La reconstrucción de Italia no arranca

Tony Cittadino (Caracas).- Los dolores de cabeza con Italia se han vuelto costumbre. El debut de la Nazionale en la UEFA Nations League dejó más dudas que certezas. Lo mostrado ante Polonia y, en especial, contra Portugal, nos dejó muy preocupados de cara al futuro que le espera a la selección dirigida por Roberto Mancini.

La Azzurra parece no tocar fondo. Es una pesadilla. Todavía no ha pasado el terremoto de no haber clasificado al Mundial Rusia 2018 y sigue la incertidumbre. Un juego sin ideas, falto de actitud y con muchísimos errores, no presagia nada bueno. Italia sumó un punto posible de seis y está obligada a ganar los próximos encuentros del nuevo torneo de la UEFA, para no descender a la Liga B.

El panorama no es alentador, por más que queramos ser optimistas. Ante los polacos se sacó un empate in extremis, por un penal a menos de un cuarto de hora para el final. Sí, se mejoró mucho en la etapa complementaria, pero no fue suficiente. Mario Balotelli caminó en la cancha. Ni se vio. Pareciera tener los días contados en su regreso a la selección, pero seguramente Mancini le seguirá dando oportunidades. Bueno, traerlo de vuelta con este director técnico era la única forma de regresar a la selección y, en realidad, no estamos en contra.

Sin embargo, lo que más alarma fue la imagen mostrada este lunes contra Portugal en Lisboa. Derrota de un gol por cero, que pudo haber sido una goleada si no fuera por la mala puntería de los lusitanos y las milagrosas intervenciones del portero Gianluigi Donnarumma, quien es de los pocos en aprobar el examen de estos dos importantes compromisos. Ah, contando además con la “fortuna” de que Cristiano Ronaldo no fue parte del grupo por mantenerse entrenando con la Juventus.

Mancini revolucionó el 11 inicial, con nueve cambios con respecto al juego del viernes. Sólo repitió a Donnarumma y a Jorginho, quien deberá mostrar algo más si quiere seguir vistiendo la camiseta Azzurra. El mediocampista, que anotó el gol de penal frente a los polacos, estuvo tímido y, en ocasiones, fuera de ritmo ante los portugueses. Nada que ver con el Jorginho que tanto amaron en Napoli. Ni la sombra. De hecho, a nuestro parecer no ha rendido desde que debutó en el juego de playoff contra Suecia.

En la previa del duelo, el estratega anunció que haría cambios porque 72 horas no eran suficientes para recuperar a los jugadores. Nos preguntamos, entonces, cómo hacen las otras selecciones y cómo se ha hecho toda la vida cuando toca disputar partidos en fecha FIFA en menos de una semana. Apoyamos el hecho de ir probando piezas nuevas, para que arranque la nueva Italia, pero sentar a Bonucci y Chiellini en un duelo tan importante prende las alarmas. Pareciera un golpe en la mesa de carácter.

Hay quienes dicen que estos juegos son para eso, para probar. Pero esto es una copa, un torneo nuevo. No son amistosos. Pensamos que pudo haber probado con un equipo mixto. Salir con los titulares lógicos y darle entrada a los recambios en la segunda parte. Pero no. Italia inició el juego con Romagnoli y Caldara en defensa y el desempeño en la última línea fue un desastre.

Además no hubo conexión del mediocampo en adelante. Nadie que tomara la iniciativa para arriesgar. Jorginho no tuvo apoyo y cómo costaba llegar al área tocando. Adelante estaban Immobile y Zaza. Poco o nada. Aunque el delantero del Torino se vio mejor que el de la Lazio. Punto para Mancini, fue darle cabida a Federico Chiesa, quien se vio bien en el ataque en ambos juegos. Debe tener continuidad tanto en la selección, como en la Fiorentina.

Sin embargo, nos seguimos preguntando por qué el técnico no salió con Bernardeschi, Insigne y Belotti de titulares. El Juventino fue de los mejores contra Polonia. El del Napoli tuvo un bajón en el juego pasado, pero es lo mejor que tiene Italia en creación. El delantero del Torino pide a gritos la titularidad de la selección, tanto por edad, como por juego y forma física.

