su presencia en la selección se fue reduciendo luego del Mundial.

“Cuando la Juve cambió de directiva, entendí que no estaba en sus planes. Elegí al Milan, porque fueron los que más me quisieron o los que me lo hicieron entender mejor. Me querían desde que estaba en la Fiorentina. Ahora estaba con Capello, ganando otro scudetto y con jugadores como Weah, Savicevic y Maldini”, dijo Baggio en su autobiografía.

En la zafra siguiente, anotó cinco dianas en 23 choques de la Serie A, pero se planteó nuevos horizontes. “Cuando Capello regresó a final de temporada, me dijo que no tenía más espacio para mí. Entonces fue momento de buscar otro equipo, porque faltaba un año para el Mundial. En esos años, gané todo lo que se podía ganar. Lo hice a mi modo. Trabajando duro”.

Baggio consideró que su firma con el equipo lombardo fue sencilla. “La Juve quería llevarme al Inter y yo dije, ‘no señor’. El Milan me había comprado moralmente en 1990, pero no se dio. Con Capello estuve bien al inicio, pero luego no. Cuando el juego se ponía bueno, me sacaba. Decía que era para cuidarme”, agregó.

La relación con el técnico se fue deteriorando sin freno. “Cuando se fue del Milan, parecía que quería arreglar cuentas con el equipo. Ya nadie lo soportaba en el vestuario. Una vez luego de ganar el scudetto, veníamos de regreso en un viaje de pretemporada y comenzó a decir cosas con doble sentido sobre mi talento. Decía que yo no aceptaba las sustituciones y que era mimado por la prensa”.

El 10 sintió que comenzaba a molestar y no quería ser un estorbo. “Entendí que era la hora de quitarles un problema. Me tenía que ir y me fui, aunque no me dolió como en el pasado. Había madurado. Solo quería conseguir un equipo en el que tuviera espacio”, explicó y recordó que con Berlusconi tuvo una mejor relación “porque además era diferente de Agnelli. Menos formal y más directo”.

Goleador en el Bologna

Su quinto uniforme lo vistió en la temporada 1997-1998, junto antes del Mundial. Luego de estar en los planes del Parma, se cayó la negociación. El Bologna lo había firmado y tuvo un rendimiento excelente, con 22 goles en 30 juegos. Fue la temporada en la que más goles firmó en su carrera, desde que anotó 21 para ganar el Balón de Oro. Sin embargo, no fue suficiente y el equipo terminó en el octavo lugar con 48 puntos.

Aquí también tuvo roces con el director técnico Renzo Ulivieri, quien lo dejó fuera de las convocatorias ante sus ex equipos Milan y Juventus. “El entrenador hace sus escogencias técnicas y pagué por eso, pero siempre pensé primero en el equipo”, explicó en Sfide.

“Ulivieri no me quería y lo dejó bien claro. Una vez no jugué por sanción y al regresar, la banda de capitán la tenía Marocchi. Me dijo que la semana que viene me la regresaba, pero nunca lo hizo. Más nunca fui capitán”, rememoró en su autobiografía.

Baggio anotó ocho goles en los últimos cinco partidos de la temporada, quedando en pleno estado de forma para el Mundial Francia 1998. Al final, se ganó la convocatoria del ahora director técnico Cesare Maldini. “Cuando me llamó para darme la noticia, pensé que era un chiste. Era una convocatoria de emergencia”.

La aventura de Francia 98

Su tercer Mundial fue el de Francia 1998, al que llegó peleando la titularidad con Del Piero, el ahora estelar jugador de la Juventus por el que la Vecchia Signora decidió apostar tres años antes en detrimento de Baggio.

“Me sentía parte del grupo, era feliz y confiaba en mí. Pero se hablaba de espacio limitado y de una rivalidad con Del Piero, que nunca existió”, dijo en su libro. El delantero disputó cuatro juegos y anotó dos goles, pero rara vez fue titular. Fue el primer jugador italiano en marcar en tres Copas del Mundo diferentes.

En el debut ante Chile el 11 de julio, dio una asistencia magistral a Christian Vieri y anotó el gol del empate a dos desde el punto penal. Otra vez, con el reto de los 12 pasos. “Pensé que si lo fallaba, me tendría que ir del país. En esos segundos, me pasó de todo por la cabeza”.

Baggio marcó con un remate bajo, a la derecha del portero. El otro tanto fue ante Austria. Italia quedó eliminada por tercer Mundial consecutivo en penales, ahora ante Francia. En la prórroga, falló el Gol de Oro con un remate cruzado espectacular, que salió fuera por poco.

“Cuando vi que falló Di Biagio desde el punto penal, me dieron ganas de llorar otra vez. Entendí que otra se había acabado y, de nuevo, de mala manera. Tenía un sabor de derrota muy amargo”.

El Dream Team del Inter

Luego del Mundial, volvió a cambiar de equipo. Ahora regresaba a Milán, para jugar con el Inter. Baggio se dio el lujo de estar en los tres grandes de Italia. Con el equipo nerazzurro, conformó una delantera de ensueño con Ronaldo e Iván Zamorano y luego con Álvaro Recoba. Estuvo dos temporadas y en todas las competiciones sumó 17 goles en 59 juegos.

