Opinión: La Copa más deseada  

Tony Cittadino (Caracas).- Domingo 9 de julio de 2006. El día más feliz e inolvidable que hemos vivido en el deporte como fanático. Un sueño que se hizo realidad. Italia, Campeón del Mundo. Un privilegio que tienen pocos y que no se compara con nada.

La noche anterior fue larga. Muy larga. Imposible dormir. Expectativa, ansiedad y nervios. Mil cosas te pasan por la cabeza. Te imaginas todo. El himno, la alineación, los goles y la celebración. El sublime momento de la premiación.

Al propio Gennaro Gattuso le costó dormir. En la entrevista post partido reveló que los nervios lo tuvieron toda la noche en el baño. No era para menos. Del otro lado de la acera estaba Francia. Un equipazo, con Zinedine Zidane a la cabeza. En su último Mundial. Con el fantasma de la final de la Euro 2000, que David Trezeguet resolvió con un golazo volea. Con el recuerdo de la eliminación en cuartos de final en el Mundial Francia 1998.

Finalmente amanece y lees la prensa, ves las previas por televisión y se te sale el corazón. No hayas cómo hacer para que el tiempo pase rápido y escuchar el pitazo inicial. Mientras tanto, Notti Magiche sigue siendo nuestro himno nacional. Lo escuchas una y otra vez. No te cansas. Haces las mil y un promesas si ganas. Mensajes de texto van y vienen. No existía el Whatsapp y menos el Twitter. Haces todos los análisis posibles y te apegas a la cábala. La camisa que te pones, cómo te sientas, en qué canal ver el juego. «No puedes transmitirle mala suerte a tu selección»

Llega el mediodía y no tienes hambre, pero no puedes despreciar un plato de pasta de la nonna. El día pintaba perfecto. Pasta y fútbol. Ya con la cara pintada y la camisa puesta, vamos a casa de mi primo Salvador. La «cábala» decía que tenía que irnos bien, porque así había sido en la semifinal ante Alemania. Saludamos a nuestros primos Junior y Juan Diego y mandamos mil mensajes más a Diego Dovo.

Arranca la angustia

Comienza la presentación oficial del juego en el Estadio Olímpico de Berlín. En tanto, Shakira canta en la ceremonia de clausura, que es interminable. Los nervios aumentan. Los jugadores salen al campo. Suena el Himno Nacional Fratelli D’ Italia y se te eriza la piel. Se salen algunas las lágrimas y aplaudes como loco. Luego suena La Marsellesa y da terror ver la formación de Francia, con Zidane al frente. Entre las dos selecciones, medio equipo de la Juventus está en el campo. Seis titulares: cuatro por Italia y dos por Francia.

El árbitro argentino Horacio Elizondo da el pitazo inicial y arranca el juego. Baja la presión y comienzas a sentirte director técnico. Das instrucciones. Pasa el balón. Corta aquí. Párate allá ¡Cuidado con Thierry Henry! Falta de Fabio Cannavaro y se queda tendido en el piso apenas a los 5 minutos. Se recupera y en la fracción 7, Florent Malouda  cae en el área ¡Penal! ¡Nooo! ¿Cómo si no van ni 10 minutos? Zidane lo cobra con estilo. Pega en el travesaño, rebota dentro del arco y sale. Un escalofrío recorre la espalda. Gritas que no entró, pero es inútil. Gol de Francia. Abajo 0-1.

La reacción de Italia no tardó en llegar. Fue a balón parado. Mauro Camoranesi va al banderín para cobrar un corner, pero Andrea Pirlo le pide el balón. Menos mal. Centro al área y Materazzi le gana el salto a Patrick Vieira ¡Goooool! Se empata el juego y drenas. 1-1, apenas al minuto 19.

Piensas que ahora con el empate, tendrán que matarlos para ganarles la final. Ya en la segunda parte, cada vez que Henry toca el balón genera peligro. El delantero entra al área y se come el gol. Qué fortuna. Pasa el terremoto en el área y Buffon saca desde la línea de fondo.

En la fracción 62, Luca Toni se adelanta a la marca en un tiro libre y anota de cabeza. La celebración es en vano. El linier levantó el banderín. Offside. No lo puedes creer. Pasan los minutos y el tiempo extra es inminente. Arranca la prórroga y le sigues pidiendo a Marcello Lippi que meta a Alessandro Del Piero. El juego lo pide a gritos y uno también. No puede ser que tu ídolo no juegue la final. Ya con Pinturicchio en el campo, respiras y estás más confiado. Sabes que hay más probabilidades de marcar.

