PSG liquidó las esperanzas del Barcelona

AS.- El Barcelona vuelve a irse de Europa, pero a diferencia de la últimas ocasiones, el equipo blaugrana se fue de París con la cabeza alta y dejando un claro mensaje de “señores, hemos vuelto”. Sólo la falta de puntería de los barcelonistas, que fallaron de todo en el área rival y regalaron el penalti de siempre en la propia impidió amenazar con un intento de remontada que se quedó en 1-1, pero que de justicia podía perfectamente haberse puesto 1-3. Pero la cara de susto que se le puso al PSG durante muchos minutos del partido, no se la quita nadie.

Resumen del juego

Lo que no se le puede negar al Barcelona actual es ilusión. Este equipo vive en una sobredosis de optimismo que seguramente es la compensación a estar tanto tiempo instalado en el derrotismo. Así que el conjunto blaugrana salió al Parque de los Príncipes dispuesto a firmar una ‘beau geste’, esa novela de aventuras que se sitúa la acción de sus protagonistas en la legión francesa. Buscaban los de Koeman un intento de hazaña, de la que ya mirarían las consecuencias al final. Ya se sabe, sin embargo que este tipo de acciones no acaban demasiado bien para los que las protagonizan, que como pasa en la novela, pero a cambio dejan un enorme recuerdo.

Y la puesta en escena del Barcelona en París fue una carga suicida y en toda regla contra el París Saint Germain, que llegó a dar la impresión de verse durante muchos tramos del partido intimidado y sorprendido por el empuje de un equipo catalán que lo hizo todo bien… menos acabar las jugadas.

Embate y atajadas

Dembélé falló clamorosamente con la espada hasta en cinco ocasiones en los primeros 45 minutos. El extremo francés volvió a ser un dolor de muelas jugando a la espalda de los centrales, pero a la hora de culminar, se topó con Keylor. No fue el único culé que atenazó a los franceses, Dest disparó al palo y Messi amenazaba entre lineas.

El planteamiento del Barcelona por atrevido presentaba un claro punto débil que era la espalda de la defensa, donde Mbappé retaba en superioridad a Mingueza, que lo controló como pudo, pero que pronto se cargó con una amarilla que obligó a Koeman a retirarle del campo a los 36 minuto.

La estrella francesa no brilló como en el Camp Nou y por un momento, convirtió el partido en un especie de concurso entre él y Dembélé, a ver quién era el primero que embocaba.

Pareció que al Barcelona se le caía encima la casa que con tanto esfuerzo había intentado levantar cuando Icardi cayó en el área y nadie sabía muy bien por qué. La revisión del VAR descubrió un pisotón de Lenglet, que tiene los pies como coladores, de tantas veces que se ha disparado. El penal lo convirtió Mbappé y ahí cualquier otro equipo, y más teniendo en cuenta el resultado de la ida, hubiera tirado la cuchara. El Barça, que sigue con la fe del converso, no lo hizo y lo demostró Messi con un zapatazo descomunal que valía el empate y volvía a hacer creer al Barça y a dudar al PSG.

Desconexión

Pero el guionista del fútbol no pierde jamás la oportunidad de complicar una trama y guardaba un giro de guión inesperado. En el descuento de la primera parte, penalti favorable al Barça que tenía ante sí la oportunidad de dar un paso en su confianza y minar la del rival. Pero Messi, el mismo que acababa de lograr uno de los goles del año, falló desde los once metros.

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Tras una primera parte frenética, sin tiempo a parar un momento, la segunda empezó algo más relajada. Con el mismo planteamiento, pero sin tantas ocasiones. Se empezaba a notar el esfuerzo, pero aún el Barça sacó fuerzas para volver a intentar una nueva carga que volvió a dibujar en los rostros de los franceses la cara de susto.

A falta de quince minutos, Koeman, con la sensación del deber cumplido retiró a Dembélé, Pedri y Busquets del terreno de juego y poder volver a casa sin la depresión europea de las últimas campañas y pensar que aún quedan objetivos posibles.

