PSG contra Estambul suspendido por presunto racismo del árbitro

Marca.- El partido entre el Istanbul y el PSG fue suspendido según comunicó UEFA por el presunto insulto racista del cuarto árbitro, Sebastian Coltescu, a Pierre Webo, asistente del cuerpo técnico del equipo turco.

El Istambul se retiró del Parque de los Príncipes después de que un miembro del cuerpo técnico asegurara haber recibido un insulto racista del cuarto árbitro cuando este se refirió como «negro» a un miembro del banquillo del equipo turco, que todo apunta que es Pierre Webó, ex jugador camerunés de Osasuna o Mallorca, a tenor de la reacción del mismo cuando escuchó al colegiado.

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Los hechos tuvieron lugar a los 20 minutos del partido, cuando el marcador reflejaba un empate a 0. El árbitro, el rumano Ovidiu Alin Hategan, señala una falta a favor del PSG y desde el banquillo se protesta airadamente la acción. Alertado por el cuarto árbitro, el también rumano Sebastian Coltescu, el primer colegiado acude a la banda y su asistente le dice (según subtítulos de Movistar): «El negro, ve y mire quién es. No es posible actuar de esta manera». Cuando escucha esa palabra, que en rumano es «negru», Webó, que sabe castellano, se levanta rápidamente a protestar por el término, con una fuerte carga despectiva y racista. «Why do you say negro?«, ¿por qué dices negro?, le pregunta una y otra vez Webó, que es expulsado por esa circunstancia.

El árbitro se defiende asegurando: «entre nosotros hablamos en rumano» y Demba Ba le inquiere: «Cuando te refieres a un blanco, te refieres a él como el hombre blanco?». Por la escena aparece Mbappé y tercia: «Si el cuarto árbitro ha dicho esto, se tiene que ir«. Neymar era categórico: «No vamos a jugar, no vamos a jugar con ese tío aquí«.

Coltescu trata de explicarse: «En Rumania, negro hace referencia al color de la piel, jugador negro, y entre nosotros hablamos en rumano». Y acto seguido emplaza a irse al vestuario y continuar el partido si se puede posteriormente.

El Istambul se defendió en redes sociales diciendo «No al Racismo» y explicando su postura. El partido se reanuda mañana y con cambio de árbitro: pitará el inglés Danny Makkelie.

Foto: Cortesía.

 

Messi manda un aviso para la Champions: «Así, el partido del Napoli lo vamos a perder»

Marca.- Leo Messi habla poco, pero cuando lo hace, los cimientos del Camp Nou tiemblan. El argentino ha insistido en que el Barcelona debe hacer una reflexión profunda tras perder el título liguero. Apunta a la Champions como última esperanza para maquillar el curso, pero a día de hoy ve mal al bloque.

Sin título. «No esperábamos acabar de esta manera, pero marca todo lo que fue el año. Somos un equipo débil al que le ganan por intensidad y ganas. Perdimos muchos puntos donde no deberíamos haberlo hecho. Fuimos muy irregulares».

El Real Madrid. «El Madrid hizo lo suyo. Después del parón no ha perdido ningún partido. Perdimos muchos puntos que no deberíamos haber cedido y tenemos que hacer autocrítica, empezando por los jugadores, pero también global. Somos el Barcelona y estamos obligados a ganar todos los encuentros».

Rabia tras el gol. «El gesto es por la falta, tiré muchas y no podía meterla. La intención es que intenta y no puede. El equipo deja mucho que desear en muchos partidos».

Autocrítica. «Lo dije que si seguíamos de esta manera era difícil ganar la Champions y queda claro que no nos daba ni para LaLiga. Necesitamos un poco de aire y pensar en la Champions. Es una competición de cero. Hay que cambiar muchísimo y hacer mucha autocrítica y no pensar que perdimos porque el rival fue mejor».

Napoli. «Así, el partido del Napoli lo vamos a perder».

Equipo roto. «Lo malo es que hemos dejado una imagen muy mala para lo que viene. Jugando de esta manera no vamos a llegar a ningún lado».

Enfado. «La gente del club está muy enojada y es normal porque nosotros también lo estamos. La gente se está quedando sin paciencia y es normal porque no le damos nada».

Carlo Ancelotti, el técnico que regresó al Milan a la gloria

Tony Cittadino (Mallorca).- El Milan de Carlo Ancelotti fue el último gran ciclo victorioso del equipo rossonero. La mentalidad ganadora se demostró con resultados y una camada de jugadores que divirtieron al mundo con un juego vistoso y ofensivo. Durante ocho años, “Carletto” dejó un palmarés envidiable: dos Liga de Campeones, dos Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes, una liga, una Copa Italia y una Supercopa de Italia.

Su carrera como técnico comenzó en 1994, cuando fue el asistente de Arrigo Sacchi en la selección italiana del Mundial. Fue su primera experiencia en el banquillo, tras ser jugador del Parma (1976-1979), la Roma (1979-1987) y el Milan (1987-1992), casualmente también dirigido por Sacchi. Fue un estratega fundamental en su estilo de ver el fútbol, por su ordenada y rígida forma de trabajar.

Sin embargo, Ancelotti se ha caracterizado por ser un dirigente pacífico, que da confianza a sus jugadores. Un motivador. Esa ha sido la clave de su éxito. “Hay quienes piensan que porque soy un líder calmado, soy débil. No estoy de acuerdo. Tampoco lo están quienes jugaron conmigo o para mí. Mi calma es una fuerza, que transmite poder y autoridad”, dijo en su libro “El leader calmo, Carlo Ancelotti”, escrito por Chris Brady y Mike Forde en 2016.

Su debut como estratega fue en la temporada 1995-1996 con la Reggiana. Logró el ascenso a la Serie A, luego de 41 juegos, en los que dejó balance de 17 victorias, 14 empates y 10 derrotas.

Su próximo destino fue el Parma, club en el que comenzó a dar sus primeros destellos. En la temporada 1996-1997, finalizó en el segundo lugar con 63 puntos, a dos de la Juventus. En la siguiente campaña, quedó en el sexto lugar con 57 unidades.

