Guillermo Liñares (Caracas).- Como película dirigida por Alfred Hitchcock y haciendo gala de ese popular dicho que reza que en el beisbol es mejor no predecir porque puedes quedar en ridículo. La Serie Mundial cerró con el título de los Nacionales de Washington en siete juegos, ante unos Astros de Houston que llegaron al Minute Maid Park después de haberlos barrido en la capital de los Estados Unidos. El destino, juguetón y caprichoso, aún no tenía todo decidido y prefirió regalarnos a los amantes de la pelota, un decisivo y trascendental desafío que dirimía al monarca de la temporada 2019 en la gran carpa.
Cuando los Nacionales derrotaron en los dos primeros juegos a Gerrit Cole y Justin Verlander, muchos pensábamos que lo más difícil estaba conseguido y que el transcurrir de la serie se iba a decantar por una sola vía. Nada más lejos de la realidad, ya que los Astros lograron recuperarse de esos dos reveses en su estadio y, lo que no habían podido hacer en Houston, lo hicieron en Washington: batear con gente en circulación. El bate de George Springer produjo con gente en posición anotadora, Alex Bregman apareció en los juegos tres y cuatro, Yordan Álvarez conectó jonrón en el quinto duelo en Nationals Park y Carlos Correa igual. Mientras que, por parte de la acera de enfrente, los bates de Anthony Rendón y Juan Soto fueron dominados por el pitcheo sideral.
Una vez que la serie regresó al Minute Maid Park, y apoyándonos en las estadísticas que señalaban que ningún equipo había podido ser campeón tras perder los tres juegos en casa de un careo al mejor de siete en este tipo de instancias, pocos creían que los Nacionales pudiesen repetir la dosis y conquistar el anillo. Sin embargo, el beisbol nuevamente nos da una lección de cordura y de respetarlo, de no forzar lo que el juego te va dando y esperar al out veintisiete para sacar conclusiones. Allí, dentro de esa aura mágica e impredecible, se forjó la remontada capitalina y el primer campeonato.
En el juego seis, Washington contó con esa soberbia actuación de Stephen Strasburg de ocho entradas y un tercio en donde solamente permitió dos carreras para llevarse el triunfo (y que a la postre decantaría su elección al Más Valioso), y el bate de Anthony Rendón con cinco producidas, quien se quedó a solo un triple de conseguir la escalera, que condujo al séptimo y decisivo enfrentamiento.
Y como el beisbol es un deporte de detalles, en el último juego de la temporada no sería la excepción. Allí, una vez más la inspiración del muchacho dominicano Juan Soto y un jonrón oportunísimo para remontar del siempre rendidor Howie Kendrick junto a los batazos de Rendón y de Adam Eaton, le pusieron cifras al juego.
Esto con el colofón de un gran manejo del manager Dave Martínez de su pitcheo, con la salida de Scherzer de cinco entradas y dos carreras. También el gran relevo de Patrick Corbin y el cierre de Daniel Hudson, contrastando con su contraparte A.J Hinch, quien despertó las feroces críticas de los fanáticos de los Astros por sacar a Zack Greinke, cuando apenas tenía ochenta envíos. Además de tocar la bola con Robinson Chirinos en ese segundo inning, donde parecía que los bates locales podían aprovechar a Scherzer.
Los Nacionales lograron su primer título y se ampararon en el brazo de Strasburg, en los bates de Soto, de Eaton, de Rendón, el atino de su estratega para mover su relevo y las jugadas de rutina que, aunque parezcan más de lo mismo, no deja de ser crucial en este tipo de instancias. Desde mayo agarraron la ruta ganadora que coincidió con la llegada del “Baby Shark” de Gerardo Parra y, a partir de allí, nadie los detuvo hasta llegar al objetivo.
Como datos adicionales, destacan que esta es la sexta vez que un equipo llega a la postemporada vía comodín y logra coronarse campeón: lo hicieron los Marlins dos veces en 1997 y 2003, los Angelinos del 2002, los Medias Rojas del 2004, los Cardenales del 2011, los Gigantes del 2014 y estos Nacionales. Además, Henry Blanco gana su segundo anillo como técnico tras lograrlo en el 2016 con los Cachorros, cuando rompieron la maldición de la cabra y acabaron con una sequía de 108 años sin ser campeones. Ahora lo hace por primera vez con los Nacionales. Buen sabor de boca, tendrá seguro el “capitán centella”.
El beisbol da su enésima lección y reafirma lo cautelosos y escépticos que se debe ser cuando hablamos de pronósticos: el juego siempre te volverá a sorprender.
Será hasta una próxima ocasión…
Foto: Séptima Entrada.