“Fui al Inter, porque quería jugar la Champions y tenía 31 años”, recordó. En la primera contienda, estuvo a cargo de Luigi Simoni. El 26 de noviembre de 1998 se lució ante el Real Madrid en el Giuseppe Meazza, al anotar un doblete en la victoria de tres por uno y encaminar la clasificación a la segunda ronda.

En la segunda zafra tuvo problemas con el director técnico Lippi, quien estuvo al frente en la 1999-2000 y ya lo había dirigido en la Juve. En la primera vuelta, sólo jugó cuatro partidos y como suplente. “Jugaba el tiempo que me dejaban, pero tampoco es que tenía una varita mágica para entrar y cambiar los partidos. Nunca fui un jugador rompe grupos, ni que generara polémicas en el vestuario”, declaró en Sfide.

“Lippi me hizo al guerra, sin parar un minuto. Sin motivarme, sin lógica. No bastaban mis lesiones en la rodilla. Tenía que comer lo que él quería y si hacía un regate de más, se molestaba. Si un compañero me aplaudía, era peor. Algo nunca visto. Me vi reducido a los suplentes de los suplentes. Cada provocación suya, me fortalecía más. Me quiso destruir y no pudo”, describió en su autobiografía.

El 23 de mayo del 2000, el Inter debió jugar ante el Parma un partido de desempate, para dirimir el boleto a la Liga de Campeones. Ambas oncenas estaban igualadas en el cuarto lugar. Marcó un golazo de tiro libre en toda la escuadra superior izquierda y luego otro tanto más, ante el nobel portero Gianluigi Buffon.

Al final del encuentro, dijo a los micrófonos de la RAI. “Soy un profesional serio y lo demostré también este año, a pesar de todos los problemas que he tenido y sobre todo los que tuve con el entrenador”.

Era el enésimo capítulo de una polémica con un director técnico. Sin embargo, no se consideraba caprichoso o divo. “Nunca me comporté así. No, al menos, de forma consciente. Mi maldición es que tengo un sentimiento fuerte de justicia. Soy rebelde y eso no gusta. No me gustan las discriminaciones. Pero a la vez, soy una persona educada y controlada”, recordó en su libro.

El héroe del Brescia

Baggio no fue convocado por Dino Zoff para jugar la Eurocopa 2000, en la que Italia perdió la final ante Francia. Fue otra puñalada al corazón. Estuvo un tiempo sin contrato, a pesar de tener ofertas de Alemania, Inglaterra, España y Japón. Su prioridad era quedarse en Italia, cerca de la familia.

En el país de la bota, hubo intenciones por parte del Napoli, Udinese y Reggina. Para firmar con un club, quería contar con tres requisitos básicos. “Que el equipo jugara en la Serie A,  que estuviera cerca de mi casa y que me garantizaran la titularidad”.

Con esas condiciones, llegó  a un acuerdo con el Brescia, club con el que se retiró tras cuatro años. Jugó desde la temporada 2000-2001, hasta la 2003-2004. En total, estuvo en 101 partidos y anotó 46 goles en todas las competiciones.

El director técnico Carlo Mazzone lo recibió como a un hijo o mejor dicho, “como un hermano gemelo”, como lo describió, y el presidente del club Luigi Corioni hizo el esfuerzo para contratarlo. “Contratar a Baggio es un privilegio de pocos. Se dio la posibilidad de traerlo, a pesar de que su manager pretendía demasiado”, expresó el directivo a Sfide.

El contrato se firmó con una clausula curiosa. La estadía de Baggio en el Brescia, dependía al mismo tiempo de la de Mazzone. Si el técnico se iba, él también lo haría. “Es un jugador educado, profesional, puntual, generoso y es un ejemplo para todos. Si además me hace ganar, no puedo hablar mal de él”, expresó el técnico.

Durante su estancia en el Brescia, Baggio compartió con jugadores como Pep Guardiola y los jóvenes italianos Andrea Pirlo y Luca Toni, a la postre campeones del mundo en Alemania 2006.

Baggio dijo que Mazzone fue el mejor técnico que tuvo en su carrera. “Fue el que me hubiera gustado encontrar desde el comienzo. Sincero, no era hipócrita y no le gustaba el autoritarismo. Si el fútbol fuera dirigido por personas como él, fuera el mismo que soñé desde niño. Las estrellas no tuvieran miedo de manifestarse, los jóvenes no tuvieran prisa en madurar y los profesionales serían más honestos”, reflexionó en su libro.

Para entonces, buscaba su cuarto Mundial y tenía un entrenador en quién confiar. Tenía  la fe y la convicción de que quedarse en Italia era la decisión correcta. No se fue a Japón, porque quería seguir luchando por estar en la selección.

