EFE.- Iker Casillas anunció su retiro del fútbol, tras un año y dos meses sin jugar después de sufrir un ataque al corazón, cerrando a sus 39 años una carrera repleta de éxitos
El guardameta español anunció su retiro del fútbol, tras un año y dos meses sin jugar después de sufrir un ataque al corazón, cerrando a sus 39 años una carrera repleta de éxitos, siendo leyenda del Real Madrid y de la selección española, y con un broche final con títulos en el Porto.
«Lo importante es el camino que recorres y la gente que te acompaña, no el destino al que te lleva, porque eso con trabajo y esfuerzo, llega solo y creo que puedo decir, sin dudar, que ha sido el camino y el destino soñado. Gracias», ha escrito Casillas en sus redes sociales junto a una carta en la que anuncia el fin de su carrera como portero.
El Real Madrid, el club al que perteneció durante 25 años, transmitió su «reconocimiento, su admiración y su cariño» a Iker Casillas, quien anunció hoy su retirada del fútbol, y a quien considera «el mejor portero de la historia del club y del fútbol español».
«Ante el anuncio de Iker Casillas sobre su retirada del fútbol como jugador profesional, el Real Madrid quiere mostrar su reconocimiento, su admiración y su cariño a una de las leyendas más grandes de nuestro club y del fútbol mundial», afirma el club en un comunicado oficial.
«El mejor portero de la historia del Real Madrid y del fútbol español -añade- «llegó a nuestra casa con 9 años. Aquí se formó y defendió nuestra camiseta durante 25 años, siendo ya para siempre uno de nuestros capitanes más emblemáticos. Iker Casillas se ha ganado el cariño del madridismo y es un referente de los valores que representan al Real Madrid».
El Real Madrid considera a Casillas «uno de los futbolistas más importantes» en los 118 años de historia del club. «Un jugador al que queremos y admiramos, un portero que ha agrandado la leyenda del Real Madrid con su trabajo y con un comportamiento ejemplar tanto dentro como fuera de los terrenos de juego».
Casillas, según cifras que aporta el club, jugó con el primer equipo 725 partidos durante 16 temporadas en las que conquistó 19 títulos: 3 Copas de Europa, 3 Mundiales de Clubes, 2 Supercopas de Europa, 5 Ligas, 2 Copas del Rey y 4 Supercopas de España. En Portugal, con el Oporto, ha logrado 2 Ligas, 1 Copa y 1 Supercopa. Y ha sido internacional con España en 167 ocasiones con la que ha ganado 1 Mundial, 2 Eurocopas y 1 Mundial sub-20.
Prensa Real Madrid.- Real Madrid no dejó escapar la primera oportunidad que tenía para lograr el título y la Liga 34 ya es una realidad. El equipo venció con un doblete de Benzema al Villarreal en el estadio Alfredo Di Stéfano y sumó su décima victoria en los diez partidos disputados tras el confinamiento. El Madrid conquista el campeonato a falta de una jornada para la conclusión.
Conscientes de lo que estaba en juego, los blancos salieron dominadores y con una presión tan alta que prácticamente sólo se jugaba en el campo del Villarreal. La primera jugada de peligro llegó a los cuatro minutos. Pase largo de Ramos, control de Carvajal y la vaselina del lateral derecho no sorprendió a Asenjo. Tres minutos más tarde centró Modric y el balón terminó en las manos del portero visitante tras el remate de Benzema, que abrió el marcador antes de la pausa de hidratación. Recuperó Casemiro en la medular, asistió Modric y el francés definió a la perfección colando el esférico entre las piernas de Asenjo. Así se llegó al descanso.
No cambió el partido tras el paso por los vestuarios. El Real Madrid seguía dominando y estuvo cerca de ampliar distancias en el 54’. Carvajal hizo un primer recorte con el tacón, se deshizo de otro defensa visitante con un bonito regate y su disparo con la zurda obligó a intervenir a Asenjo. Zidane dio entrada entonces a Asensio y Vinicius Jr. en lugar de Rodrygo y Hazard.
Benzema: 21 goles en Liga
Todo cambió en el minuto 73. Ramos recuperó el balón en la medular, condujo hasta el área y fue derribado por Sofian. Benzema, en segunda instancia, transformó el lanzamiento desde los 11 metros, que tuvo que ser repetido anteriormente porque jugadores de los dos equipos entraron en el área antes de que Ramos golpeara el balón.
Pudo llegar poco después el tercer tanto madridista, pero Kroos se encontró con el larguero en un potente y lejano disparo con la zurda desde la frontal. Del 3-0 se pasó al 2-1 tras el remate de cabeza de Iborra, ante el que nada pudo hacer Courtois en el 83’. Aún quedaba tiempo por delante, pero el Real Madrid dio una nueva muestra de la solidez defensiva que le ha hecho conquistar el título y sólo concedió una ocasión a su rival. Llegó en el añadido y obligó a lucirse a Courtois por partida doble. ¡La Liga 34 ya es nuestra!.