Su primera gran experiencia con un equipo de nivel, fue con la Juventus. En la zafra 1999-2000 sólo alcanzó a ganar la Copa Intertoto de la UEFA. Perdió la liga en la última jornada, al caer ante el Perugia un gol por cero, en un partido jugado en un diluvio. La Juve, que hasta llegó a tener nueve puntos de diferencia, finalizó con 71 unidades, uno menos que la Lazio.

La situación fue similar en la contienda 2000-2001. La Vecchia Signora quedó en el segundo lugar con 73 puntos, dos menos que la Roma. Al finalizar la campaña, Ancelotti fue despedido. Su idea,  era regresar al Parma, club con el que había un acuerdo verbal, pero el director general del Milan, Adriano Galliani, lo convenció con una llamada telefónica. Llegó en noviembre de 2001, para sustituir al turco Fatih Terim.

Así regresaba al equipo con el que ganó como jugador dos liga, una Supercopa de Italia, dos Champions League, dos Supercopa de Europa y dos Copa Intercontinental. “El Milan era mi familia y a la familia es la primera a la que hay que demostrar lealtad. Comencé en noviembre de 2001 y los primeros seis meses no fueron fáciles”, expresó en su libro. El conjunto terminó la campaña 2001-2002 en el cuarto lugar con 55 puntos.

La primera Champions

Ancelotti le cambió la cara al club y los resultados se comenzaron a ver en la temporada 2002-2003. En el mercado se reforzaron, entre otros, con dos jugadores de lujo: el mediocampista Clarence Seedorf y el defensa Alessandro Nesta.

“Nesta estaba en el mejor momento de su carrera y era tan importante para mí, que tuve que convencer a Berlusconi. Le recordé que todos queríamos ganar la Champions y con él lo haríamos.  Le dije, usted me da a Nesta y yo le doy la Champions”, rememoró Ancelotti.

El Milan tenía un equipo compacto, que jugaba al clásico 4-4-2. Dida estaba en el arco y la defensa era integrada por Alessandro Costacurta, Paolo Maldini, Kakha Kaladze y Nesta. El mediocampo tenía a Gennaro Gattuso, Andrea Pirlo, Rui Costa y Seedorf. El ataque estaba integrado por una de las mejores duplas del momento: Andriy Shevchenko y Filippo Inzaghi.

“En esa temporada llegaron Nesta, Seedorf y también Rivaldo. Teníamos a Rui Costa y estos fueron mis jugadores claves. Cuando empecé, el Milan no daba el espectáculo que quería Berlusconi y tuve que cambiar el estilo de juego, para tener feliz a la dirigencia y a los fanáticos”, recordó en su libro.

Pero manejar los egos del vestuario no fue fácil. Debió, como todo entrenador, imponerse por el bien del equipo. “En mi primera temporada, había un partido de Champions en el que dejé a Rivaldo en la banca. Le dije que jugaría tres días más tarde y me dijo que no, porque Rivaldo no era suplente. Le dije que esta sería su primera vez. Se levantó y se fue a su casa”.

Uno de los aspectos claves que cambió en el Milan, fue que la organización contara con un restaurante en la ciudad deportiva de Milanello. “Que los jugadores coman juntos, ayuda a que hagan grupo. Además se siente como una familia y esta era la cultura del Milan. En otras sociedades es diferente. Por ejemplo, en la Juventus me sentí como en una gran empresa. Las relaciones con los directivos eran más formales y en esa época no había un centro deportivo. Entre el Milan y yo siempre hubo una sintonía natural. Con la Juve, no”.

El club terminó en el tercer lugar de la liga con 61 puntos, detrás del Inter (65) y la Juventus (72), pero el gran golpe lo dio en la Liga de Campeones. Los rossoneros vencieron a la Juve en la gran final, disputada en Manchester. Fue la primera entre equipos italianos. Luego de empatar sin goles en 120 minutos, se impusieron en penales tres por dos. Ganar la Champions le permitió a Maldini igualar a su padre Cesare, quien también fue campeón de Europa con el club en la zafra 1962-1963. Justo 40 años después.

“En el Milan tuve la suerte de tener a un líder como Maldini. Tenía un carácter fuerte y no tenía miedo de nada. Siempre era positivo. También estaba Pirlo. Era más solitario y tímido, pero era un líder técnico. Un ejemplo de cómo jugar. Nesta era un modelo diferente a Maldini y también Gattuso, a su manera”, sostuvo Carlo, que es uno de los siete dirigentes en ganar la Champions como jugador y como técnico.

Tres días después de proclamarse rey de Europa, el Milan ganó la Copa Italia ante la Roma. Habían empatado a dos goles en el partido de vuelta, luego de ganar en la ida cuatro por uno. La entidad vivía días dorados, como en la historia reciente con Sacchi y Fabio Capello, situación que mantenía contento al presidente del equipo, el político Silvio Berlusconi. Con el Premier tuvo buenas relaciones, pero trataba de mantenerlo al margen.

“Entendí rápido que debía mantenerlo contento. La tradición del Milan es jugar un fútbol vistoso, mientras que la de la Juve es ganar. Entendí que ningún esquema táctico es más importante que el presidente del club. Sí Berlusconi quería ir al vestuario a bromear, tenía que darme cuenta al final que ese era su vestuario. Se lo permití, incluso, antes de la final de la Champions en 2003”, sostuvo en el texto.

Se consolidó el proyecto

La temporada 2003-2004 comenzó con la derrota ante en la Juve en la Supercopa de Italia. Tras empatar a un gol, cayeron en penales cinco por tres. Sin embargo, tres semanas más tarde, volvieron a celebrar. El Milan se quedó con la Supercopa de Europa, al vencer al Porto por la mínima diferencia, gracias a un tanto de Sheva.

Había motivos para seguir festejando. Dos brasileños de calidad de sumaban al equipo. El defensa Cafú llegó desde la Roma para reforzar la zaga y el mediocampista Kaká desde el Sao Paulo, para fortalecer el mediocampo y darle profundidad ofensiva.

Fue el momento del cambio táctico, para mantener el 4-4-2. No había espacio para todos, así que Ancelotti optó por retrasar un poco más en el campo a Pirlo y adelantar a Kaká, para tener equilibrio. Dejó de jugar con cuatro en línea, para hacerlo con cuatro en forma de rombo.

