Tony Cittadino (Madrid).- El tema del momento en Venezuela y las redes sociales tiene a Ronald Acuña Jr. como protagonista. El grandeliga de los Bravos de Atlanta celebró su primer jonrón en finales de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) con los Tiburones de La Guaira, pero lo hizo a su manera: con un «perreo» que luego desató problemas en las tribunas con la familia. Todo mal.
El tema de Acuña con las celebraciones, no es nuevo. Es parte del «beisbol moderno», ese al que todavía no nos acostumbramos con celebraciones exageradas, irrespetuosas con el juego y subidas de tono. Siempre he pensado que hay códigos no escritos y más en el beisbol. Pero, así son las cosas ahora en el mundo moderno, en el que todo se viraliza en busca de vender más y generar contenido en las redes sociales.
Lejos de tener un freno, van en aumento en la pelota y, todo indica, que se va a mantener también porque hay que tomar en cuenta la brecha generacional. A los chamos de ahora, les gusta y les interesa. Momentos, épocas, referencias, jugadores y reglas diferentes.
Pareciera como una competencia a ver quién es más fanfarrón y demostrar «poder» en el terreno. El jonrón, como tal, dejó ser el show y el centro de atención y, ahora, el protagonista absoluto es el jugador. Eso puede gustar mucho en las Grandes Ligas, pero todavía no se digiere bien en Venezuela. No porque el fanático sea atrasado a la época o «tercermundista», porque el venezolano no tiene término medio: o todo es muy bueno o todo es muy malo, sino porque pienso que es más pasional y emocional. Menos racional. El equipo y sus colores son sagrados y, más, en una afición como la del Caracas, por citar un ejemplo.
Muchos me llamarán anticuado, pero yo sigo siendo de la vieja escuela y así moriré. Esa con la que crecí y en la que había clase, respeto y elegancia, por muy consagrado que fuera el jugador, tanto en Venezuela, como en Estados Unidos. También hubo peloteros con problemas de conducta, siempre será así. ¿Qué todos no eran unos santos?, es verdad ¿Qué hubo celebraciones subidas de tono?, también ¿Qué hubo tánganas y momentos tensos?, es innegable. Es parte del juego y siempre ha existido, pero lo que sucede, al menos, de un lustro para acá en la industria, va mucho más allá.
Es imposible ver el jonrón de Acuña y pensar cómo hubieran reaccionado los peloteros de la vieja escuela que jugaron finales y no quiero citar nombres, para no herir susceptibilidades. Mínimo, un pelotazo a las costillas en el siguiente turno. Menos mal que no pasó, tanto por lo peligroso de un envío al cuerpo con esa velocidad, como porque ahora, los jugadores, dicho por el propio Gleyber Torres, aceptan ese tipo de acciones porque es el «beisbol moderno». Y pensar que vimos grandes batazos en finales, desde José Francisco Malavé, pasando por Robert Pérez, Bob Abreu, Miguel Cabrera e, incluso, el de Grégor Blanco al «Kid» Rodríguez, sólo por citar algunos.
Creo que no me equivoco al decir, que ni siquiera Miguel Cabrera, tuvo una actitud similar a la de Acuña Jr en su mejor momento en Venezuela o Estados Unidos. Hubo episodios polémicos, pero jamás a estos niveles. Y cito a Cabrera como referencia, por ser el más completo y mediático en la época dorada de los Tigres de Aragua. Para tener la situación en contexto.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención, es lo normal que ahora se ven la celebraciones con patadas y gritos. Esto no es un tema sólo de Acuña Jr, porque no hay que hacer leña del árbol caído, ni mucho menos. Tengo años viendo celebraciones, hasta en las Grandes Ligas, que dejan mucho que desear. A mí, no me gustan. Las respeto, pero no las comparto y, también, respeto al que le guste. De eso, se trata la democracia.
La celebración de Acuña Jr, era de esperarse. A mí, no me sorprende. Era «lógico» que ante los abucheos de la fanaticada del Caracas, no iba a desaprovechar la oportunidad para gozarse su batazo y que ello, más adelante, también provocara reacciones airadas de parte de los jugadores melenudos, que terminaron ganando el juego ocho por seis y pasaron a liderar la final dos juegos por cero.
El bateador derecho inmortalizó el momento, nada más y nada menos, que en una final. Difícilmente se olvidará, pero creo que no tendrá el impacto emblemático deseado, sino más bien, a la inversa.
El tema de fondo, creo que va más allá y es que la fanaticada, no sólo del Caracas, está molesta por el hecho de que el grandeliga venezolano jugara la final de la LVBP con La Guaira y no consiguiera el permiso, de momento, para hacerlo con Venezuela en el Clásico Mundial de Beisbol.
Eso, al menos, es lo que se conoce extraoficialmente, aunque el jugador ha dicho que la aprobación de los Bravos no depende de él. Sin embargo, el entorno está convulsionado y comentarios como los hechos por Cabrera en las redes sociales, dan a entender que las cosas no están bien con el jugador de La Sabana. Eso sí, no existe priorizar a un equipo por encima de una selección. En cualquier deporte. Esa, no existe, por muy regionalista que sea.
Por otro lado, creo que todo estuvo mal luego del jonrón de Acuña Jr. Tanto lo sucedido en las tribunas del Universitario con la familia, que no tiene por qué aceptar insultos, pero también saber reaccionar y entender que es figura pública y le afecta, pasando por los comentarios en las redes soociales del padre y, luego, el anuncio de retirarse de la LVBP en Instagram. Al cierre de esta columna, la cuenta de Acuña Jr. en no aparecía en esa red social.
El respeto, hay que ganárselo y dar el ejemplo. No debe ser negociable. Tanto de los fanáticos, como de los jugadores. Es una relación mutua. El fanático tiene que aprender a respetar, porque comprar una entrada no da derecho a insultar, mientras que el jugador se debe al público y a ser profesional. Es una línea delgada, que muchos han sabido llevar, por más acérrimo que sea el rival. Si das, vas a recibir. Para bien o para mal. Todo parte desde la educación.
Acuña tiene apenas 25 años y, ahora, es que le queda carrera, que ha sido brillante hasta el momento. De hecho, fue un lujo y agradezco que debutara en la LVBP. Ahora todo está muy reciente, pero debe quedarse con lo bueno, centrarse, enfocarse, escuchar consejos, tener humildad y aceptar las críticas constructivas. Desechar lo malo, porque siempre va a existir. No ponerse la altura del fanático y demostrar por qué es uno de los jugadores más cotizados y está en la élite.
En las próximas horas quedará por ver si Acuña decide abandonar, definitivamente, a Tiburones en la final y no jugar más, que sería peor. Además, conocer las reacciones del cuerpo técnico, que ya contaba con él y saber y entender que en este lamentable episodio, pierden todos: Acuña Jr y el espectáculo.
Foto: Fernando Oduber (Prensa Tiburones)