Reuters.- El título de la Premier League logrado este jueves por el Liverpool se asociará para siempre con el carisma, el impulso y la pasión de su director técnico, Jurgen Klopp, pero esas cualidades individuales contradicen un estilo de dirigir que evita el control autocrático.
Klopp se hizo cargo de un club que no ganaba un título de liga desde 1990 y el impacto instantáneo del alemán fue inyectar confianza, seguridad y entusiasmo, elementos muy necesarios en el club.
«Debido a que se sentía un poco como una depresión aquí, creo que tenía sentido ser extremadamente animado», dijo en su momento y eso fue ciertamente evidente desde sus primeros meses a cargo.
Sin embargo, mientras que las risas y el pensamiento positivo de Klopp conquistaron a los fanáticos, detrás de escena estaba implementando un enfoque que iba mucho más allá del ‘futbol de heavy metal’, una frase que acuñó en su club anterior, Borussia Dortmund.
“No actúes como si lo supieras todo y prepárate para admitirlo. No es una filosofía real, es solo mi estilo de vida”, dijo Klopp en una entrevista reciente en el club.
«Ten personas fuertes a tu alrededor con mejores conocimientos de los que tú tienes en diferentes áreas».
Éste fue exactamente el enfoque que Klopp tomó desde el principio.
Dejó en claro que no iba a micro gestionar todos los aspectos del club. Cuando un empleado le preguntó a qué hora quería que el autobús saliera con el equipo antes de un juego, su respuesta fue: «¿Por qué me preguntas?»
Es posible que los técnicos anteriores siempre hayan decidido tales asuntos, pero Klopp estaba diciendo dos cosas con esa respuesta: en primer lugar, tenía cosas más importantes de las que preocuparse, pero, lo que es más importante, otras personas sabían mejor la respuesta a esa pregunta.
La gerencia de la Premier League se ha alejado de la idea de la vieja escuela del ‘jefe’ que manejaba transferencias y contratos, horarios de autobuses, rutinas de entrenamiento, así como tácticas y selección.
“Llámame”
Delegar es una opción que Klopp toma más en serio que la mayoría.
Fue un enfoque que utilizó en Dortmund, donde una vez explicó por qué no, a diferencia de algunos entrenadores, viajaba para buscar talento.
«No voy a viajar por toda Alemania y descubrir gemas, eso no tiene sentido. Realmente necesitas decirle a tus scouts, ‘esto es lo que estamos buscando, y si encuentras a alguien, ‘llámame'».
Liverpool, como todos los mejores clubes, tiene un departamento de reclutamiento integrado por especialistas en identificación de talentos, que utilizan datos, así como los ojos y oídos de su personal.
Cuando se trata de transferencias, Klopp trabaja en estrecha colaboración con el director deportivo Michael Edwards, una asociación que ha ayudado a construir piezas clave en el lado ganador del título.
También ha habido un reclutamiento enfocado en la experiencia en los departamentos de análisis y ciencias del deporte, donde nuevamente, Klopp opera en gran medida sobre la base de la «necesidad de saber».
Cuando Klopp obtiene información clave, tiene el don de presentarla a los jugadores de manera concisa y efectiva.
«Su conocimiento de cuándo dar información y cuándo no, qué dar y qué no hacer se encuentra en un nivel diferente», dijo el analista de Liverpool, Mark Leyland.
Klopp, de 52 años, se apresura a abrazar a un jugador y es aclamado por escuchar e instruir, pero ese enfoque relajado o afectuoso puede enmascarar su lado más duro.
Entonces, ¿es un ‘manejador de jugadores’ o un líder exigente?
Klopp no tiene dudas: «Es a la vez: amigo y sargento de instrucción».
Clarín.com.- Tal como lo había hecho 23 años atrás de la mano de Diego Armando Maradona, Napoli conquistó la Copa Italia tras derrotar 4 a 2 por penales a la Juventus, que contó con Paulo Dybala como titular, después de igualar 0 a 0 en la final disputada en el Estadio Olímpico de Roma. De esta manera, el equipo del sur obtuvo este trofeo por sexta vez en su historia y por primera desde 2014.
Como casi todo en los días que corren, la final estuvo marcada por los efectos de la pandemia de coronavirus. Al ya habitual minuto de silencio en homenaje de las víctimas del covid-19 (la reiteración no lo hace menos sobrecogedor) se sumó esta vez una extravagante decoración digital sobre las desiertas tribunas, destinada a ¿deleitar? a quienes siguieron el duelo por televisión.
Arrancó mejor la Juve, presionando intensamente y haciendo circular con criterio y paciencia el balón. Antes de que se cumplieran cinco minutos, dispuso de su primera chance tras una mala salida de la defensa napolitana, pero el remate desde el borde del área de Cristiano Ronaldo encontró una buena respuesta del arquero Alex Meret.
Al joven portero de 23 años le tocó reemplazar al colombiano David Ospina, quien fue figura en la revancha de la semifinal ante Inter, pero recibió una tarjeta amarilla que le valió una suspensión. A los 20 minutos, Miret volvió a actuar con seguridad ante un disparo del uruguayo Rodrigo Bentancur.