“En el medio sector tenía a Pirlo, Seedorf, Rui Costa y Kaká. Al comienzo les dije que si no se adaptaban al nuevo sistema, uno iría a la banca. Lo entendieron. Pirlo terminó jugando un poco más atrás y Kaká, más adelante”, explicó Carletto, quien también debía dar espacio a jugadores como Gattuso y Massimo Ambrosini.

La jugada salió bien, porque además transformó el juego de Kaká, quien tuvo más protagonismo. Al finalizar la campaña, fue el Futbolista del Año de la Serie A. Era el preludio de una gran carrera. Ancelotti también alternó el 4-4-2 con el famoso “Árbol de Navidad”, el sistema 4-3-2-1 con el que jugaba con un solo atacante.

“El club me dio la posibilidad de cambiar jugadores y transformar el equipo, de acuerdo a mi visión. Ganar la Champions en 2003, consolidó la conciencia de los jugadores de ser parte de un gran club. Tomaron mejor la idea de que no siempre podían jugar. Eso hizo más fácil la relación. Todos eran campeones”, dijo el técnico en su libro.

El 21 de febrero de 2004, vencieron al Inter en un “Derby della Madonnina” electrizante. El equipo nerazzurro se fue al descanso con una ventaja de dos por cero, pero los rossoneros remontaron en la etapa complementaria y sellaron el triunfo con un golazo de Seedorf en el minuto 85.

Al holandés lo definió como un gran jugador y de carácter fuerte. “Tenías que decirle bien qué querías, porque si no te hacía todo. Cuando llegó en 2002, tuvo problemas con los compañeros, porque se sentía responsable por los demás. Era su carácter. Al final tuve que decir que él no era el entrenador y no debía hablar así. Era un líder. Pero ya teníamos a Maldini y tuvimos que buscar un equilibrio”.

El Milan terminó la temporada como campeón de Italia con 81 puntos, 11 más que la Roma. El ucraniano Shevchenko fue el líder goleador de la liga con 24 tantos, siendo la segunda vez que lo alcanzó. En la temporada 1999-2000 también sumó dos docenas de goles. Al final del año, Sheva se quedó con el Balón de Oro.

En la Copa Italia quedaron eliminados en la semifinal, al caer en los dos partidos ante la Lazio con global seis por uno. En la Champions, el recorrido se acabó en los cuartos de final. Fueron goleados en la espectacular remontada del Deportivo La Coruña. Los italianos habían ganado 4-1 en la ida jugada en San Siro, pero perdieron 4-0 en la vuelta en Riazor. Fue el partido más gris del ciclo hasta el momento.

La pesadilla de Estambul

La campaña 2004-2005 inició con otro título. El Milan superó a la Lazio tres goles por cero, para ganar la Supercopa de Italia. Entre los refuerzos adquiridos, destacó el delantero argentino Hernán Crespo y el defensa holandés Jaap Stam.

En diciembre perdieron la final de la Copa Intercontinental contra el Boca Juniors. También en penales. Empataron a uno en 120 minutos y en la tanda decisiva, los argentinos se impusieron tres por uno en Yokohama.

Finalizaron en el segundo lugar de la Serie A con 79 puntos, siete menos que la Juventus, pero al año siguiente el título fue revocado por el escándalo de Calciopoli y no fue asignado. La Copa Italia volvió a ser imposible, al caer en cuartos de final ante el Udinese con global de seis por cuatro.

En la Champions ocurrió la pesadilla de Estambul. El Milan ganaba cómodamente tres por cero en la primera parte. Maldini marcó al primer minuto y le siguió un doblete de Crespo (39’ y 44’), pero se dejó empatar por el Liverpool en la etapa complementaria. Tres goles en seis minutos de Gerrard (54’), Smicer (56’) y Xabi Alonso (60’). Los ingleses se quedaron con la “orejona” en la tanda de penales tres por dos, en una de las remontadas más espectaculares de la competición.

“En esa final tuvimos una calidad de juego impecable, que nunca había visto en finales. Fue una desilusión muy grande. La gente dice que dejamos de jugar en el segundo tiempo y no es cierto. El Liverpool jugó bien seis minutos y nosotros 114”, recordó en su libro.

Aseguró que la reacción del Liverpool lo dejó sin tiempo para hacer los ajustes. “Cuando marcaron el primer gol, estábamos jugando tan bien, que pensé que pronto marcaríamos el cuarto. Luego anotaron el segundo y pensé en hacer un cambio, para reforzar la defensa. El tercer gol llegó sin poder hacer nada. Después de esos seis minutos de locura, logramos retomar el control del juego y podíamos haber marcado”.

En ese momento tan difícil, sintió el apoyo de la organización. “El club permaneció compacto. Nadie nos puso en discusión. Obviamente nos dolió, pero tratamos de no dramatizar. Al comienzo de la temporada siguiente, éramos brillantes. La derrota lejos de cortarnos las piernas, nos fortaleció”, confesó el italiano.

Por su parte, Nesta absolvió de toda culpa a su director técnico y lamentó que no pudiera ser uno de los cobradores en la tanda de penales. “Creo que su único error fue no apuntarme en la lista. Contra la Juventus en Manchester lo hizo y marqué. La gente cree que la derrota fue su culpa. Yo creo que fue nuestra. Jugamos el mejor primer tiempo de todos y, en el descanso, nos dijo en el vestuario que el juego todavía no estaba decidido. Que saliéramos a marcar otro gol y si era posible, otro más. Sólo así, estaríamos seguros. Pero concedimos libertades al Liverpool y nos costó la final”, dijo en el libro de Ancelotti.

Temporada en blanco

En la campaña 2005-2006 sumaron de refuerzo al delantero Alberto Gilardino, quien llegó procedente de la Fiorentina. También al delantero Christian Vieri desde el Inter y al lateral izquierdo checo Marek Jankulovski, desde el Udinese.

Pero fue una temporada sin títulos para la entidad rossonera. En la Champions, cayeron en la semifinal ante el Barcelona, a la postre el equipo campeón. Perdieron en San Siro con gol de Ludovic Giuly (67’) y empataron a cero en el Camp Nou. Sheva terminó como líder goleador de esa edición con nueve tantos.