Ahora, Italia está obligada a ganar en su visita a Polonia (14 de octubre) y en casa contra Portugal (17 de noviembre), además de comenzar a ligar resultados favorables entre sus rivales. Descender de categoría en la Nations League sería un duro golpe, pero más lo sería quedarse fuera de la Eurocopa 2020. El sorteo es en diciembre y el tiempo está en contra.

Esperamos que puedan planificar mejor las cosas y salir a jugar con el mejor talento posible. Tampoco es que Italia tiene una selección tan mala, como para estar en esta tortura. Basta recordar que con jugadores muy similares, Conte arrancó aplausos en la Eurocopa 2016, ganando a Bélgica, España y perdiendo en penales en cuartos de final contra Alemania. Ya fue suficiente con la humillación de no ver a Italia en un Mundial.

Foto: EFE.

Opinión: La Copa más deseada  

Tony Cittadino (Caracas).- Domingo 9 de julio de 2006. El día más feliz e inolvidable que hemos vivido en el deporte como fanático. Un sueño que se hizo realidad. Italia, Campeón del Mundo. Un privilegio que tienen pocos y que no se compara con nada.

La noche anterior fue larga. Muy larga. Imposible dormir. Expectativa, ansiedad y nervios. Mil cosas te pasan por la cabeza. Te imaginas todo. El himno, la alineación, los goles y la celebración. El sublime momento de la premiación.

Al propio Gennaro Gattuso le costó dormir. En la entrevista post partido reveló que los nervios lo tuvieron toda la noche en el baño. No era para menos. Del otro lado de la acera estaba Francia. Un equipazo, con Zinedine Zidane a la cabeza. En su último Mundial. Con el fantasma de la final de la Euro 2000, que David Trezeguet resolvió con un golazo volea. Con el recuerdo de la eliminación en cuartos de final en el Mundial Francia 1998.

Finalmente amanece y lees la prensa, ves las previas por televisión y se te sale el corazón. No hayas cómo hacer para que el tiempo pase rápido y escuchar el pitazo inicial. Mientras tanto, Notti Magiche sigue siendo nuestro himno nacional. Lo escuchas una y otra vez. No te cansas. Haces las mil y un promesas si ganas. Mensajes de texto van y vienen. No existía el Whatsapp y menos el Twitter. Haces todos los análisis posibles y te apegas a la cábala. La camisa que te pones, cómo te sientas, en qué canal ver el juego. «No puedes transmitirle mala suerte a tu selección»

Llega el mediodía y no tienes hambre, pero no puedes despreciar un plato de pasta de la nonna. El día pintaba perfecto. Pasta y fútbol. Ya con la cara pintada y la camisa puesta, vamos a casa de mi primo Salvador. La «cábala» decía que tenía que irnos bien, porque así había sido en la semifinal ante Alemania. Saludamos a nuestros primos Junior y Juan Diego y mandamos mil mensajes más a Diego Dovo.

Arranca la angustia

Comienza la presentación oficial del juego en el Estadio Olímpico de Berlín. En tanto, Shakira canta en la ceremonia de clausura, que es interminable. Los nervios aumentan. Los jugadores salen al campo. Suena el Himno Nacional Fratelli D’ Italia y se te eriza la piel. Se salen algunas las lágrimas y aplaudes como loco. Luego suena La Marsellesa y da terror ver la formación de Francia, con Zidane al frente. Entre las dos selecciones, medio equipo de la Juventus está en el campo. Seis titulares: cuatro por Italia y dos por Francia.

El árbitro argentino Horacio Elizondo da el pitazo inicial y arranca el juego. Baja la presión y comienzas a sentirte director técnico. Das instrucciones. Pasa el balón. Corta aquí. Párate allá ¡Cuidado con Thierry Henry! Falta de Fabio Cannavaro y se queda tendido en el piso apenas a los 5 minutos. Se recupera y en la fracción 7, Florent Malouda  cae en el área ¡Penal! ¡Nooo! ¿Cómo si no van ni 10 minutos? Zidane lo cobra con estilo. Pega en el travesaño, rebota dentro del arco y sale. Un escalofrío recorre la espalda. Gritas que no entró, pero es inútil. Gol de Francia. Abajo 0-1.