Con una propuesta menos frontal y sin tener tanto el balón, el elenco dirigido por Gennaro Gattuso tuvo las ocasiones más claras de la etapa inicial. Poco antes de la media hora, un tiro libre de Lorenzo Insigne se estrelló contra el poste derecho del arco defendido por Gianluigi Buffon.
El inoxidable arquero del equipo turinés mostró sus reflejos intactos en el cierre del período, primero para repeler con las piernas un disparo a quemarropa del alemán Diego Demme y enseguida para volar y enviar al córner un remate desde fuera del área de Insigne.
El día en que el fútbol italiano celebraba el 50° aniversario de la inolvidable victoria 4 a 3 de la Azzurra sobre Alemania Federal en la semifinal del Mundial de México 1970, los 22 protagonistas de esta final no estuvieron en esos primeros 45 minutos a la altura de Gianni Rivera, Gigi Riva o Sandro Mazzola, pero tampoco decepcionaron.
La larga inactividad de la que los futbolistas todavía están saliendo en estos días se hizo sentir en el complemento, en el que la intensidad fue menor y el cansancio en los cuerpos se combinó con imprecisiones en el manejo de la pelota y en muchos roces, en su mayoría producto de llegadas a destiempo y no de una intención de golpear.
Ante la mirada de Gonzalo Higuaín, quien siguió el partido desde una de las plateas (una molestia muscular en el isquiotibial derecho le impidió jugar), la Juve siguió mostrando una postura más ambiciosa, pero sin incomodar a Meret.
Como en el capítulo inicial, Napoli necesitó mucho menos prolegómenos para inquietar a Buffon. Lo hizo primero con un disparo de media distancia del ingresado Matteo Politano que controló el arquero y luego con una media vuelta del polaco Arkadiusz Milik, otro de los hombres de refresco de Gattuso, que voló por arriba del travesaño.
Después de 45 minutos de escasísima emoción, en el tiempo agregado Napoli tuvo una ocasión doble inmejorable para quedarse con la Copa, pero Buffon, el hombre más destacado del duelo, se lo impidió, primero volando contra el palo izquierdo para rechazar un cabezazo del serbio Nikola Maksimovic y en el rebote para desviar un bombazo a bocajarro y a centímetros de la línea de sentencia del macedonio Eljif Elmas.
Así, el cero quedó estampado en el marcador y la final se encaminó sin escalas a los penales. La semana pasada, la Federación Italiana había informado que en caso de igualdad tanto en las series de semifinales como en la final se saltaría directo a la definición desde los 11 metros, sin necesidad de tiempo suplementario.
La tanda no comenzó bien para la Juve, puesto que Meret se quedó con el débil y anunciado remate de Dybala, y siguió peor porque Danilo desvió su tiro. Napoli fue infalible, Insigne, Politano y Maksimovic no fallaron y así no dieron chances para la remontada, más allá de los aciertos de Leonardo Bonucci y Aaron Ramsey. El disparo final del polaco Milik quebró el silencio en el Olímpico y le dio el título a Napoli.
Tony Cittadino (Mallorca).- Una campaña de fe. Así definió el éxito que vivió Carlos Subero al llevar a los Leones del Caracas al campeonato de la temporada 2005-2006 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) y el título en la Serie del Caribe 2006. El estratega dijo que para saborear las mieles del triunfo, se unieron diversos factores que permitieron ver los frutos de cinco años de trabajo en la organización.
“Fue una experiencia increíble. En lo personal, fue el logro de mayor relevancia que he tenido en mi carrera. Pero creo que lo que sucedió en las campañas anteriores, preparó el terreno. Todo comenzó en la temporada 2001-2002, que coincidió con la compra del equipo por parte de la Organización Cisneros”, explicó Subero desde Las Vegas, en Estados Unidos.
Subero, que se graduó a los 15 años de edad para ser pelotero, considera que todo se comenzó a construir cuatro años antes, pues era coach de la tercera base del cuerpo técnico del manager John Tamargo, quien renunció en la mitad de la temporada 2001-2002. El caraqueño, de apenas 29 años, asumió como manager interino tras el despido de Tamargo. Aunque quedó eliminado en la ronda regular, ganó experiencia como manager con un balance de 11-18.
Oscar Prieto Párraga, que hasta abril de ese año era uno de los propietarios del equipo junto a Pablo Morales, ahora fungía como asistente a la gerencia y fue quien decidió apostar por el nobel dirigente en ese momento. “Se planteó un proyecto que fue discutido junto con Ariel Pratt (presidente) y Luis Ávila (vicepresidente) y salieron cosas muy positivas. Entre ellas, un sistema de granjas y firma agresiva de peloteros, que a la larga tuvieron un impacto en el 2005”.
El ex jugador de los Tiburones de La Guaira se mantuvo en el equipo durante los siguientes años, ejerciendo diversas funciones en el cuerpo técnico. Además era una persona a la que le gustaba anotar y aportar, al punto que contó que se le ocurrió sugerir el cambio del uniforme de visitante.