En Copa Italia, el Palermo los eliminó en octavos de final con global de tres por uno y en la Serie A habían finalizado en el tercer puesto con 58 puntos, pero luego le revocaron 30 unidades por el escándalo de Calciopoli que se destapó en esa campaña.

Para entonces, se fortalecían los rumores que aseguraban que Berlusconi no estaba contento con el rendimiento del club y le hacía las alineaciones a Ancelotti, algo que  el técnico siempre negó y reconfirmó en su libro.

“Todos pensaban que Berlusconi me presionaba, pero no era cierto. Siempre estaba muy presente. Cuando ganábamos, entonces me decía quiero que juguemos con este atacante y seamos más ofensivos. No es una opinión, es que lo quiero. Pero siempre le explicaba mis argumentos. Después de una victoria, le gustaba explicarme con cuál jugador me hubiera hecho jugar. Pero eso lo hacía sólo cuando ganábamos”.

 

La revancha de Atenas

Todo cambió en la campaña 2006-2007. El terremoto de Calciopoli obligó a varios equipos a reestructurarse y el Milan no fue la excepción. Se marchó Sheva al Chelsea y Rui Costa al Benfica, mientras que llegaron, entre otros, los defensas Daniele Bonera desde el Parma y Massimo Oddo desde la Lazio. Además Ronaldo se incorporó en el mercado de invierno, pero no jugó hasta 2008 por someterse a un tratamiento de la tiroides.

El camino en la Serie A, terminó con un decepcionante cuarto puesto y en la Copa Italia llegaron hasta la semifinal. La Roma los despachó, tras empatar a dos en San Siro y ganarles tres por uno en el Olímpico.

Sin embargo, todas las fuerzas estaban centradas en Europa. En semifinales lograron una remontada histórica ante el Manchester United. Luego de perder tres por dos en Old Trafford, ganaron con un contundente tres por cero en San Siro, para meterse en la final. Kaká (11′), Seedorf (30′) y Gilardino (78′), sentenciaron a los ingleses en un encuentro que se jugó con una lluvia torrencial y en la que el Milan fue superior. El resultado fue corto.

El equipo de Ancelotti clasificó a la final, para medirse al Liverpool en Atenas. El Milan se sacó la espina de Estambul y venció a los ingleses dos por uno, con un doblete del “Pippo” Inzaghi (45’ y 82’). Fue la séptima y última Champions para el equipo.

“He marcado varios goles en Europa, pero hacerlo en la final de la Champions League es algo especial”, dijo Inzaghi a la UEFA luego de partido. Su compañero Gattuso, agregó: “La derrota de hace dos años estará de por vida, pero esto es otra historia diferente. Ahora nos toca a nosotros celebrarlo”.

Kaká finalizó como máximo goleador del torneo con 10 y allanó el camino para ganar el Balón de Oro y el premio FIFA World Player. Para Maldini fue su segunda “orejona” con el club.

Galliani estuvo en el Milan durante 30 años, ocho de los cuales los pasó con Ancelotti en el banquillo y se mostró feliz por la revancha. “En julio de ese año, el Milan fue el primer club del ranking de la UEFA, superando a Real Madrid y Barcelona. Sus ocho años fueron un periodo de oro. La victorias fueron muchas más que las derrotas”, dijo en el libro.

El ejecutivo agregó que la derrota en Estambul no puso en duda la continuidad del estratega. “Muchos me preguntan si le recriminamos algo y la respuesta es no. Lo apoyamos. Fue duro y tuvimos que haber ganado. Pero en cinco años, jugamos tres finales de Champions, una semifinal y unos cuartos de final. Nadie nos alcanzaba. Ni siquiera Bayern, Real Madrid o Barcelona”.

La mano derecha de Berlusconi, definió a Carlo como un gran motivador en momentos claves. “Tiene un modo particular de llevar las relaciones con los jugadores. Nunca traicionó sus orígenes, ni cambió su carácter. Tiene una gran capacidad de iluminar el ambiente en el que trabaja. Es un líder internacional y multicultural”.

Una de sus anécdotas preferidas, fue la noche antes de la final de la Champions de 2007. “Veía en el entrenamiento con él y me fijé que Inzaghi estaba presionado. No paraba ni un balón. No era él. Le sugerí a Carlo que lo dejara de suplente y salir con Gilardino como titular. Me respondió que Inzaghi era un atacante rato y que, quizás, la noche de la final sería su noche. Quizás otro entrenador me hubiera hecho caso, pero él tenía un presentimiento y era algo que le sucedía a menudo”.

 

En el techo del mundo

La temporada 2007-2008 inició con el triunfo en la Supercopa de Europa contra el Sevilla. La victoria fue de tres por uno, con tantos de Inzaghi (55’), Jankulovski (62’) y Kaká (87’), para sumar el quinto trofeo de la competición. El título tuvo en parte un sabor amargo, porque el defensa del Sevilla, Antonio Puerta, había muerto tres días antes por un paro cardio respiratorio en el juego ante el Getafe.

La zafra también inició con otro fichaje de estelar. Alexandre Pato llegó con apenas 17 años, procedente del Internacional de Porto Alegre por 22 millones de euros, una cifra récord para entonces.

En diciembre, sumaron al palmares el Mundial de Clubes al derrotar por goleada al Boca Juniors cuatro por dos. Inzaghi lideró el triunfo con par de dianas (21’ y 71’), mientras que Nesta (61’) y Kaká (61’) se sumaron a la fiesta milanista.

“No diría que la victoria es irrepetible, pero nunca la podremos olvidar. Ahora queremos festejar al máximo este evento. Nos alegramos mucho por esto, porque todo el mundo sabe que hemos recorrido un camino muy difícil”, sostuvo Ancelotti luego del juego. Su Milan sumaba el título 18 a nivel internacional, siendo el club más titulado.

Sin embargo, el ciclo comenzaba a presentar desgaste. El Catania los superó en octavos de final de la Copa Italia, con global de 3-2. En la liga, finalizaron en el quinto lugar con 64 puntos, quedando fuera de la zona Champions.