Foto: AS

El Liverpool impuso su jerarquía ante el Leipzig

AS.- El Liverpool se hizo de rogar. Falló primero, falló bastante, pero mató después, cuando en la segunda parte Salah y Mané marcaron los dos goles que hacían rendirse al RB Leipzig. Los de Klopp fallaron una ocasión tras otra en el primer tiempo, pero sus mayores garantías de gol aparecieron más tarde para confirmar la clasificación de los ‘reds’ para los cuartos de final de la Champions League. El parcial de 4-0 en la eliminatoria no deja margen a la duda: el Liverpool fue mucho mejor en la ida y bastante mejor en la vuelta.

Resumen del partido

Hasta en tres ocasiones pudieron los ‘reds’ ponerse por delante. Y no fueron oportunidades normales, sino muy claras. Entre Jota y Salah desaprovecharon las tres, bien por malos disparos o por acierto de Gulacsi en la portería. La principal decisión de Klopp para un partido de esta trascendencia fue devolver a Fabinho a la posición de mediocentro, donde no jugaba desde el derbi contra el Everton en la fatídica tarde en la que se lesionó Van Dijk. La presencia del brasileño por delante de la defensa blindó a un equipo que en la zaga estuvo liderado por un inconmensurable Nat Phillips. El canterano fue un muro y ganó todos los balones aéreos que pasaban por sus alrededores.

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Nagelsmann quiso tocar las teclas después del descanso con el objetivo de marcar un gol que metiera a los suyos en la eliminatoria. Sustituyó a la mitad del frente ofensivo y la reacción fue casi inminente: dos balones al larguero de la portería de Alisson, uno de Hwang y otro de Sorloth de cabeza, que metieron el miedo en el cuerpo del Liverpool. Después de todas las ocasiones desperdiciadas, el RB Leipzig empujaba por acercarse en el marcador.

Sin embargo, el Liverpool encadenó dos ataques frenéticos para hundir a los alemanes. Primero fue Salah, combinando con Jota, y después fue Mané rematando un centro de Origi. Se llevaron por delante cualquier tipo de esperanza para el equipo de Nagelsmann.

Foto: AS

Dortmund, de la mano de Haaland, eliminó al Sevilla

RPP.- Borussia Dortmund se clasificó este martes para los cuartos de final de la Champions, al empatar 2-2 con el Sevilla, en la vuelta de octavos de la máxima competición continental de clubes, con un doblete de Erling Haaland.

El delantero noruego abrió el marcador de tiro a bocajarro (35) y puso el 2-0 de penal (54), mientras que Youssef En-Nesyri recortó de penal (68) y puso de cabeza el 2-2 (90+6), que propulsa a la siguiente ronda al Dortmund, que en la ida ya se había impuesto 3-2 en Sevilla.

El partido

El Sevilla salió desde el principio a buscar la remontada en el BVB Stadion de Dortmund, apretando arriba al Borussia, que se pasó la primera media hora achicando balones en su área.

El Borussia penaba para recuperar balones y salir de su campo, pero cuando más dominaba el Sevilla un error en la salida del balón propició el tanto alemán.

El Dortmund robó cerca del área rival, Marcos Reus se fue hasta la línea de fondo para dejar atrás un balón, que Haaland remató a bocajarro para hacer el 1-0 (35).

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El gol complicó aún más la tarea del Sevilla, que nada más volver del descanso vio como Haaland aumentaba su cuenta y la del Dortmund.

El noruego marcó en el 48, pero su gol fue anulado por el árbitro tras revisión con el videoarbitraje, que en el mismo visionado concedió un penal cometido unos minutos antes sobre el delantero del Dortmund.

Haaland falló, pero la pena máxima tuvo que repetirse y a la segunda, el noruego anotó el 2-0 (54), que agrandó la figura del joven goleador del Dortmund.

El 2-0 en el marcador espoleó al Sevilla, que se negó a rendirse y acabó lanzado al ataque con un Dortmundo más agazapado.