“Teníamos uno gris y dije, ‘vamos a cambiar el uniforme y traer frescura. Estoy seguro que el pelotero y el fanático, se van a identificar’. Eso le gustó a Luis Ávila. Al año siguiente, teníamos uno amarillo y uno negro. Lo demás fue historia. Se hizo una tradición y los equipos también comenzaron a cambiar. Pensaba que necesitábamos un cambio, después de tres años de fracasos”, explicó el dirigente, que alabó el trabajo realizado en la oficina por Yves Hernández.
Así llegó la temporada 2004-2005, en la que el Caracas de Omar Malavé perdió la final ante los Tigres de Aragua en siete juegos. Para entonces, era el coach de la tercera base de un equipo balanceado en el que se juntaba la experiencia de peloteros como Bob Abreu, con la versatilidad de jugadores como Marco Scutaro, Henry Blanco y Carlos Méndez.
Al año siguiente, llegó el momento cumbre. Malavé repitió por tercer año al frente del equipo y Subero regresaba como coach de banca. Los melenudos comenzaron esa temporada el 14 de octubre, con una derrota en el juego inaugural ante los Tiburones de La Guaira de ocho carreras por cuatro.
En su segundo duelo, fueron blanqueados por Aragua siete por cero y la primera victoria llegó en el tercer compromiso, cuando superaron a Pastora de Los Llanos siete por dos en Araure. En ese juego, Franklin Morales debutó como lanzador y Javier Herrera conectó su primer hit en la LVBP con un jonrón.
Fue la primera de una racha de seis victorias, que sirvió además para terminar la tercera semana con balance de cinco triunfos, sin derrotas. Los Leones terminaron el mes de octubre con balance de 7-7 y en noviembre también dividieron honores, con 12-12. En este mes, destacó un grand slam de Franklin Gutiérrez en la victoria ante los Navegantes del Magallanes de seis carreras por cinco. Fue el 22 de noviembre en el Universitario.
Un día más tarde, Marco Scutaro también sacó la bola del parque con tres en circulación en el recinto de Los Chaguaramos, para superar a Aragua seis por ocho. El mes cerró con una derrota ante Cardenales de Lara de ocho carreras por dos en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto. El récord como visitante era de 6-14.
Comienza a escribir la historia
El 8 de diciembre, los melenudos cayeron ante Los Llanos 15 carreras por 4 en el Universitario, lo que significó el último juego de Malavé como manager. El estratega renunció y dejó al equipo con marca de 21-22.
Subero tomó el mando como manager interino y el 9 de diciembre se estrenó con derrota ante Aragua de nueve por cuatro. Bajo su mando, ganó 14 de los 20 juegos restantes y finalizaron la ronda regular ganando los últimos seis choques.
“Fue una experiencia tremenda. Al principio, dependimos mucho del sistema de granjas. Por ejemplo, Gregorio Petit debutó con un jonrón contra Pastora. Teníamos a Rómulo Sánchez, Juan Carlos Gutiérrez, Armando Galarraga, Harvey García, Juan Carlos Ovalles y Mauro Zárate. Alejandro Machado hasta estaba de primer bate. Javier Herrera, que con 19 años estuvo en el equipo de Todos Estrellas de la Serie del Caribe. Igualmente, Orlando Trías. Todos ellos venían de la granja y de un trabajo de cinco años”, recordó Subero, quien contó con el gran aporte del scout Francisco Cartaya, quien para entonces trabajaba con Leones y los Rockies de Colorado.
En el cuerpo técnico lo acompañaron Darryl Kennedy (coach de banca), Julio Franco (coach de pitcheo), Juan Carlos Indriago (coach de primera base), Manuel González (coach de tercera base), Carlos Pérez (coach de bullpen), Manuel González (coach de banca) y Antonio Armas (coach de bateo).
“Era el equipo de mi infancia. En mi vida imaginaba dirigir al Caracas y hacerlo en cada uno de esos juegos era especial. De pequeño me conocía a todos los jugadores e iba a todos los juegos y ahora verme como manager era especial. Con la directiva hicimos movimientos osados, no convencionales”.
Desde el primer juego como manager, Subero habló de cuatro objetivos a cumplir, que se dieron a la perfección: clasificar al round robin, clasificar a la final, ganar la final y ganar la Serie del Caribe. “Conocíamos la organización a fondo. Uno de los primeros movimientos, fue subir a Julio Franco, que trabajaba en la paralela y conocía a los muchachos. Mario González era uno de nuestros técnicos. Igual Juan Carlos Indriago. Fueron parte muy importante. Por eso cuando dimos el meeting, hablamos de esos cuatro objetivos”, recordó acerca del primer día al frente del club.
La clasificación la sellaron el 29 de diciembre, con una victoria ante Aragua de 11 por 2 en el Universitario. En ese juego, José Macías conectó un grand slam. Subero recordó una anécdota graciosa que le sirvió para levantar la moral del equipo, justo cuando el poder del rival parecía arroparlos. Fue luego de una jugada defensiva de Franklin Gutiérrez. El jardinero se lanzó de cabeza para agarrar un batazo, pero el árbitro decretó que la bola había picado y no era out. Pensó que era el momento idóneo para salir a reclamar y que lo botaran.