En la Liga de Campeones, quedaron fuera en octavos de final contra el Arsenal. Empataron sin goles en casa y perdieron dos por cero como visitantes. Para entonces, el Real Madrid había asomado la posibilidad de fichar a Ancelotti, pero no se dio.

“En ese momento, me contactó el Real Madrid, pero no hubo acuerdo porque dije que si el Milan no me dejaba ir, no me iría”, dijo en su libro el estratega.

Fin del ciclo

La última campaña de Ancelotti fue la 2008-2009. También fue la de Maldini. Al mismo tiempo, regresaba al equipo Shevchenko y se sumaban los fichajes estelares de Ronaldinho, David Beckahm, Gianluca Zambrotta, Thiago Silva y Mathieu Flamini.

El Milan no disputó la Champions League, pero sí la Europa League, torneo en el que quedó eliminado en los dieciseisavos de final ante el Werder Bremen con dos empates. Uno a uno en Alemania y dos a dos en Italia, pasando los teutones por marcador global.

En la Serie A, finalizaron en el tercer lugar con 74 puntos y en la Copa Italia, quedaron fuera al perder con la Lazio dos por uno en octavos de final.

“Fue un gran tiempo al Milan. Ganamos dos Champions y una liga. Me sentía como en casa, pero luego de ocho años la relación se enfrió. Berlusconi quería cambiar y yo quería ir al exterior”, dijo Ancelotti en su libro.

Galliani explicó que la decisión dejarlo ir a Inglaterra con el Chelsea, fue consensuada y la discutió con Berlusconi. “Era lo mejor para las dos partes. Él lo deseaba y la separación fue sin traumas. Carlo fue muy correcto. Dejó que el equipo decidiera, porque tenía un contrato”.

Beckham también dio buenas referencias, a pesar de jugar bajo sus órdenes solo una temporada. En el libro de Carlo, explicó que no dudó cuando se presentó la posibilidad de ir al Milan. Recordó el último día de Ancelotti en el banquillo como una jornada llena de emociones.

“Vi con mis propios ojos cuánto le querían en el vestuario. Dio un discurso muy sentido en italiano y yo le entendí la mitad, pero me conmovió. Vi llorar a como Maldini, Gattuso, Inzaghi y Nesta. Sabían que el club cambiaría, porque el hombre que hizo grande al Milan estaba por irse”.

Maldini lo definió como una persona que se molesta muy poco y que puede hacerte reír antes de una final de Champions. “No es rencoroso y tiene un corazón de oro. No necesita ser un Special One para ganar. Cuando creía equivocarse, me lo preguntaba. Cuando llegó a Milanello, era muy rígido tácticamente. Pero luego se abrió y maduró”.

Nesta tampoco dudó en decir que Ancelotti fue el mejor entrenador que tuvo en su carrera, porque le cambió la mentalidad. Contó que le dijo que no había mejor lugar para crecer que el Milan y, aunque le costó adaptase, siempre tuvo su apoyo.

“La primera vez que lo vi, fue en un entrenamiento con Italia en Milanello. Estaba al límite del campo y me dijo que al año siguiente quería verme en el Milan. Le dije que no, porque el club no me gustaba. Era de la Lazio y prefería quedarme en Roma. Tres meses más tarde, firmé con el Milan. Carlo me enseñó que aquí cada juego era una final. En la Lazio, bastaba con ganar el derby a la Roma. Me dijo que que si quería ser el mejor, tenía que seguir a los mejores, como a Maldini o Costacurta”.

Ancelotti terminó dirigiendo al club en Serie A en 423 partidos oficiales, con 238 victorias, 101 empates y 84 derrotas. Su huella en el banquillo fue más allá de los títulos y resultados. Fue un caballero y el último dirigente que dirigió al Milan con el escudo tatuado en el corazón, para llevarlo a la gloria en un ciclo exitoso.

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El PSG supera el fantasma de los octavos y se instala en cuartos

Marca-.

La soledad del Parque de los Príncipes fue una losa para el Borussia Dortmund. Los niños de Favre, envalentonados bajo el Muro Amarillo, se diluyeron en el arranque ante un PSG que se dejó la triple maldición de octavos en los aledaños de su estadio vacío por la amenaza del coronavirus.

Los fuegos artificiales de los hinchas que iluminaron el cielo de París tuvieron su replica en el área de Bürki. Con Mbappé convaleciente, Neymar y Sarabia movieron de un lado a otro a unos ‘borussen’ a los que no protegió el 2-1 de la ida. Los de Tuchel se cuelan en cuartos cuatro años después comprando, de nuevo, su sillón entre la aristocracia del viejo continente. El 6-1 del Camp Nou y de Aytekin, las dianas de Cristiano y la derrota del Bernabéu y el drama parisino ante el ‘baby United’ quedan, por fin, atrás.

Con Haaland aislado y Cavani frenado por Bürki, Neymar fue el que se apuntó a su clase de yoga. Su gol de cabeza, al más puro estilo del noruego, dejó en papel mojado la derrota en la cuenca del Ruhr. Lo celebró como hace el ‘9’, sumergido en su Flor de loto, curándose de la derrota de Dortmund. El brasileño brilló en una noche plagada de focos y sin público. El pase del PSG tiene el sello de un ‘Ney’ que mojó en la ida y en la vuelta. El crack brasileño reinó en el silencio. Sus lágrimas finales reflejaron toda la tensión acumulada. La fábrica parisina siguió produciendo ‘Made in Spain’. El 2-0 lo confeccionaron Sarabia y Bernat. El extremo español, tras una jugada coral, la puso y el lateral lo convirtió en el segundo. Todo antes del descanso.

El PSG había pintado el cuadro de la clasificación en 45 minutos… pero faltaban otros 45 para que su oleo se secara. Mbappé agitó la noche, Di María, al que Bürki privó de su diana de falta y vio una amarilla que le deja sin la ida de cuartos, se resintió y el Dortmund se creció olvidándose de sus complejos iniciales. Keylor comenzó a tener más apuros a medida que el reloj avanzaba. Una ofensiva llena de córners pero carente de remates. Can acabó expulsado tras una entrada a Neymar que embarró el final. El PSG pasó esquivando la prórroga. Haaland no llegó a tiempo.