Esperanza del Sevilla

El nuevo acoso sevillista tuvo premio cuando Emre Can derribó a Luke de Jong en el área provocando un penal que transformó En-Nesyri para poner el 2-1 (68).

En el descuento, En-Nesyri repitió para poner el 2-2 definitivo (90+6), que dejó al Sevilla a un paso de forzar la prórroga.

Foto: AS.

Porto hizo la heroica y eliminó a la Juventus

ESPN.- Un Porto épico, que jugó más de una hora con diez hombres, eliminó al Juventus en los octavos de final de la Champions League pese a perder 2-3 en la prórroga, gracias al triunfo por 2-1 logrado en Do Dragao y al mayor número de goles marcados fuera de casa.

Un doblete de Federico Chiesa le dio al Juventus una momentánea ventaja 2-1 contra un Porto en el que el iraní Mehdi Taremi fue expulsado por una ingenua doble amonestación, pero los hombres de Sergio Conceicao forzaron la prórroga liderados por un monumental Pepe y marcaron en el 115, con una falta directa de Sergio Oliveira, la diana que le entregó el billete para los cuartos de final.

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El Juventus, en una noche en la que el portugués Cristiano Ronaldo no logró ser decisivo, anotó el 3-2 en el 117 gracias a un cabezazo del francés Adrien Rabiot, pero firmó una nueva debacle histórica y se despidió de la Copa de Europa en los octavos de final por segunda vez consecutiva.

El Juventus Stadium albergó un partido de enorme intensidad, marcado por la atención táctica, los choques, las polémicas, algunos pecados de ingenuidad y la madera, que repelió en el 93 un zurdazo del colombiano Juan Guillermo Cuadrado que enviaría al Juventus a cuartos sin pasar por la prórroga.

El partido

El Porto fue dueño de la primera mitad. Repitió el partido visto en Do Dragao, con excelente organización, un muro defensivo levantado por Pepe sin nunca renunciar a atacar. Una evitable falta del turco Merih Demiral a Taremi provocó el penalti que ilusionó a los hombres de Conceicao y que pudo aún más contra las cuerdas al Juventus.

Sergio Oliveira transformó con seguridad, cruzando el disparo, y dio ventaja a un Porto que veía acercarse los cuartos de final ante un Juventus que se topaba con un meta argentino Agustín Marchesín impecable y protagonista con una enorme parada tras un cabezazo de Morata con 0-0 en el marcador.

Segunda parte

Pero el fútbol está marcado por episodios. Es suficiente una chispa para cambiar la dinámica de un encuentro que parecía encaminado. Y es lo que ocurrió en la reanudación, cuando a los cuatro minutos Cristiano acomodó un balón en el área tras un centro de Leonardo Bonucci y Chiesa lo envió al fondo de las mallas para incendiar la reanudación.

A eso se sumó una imperdonable ingenuidad de Taremi, autor de un gol también en la ida, que vio dos amarillas en cinco minutos y dejó a su equipo con diez. Tembló el Oporto durante unos quince minutos y el Juventus le castigó con el 2-0 en el 63, de nuevo obra de Chiesa, de cabeza a centro de Cuadrado.

Pero le sostuvo Pepe, de 38 años, un jugador que se ceba de los momentos de máxima tensión y que saca su mejor versión. Su jugada defensiva para evitar el gol a placer de Chiesa dio vida al Oporto.

Sufría el Porto y era necesario contener al extremo colombiano del Juventus por la banda derecha. Fue entonces cuando Conceicao jugó la carta, también colombiano Luis Díaz. Fue un acierto. El cuadro juventino redujo su peligrosidad y el Oporto, con tremendo orgullo, llegó a crear sustos en la defensa rival.

Marega, con una media vuelta y disparo a la parte exterior de la red, dio escalofríos al Juventus. El zurdazo al larguero de Cuadrado en el 93 hizo lo mismo con los «Dragones».

La prórroga

Reinó la tensión en la prórroga, pero fue allí cuando el Porto demostró su personalidad, su compromiso y sus ganas de regalarse una noche para la historia.