“En ese momento llamé a Trapattoni y le consulté si era bueno ir a Japón, porque tenía una oferta espectacular. Si no me hubiera dado esperanzas de ir al Mundial, aceptaba la oferta. Pero me dijo que me estaría siguiendo y que todo dependía de mi. Fue muy claro. Sabía que iba a ser difícil, pero había una posibilidad”, dijo en su autobiografía.

Pero su físico volvía a poner en duda su talento. El 23 de diciembre del 2000 se lesionó  en un juego ante el Lecce, tras cobrar un tiro libre y sufrir una lesión muscular.

El 24 de febrero del 2001 regresó al campo ante la Fiorentina en Florencia y marcó dos tantos que le dieron el empate a dos al Brescia. Uno fue un tiro libre que pegó en el travesaño y entró, dejando parado a Francesco Toldo.

El 1 de abril de 2001, anotó el golazo del empate a uno ante la Juventus en el Delle Alpi. Un pase en profundidad magistral del novato Pirlo, fue bajado de primera por Baggio con su pierna derecha, regateó al portero Edwin van der Sar y definió a puerta vacía.

“Fue un gol muy bello y un punto vital para nosotros. En especial, por cómo bajé el balón. Lo hice de primera y pude driblar al portero. Cuando comenzó la jugada, ya lo había pensado. Son decisiones que tienes que tomar rápido y todo salió. Casi nunca sale, pero cuando sucede, la satisfacción es triple. Si no lo intentas, sólo harás goles normales”, señaló en su libro.

Veinte días más tarde, también perforó las redes ante el Napoli, con un tiro libre, llevando adelante una remontada espectacular en la tabla. Salieron del descenso y terminaron en el séptimo puesto.

En la campaña 2001-2002 arrancó con ritmo demoledor, con ocho goles en ocho jornadas. El 30 de septiembre del 2001, anotó par de tantos en el segundo tiempo para darle el empate al Brescia en el derby frente a la Atalanta.

En la décima jornada, anotó ante el Piacenza, pero salió lesionado. Se recuperó y volvió a jugar el 28 de octubre, contra el Venezia. Baggio recibió una falta por detrás y se temió lo peor por su rodilla izquierda. Reingresó al campo y anotó un gol de penal en la segunda etapa. Minutos más tarde, se cayó sólo en el campo. La rodilla izquierda había sufrido una distorsión de primer grado, pero sin afectar a los ligamentos.

Al legar a casa, estuvo rezando seis horas. Estuvo tres meses fuera, a pesar de que al principio se hablaba de un par de semanas. Su recuperación fue en tiempo récord.  El 30 de enero ante el Parma en partido de semifinal de Copa Italia, se volvió a caer solo con fuertes dolores en la rodilla izquierda. “Durante media hora no la pude mover, porque era un dolor muy fuerte”, explicó. Esta vez sí se había roto los ligamentos cruzados. Se esperaba que debía estar fuera ocho meses, pero se recuperó en 76 días.

El 12 de febrero comenzó la rehabilitación, que realizó con el balón de la Copa del Mundo. Su deseo de jugar el Mundial 2002, con 35 años, lo mantenía motivado. El 21 de abril volvió una vez más a jugar, ahora ante la Fiorentina. Entró al minuto 71 y anotó par de tantos, para mantener la pelea por evitar el descenso.

Llegó el último juego de la temporada contra otro ex equipo, el Bologna. Fue el 5 de mayo de 2002. Baggio cobró un penal que le detuvo su compañero de selección en el Mundial del 94, Gianluca Pagliuca, pero le quedó el rebote y marcó el dos por cero. El Brescia ganó tres por cero y mantuvo la categoría, por segundo año seguido.

A pesar de la gran recuperación que tuvo, no pudo ir al Mundial. Trapattoni no lo convocó. No había espacio, porque el ataque estaba integrado por Vieri, Totti y Del Piero. “El técnico me llamó y me dijo que no me podía convocar, porque no me veía al 100%. Le dije que estaba bien, que todas las pruebas eran positivas y que todavía quedaba un mes para el Mundial. No pude convencerlo. Me dijo que ya tenía la convocatoria lista”, declaró a Sfide.

Baggio no vio los partidos de la selección, porque pasó sus vacaciones en Argentina. Casualmente, regresó a Italia el mismo día que el grupo regresó eliminado de Corea y Japón. En la 2002-2003 logró los 200 goles en Serie A y el 300 de su carrera, también de penal. Esa campaña terminó anotando 12 dianas y en la siguiente, también coleccionó una docena.

A pesar su estado de forma, Baggio también se quedó fuera de la Eurocopa 2004. Su retiro con la selección fue un partido amistoso ante España, jugado el 26 de abril de 2004 en el estadio Luigi Ferraris de Génova. Terminó uno a uno y jugó 87 minutos.

Su último partido en la Serie A fue el 16 de mayo ante el Milan en San Siro, que lo despidió con una ovación merecida y con Maldini como capitán. Así puso fin a una mágica trayectoria, que finalizó con 205 goles en Serie A y su dorsal 10 fue retirado en el Brescia. Un justo reconocimiento para un fuera de clase incomprendido en Italia.

.