Foto: As.

La Atalanta conquista Mestalla y está en cuartos

Marca-.

La Champions se convirtió en una pesadilla para un Valencia incapaz de afrontar los 180 minutos de los octavos de final con la solvencia que requiere la Champions. La eliminatoria la perdió en San Siro, pero tampoco fue capaz de despedirse de Europa con honores. Es más, la terminó de regalar Diakhaby con dos penaltis absurdos en la primera parte. Todo lo contrario que la Atalanta, un equipo con fútbol vertical y brillante que tuvo en Ilicic un martirio para Cillessen. Cuatro goles marcó el veterano jugador esloveno, una cifra al alcance solo de los más grandes.

Dicen que los verdaderos campeones se demuestran en la derrota. El Valencia perdió una eliminatoria insólita por sus propios errores futbolísticos y las circunstancias extraordinarias que rodearon el partido de vuelta. Al menos reactivó por momentos el orgullo de una plantilla que lleva meses sosteniendo un proyecto a la deriva. La crisis internacional por el coronavirus y las medidas de prevención vaciaron Mestalla y anularon un factor esencial para prender la mecha de la remontada. Pero no hay que pasar por alto que el Valencia ha recibido ocho goles ante un equipo desconocido en la élite continental, que cuenta con un ataque demoledor pero con una defensa inconsistente.

En ocasiones, hay circunstancias que convierten el camino aparentemente más fácil, en el más difícil. Hace justo tres meses que el Valencia se clasificó para los octavos de final de la Champions tras ganar al Ajax, lo que le hizo acabar primero de grupo. En el sorteo de octavos entró como cabeza de serie y acabó emparejado ante el novato Atalanta, con la vuelta en casa. Un desastroso partido en San Siro y el cierre de Mestalla convirtieron el sueño en pesadilla.

Si estaba difícil antes de empezar, mucho peor se puso con dos groseros errores de Diakhaby, sancionados con penalti, que terminaron hundiendo al Valencia. A los dos minutos de partido, el central francés atropelló a Ilicic, tras comerse su engaño con el cuerpo. Penalti, gol y el Valencia necesitaba marcar cuatro. Al final de la pimera parte, Diakhaby desvió el balón con la mano dentro del área. Fue un toque sutil, pero evidente, mucho más a cámara lenta, con el VAR. Otra vez Ilicic engañó a Cillessen, una losa imposible de levantar.

El segundo penalti aplastó las esperanzas de un Valencia que, si no en la remontada, sí había creído en reparar su imagen tras la goleada en San Siro. De allí traía la lección aprendida de Italia y no tardó en imponerse sobre el terreno de juego, qué menos: superaba la presión inicial de los italianos y hacía circular el balón en campo contrario. Así llegó el primer gol de Gameiro (1-1), tras un robo de Soler y un gran pase de Rodrigo. El movimiento y la ejecución dentro del área, merecían mayor gloria para un tanto que no pasará a la historia.

Castigo a Diakhaby

Celades decidió jugársela con un mensaje claro a la plantilla. Quitó a Diakhaby -un enemigo en una noche aciaga- y metió a Guedes en el campo, con lo que Kondogbia retrasó su posición para hacer de central. El plan funcionó y Gameiro y Ferran pusieron un 3-2 ilusionante en el marcador ante una defensa tan vulnerable que cuesta creer que el equipo blanquinegro no se hubiera traído un mejor marcador de la ida. Pero la Atalanta aprovechó el cansancio blanquinegro e Ilicic redondeó su noche con otros dos goles.

Foto: Marca.

El Leipzig golea al Tottenham y clasifica a cuartos de final

Marca-.

El gol de penalty de Werner en la ida (0-1) con el que el Tottenham viajó a Leipzig pareció una losa insalvable en vez de un solitario gol más que remontable en el partido de vuelta. El conjunto que dirige Mourinho siguió con su mala racha actual de cinco partidos sin ganar y lo amplió a uno más tras caer (3-0) ante un RB Leipzig que fue tan superior a su rival que en los primeros 21 minutos de partido había marcado tres goles, dos de ellos legales de Sabitzer y otro, anulado por el VAR por fuera de juego, de Werner. Ya en los último minutos del partido, Forsberg puso el definitivo 3-0 en el marcador.

Cierto es que al Tottenham se le han lesionado sus dos potenciales ‘9’, pero la apuesta de Mourinho por poner a Dele Alli de falso delantero centro acabó suponiendo un tremendo error, pues el mediapunta inglés nunca acabó de entrar en juego.

Sí lo hizo Sabitzer. El austríaco fue el total protagonista del partido con sus dos goles y haber participado, con 4 dianas y dos asistencias, en 6 tantos en 7 partidos de Champions para un equipo que hace 10 años se encontraba disputando partidos de Quinta división alemana. Mención merece Angeliño, que asistió al austríaco en el segundo tanto alemán de la noche.

El susto de la noche lo dio Mukiele, quien cayó redondo y sin conocimiento al suelo tras recibir un fuerte balonazo en la cara. El futbolista mostró signos de recuperación en la camilla, aunque fue sustituido.

El proyecto de la Red Bull sigue creciendo y ya está entre los ocho mejores de Europa. El Tottenham de Mou, por su parte, dice adiós a una competición en la que fue finalista pero cuyo ánimo actual dista mucho del brillante conjunto de Pochettino.

Foto: Marca.

El Lyon vence a la Juve en Francia “a la italiana”

AS-.

El Lyon de las grandes noches europeas ha vuelto. El conjunto de Rudi García sorprendió a la Juventus con un solitario gol de Lucas Tousart, y afronta la vuelta con ventaja en una eliminatoria que partía como una de las más desiguales de todos los octavos de final.

El claro favoritismo de la Juventus se evidenció a falta de una hora del partido con el once del Lyon. Rudi García decidió apostar por una defensa de tres centrales para frenar a Dybala y Cristiano, con la novedad de Guimaraes, que debutaba en la Champions formando el doble pivote local con Tousart. Por su parte, Sarri alineaba un 4-3-3, con la inclusión de Rabiot en el centro del campo y con Cuadrado en la banda derecha para defender la zona de influencia de Aouar en el sector izquierdo del Lyon.