En el 115, Oliveira logró la jugada decisiva con clase pura. Consiguió una falta directa tras un «caño» al estadounidense Weston McKennie y la transformó con un disparo raso desde los 27 metros que pasó por debajo de la barrera y sorprendió al meta polaco Wojciech Szczesny.

Fue el gol que valió el pase de ronda para un Porto épico, que logró aguantar el desesperado empuje final del Juventus tras el cabezazo del 3-2 de Rabiot, que solo sirvió para las estadísticas.

Foto: Getty Images.

Manchester City se hizo fuerte y venció al Mönchengladbach de visita

Mundo Deportivo.- Camino de que acabe febrero, el City sigue sin dar muestra de debilidad. Ajeno a cualquier desliz, se cambió el traje pero no se traicionó esta vez en Europa. Fue el mismo que en Inglaterra, un equipo que gobierna cada compromiso sin importarle quién tiene enfrente. Para el Gladbach la ida en Budapest fue un suplicio, condenado a sobrevivir y a perseguir con desespero una pelota que nunca le perteneció. El 0-2 solo fue el reflejo de la superioridad de principio a fin.

Guardiola separó a Rúben Dias de Stones, suplente en Champions. Ubicó a Cancelo en la izquierda y sentó también a De Bruyne. Un lujo al alcance de pocos en el continente, prueba de que este equipo tiene que comprometerse por fin a ser candidato. Apenas hubo disputa frente a un Gladbach obligado a correr y a correr porque el dominio siempre fue del cuadro de Manchester, un pacto de antemano cada vez que alguien tiene que enfrentarse a este City.

Un escenario poco tentador. El equipo de Marco Rose no se amedrentó de entrada, fiel a querer salir ordenado desde atrás. Ocurre que ninguno de sus pases tuvo demasiado futuro, frustrados por la presión asfixiante de un City que cortocircuitó al Gladbach. Está tan trabajado por Guardiola que cada jugador sabe qué hacer en cada momento, cuándo saltar o cuándo esperar. Y ante esa estrategia tan sofisticada era cuestión de tiempo que llegara un error de los alemanes.

Fue en un mal pase de Kramer, recuperado por Cancelo. Otro de los nombres propios de la temporada en Manchester. De portugués a portugués, el lateral encontró a Bernardo Silva y su compatriota remató de cabeza a un Sommer al que cogió a contrapié. Premio a la insistencia de un City con menos caudal en cuanto a oportunidades pero tan determinado como siempre a hacer de la noche uno de sus habituales monólogos que acaban por desesperar a sus enemigos.

Dar cinco pases consecutivos fue un milagro para un Gladbach sin mucha iniciativa. Sin embargo se sostuvo de pie durante mucho rato porque a falta de juego fue solidario, antes y después del 0-1. Gabriel Jesus perdonó la vida a su rival, lento e inocente, en una jugada en la que probó que nunca fue un ariete infalible. Aunque el brasileño tuvo la reválida y supo dar el golpe definitivo tras otro centro de Cancelo al segundo palo, amansado por Bernardo Silva y embocado por el 9.

Faena hecha para un City que no pierde la etiqueta de impermeable, tampoco en Champions. Sabe que tiene una deuda pendiente desde hace muchos años y no quiere dejar escapar otra oportunidad. En Budapest dejó prácticamente sentenciada la eliminatoria ante un Gladbach que solo remató una vez a Ederson. Pobre balance para hacerle frente al que ahora parece el mejor equipo de Europa. Aunque eso, como cada temporada, tiene que refrendarse en mayo.

FICHA DEL PARTIDO

Borussia Mönchengladbach, 0

Sommer; Elvedi, Zakaria, Ginter; Lainer (Lazaro, 63’), Neuhaus, Kramer, Hofmann (Wolf, 86’), Bensebaini; Stindl (Embolo, 74’), Plea (Thuram, 63’)

Entrenador: Marco Rose

Manchester City, 1

Ederson; Walker, Rúben Dias, Laporte, Cancelo; Rodri, Gündogan, Foden (Ferran Torres, 80’); Bernardo Silva, Sterling (Mahrez, 68’), Gabriel Jesus (Agüero, 80’)

Entrenador: Pep Guardiola

Goles: 0-1, Bernardo Silva (28’), 0-2, Gabriel Jesus (65’)

Árbitro: Artur Dias.