“Aragua tenía un equipo muy fuerte y en ese juego nos llegaron a voltear al juego. Salí a discutir con el umpire y le decía que tenía que botarme. En eso llegó otro árbitro y discutiendo, me dijo que si quería que me botaran y en inglés le dije que sí. Cuando me botó, nos fuimos discutiendo por toda la raya de tercera y le decía que ahora tenía que quedarse conmigo, porque yo tenía que levantar al equipo. Cuando llegué al clubhouse, mi mamá me llamó para decirme que se había visto feo por televisión y más como testimonio de hombre de Dios. Le dije que no era nada malo y que ya iba a ver los resultados”, contó con alegría.
Caracas terminó en el segundo lugar de la División Oriental con balance de 35-27, a cuatro juegos del Magallanes. El mes de diciembre finalizó con récord de 16-8. El primer paso, estaba concretado.
Segunda etapa: el round robin
En el round robin se reforzaron con Rainer Olmedo, Albert Vargas, Alex Cabrera y Francisco Rodríguez, entre otros. “A Olmedo le dijimos que no importaba si no bateaba, pero le pedimos que cogiera los rolling de rutina. Lo que hizo en el campocorto fue algo especial. Otra escogencia curiosa fue la de Vargas, que tenía 19 años y lanzaba con un aplomo en la lomita”, recordó con entusiasmo.
“Francisco Rodríguez también nos dijo que quería estar en la ronda de sustituciones y se podía. Había participado en la final del año pasado con nosotros. Eso le dio solidez al bullpen, porque teníamos a Orber Moreno que tiraba el octavo inning y a Jorge Julio Tapia como cerrador. Lo queríamos en el séptimo inning y esa fue la condición con la que se agarró y me dijo, que lo que quería era ganar”, explicó el estratega, que aseguró con contar con el “Kid” fue un aspecto fundamental.
La postemporada comenzó el 2 de enero, con triunfo ante Magallanes de cinco carreras por dos en el José Bernardo Pérez de Valencia, que incluyó un jonrón de Scutaro. Los melenudos ganaron sus siguientes dos choques: doblegaron a Lara cinco por dos, con cuadrangular de Alex Cabrera y, luego, vencieron a Caribes siete por tres. Sin embargo, tuvieron un ritmo inestable, al perder cuatro de cinco.
El 16 de enero vencieron en un maratónico juego al Magallanes 14 carreras por 11 en Valencia. Un encuentro que llegaron a estar perdiendo cinco por cero y nueve por dos, pero en el que supieron aprovechar los errores defensivos del rival. Fue el encuentro en el que Eddy Díaz y Carlos “Tapón” Hernández no pudieron coger dos elevados en el infield, que costaron en el resultado.
Los Leones mantenían las esperanzas de llegar a la final, pero un día más tarde quedaron contra las cuerdas, al caer ante Aragua ocho por cuatro, en un duelo que llegaron a estar ganando cuatro por cero. La marca era de 6-6 y el equipo estaba obligado a ganar los últimos cuatro partidos para llegar a la final y así lo hicieron.
“Entramos a la última semana prácticamente eliminados, con marca de 6-6 y Aragua y Magallanes con 8-4. Quedaba un juego con Magallanes y no con Aragua, así que había que ligar que Magallanes perdiera con Lara. Antes de ir a Puerto La Cruz, Armando Galarraga se presentó en la oficina para decirme que Texas lo había mandado a parar. Luego se presentó Wilfredo Ledezma y me dijo lo mismo. No teníamos abridores para los juegos en Puerto La Cruz”, explicó.
A pesar del contratiempo, a Indriago se le ocurrió la idea de colocar a Landon Jacobsen como abridor y no como relevista. Fue una decisión acertada. “Me dijo que Landon lanzaba bien sin gente en base y con corredores en circulación se le dificultaba el trabajo. Por eso la efectividad tan alta. Pusimos a Jacobsen y a Vargas a abrir esos juegos en Puerto La Cruz, que fueron muy reñidos”.
Los Leones derrotaron a Lara ocho por una, con jonrón de Scutaro. También a Caribes en par de oportunidades en Puerto La Cruz, con pizarra de 4-3 y 4-2. El domingo 22 de enero se midieron al Magallanes en el Universitario en el juego más importante para ambas divisas, después de la final 96-97. El equipo que se llevara la victoria, jugaría la final ante Aragua.
“La decisión más difícil ese día, era a quién poníamos a abrir. Teníamos como opciones a Edwin Hurtado y Franklin Morales. También a Orlando Trías, a quien conocíamos de las menores en República Dominicana. Abrió Trías, porque tiraba mucho strike y jugamos con el factor de desconocimiento”, explicó.