Poco importó que la Juventus llegara como líder de la Serie A y que el Lyon estuviera en horas bajas. La Champions no entiende de rendimientos en competiciones locales, y eso se volvió a demostrar en el partido de hoy. A pesar de que los de Sarri dominaron los primeros diez minutos, encerrando a un Lyon bastante pasivo, a medida que pasaron los minutos, el equipo francés se soltó y empezó a creerse que podía derrotar a un rival superior. Cristiano avisó con un centro-chut envenenado en los primeros minutos, pero fue un espejismo.

El buen hacer del Lyon, con un sistema de tres centrales que taponaba a los laterales de la Juventus en salida de balón, encontró sus frutos en el minuto 31. Aouar, jugador al que la hinchada le pide un paso adelante en las citas grandes, realizó una jugada marca de la casa en la izquierda y asistió a Tousart. El mediocentro del Lyon, tan criticado en los últimos meses, marca por segundo año consecutivo en octavos, tras haberle ya marcado al Barcelona la temporada pasada.

Los nervios comenzaron a asentarse en la Juventus, incapaz de trazar un solo ataque de peligro, más allá de dos centros de Cristiano Ronaldo. De hecho, el Olympique de Lyon encontró en la banda derecha una autopista. Dubois, carrilero derecho, siempre recibía libre de marca, y Alex Sandro, muy presionado en la salida de balón, no recibía ni una sola ayuda de Rabiot. Ahí, tanto el lateral del Lyon como Toko-Ekambi, firmaron dos ocasiones claras antes del descanso, pero el ex del Villarreal no pudo marcar al disparar alto dos remates bien podían haber llevado más peligro sobre la portería defendida por Szczęsny.

Como era de esperar, las tornas cambiaron en la segunda mitad. La Juventus se vio obligada a adelantar líneas, y Rudi García, haciendo gala de su etiqueta de defensivo, atrasó al equipo unos 20 metros para amarrar el resultado. Ya no era el Lyon de la primera mitad que llegaba a todos los duelos y que atacaba con mucha suficiencia al contragolpe.

El partido comenzó a estar en las botas de Paulo Dybala. El argentino había estado desaparecido en el primer tiempo, pero con una Juventus mucho más dominadora, comenzó a aparecer entre líneas y a castigar al Lyon. Un centro lateral acabó en sus botas, pero el disparo se marchó rozando el poste. Prácticamente todas las ocasiones de los de Sarri partieron de él.

En los minutos finales, la Juventus apretó más de lo normal, pero el Lyon contuvo todas las acometidas de los italianos. Cristiano Ronaldo pidió un penalti de Denayer, pero el belga chocó hombro con hombro con el ex del Madrid. Gil Manzano anuló un gol de Dybala casi al final por fuera de juego y el Lyon acabó sorprendiendo a la Juve.

Foto: AS.

El City vence al Madrid en el Bernabéu y toma ventaja en los octavos

Marca-.

El Bernabéu enterró las iluisiones del Real Madrid de la manera más cruel posible. Sobrevivió a la superioridad del City durante una hora larga y se puso en ventaja en un coletazo espléndido. Pero se derrumbó como un castillo de naipes cuando De Bruyne agitó la varita. Suya fue la magia de la Champions, la que dio gloria al club blanco, especialmente en el Bernabéu, que asistió atónito a un cuarto de hora criminal. Encajó dos, el primero en una falta bastante clara, y perdió a Ramos para la vuelta. Guardiola volvió a salir del Bernabéu con una sonrisa de oreja a oreja. Su City fue superior y tiene pie y medio en cuartos.

La Champions es un escenario perfecto para que los entrenadores muestren su capacidad para influir en los partidos. Después de las flores de la víspera, Zidane y Guardiola se acuchillaron en el buen sentido, con sus alineaciones imprevisibles. Isco y Vinícius en el once blanco, Otamendi y Gabriel Jesus en el blue. Bale y Agüero fuera del verde de saque. Para romper las apuestas.

A la hora de la verdad, el City respondió a lo que se esperaba. Futbolistas de pie fino y muy sacrificados para ocupar todo el campo y exigir la mejor versión del rival. El sello de Guardiola. No fue el vendaval del Bayern, pero impresiona la ocupación de espacios que realizan Walker, Gabriel Jesus -la sombra de Carvajal en defensa- o Rodri. Salvo excepciones, el balón fue citizen, para incomodidad del personal.

La mejor vía de ataque blanco fue Vinícius, que abrió las hostilidades con una incursión que conjuró Laporte con Benzema atento. Poca cosa comparado con la primera del City, cuando ya aflojaba la presión blanca. Recibió De Bruyne, filtró en diagonal para Gabriel Jesus, como Aspas a Smolov y el brasileño, tras recortar a Varane, cruzó el remate duro. Courtois ejerció de portero grande.

Con De Bruyne en el eje y tres relámpagos ofreciendo alternativas (Mahrez, Bernardo Silva y Gabriel Jesus), al Madrid le costaba no preocuparse de su espalda. Eso sí, la respuesta fue de calidad. Mendy, una roca en defensa, sirvió un centro exquisito a la cabeza de Benzema que picó el remate, sacó como pudo Ederson y el rechace se quedó a milímetros de la bota de Vinícius. Tal vez llegue el día en que el gol le haga un guiño de fortuna al brasileño.

Fue lo mejor del Madrid en fase ofensiva. Fue perdiendo el hilo del juego paulatinamente, según perdían energía sus centrocampistas, y el City fue apoderándose del choque. Acabó el primer tiempo en área blanca, con un córner rematado por Gabriel Jesus que sacó Casemiro bajo palos, y empezó el segundo con tres ocasiones claras, una de Mahrez que se fue por un pelo y dos manos prodigiosas de Courtois. Conste que el City había perdido a su mejor central, Laporte, por lesión, pero entró Fernandinho en la zaga y mejoró la salida del balón. Pintaba feo. Feísimo.

Pero el Madrid ha construido su historia europea con ejercicios de supervivencia similares. Amenazó Modric con un servicio a Vinícius que malgasto el extremo en el área, exhausto. En la siguiente no perdonaron. Se embolicó Otamendi,.robó Modric, concedió Walker, Vinícius se metió en área y sirvió a Isco para que cruzara a la red. 1-0. Impensable cinco minutos antes.