Foto: Sky Sports.

Real Madrid venció a la Atalanta y se adelantó en el global

Prensa Real Madrid.- Sonó de nuevo el himno de la Champions y cuando eso sucede la exigencia es máxima. Así fue el encuentro de ida de los octavos de final para el Real Madrid, que tuvo que emplearse a fondo para ganar al Atalanta en el estadio de Bérgamo. El equipo consiguió su objetivo gracias a un gol de Mendy a cinco minutos para el final con el que supera la primera piedra en el camino hacia los cuartos de la máxima competición continental.

Los italianos comenzaron el encuentro con una presión asfixiante y en los primeros cinco minutos dos centros se pasearon por el área de Courtois. Los de Zidane movían el balón de un lado a otro para calmar el ritmo y así encontraron los espacios. Vini Jr. se topó con el portero en un balón largo de Isco en el que Gollini dejó la plancha en el muslo del brasileño. En el minuto 17’, el árbitro expulsó a Freuler por derribar a Mendy cuando enfilaba la portería del Atalanta.

No iba a ser la única mala noticia para el conjunto local, que a la media hora vio cómo se lesionaba Duván Zapata, que fue sustituido por Pašalić. Entonces llegaron las ocasiones más claras para los madridistas. Isco y Vini Jr. pudieron abrir el marcador en el 37’ y en el 38’, respectivamente, pero sus disparos se marcharon a córner, mientras que Asensio cabeceó a las manos del portero un buen centro de Modrić. Pero la más clara fue para Casemiro, que remató en el área pequeña una falta botada por Kroos. La conexión entre ambos no terminó tan bien como en Valladolid.

En la segunda mitad continuó la buena circulación del balón de los de Zidane, que poco a poco fueron metiendo en su área al Atalanta. Un remate de Modrić con el exterior salió lamiendo el palo tras tocar en un defensa y después entró Mariano (57’) para seguir buscando el gol. El Madrid también lo intentó de libre directo por medio de Asensio, pero Gollini detuvo su disparo.

Recompensa

El equipo no se rendía y a 15 minutos para el final entraron Arribas y Hugo Duro. El delantero lo intentó desde la frontal con un disparo seco que se estrelló en la defensa. El conjunto italiano terminó encerrado atrás ante el empuje del Madrid, cuyo esfuerzo tuvo su recompensa en el 86’. Saque de esquina en corto de Kroos para Modrić, que se la cedió a Mendy, y desde la frontal y con la derecha, el francés marcó un gran gol que rubrica una gran victoria. Real Madrid y Atalanta se citan para resolver la eliminatoria el 16 de marzo en el Di Stéfano.

Foto: Prensa Real Madrid

Bayern aplastó a la Lazio y encaminó los octavos de final

Marca.- El Bayern Munich se colgó el oro, la plata y el bronce en el Olímpico de Roma. Los bávaros golearon (1-4) a la Lazio con la suficiencia con la que Usain Bolt trituraba récords sin que le incomodaran. El conjunto romano no tuvo piernas para aguantar el ritmo de vigente campeón de la Champions League, que ya acaricia los cuartos de final.

La intensidad y la fiabilidad alemana chocó con el ímpetu y los despistes italianos. Salieron al césped como gladiadores sin escudo. Y el Bayern aprovechó castigando sus errores. Cada falla acabó en la portería de Pepe Reina. Los hicieron prisioneros.

Las concesiones decantaron el duelo de Botas de Oro entre Ciro Immobile y Robert Lewandowski. A los 9′, Musacchio falló en su pase y Lewy lo aprovechó: superó con la derecha la salida de Reina y con la izquierda marcó su gol 72 en la Champions. Subió al podio dejando atrás a Raúl(71). Sólo lo superan Cristiano Ronaldo (134) y Lionel Messi (119).