La reacción de Italia no tardó en llegar. Fue a balón parado. Mauro Camoranesi va al banderín para cobrar un corner, pero Andrea Pirlo le pide el balón. Menos mal. Centro al área y Materazzi le gana el salto a Patrick Vieira ¡Goooool! Se empata el juego y drenas. 1-1, apenas al minuto 19.

Piensas que ahora con el empate, tendrán que matarlos para ganarles la final. Ya en la segunda parte, cada vez que Henry toca el balón genera peligro. El delantero entra al área y se come el gol. Qué fortuna. Pasa el terremoto en el área y Buffon saca desde la línea de fondo.

En la fracción 62, Luca Toni se adelanta a la marca en un tiro libre y anota de cabeza. La celebración es en vano. El linier levantó el banderín. Offside. No lo puedes creer. Pasan los minutos y el tiempo extra es inminente. Arranca la prórroga y le sigues pidiendo a Marcello Lippi que meta a Alessandro Del Piero. El juego lo pide a gritos y uno también. No puede ser que tu ídolo no juegue la final. Ya con Pinturicchio en el campo, respiras y estás más confiado. Sabes que hay más probabilidades de marcar.

Zidane, el protagonista

Siguen pasando los minutos. Vamos por el 103. Zidane está en el último cuarto de cancha y le pasa el balón a Willy Sagnol, quien está al costado derecho. Te das cuenta que Zizou comienza a correr al área y pides que lo paren. Obviamente no te escuchan y ves al francés rematar de cabeza y… ¡oh sorpresa! Gigi realiza la mejor parada que hayas visto en tu vida. Con un manotazo hacia arriba, manda el balón al saque de esquina. Le quemó la mano y le dobló los dedos. Zidane no lo puede creer, Buffon tampoco y yo menos. Lo peor pasó.

No pasó mucho tiempo, hasta que otra vez Zidane es protagonista. Minuto 108, el juego se detiene y no sabes por qué. Ves a Materazzi en el piso y a Buffon encarando a Zidane. Nadie sabe qué pasa, hasta que ves la repetición. Zidane le dio un cabezazo a Materazzi en el pecho: «Bueno, pero éste se volvió loco. Tienen que botarlo», exclamas. Al final, Elizondo saca la roja a Zidane y respiras, pero sabes que no merecía un final así. Sin embargo, también sabías que era un cobrador de penal y un gol fijo.

No hay nada qué hacer. No alcanzaron los 120 minutos. Vamos a los penales ¡No puede ser! No otra vez. No queríamos que el juego terminara en penales. Teníamos el trágico recuerdo de la final perdida en Estados Unidos 1994 ante Brasil, que finalizó con el fallo de Roberto Baggio, nuestro primer gran ídolo. No podíamos tener la mala suerte de volver a caer desde los 12 pasos, pero ahora con Buffon y Del Piero. Eso no.

No lo podíamos soportar. Otra vez el chalequeo y el subcampeonato, que se traduce en el mejor de los perdedores. No querías eso. No sabías con qué te iban a actualizar la canción «Romario, Bebeto, Italia está muerto», que tanto te cantaron en el colegio y en la calle y que tantas peleas te causó. Daba escalofrío solo imaginarlo y más,  porque Italia tiene mala suerte en los penales. Fuera en tres Mundiales seguidos: 1990, 1994 y 1998. Todos los vimos. Todos los sufrimos. En todos lloramos. En 2002 fue diferente, pero también hubo drama al quedar fuera con un Gol de Oro. Esta vez la historia tenía que ser diferente. Gracias a Dios, así fue.

La lotería de los penales

Italia comienza la tanda de penales. La cara de Pirlo es inexpresiva, como siempre. No te explicas cómo puede estar así en semejante momento. Te encomiendas a Dios. Duplicas las promesas ¡Gol! 1-0. Un alivio.

Es el turno de Francia. Le mandas las mil y un energías negativas a Sylvain Wiltord. No sirve de nada ¡Gol! 1-1.

Ahora le toca a Materazzi y marca. Luego es el turno de Trezeguet y recuerdas, otra vez, del gol de la Euro. Su remate va al larguero y rebota fuera de la línea. Celebras y respiras. Crees que es justicia divina y un buen indicio. Italia en ventaja 2-1.