El tanto recolocó el duelo. La frescura inglesa desapareció y el Madrid se ajustó atrás. Tal vez por eso congeló Zidane los cambios, pese a que Bale y Jovic llevaban un rato calentando. Guardiola situó a Sterling dispuesto a entrar y el inglés contempló una doble ocasión blanca, con Carvajal llevando la pelota al área pequeña y Fernandinho sacando con el cuerpo el remate de gol de Ramos, de falso 9.

Parecía encarrilado el duelo, bastaba con no cometer errores. Pero todo se fue al garete en una maniobra de De Bruyne, el mejor futbolista sobre el verde. Amagó en el costado del área, se giró, templó al segundo palo y Gabriel Jesus cabeceó a la red, ante Ramos. El brasileño metió los brazos para hacerse el hueco y desplazar al capitán blanco, y ni el árbitro ni en el VAR estimaron que era falta. En LaLiga lo habrían pitado.

El empate desató al City, que cobró ventaja poco después. Penalti clamoroso de Carvajal a Sterling y lanzamiento a la red de De Bruyne. Para colmo, en un error en la entrega de Casemiro, se escapó Gabriel Jesus y Ramos le agarra fuera del área. Roja. Casi imposible para la vuelta. Sólo una proeza en Manchester mantendrá con vida al Madrid en Champions.

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El Bayern Múnich pondrá a prueba su fortaleza ante el Chelsea

Europa Press.- El Bayern Múnich visitará este martes al Chelsea en la reedición de la final de la Liga de Campeones 2012, que el equipo inglés conquistó tras la tanda de penaltis en el Allianz Stadium, por lo que los alemanes buscan una revancha largamente esperada en estos octavos de final.

Frank Lampard, actual entrenador ‘blue’, era el capitán del Chelsea en el día de mayor gloria en toda la historia del club inglés, que dejó al Bayern sin el título continental en su propia ciudad. Casi ocho años después, se reedita aquel duelo en Stamford Bridge.

Más irregular que otras temporadas en la Bundesliga, aunque líder por delante del Leipzig tras sumar 19 de los últimos 21 puntos posibles, el Bayern vuelve a la competición europea, donde está siendo el mejor esta temporada al sumar pleno de seis victorias y un total de 24 goles.

Hans-Dieter Flick, que se hizo cargo del banquillo bávaro en noviembre tras el despido de Niko Kovac, parece ya asentado en el cargo y su equipo ha encontrado mayor continuidad en el juego agarrado a la efectividad goleadora de Robert Lewandowski, demoledor en la fase de grupos con 10 goles en cinco encuentros.

Por su parte, el Chelsea pelea por la cuarta plaza en la Premier League, donde el título parece propiedad del Liverpool a falta de confirmación matemática, y esta eliminatoria se presenta como una gran oportunidad para que jóvenes valores como Tammy Abraham o Mason Mount sigan ganando experiencia al más alto nivel.

El equipo londinense, que finalizó segundo de su grupo por detrás del Valencia, nunca ha perdido en casa ante un rival alemán, mientras que el Bayern tiene su propio dato estadístico alentador, la racha de 12 partidos invicto fuera de casa en competición europea -nueve victorias y tres empates-.

En el capítulo de bajas, Lampard deberá lidiar con la ausencia de dos piezas fundamentales como N’Golo Kanté y Christian Pulisic, mientras que el Bayern viaja a Inglaterra sin los lesionados Javi Martínez, Perisic y Sule.

Foto: Getty Images.

El Leipzig sacó petróleo en Londres y está cerca de los cuartos de final

Marca-.

El RB Leipzig va de sorpresa en sorpresa en la presente edición. De ser la primera en la que alcanza las eliminatorias a ganar en el Tottenham Stadium (0-1) de forma más que merecida en la ida de octavos para un equipo que hace 10 años estaba en la quinta división. Dirigido por Julian Nagelsmann, el técnico más joven en la historia en dirigir un encuentro de octavos de final de la Champions (32 años y 211 días) ha venido siendo apodado el joven Mourinho en los últimos años y mucho se ha escrito sobre su duelo contra el consagrado técnico portugués.

«Ha dejado huella en el fútbol europeo y en varios grandes clubes. Creo que lleva 59 partidos de eliminatorias de Champions, y esta es mi primera, así que le debo respeto», afirmó Julian en la previa. El partido 60 de Mourinho en eliminatorias de Champions… quedará por siempre como derrota.

El RB Leipzig salió al césped del Tottenham Stadium como si llevara jugadas 60 eliminatorias de Champions. En su primer encuentro en ellas, apenas tardó dos minutos en tener 3 ocasiones de gol clarísimas, incluyendo dos paradas de Lloris y un poste. Poco después, por medio de Dele Alli, Gulacsi apareció por primera vez para demostrar que el RB Leipzig no sólo tiene ataque… y el Tottenham no sólo iba a defender.

Cierto es que la previa del partido cayó como un jarro de agua fría sobre los spurs con la lesión «para toda la temporada», según Mourinho, de Son Heung-min, segundo máximo anotador esta temporada con el club (16 tantos) y que venía sustituyendo a Harry Kane (estrella y máximo goleador con 17 dianas). Esa falta de gol y de referente atacante (ante el RB Leipzig jugó Lucas Moura de falso 9) acabó penalizando en demasía a los londinenses, que sufrieron una presión altísima y constante del joven conjunto alemán.

Tras 12 disparos a portería en la primera mitad, era una sorpresa que el RB Leipzig no se hubiera adelantado en el marcador. Lo hizo de la forma más dura posible para los de Mourinho: un penalti de Davies que Werner transformó.

Curiosamente el punta alemán, que lleva 20 tantos en Bundesliga, en Champions ha sumado 4 goles esta temporada… todos ellos fuera de casa.

Resolverá el Red Bull Arena en la vuelta, pero el RB Leipzig dejó una sensación de mucho mejor equipo que el Tottenham. Baby Mourinho dio una lección a The Special One.

Foto: Marca.