El primer regalo laziale no lo desperdició el Bayern. Ni el segundo, ni el tercero… La Navidad se trasladó a febrero y los bávaros se hincharon. El niño (17 años) Musiala, con un tiro medido, ajustició a los romanos con el segundo en el 24′. Simone Inzaghi agitó su once retirando a Musacchio, metiendo a Lulic y cambiado su sistema sin éxito. La Lazio fue por Neuer pero se olvidó de Reina. Un terreno virgen para las carreras visitante. Demasiado espacio a la espalda. Cada contra era un suplicio.

Una indecisión entre Patric y Lucas Leiva disparó a Kinglsey Coman. El francés se metió en el área, disparó y el rechace lo aprovechó Leroy Sané en el 42′. 0-3 al descanso. Y a la vuelta, la Lazio se llevó otro golpe. Sané, en un carrerón desde su campo, buscó a Alphonso Davies. Acerbi evitó el tanto del canadiense… pero se metió en su portería el 0-4 en el 47′.

Sin exhibirse, sin trenzar un fútbol de quilates, el Bayern había aplastado en poco más de medio partido a la Lazio. Correa, tras un jugadón, maquilló en el 49′ un marcador contundente. Tan duro como la entrada de Escalante a Lewy que calentó el final. Neuer evitó el segundo gol del argentino. La Lazio lo intentó, pero el Bayern no cedió ni un milímetro. Cuatro martillazos… y casi en cuartos. Un paseo Olímpico.

Foto: FutbolRed

Chelsea venció al Atlético con una magia de Giroud

ABC.- Chelsea venció a Atlético de Madrid en una noche de Champions League con un toque de magia por parte de Giroud. Fue un Atlético defensivo y tedioso. Tan cauteloso y aburrido, tan a contrapelo del nuevo estilo que se creía establecido en el equipo que convirtió el partido de ida de los octavos de final de la Champions en un suplicio para su hinchada. Ni lo barrió el Chelsea, un equipo sin gran pedigrí, ni nada por el estilo. Se pegó un tiro en el pie por ultradefensivo y falto de iniciativa.

En el estadio Nacional de Bucarest trata el Atlético rememorar sus ancestros, la primera piedra del cholismo. Un estilo que impone hoy, como nueve años atrás, una máxima por encima de todas las cosas: la portería a cero. Solo así entiende Simeone que se pueden ganar los partidos por una pura cuestión de pragmatismo. No está Falcao para hacer magia con cualquier balón descargado en paracaídas sobre el área, pero es el Atlético de siempre, el de las largas noches de padecimiento en Europa.

Empieza el partido y el Chelsea reclama el gobierno de la pelota según las directrices del alemán Tuchel, quien quedó deslumbrado por el mantra de la posesión según Pep Guardiola y a ello dedica su vida. No parecen los jugadores del Chelsea el colmo del virtuosismo, controles que se escapan un metro, pérdidas cerca de su área a la mínima presión colchonera, ningún elemento diferencial como para desmonterarse… Desde el primer minuto el mundo rojiblanco empieza a sudar. El balón es del Chelsea y en torno a Oblak, a la línea fronteriza que separa el área como el bien del mal, comienza a montarse una inquietante amalgama de jugadores rayados.

Seis defensas

Durante momentos de visión periférica, asoma una franja de seis futbolistas protegiendo al portero esloveno, como atrincherados soldados con bayoneta de la Primera Guerra Mundial. Turbador cuando menos esa pared compuesta, de derecha a izquierda, por Correa, Llorente, Savic, Felipe, Hermoso y Lemar. Es el sino inevitable de tantas veladas europeas: el padecimiento de la defensa a ultranza, el espíritu numantino por encima del valor propio.

Se defiende el Atlético con doce piernas, más la atención de Koke y Saúl por delante y la desesperanza de Joao Félix y Luis Suárez, que se mueven como satélites sin dirección en un ecosistema que, evidentemente, no potencia sus cualidades futbolísticas. Oblak saca en largo, Saúl trata de ganar la peinada de cabeza y el mundo rojiblanco gira en torno a un rebote.