Daniele De Rossi fue el próximo en cobrar tampoco falló. Remate alto y potente. Vuelves a respirar y Juan Diego, tu primo de 5 años te da ánimo. Como si supiera y entendiera mucho del momento. Sueltas una risa burlona y nerviosa, que alivia el momento por unos segundos.

Volvemos a la tortura. Francia marca, gracias a Éric Abidal. Ahora ves a Del Piero caminando para tomar su turno. Prometes todo lo que se te ocurra y le pides no fallar. Dispara y ¡Gooool! Lo celebras más que el resto de los penales. 4-3 arriba. Es un alivio inmenso. La Copa está más cerca.

Sigue el drama, pues Sagnol cobra y marca. 4-3. Es el turno de Grosso. El último penal. Se te sale el corazón. Recuerdas que provocó el penal ante Australia, pero no entiendes por qué es el quinto pateador. Es lateral izquierdo, aunque tiene vocación ofensiva. Ya no vale de nada. Que anote y ya.

Su cara de nervio, te da más nervio. Terror. Ya no quedan uñas. Cuestionas que los zurdos siempre rematan al lado izquierdo. Que no lo haga. Pero él sabe a lo que va. Grosso remata al arco de zurda, al lado izquierdo y… ¡Gooool! ¡Campeones del Mundo! No lo puedes creer y te lanzas encima de tu primo, rompiéndole la boca otra vez. Como sucedió en el gol de Del Piero en la semifinal contra Alemania.

No sabes qué hacer. Sólo gritar y llorar de la emoción, mientras ves a Pirlo corriendo y abriendo los brazos junto a todos los jugadores. Suena el teléfono y no lo consigues. Ni te preocupas por atender. Corres por la casa y quieres salir a caravanear, a completar la rumba que cinco días antes dejaste en la calle 2 de Vista Alegre.

Llegó el momento y Cannavaro alza la Copa. Te emocionas más y no lo puedes creer ¡Al fin! Campeones del Mundo. Lo pudiste vivir. La referencia de 1982 la ves en vivo. Es otra cosa. Se te hincha el pecho y ya quieres la camisa con la cuarta estrella.

Sales a recorrer Caracas y es una fiesta. De punta a punta en la autopista. Cohetones, banderas, tarantella y cornetas por todos lados. No se puede entrar a Las Mercedes y terminas consiguiendo a amigos y mi querido Vito De Lucia en las afueras del Centro Comercial San Ignacio. No hay palabras. Sólo gritos y abrazos. Cae la noche en un día inolvidable en Caracas. Uno que jamás volverás a vivir, por diversas razones. De tiempo, económicas y políticas. Eran otros tiempos. Muy, muy lejanos al actual.

Lo vivimos al máximo y fue historia. El día más feliz, que en algún momento le contaré a mi hijo.

¡Il cielo è azzurro sopra Berlino!

Grosso y Del Piero derribaron el muro alemán

Tony Cittadino (Caracas).- El 4 de julio es una de las fechas deportivas que siempre recordaremos con emoción. Ese día pudimos disfrutar de unos de los juegos más memorables en la historia de los Mundiales de Fútbol: la semifinal Italia ante Alemania del 2006.

Pasará el tiempo y la emoción será igual o mayor. La Nazionale de Marcello Lippi disputó uno de los partidos más ofensivos que recordemos desde que vemos a Italia y vaya que la primera vez fue en 1990. Insistimos que esa noche la Squadra Azzurra ganó la mitad de la Copa del Mundo, que cinco días más tarde pudo tener entre sus manos al vencer a Francia en la dramática tanda de penales para ser tetracampeones del mundo.

Los juegos Italia ante Alemania son clásicos obligados. Basta recordar el “Partido del Siglo” del Mundial México 1970. Este encuentro de Dortmund no tuvo nada que envidiarle. Italia desafió a Alemania en su casa, en el Westfalenstadion que daba miedo. Lleno a reventar y antes del juego ya metía presión para apoyar a los anfitriones en “su” Mundial. Todo cuadraba para que la copa se quedara en casa.