El juego debió interrumpirse por lluvia en par de oportunidades y terminó en la madrugada del lunes 23 de enero, con victoria para el Caracas de 13 carreras por 2. Así el Caracas jugaría su segunda final consecutiva, nuevamente ante Aragua.
“Francisco Rodríguez sacó un cero con las bases llenas. En el octavo inning nos despegamos en la pizarra y fue un alivio. Eran la una y pico de la mañana, veníamos del viaje de Puerto La Cruz y fue cuando entré en la oficina a preparar la final”, dijo el estratega que aseguró que fue clave la actitud del equipo.
“Tenía mucho que ver lo del año pasado. Fue una derrota dolorosa. El hecho de habernos quedado cortos y poder oler ahora la oportunidad de ganar, que fue lo que dijo Francisco Rodríguez al momento de la llamada para reforzar. Eso hacía que el equipo tuviera la química”, recordó el manager que para la final quería contar de refuerzo con Michael Sandoval, pero Oscar Prieto llamó a los directivos de los Marineros de Seattle y negoció el permiso para Carlos Guillén.
“Guillén había jugado como bateador designado con Magallanes, pero la buena relación de Oscar abrió esa oportunidad y la decisión terminó siendo importante. Aragua tenía un equipo que no hacía falta presentarlo, con Endy Chávez, Luis Rodríguez, Ronny Cedeño, Miguel Cabrera, Ramón Hernández y de ahí para abajo era un lineup consolidado”, explicó.
El segundo paso en la lista, también había sido concretado. El Caracas estaba en la final.
La gloria en el Universitario
La final arrancó el 25 de enero en el José Pérez Colmenares de Maracay y Aragua picó adelante con triunfo de siete carreras por cuatro. Seis de esas anotaciones, fueron en los dos primeros innings, gracias a jonrones consecutivos en la primera entrada de los dos primeros bateadores: Chávez y Rodríguez.
Tony Armas Jr., que había llegado esa temporada al equipo en cambio desde Caribes, cargó con la derrota al lanzar apenas un tercio de inning y recibir tres rayitas, todas limpias. La victoria fue para Yorman Bazardo (2.1IP, 1HP, 2K) y el salvado para Víctor Moreno (1.2IP, 3K).
El único bateador del lineup de Aragua que no dio hit, fue Luis Maza (2-0, 1CI, 1K). Entre los primeros tres bateadores felinos, se fueron de 14-7, con dos jonrones dos impulsadas y tres anotadas: Chávez (5-2, HR, 1CI, 1CA), Rodríguez (5-3, HR, 1CI, 1CA) y Cedeño (4-2, 1CA). Por Leones, destacó el siempre rendidor Rafael Álvarez (3-2, 1BB, 1CA).
“Tuvimos que cubrir ocho innings con el bullpen, porque a Tony lo apalearon en el primer inning. Al día siguiente, había que jugar otra vez en Maracay con la serie abajo, pero los muchachos sacaron la cara. Jugar contra los Tigres en Maracay era dificilísimo. Había una atmosfera tan pesada y fuerte, porque además venían de ser campeones. Tenían una química increíble. A los Tigres, tenías que ganarle en 27 outs. Había juegos con 25 outs, en los que ganabas por dos o tres y te dejaban en el terreno”.
Caracas niveló la serie al día siguiente, con victoria de ocho por seis y de ahí en adelante no perdió más. Fue la primera victoria en Maracay, desde el sexto juego de la final pasada. Los dos refuerzos tomados para la final, rindieron como se esperaba. El abridor Geremi González se llevó la victoria (5.2IP, 9HP, 4CP, 3CL, 1BB, 1K) y Carlos Guillén apoyó con el madero (5-2, HR, 2CI, 1CA, 2K).
“Geremi hizo un extraordinario trabajo y también el ‘Kid’ Rodríguez. Del resto se encargó el bullpen, como lo hicieron en toda la temporada. Teníamos un bullpen muy sólido. Al llegar a cuatro o cinco innings ganando, sentíamos que era un juego para nosotros”.
La serie se mudó al Universitario el 27 de enero y los melenudos ganaron ocho por cuatro, en un juego en el que Álvarez se fue de 5-4, con dos dobles, cinco carreras impulsadas y una anotada. El abridor Trías volvió a responder, lanzando siete sólidos innings, en los que permitió par de anotaciones y ocho hits.
“Trías era un artista lanzando. Estaba en una final, con el estadio lleno y contra Aragua. Fue una pieza clave, porque no teníamos abridores. Recuerdo que la cantidad de pitcheos fue increíble para siete innings. La actuación de cada jugador joven como él, le dio confianza al equipo”.
Los capitalinos se volvieron a imponer en el cuarto juego, ahora con pizarra de cinco por tres, choque en el que se lució el abridor Jacobsen, con cinco entradas completas, en las que toleró cinco hits y una carrera. Ponchó a tres y otorgó dos boletos. Además, destacó el relevo compuesto por Zárate (1.0IP, 1HP, 1CP, 1BB, 2K), Rodríguez (1.0IP), Moreno (1.0IP, 1K) y Tapia (1.0IP, 1HP).