No pinta bien la noche porque Joao Félix no aparece, Luis Suárez tampoco y Correa tiene demasiados metros para recorrer. Como el Chelsea no es el Brasil del Mundial de España, sus futbolistas pierden balones cuando el Atlético aprieta en versión Gabi capitán del auténtico cholismo. Koke hace la función y en un par de lances, Saúl casi liquida al portero inglés, y Lemar no llega al robo de Luis Suárez en una banda. Incluso tiene el Atlético una tercera oportunidad, una contra bien hilvanada por Suárez y Correa que no remata el uruguayo.

Pero no es el tipo de fútbol que se espera de un equipo cargado de talento que, en absoluto, es inferior al Chelsea. Lemar sufre defendiendo en la banda como un descosido y los ingleses amenazan a Oblak aunque solo sea por presencia constante en sus dominios.

La dinámica no cambia en la reanudación, refrescadas se supone las ideas en la caseta del estadio rumano. El Atlético sigue recostado atrás, sin que se atisbe un solo resquicio de arrojo por querer ganar el partido más allá de los robos de balón cerca del área enemiga, siempre tan productivos en cualquier fase de vida del cholismo. No gestiona el juego, no intimida a su adversario, no propone una alternativa en su compostura como local. Durante muchos minutos, apenas traspasa el centro del campo y no se recuerda una combinación medio potable en el que interviniesen más de cuatro colchoneros. Horrible el partido del Atlético en forma y actitud de salida. Le entregó la pelota al Chelsea, se deshizo de ella y aunque pudo ganar en la primera parte con las ocasiones referidas, terminó en padecimiento.

Un balón suelto, el azar mismo, dejó un caramelo colgado del cielo rumano que Giroud capturó en una espectacular chilena. Golazo del francés con suspense de VAR, castigo para el Atlético que a nadie puede sorprender.

Con el gol llegaron las prisas, en el campo y en el banquillo. Simeone llenó entones el campo de delanteros en un brindis al sol porque la iniciativa del encuentro fue lastimosa. Quitó a Joao Félix y Correa, dos defensas ayer. Y no consiguió gran cosa porque ya dice el refrán que lo que mal empieza, mal acaba.

Foto: Prensa Chelsea.

El Porto venció a la Juventus y dejó abierta la llave para la vuelta

AS.- Noche mala de la Juventus en Oporto, con un 2-1 que deja todo abierto para Turín, tras un partido en el que Cristiano hizo uno de los peores partidos de sus últimos años. Él y su equipo, inoperantes en ataque y distraídos en defensa, encajando un gol en cada uno de los primeros minutos de cada periodo. Increíble. Un tanto de Federico Chiesa en el 82′ salvó un resultado (2-1) salvable para la vuelta.

Cuando en el minuto uno, encajas un gol tan tonto como el que encajó la Juve, la noche se te cruza. Cesión errada de Bentancur a su meta, y gol del iraní Taremi, la gran sensación, junto a Sergio Oliveira, de esta extraña temporada del Porto, que está segundo en su Liga, a 10 puntos del Sporting CP.

A partir de eso, la primera parte fue muy flojita, por parte de la Juve. Mucha posesión, pero escaso peligro, escasa participación de Cristiano… Tanto que el portugués se desesperó y se tiró a la banda, pero no pudo hacer nada en ese primer periodo.

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Para más inri, el ‘jefe’ Chiellini se fue lesionado en el 34′. Tuvo que salir Demirel, Otro contratiempo para una Juve que no encontraba su camino. Sólo en el minuto 40′, vino la primera ocasión de peligro, a través de una chilena de Rabiot que acertó a despejar Marchesín. Nos fuimos al descanso.

Y la Juve no aprendió. En el primer minuto del segundo tiempo, Marega resolvió en el área una buena jugada en la que la ‘Signora’ estuvo muy blanda, inconcebiblemente blanda en el área. Así no puede aspirar a nada este año, ni en Italia, donde están a ocho del líder, el Inter, ni mucho menos en Europa.