Sin embargo, Fabio Grosso y Alessandro Del Piero se encargaron de escribir una gesta histórica. Una noche con letras doradas, que jamás se borrarán. Sentenciaron a los alemanes a falta de dos minutos para el final del tiempo extra. Cuando se pensaba que el finalista se definiría en penales, Italia dio un golpe en la mesa y acabó con el juego. Y menos mal. Los penales no traen buenos recuerdos.  Grosso marcó un golazo de zurda, inesperado, emocionante, ante una gran asistencia de Andrea Pirlo. Su celebración todavía nos eriza la piel. Corriendo y moviendo la cabeza como Marco Tardelli en la final de 1982, también ante los alemanes ¿Cómo no soñar con el título?

Los alemanes se lanzaron desesperados al ataque, buscando el empate. Pero la Azzurra resolvió de contragolpe. Pinturicchio dejó congelado a Jens Lehmann con un derechazo exquisito, en plena carrera, luego de una gran asistencia de Alberto Gilardino. Un remate colocado, con frialdad, como sólo Del Piero podía marcar. De derecha, con efecto, al segundo palo, para sentenciar el juego y enterrar a los teutones. El juego se acabó. El árbitro ni pitó.

Ese gol de Del Piero es el que más hemos gritado en su magistral carrera con la selección. Ya en 2002 lo habíamos hecho en el Mundial Corea y Japón 2002, para empatar un juego dificilísimo ante México. Motivos no faltaban. Estaba en juego el orgullo y el pase a la gran final, algo que sentíamos que podía pasar desde que comenzó el año. Teníamos a favor la cábala de una final cada 12 años, un título cada 24 y, de paso, los Leones del Caracas se habían titulado campeones de la Serie del Caribe, como en 1982. Todo cuadraba y pocos nos tomaron en serio.

Lippi planteó un juego excelente. Fue un maestro, como a lo largo de toda su carrera. Bueno, tampoco es que Italia tenía jugadores de segunda. Fue la última y mejor generación azzurra. No había forma de perder. Los jugadores estaban en el momento exacto de madurez y con la motivación de callar bocas por el escándalo de Calciopoli.

La clave estuvo en los cambios de Lippi. Todos fueron ofensivos. Todavía no entendemos a los que aseguran que Italia jugó un Mundial y un encuentro defensivo. Sacó a Toni por Gilardino (74’), Mauro Camoranesi por Vincenzo Iaquinta (90’) y Simone Perrotta por Del Piero (104’) ¡La prórroga se jugó con Totti, Del Piero, Gilardino y Iaquinta en ataque!

Recordamos a Buffon en el arco y a Fabio Cannavaro liderando la defensa. Por cierto, “Il Muro di Berlino”, como fue bautizado en el Mundial, disputó una Copa magistral. Era la continuación de la gran temporada que había tenido con la Juventus, equipo del cual se marchó semanas después por el descenso a la Serie B. El defensa jugó un partido épico. Cortando balones, ordenando la zaga y hasta repartiendo juego. Con autoridad y liderazgo. Respondiendo como todo un capitán. Basta con recordar cómo inició el gol de Del Piero, con Cannavaro cortando un balón en dos ocasiones y cediendo el pase a Francesco Totti.

Pirlo fue el maestro de ese mediocampo. Hizo de todo en ese Mundial. Estuvo acompañado por Gennaro Gattuso, quien fue un fenómeno cortando el juego. Pasaba el balón o el jugador, pero rara vez los dos. Totti un poco más adelante, concretando jugadas y jugando de enganche, para un ataque conformado por Luca Toni o Alberto Gilardino.

A medida que el juego avanzaba, más parejo se hacía. Fue muy atractivo, porque los alemanes también tenían un equipazo. Lehmann en el arco, acompañado por Philipp Lahm, Michael Ballack, Miroslav Klose (en 2014 el máximo goleador en Mundiales con 16), Lukas Podolski y compañía. En realidad, el director técnico Jürgen Klinsmann también tuvo jugadores para quedarse con la Copa.

Era un juego de ida y vuelta, dónde no hubo descanso. Trepidante, de mucha exigencia física. Con el público metido en cada jugada. Parecía la final del Mundial. Recordamos un par de jugadas de Podolski en las que Buffon fue exigido al máximo. Le quemó las manos. Otro remate de Bernd Schneider que se fue por encima del arco de milagro. Otro tiro libre de Ballack. David Odonkor desbordaba por las bandas y Marco Materazzi se encargaba de meter pierna al que se acercara por el medio del área.