Zidane, el protagonista

Siguen pasando los minutos. Vamos por el 103. Zidane está en el último cuarto de cancha y le pasa el balón a Willy Sagnol, quien está al costado derecho. Te das cuenta que Zizou comienza a correr al área y pides que lo paren. Obviamente no te escuchan y ves al francés rematar de cabeza y… ¡oh sorpresa! Gigi realiza la mejor parada que hayas visto en tu vida. Con un manotazo hacia arriba, manda el balón al saque de esquina. Le quemó la mano y le dobló los dedos. Zidane no lo puede creer, Buffon tampoco y yo menos. Lo peor pasó.

No pasó mucho tiempo, hasta que otra vez Zidane es protagonista. Minuto 108, el juego se detiene y no sabes por qué. Ves a Materazzi en el piso y a Buffon encarando a Zidane. Nadie sabe qué pasa, hasta que ves la repetición. Zidane le dio un cabezazo a Materazzi en el pecho: «Bueno, pero éste se volvió loco. Tienen que botarlo», exclamas. Al final, Elizondo saca la roja a Zidane y respiras, pero sabes que no merecía un final así. Sin embargo, también sabías que era un cobrador de penal y un gol fijo.

No hay nada qué hacer. No alcanzaron los 120 minutos. Vamos a los penales ¡No puede ser! No otra vez. No queríamos que el juego terminara en penales. Teníamos el trágico recuerdo de la final perdida en Estados Unidos 1994 ante Brasil, que finalizó con el fallo de Roberto Baggio, nuestro primer gran ídolo. No podíamos tener la mala suerte de volver a caer desde los 12 pasos, pero ahora con Buffon y Del Piero. Eso no.

No lo podíamos soportar. Otra vez el chalequeo y el subcampeonato, que se traduce en el mejor de los perdedores. No querías eso. No sabías con qué te iban a actualizar la canción «Romario, Bebeto, Italia está muerto», que tanto te cantaron en el colegio y en la calle y que tantas peleas te causó. Daba escalofrío solo imaginarlo y más,  porque Italia tiene mala suerte en los penales. Fuera en tres Mundiales seguidos: 1990, 1994 y 1998. Todos los vimos. Todos los sufrimos. En todos lloramos. En 2002 fue diferente, pero también hubo drama al quedar fuera con un Gol de Oro. Esta vez la historia tenía que ser diferente. Gracias a Dios, así fue.

La lotería de los penales

Italia comienza la tanda de penales. La cara de Pirlo es inexpresiva, como siempre. No te explicas cómo puede estar así en semejante momento. Te encomiendas a Dios. Duplicas las promesas ¡Gol! 1-0. Un alivio.

Es el turno de Francia. Le mandas las mil y un energías negativas a Sylvain Wiltord. No sirve de nada ¡Gol! 1-1.

Ahora le toca a Materazzi y marca. Luego es el turno de Trezeguet y recuerdas, otra vez, del gol de la Euro. Su remate va al larguero y rebota fuera de la línea. Celebras y respiras. Crees que es justicia divina y un buen indicio. Italia en ventaja 2-1.

Daniele De Rossi fue el próximo en cobrar tampoco falló. Remate alto y potente. Vuelves a respirar y Juan Diego, tu primo de 5 años te da ánimo. Como si supiera y entendiera mucho del momento. Sueltas una risa burlona y nerviosa, que alivia el momento por unos segundos.

Volvemos a la tortura. Francia marca, gracias a Éric Abidal. Ahora ves a Del Piero caminando para tomar su turno. Prometes todo lo que se te ocurra y le pides no fallar. Dispara y ¡Gooool! Lo celebras más que el resto de los penales. 4-3 arriba. Es un alivio inmenso. La Copa está más cerca.

Sigue el drama, pues Sagnol cobra y marca. 4-3. Es el turno de Grosso. El último penal. Se te sale el corazón. Recuerdas que provocó el penal ante Australia, pero no entiendes por qué es el quinto pateador. Es lateral izquierdo, aunque tiene vocación ofensiva. Ya no vale de nada. Que anote y ya.

Su cara de nervio, te da más nervio. Terror. Ya no quedan uñas. Cuestionas que los zurdos siempre rematan al lado izquierdo. Que no lo haga. Pero él sabe a lo que va. Grosso remata al arco de zurda, al lado izquierdo y… ¡Gooool! ¡Campeones del Mundo! No lo puedes creer y te lanzas encima de tu primo, rompiéndole la boca otra vez. Como sucedió en el gol de Del Piero en la semifinal contra Alemania.

No sabes qué hacer. Sólo gritar y llorar de la emoción, mientras ves a Pirlo corriendo y abriendo los brazos junto a todos los jugadores. Suena el teléfono y no lo consigues. Ni te preocupas por atender. Corres por la casa y quieres salir a caravanear, a completar la rumba que cinco días antes dejaste en la calle 2 de Vista Alegre.