Ni siquiera la entrada de Álvaro Morata en el 63′ puso más mordiente a una Juve que hizo un partido lamentable y que pudo hacer mucho daño a Pirlo y a la institución… si no llega a ser por la buena jugada de Rabiot y el remate de Chiesa en el 2-1 que deja la eliminatoria muy abierta.

Lo mejor para los italianos fue el resultado. Su partido fue nefasto.

Foto: AS

Haaland y el Dortmund arrasaron al Sevilla

AS.- El Sevilla sucumbió ante el Borussia Dortmund, o mejor dicho, ante un Erling Haaland que pone en chino las posibilidades de clasificación de los de Lopetegui. Una asistencia y dos goles del noruego destrozaron a los locales en una primera parte en la que no aparecieron en ningún momento las señas de identidad sevillistas.

Sólo habían pasado nueve minutos y lo que debería haber supuesto un golpe a la moral de un equipo tan irregular este curso como el Borussia Dortmund, no lo fue ni por asomo. Los de Terzic siguieron mostrándose mucho más cómodo con el balón, asomándose al área de Bono y, ahora sí, apareciendo Haaland. Porque el empate llevó la firma de Dahoud con un bellísimo disparo a la escuadra desde fuera del área, pero el balón llegó a sus pies gracias a la potencia del noruego, al que ni Escudero ni Jordán lograron detener.

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Cada equipo acumulaba un tiro a puerta y un gol. La efectividad no iba a variar, para desgracia de un Sevilla que no sabía como parar a Haaland. En esta segunda ocasión, el ariete cogió el balón en el centro del campo, se fue sin que nadie pudiera o supiera detenerlo, hizo la pared con Sancho y batió a Bono. Las caritas de los jugadores del Sevilla eran un poema, Lopetegui se desgañitaba y la película pintaba muy negra.

Y peor se iba a poner, puesto que el partido pareció venirle grande a demasiados futbolistas del Sevilla. Lo sorprendente es que dos de los más señalados fueran dos veteranos como Rakitic y Papu Gómez, protagonistas de una pérdida absurda en el centro del campo que dejó a Haaland, de nuevo, solo delante de Bono. Y como es costumbre en él, sumó otro gol a su cuenta. Makkelie pitaba el descanso y el marcador señalaba un 1-3 tan justo para el Borussia como sonrojante para el Sevilla.

La sensación era de que la eliminatoria le había venido tremendamente grande al conjunto nervionense. Desordenado, sin saber cómo ir a la presión y con fallos inauditos a la hora de combinar. Había que hacer algo y la decisión de Lopetegui fue la de meter cemento en el centro del campo dando entrada a Gudelj por un tremendamente desacertado Rakitic. Fernando retrasó su posición para cambiar a un dibujo de tres centrales y centrar la posición del Papu Gómez. La mejor muestra del escaso éxito de dicha apuesta es que diez minutos después se realizaba un triple cambio que daba entrada en el césped a De Jong, Munir y Óliver en lugar de En Nesyri, Suso y Papu Gómez.

Pasó a entonarse algo más el Sevilla, en parte por el brío que metió Óliver, pero principalmente porque los alemanes renunciaron a la posesión para intentar sentenciar, más si cabe, a la contra. Y pudo hacerlo, pero la ocasión más clara la iba a tener Óscar, último cambio de Lopetegui, con una falta que se estrelló en el palo a falta de un cuarto de hora.

El balón parado del ex del Leganés fue el principal argumento sevillista en los minutos finales y de sus botas iba a nacer el gol que mantiene mínimamente viva la llama de la ilusión. Un centro con música llegó hasta De Jong, que definió a un toque. Tembló el Borussia pero en Nervión faltaba el aliento de una grada que otras noches hubiera llevado en volandas a los suyos hasta la remontada. No fue así. Haaland fue demasiado para el Sevilla.

Foto: AS