Con la serie arriba 3-1, quedó todo listo para el domingo 29 de enero. Esa tarde, se sentía un ambiente de triunfo en Caracas. En la noche todo se concretó, al derrotar a los Tigres cinco carreras por una y lograr el título 16 como Leones y el 19 de la franquicia. Albert Vargas fue el abridor y limitó a la poderosa ofensiva felina durante cinco episodios. Le batearon cinco imparables y le pisaron el plato en una oportunidad.
Méndez aportó a la ofensiva con un jonrón y dos impulsadas y Guillén, a la postre Jugador Más Valioso de la final, se fue de 4-3, con una remolcada y una anotada. Subero volvió a resaltar la fortaleza del grupo, para derrotar a un equipo sólido en todos sus repartos.
“No solamente era la ofensiva de los Tigres, recuerda los abridores que tenía y los relevistas. Era un equipo sólido, de arriba a abajo. Además tenía a Buddy Bailey, que dirigiendo era un artista. Tan puntual en cada out, en cada pitcheo y sus movimientos. Eso le dio mayor valor, porque fuimos contra un equipo tan fuerte. El equipo de la década y uno de los mejores en la historia de la Liga”.
Habían pasado pocos minutos de la efusiva celebración del equipo, los coaches y los fanáticos en el terreno del estadio Universitario, cuando Bailey tuvo un notable gesto deportivo. Salió rápidamente desde el dogout, para saludar al nobel campeón y felicitarlo por el logro. Fue un momento que Subero no olvida.
“Me tocó darle las gracias y fue algo tan profesional de Bailey, que eso quedó marcado para mí. Luego lo enfrenté muchas veces aquí en Estados Unidos y no solo por eso, porque siempre demostró mucho profesionalismo. Se acercó y me dijo en inglés: ‘Joven, extraordinario trabajo y disfruta este campeonato’. Brevemente me abrazó y se fue”.
Con el trofeo de campeón en mano, Subero y los Leones bateaban de 3-3. Falta el último paso, para cumplir con los cuatro objetivos planteados: ganar la Serie del Caribe.
Le agradece a Dios
La celebración se desató en Caracas y en el país. Fue el primer título para el Caracas desde la temporada 1994-1995 y el primero en casa desde la campaña 1987-1988. Subero contó que antes de jugar la final, ya se sentía campeón. Vivió una experiencia particular, porque tuvo un encuentro con Dios en el regreso de la gira de dos juegos en Puerto La Cruz.
“No fue algo religioso. Esos cuatro objetivos que se lograron, vinieron en oración. Uno escucha esa voz interna y sabes que el Señor te está hablando. Yo no dormí esa noche de regreso a Caracas y tenía que manejar. Tenía a mi esposa y mis tres hijos conmigo. Tenía mucha presión antes del juego ante Magallanes y quería estar tranquilo”, explicó el presidente de la Fundación Venezolana de Atletas Cristianos (FVAC).
“Se cayó un árbol en la vía y la Guardia Nacional estaba recogiéndolo. Me bajé del carro y fui a un río. Hablando con Dios, le dije que tenía ansiedad y que no quería saber el resultado del juego ante Magallanes. Sentí una voz increíble que me dijo: ‘van a ser campeones del Caribe’. Yo me quedé en el sitio, porque sabía que no era un pensamiento y estaba luchando por llegar a una final. Dije ‘Señor si eres tú quién me habló, voy a contárselo a mi esposa y si tengo paz al contarlo, sé que eres tú’”.
Cuando el Caracas se consagró campeón, Subero citó en plena celebración el versículo de Proverbios 21:31: “El caballo se alista para el día de la batalla, pero Dios es el que da la victoria”, que le fue enviado por la suegra del scout Cartaya.
“Ese día, hablamos a las 12 del mediodía y me dijo que su suegra quería que me diera ese versículo. Yo tenía dos días buscando qué decir y estaba entre ése y el Salmo 127:1 (Si Dios no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Dios no guarda la ciudad, en vano vela la guardia). Ser fanático de tu equipo, dirigirlo y quedar campeón, no cabe nunca en tu mente”, rememoró emocionado.
Reyes del Caribe
El hambre de triunfo no quedó allí. El Caracas mantuvo casi intacta la base del equipo para la Serie del Caribe, que se jugó en Maracay y Valencia. Era la primera vez que dos ciudades compartían la sede de la competición y una de las decisiones claves, fue permitir que los jugadores tuvieran cerca a su familia.
“Por eso se permitió contar con hasta dos habitaciones en los hoteles, para que todo el mundo tuviera a su familia y no tener distracciones en estos seis juegos. Era importante que nos concentráramos. Fue un movimiento importante. Nos quedamos en Maracay y fue clave que la directiva asumiera esa responsabilidad”.
Ramón Hernández, tomando como refuerzo desde Aragua, fue la gran figura ofensiva en el debut al batear la escalera (hit, doble, triple y jonrón). Se fue de 6-4, con cinco impulsadas y tres anotadas. El Caracas aplastó a los Venados de Mazatlán (México) con pizarra de 17 carreras por 1. Un total de 13 carreras llegaron luego de dos outs. La victoria fue para Geremi González, tras lanzar siete innings y un tercio y permitir tres hits.