Llegó el momento y Cannavaro alza la Copa. Te emocionas más y no lo puedes creer ¡Al fin! Campeones del Mundo. Lo pudiste vivir. La referencia de 1982 la ves en vivo. Es otra cosa. Se te hincha el pecho y ya quieres la camisa con la cuarta estrella.

Sales a recorrer Caracas y es una fiesta. De punta a punta en la autopista. Cohetones, banderas, tarantella y cornetas por todos lados. No se puede entrar a Las Mercedes y terminas consiguiendo a amigos y mi querido Vito De Lucia en las afueras del Centro Comercial San Ignacio. No hay palabras. Sólo gritos y abrazos. Cae la noche en un día inolvidable en Caracas. Uno que jamás volverás a vivir, por diversas razones. De tiempo, económicas y políticas. Eran otros tiempos. Muy, muy lejanos al actual.

Lo vivimos al máximo y fue historia. El día más feliz, que en algún momento le contaré a mi hijo.

¡Il cielo è azzurro sopra Berlino!

Grosso y Del Piero derribaron el muro alemán

Tony Cittadino (Caracas).- El 4 de julio es una de las fechas deportivas que siempre recordaremos con emoción. Ese día pudimos disfrutar de unos de los juegos más memorables en la historia de los Mundiales de Fútbol: la semifinal Italia ante Alemania del 2006.

Pasará el tiempo y la emoción será igual o mayor. La Nazionale de Marcello Lippi disputó uno de los partidos más ofensivos que recordemos desde que vemos a Italia y vaya que la primera vez fue en 1990. Insistimos que esa noche la Squadra Azzurra ganó la mitad de la Copa del Mundo, que cinco días más tarde pudo tener entre sus manos al vencer a Francia en la dramática tanda de penales para ser tetracampeones del mundo.

Los juegos Italia ante Alemania son clásicos obligados. Basta recordar el “Partido del Siglo” del Mundial México 1970. Este encuentro de Dortmund no tuvo nada que envidiarle. Italia desafió a Alemania en su casa, en el Westfalenstadion que daba miedo. Lleno a reventar y antes del juego ya metía presión para apoyar a los anfitriones en “su” Mundial. Todo cuadraba para que la copa se quedara en casa.

Sin embargo, Fabio Grosso y Alessandro Del Piero se encargaron de escribir una gesta histórica. Una noche con letras doradas, que jamás se borrarán. Sentenciaron a los alemanes a falta de dos minutos para el final del tiempo extra. Cuando se pensaba que el finalista se definiría en penales, Italia dio un golpe en la mesa y acabó con el juego. Y menos mal. Los penales no traen buenos recuerdos.  Grosso marcó un golazo de zurda, inesperado, emocionante, ante una gran asistencia de Andrea Pirlo. Su celebración todavía nos eriza la piel. Corriendo y moviendo la cabeza como Marco Tardelli en la final de 1982, también ante los alemanes ¿Cómo no soñar con el título?

Los alemanes se lanzaron desesperados al ataque, buscando el empate. Pero la Azzurra resolvió de contragolpe. Pinturicchio dejó congelado a Jens Lehmann con un derechazo exquisito, en plena carrera, luego de una gran asistencia de Alberto Gilardino. Un remate colocado, con frialdad, como sólo Del Piero podía marcar. De derecha, con efecto, al segundo palo, para sentenciar el juego y enterrar a los teutones. El juego se acabó. El árbitro ni pitó.

Ese gol de Del Piero es el que más hemos gritado en su magistral carrera con la selección. Ya en 2002 lo habíamos hecho en el Mundial Corea y Japón 2002, para empatar un juego dificilísimo ante México. Motivos no faltaban. Estaba en juego el orgullo y el pase a la gran final, algo que sentíamos que podía pasar desde que comenzó el año. Teníamos a favor la cábala de una final cada 12 años, un título cada 24 y, de paso, los Leones del Caracas se habían titulado campeones de la Serie del Caribe, como en 1982. Todo cuadraba y pocos nos tomaron en serio.

Lippi planteó un juego excelente. Fue un maestro, como a lo largo de toda su carrera. Bueno, tampoco es que Italia tenía jugadores de segunda. Fue la última y mejor generación azzurra. No había forma de perder. Los jugadores estaban en el momento exacto de madurez y con la motivación de callar bocas por el escándalo de Calciopoli.

La clave estuvo en los cambios de Lippi. Todos fueron ofensivos. Todavía no entendemos a los que aseguran que Italia jugó un Mundial y un encuentro defensivo. Sacó a Toni por Gilardino (74’), Mauro Camoranesi por Vincenzo Iaquinta (90’) y Simone Perrotta por Del Piero (104’) ¡La prórroga se jugó con Totti, Del Piero, Gilardino y Iaquinta en ataque!