Del otro lado, Gilardino y Gianluca Zambrotta hacían temblar el arco alemán con sendos remates al vertical y el horizontal. El corazón latía más rápido y la ansiedad se hacía mayor, hasta que aparecieron Grosso y Del Piero.

Cuando finalizó el juego, celebramos a lo grande en la calle 2 de Vista Alegre, en Caracas, junto a mi gran amigo Vito De Lucia.  Algo impensable en la Venezuela de ahora, por la inseguridad, la economía y porque muchos amigos se han ido del país. Se abrieron cerca de 100 botellas de champaña. No es juego. Fue una locura. No había preocupación. Al día siguiente no había clases en la universidad. Era feriado. Podíamos pasar el “ratón” y despertarnos un poco más tarde. Fue el presagio de la celebración de la Copa del Mundo. Ya escribiremos de ese día.

Azeglio Vicini dejó su huella con la Azzurra en el Mundial Italia 1990

Tony Cittadino.- Italia lloró la muerte de Azeglio Vicini. El ex seleccionador de la selección de fútbol falleció el martes 30 de enero de 2018 a los 84 años de edad en Brescia, dejando un legado para los amantes del buen fútbol italiano.

Vicini nació el 20 de marzo en Cesena y fue el estratega de la Azzurra entre 1986 y 1991, tomando el testigo de Enzo Bearzot, quien en 1982 llevó a Italia a ganar su tercera Copa del Mundo. En la Eurocopa de 1988 y en el Mundial Italia 90 finalizó en el podio, al culminar en el tercer lugar en ambas competiciones.

La más recordada es la Copa del Mundo disputada en el país de la bota. El Mundial de “Notti Magiche”, la canción oficial del certamen que se convirtió en uno de los himnos del fútbol y una de nuestras canciones preferidas. Ese fue nuestro primer recuerdo de fútbol, con apenas cuatro años. Nuestro primer Mundial, acompañado de la mascota Ciao: una figura en forma de cubos con la bandera italiana y un balón de fútbol como cabeza.

Vicini logró armar una selección sólida, que hizo soñar con la posibilidad de ganar el Mundial. Zenga en el arco y defensas como Franco Baresi, Giuseppe Bergomi y Paolo Maldini. Mediocampistas de la talla de Roberto Donadoni, Carlo Ancelotti, Giuseppe Giannini y Roberto Baggio y una delantera dirigida por Gianluca Vialli y Salvatore Schilacci, quien finalizó como goleador del torneo con seis tantos.

Argentina se atravesó en el camino y la venció en penales en una dolorosa eliminación (4-3, tras igualar a un gol en 120 minutos). En un juego durísimo, muy táctico, pero dónde también la Albiceleste tuvo un juego más brusco que el italiano y fue liderada por Diego Armando Maradona en su “casa”: el Stadio San Paolo de Napoli.

Esa selección tenía vocación ofensiva, aguerrida, fresca y con buen dominio del balón. Si bien no llegó a ganar ninguna competición, dejó una marca por su buen fútbol que terminó siendo la base de unos jugadores que cuatro años más tarde cayeron en la final del Mundial Estados Unidos 1994 contra Brasil. Sin embargo, dos años antes no pudo clasificar a la Eurocopa 1992, dejando el banquillo en 1991 y le dio paso a Arrigo Sacchi, un cerebro del fútbol. En 85 juegos, dejó balance de 46 victorias, 19 empates y 20 derrotas.

“Estábamos conscientes del valor de la selección, porque teníamos la convicción de contar con grandes jugadores. Era una oncena con mucha velocidad en el ataque y eso gustó en el Mundial. No podíamos bajar el ritmo de juego, porque la gente estaba entusiasmada en el estadio”, comentó Vicini años más tarde, en el especial “Italia 90: La Grande Storia Della Nazionale” de la RAI.

Así fue el Mundial

Italia debutó el 9 de junio ante Austria y ganó por la mínima diferencia, con tanto de Schillaci (78’). Cinco días más tarde, también vencieron a Estados Unidos un gol por cero, con tanto de Giannini (11’). Luego llegó el encuentro ante Checoslovaquia, donde debutó Baggio y lo hizo con un golazo: una gran jugada personal desde el mediocampo, con dribling y velocidad, que terminó con un derechazo rastrero colocado. La Azzurra ganó dos por cero (Schillaci 9′ y Baggio 78′).