Recordamos a Buffon en el arco y a Fabio Cannavaro liderando la defensa. Por cierto, “Il Muro di Berlino”, como fue bautizado en el Mundial, disputó una Copa magistral. Era la continuación de la gran temporada que había tenido con la Juventus, equipo del cual se marchó semanas después por el descenso a la Serie B. El defensa jugó un partido épico. Cortando balones, ordenando la zaga y hasta repartiendo juego. Con autoridad y liderazgo. Respondiendo como todo un capitán. Basta con recordar cómo inició el gol de Del Piero, con Cannavaro cortando un balón en dos ocasiones y cediendo el pase a Francesco Totti.

Pirlo fue el maestro de ese mediocampo. Hizo de todo en ese Mundial. Estuvo acompañado por Gennaro Gattuso, quien fue un fenómeno cortando el juego. Pasaba el balón o el jugador, pero rara vez los dos. Totti un poco más adelante, concretando jugadas y jugando de enganche, para un ataque conformado por Luca Toni o Alberto Gilardino.

A medida que el juego avanzaba, más parejo se hacía. Fue muy atractivo, porque los alemanes también tenían un equipazo. Lehmann en el arco, acompañado por Philipp Lahm, Michael Ballack, Miroslav Klose (en 2014 el máximo goleador en Mundiales con 16), Lukas Podolski y compañía. En realidad, el director técnico Jürgen Klinsmann también tuvo jugadores para quedarse con la Copa.

Era un juego de ida y vuelta, dónde no hubo descanso. Trepidante, de mucha exigencia física. Con el público metido en cada jugada. Parecía la final del Mundial. Recordamos un par de jugadas de Podolski en las que Buffon fue exigido al máximo. Le quemó las manos. Otro remate de Bernd Schneider que se fue por encima del arco de milagro. Otro tiro libre de Ballack. David Odonkor desbordaba por las bandas y Marco Materazzi se encargaba de meter pierna al que se acercara por el medio del área.

Del otro lado, Gilardino y Gianluca Zambrotta hacían temblar el arco alemán con sendos remates al vertical y el horizontal. El corazón latía más rápido y la ansiedad se hacía mayor, hasta que aparecieron Grosso y Del Piero.

Cuando finalizó el juego, celebramos a lo grande en la calle 2 de Vista Alegre, en Caracas, junto a mi gran amigo Vito De Lucia.  Algo impensable en la Venezuela de ahora, por la inseguridad, la economía y porque muchos amigos se han ido del país. Se abrieron cerca de 100 botellas de champaña. No es juego. Fue una locura. No había preocupación. Al día siguiente no había clases en la universidad. Era feriado. Podíamos pasar el “ratón” y despertarnos un poco más tarde. Fue el presagio de la celebración de la Copa del Mundo. Ya escribiremos de ese día.

Roberto Mancini será el encargado de dirigir la reconstrucción de Italia

Tony Cittadino.- Roberto Mancini será  el nuevo director técnico de Italia. El otrora delantero de la selección azzurra será el encargado de llevar adelante la reconstrucción de los cuatro veces campeones del mundo, tras quedar fuera del Mundial Rusia 2018 que comienza en un mes.

La noticia la dio a conocer la Federación Italiana de Fútbol a través de un comunicado corto y éste martes será presentado. Se espera que, al menos, esté al frente del banquillo hasta la Eurocopa 2020. Mancini, que suplantará al técnico interino Luigi Di Biagio, podría traer de vuelta al polémico delantero Mario Balotelli, quien no juega con Italia desde el 24 de junio de 2014, cuando la Nazionale quedó eliminada de la fase de grupos del Mundial Brasil 2014, tras caer por la mínima diferencia ante Uruguay.

El estratega tendrá su debut el próximo lunes 28 en un amistoso ante Arabia Saudita. Luego se medirá a Francia el primero de junio y cuatro días más tarde a Holanda. Luego, entre septiembre y noviembre, Italia jugará la UEFA Nations League contra Portugal y Polonia y cerrará el año con amistosos ante Ucrania y Estados Unidos.

Mancini disputó 36 juegos con Italia entre 1984 y 1994, marcando 4 goles. Su etapa estelar la vivió con la Sampdoria, al disputar 566 partidos y anotar 173 dianas. Logró un scudetto, tres Copa Italia y una SuperCopa de Italia.

Como dirigente, tuvo su mejor época al frente del Inter de Milan entre 2004 y 2008, ganando dos ligas, dos Copa Italia y dos SuperCopa de Italia. En Inglaterra, fue campeón con el Manchester City en la Premier League 2011-2012 y también ganó una FA Cup y una Community Shield.

Foto: FIGC.