En octavos de final despacharon a Uruguay dos tantos por cero (Schillaci 65′ y Aldo Serena 83′) y en cuartos de final batieron a la República de Irlanda uno por cero (Schillaci 38’). “Jugamos con gran determinación. Ahora estamos entre los primeros cuatro, que era nuestro objetivo”, dijo Vicini a la RAI tras la victoria en el Stadio Olímpico de Roma.

El partido más esperado fue ante Argentina, el 3 de julio. Maradona aprovechó el fanatismo que había en la ciudad del sur de Italia, para pedir su apoyo durante el juego. Buena parte de los napolitanos le hicieron caso y Vicini lo recordó en el documental de la RAI. “Cuando llegamos a Napoli la noche anterior, la atmósfera era de otro mundo. Se sentía que la ciudad estaba dividida, aunque no estaban en nuestra contra”.

Argentina se impuso en penales e Italia debió consolarse con el partido por el tercer lugar. Fue el 7 de julio en el Stadio San Nicola de Bari, donde vencieron a la Inglaterra de David Platt y Paul Gascoigne dos tantos por uno (Baggio 71′ y Schillaci 86′).

“Creo que merecimos ganar el Mundial. No perdimos nunca en el campo. Terminamos con seis victorias y un empate, contrastando con Argentina que de siete juegos, sólo ganó dos y jugó la final con Alemania. También tuvieron mérito, pero hubo algo que no nos funcionó, más allá de la buena suerte. Creo que, como en la vida, eso también tiene un peso. Sin embargo, en esas noches conquistamos a los italianos, porque su afecto fue avasallante. De hecho, el juego contra Argentina fue una de los partidos más vistos en televisión en todos los tiempos”, explicó Vicini quien en 1969 inició su pasantía con la Sub-21 de Italia y en 1975 pasó a la Sub-23. Como jugador, estuvo con Vicenza (1953-1956), Sampdoria (1956-1963) y Brescia (1963).

Así lo recordaron

Las reacciones en las redes sociales por su partida no se hicieron esperar. “Toto” Schilacci recordó a su ex entrenador con nostalgia y agradecimiento, en declaraciones reseñadas por La Gazzetta Dello Sport. “Fue un hombre que tuvo una importancia enorme en mi vida como jugador. Hizo que me conocieran en todo el mundo y creyó en mí. El 80% de lo que soy es mérito suyo y espero que el fútbol lo recuerde como lo merece: fue un gran entrenador, de otros tiempos, un gran profesional”.

En tanto, Zenga quien fue su portero y ahora es director técnico del Crotone, le dedicó unas palabras en su Twitter: “Quisiera pensar que desde allá arriba continuarás a seguirme, a guiarme y darme los consejos que sólo tú podías dar”.

Giannini agregó: “Estoy muy triste y adolorido por su muerte, porque fue una persona muy afectuosa. Un mito y un caballero. Es una noticia que nunca quise haber recibido. Era muy humano, siempre dispuesto a ayudar y te transmitía pasión. Nuestra selección tenía espíritu y logró transformar unos talentos en un grupo”.

El ahora técnico del Zenit y delantero bajo su mando, Mancini, también agradeció su experiencia en el banquillo. “Gracias por todo lo que nos diste. Fuiste un protagonista del fútbol italiano y nos hiciste soñar”.

El legendario defensa Baresi expresó en su Twitter: “Adiós al mister Vicini. Gratitud y estima, una persona de bien. RIP”, mientras que Sacchi dijo a la RAI: “La muerte de Vicini es un gran dolor. Fue un gran profesional, que dio su vida para mejorar a los otros”.

El goleador y estrella de Italia en el Mundial España 1982, Paolo Rossi, aseguró a ANSA que el estratega fue un enamorado del fútbol tradicional: “Fue un maestro y una figura paterna. Fui su jugador con Italia desde los 16 hasta los 20 años y jugaba como lateral derecho y no delantero. Fue importante, porque me estaba dando a conocer. En ese momento no existía la tecnología de ahora, pero tenía sus observadores y siempre sabía cómo jugabas”.

Vicini puede estar tranquilo. Forjó una de las mejores generaciones que pasaron por la Nazionale italiana.

Fotos: La Stampa.