“La escogencia de los refuerzos fue puntual. Entre los lanzadores, agregamos a Víctor Moreno y entre los jugadores de posición a Luis Rodríguez y Ramón Hernández. El juego uno fue el único que fue fácil por el resultado. Después de eso, todos los juegos fueron cerrados y vinimos de atrás”.
Los melenudos derrotaron en el segundo encuentro a los Gigantes de Carolina (Puerto Rico), seis carreras por una. Trías fue el pitcher ganador y Scutaro destacó con un grand slam.
El Caracas volvió a dar otra demostración de poder, en el tercer encuentro contra los Tigres del Licey (República Dominicana). Los capitalinos vinieron de atrás, para remontar un juego que perdían cinco por cero en el cuarto inning. Fabricaron un rally de cinco carreras en el séptimo inning y otro de cuatro en el octavo capítulo, para llevarse la victoria once por nueve.
Alex Cabrera empató el juego en el séptimo, con jonrón con uno a bordo. También dieron cuadrangular Henry Blanco y Alex González, dupla que días más tarde se encargó de hacer historia. González voló la cerca en el octavo tramo, para dar jonrón de tres carreras, voltear la pizarra y dejar cifras definitivas. Se fue de 5-3, con tres remolcadas. Ganó Ovalles y salvó el “Kid” Rodríguez.
Los Leones sumaron su cuarto triunfo al dejar en el terreno a Mazatlán cuatro carreras por tres en 10 innings, con hit a la izquierda de Cabrera. “El Samurai” bateó una línea por la raya de tercera, para impulsar a Rodríguez con la carrera de la victoria. Zárate fue el pitcher ganador.
“Quizás nadie se acuerda, pero Cabrera tenía la pierna desbaratada. El doctor Medina hizo un gran trabajo para recuperarlo. Incluso en la habitación en Maracay le daban masajes. Salió de emergente y dio un batazo por la raya de tercera y los dejamos en el terreno”.
La quinta victoria llegó ante Carolina, ahora con pizarra de cinco por una. Wilfredo Rodríguez relevó a Vargas después de cinco entradas y fue el pitcher ganador. Álvarez apoyó con el madero, con un jonrón de dos carreras. El título estaba a un paso.
El sexto y último encuentro se selló con una dramática victoria ante Licey de cinco por cuatro en Maracay. Caracas volteó la pizarra con dos anotaciones en la parte baja del noveno, para lograr la segunda Serie del Caribe para el equipo, luego del triunfo en Hermosillo 1982. También fue la sexta para Venezuela y primera desde 1989, lograda por las Águilas del Zulia. Además el Caracas fue el primer equipo venezolano en ganar invicto, tras triunfar en los seis choques.
González fue el héroe de la noche. Primero, dio hit a la derecha para impulsar a William Bergolla (había entrado como corredor emergente por Ramón Hernández) y luego anotó con el famoso elevado de Blanco, que le cayó en la cabeza al campocorto de Licey, Erick Aybar, y la bola se fue a lo profundo del jardín izquierdo. Moreno, fue el ganador del encuentro. El cuarto objetivo se había consumado: Caracas era campeón del Caribe.
Subero recordó que en ese momento, Herrera estaba prevenido para tomar el turno en caso de que Henry fallara. “Le pregunté a Herrera si podía tomar el turno y en lo que me estoy regresando, Henry da el batazo y el viento se fue llevando la pelota. Cosas de Dios. No sólo es que le pega en la cabeza a Eybar, sino la confusión de Napoleón Calzado (el jardinero izquierdo), que vio la jugada, se ríe y nunca la fue a buscar. Alex estaba en primera y terminó anotando. Había una emoción increíble de parte de todo el mundo”.
El manager agregó que fue clave el apoyo y la presión del fanático en Maracay y Valencia para apoyar a los Leones. “Lo especial de esa Serie del Caribe no sólo fue que se jugó en Venezuela, sino que venía el Clásico Mundial y se tomaba como una referencia. Había una expectativa muy grande. Leones del Caracas después del juego tres, pasó a ser Venezuela en su totalidad. Veías a magallaneros apoyando al Caracas en las tribunas. El factor del público en los últimos juegos fue increíble”, recordó emocionado.
Hernández terminó la Serie del Caribe como triple coronado y Jugador Más Valioso. El criollo fue líder en los departamentos de average (.542), jonrones (3) y carreras impulsadas (8). Por su parte, González fue triple coronado en pitcheo. Fue el mejor en victorias (1), efectividad (1.20) y ponches (12).
Subero se convirtió en el manager más joven en ganar el torneo en la historia, con 33 años. Además fue el segundo estratega criollo, luego de lo hecho por Alfonso “Chico” Carrasquel en 1982.
“Nunca fue una meta personal y fue un privilegio tan grande que Dios me haya puesto en esa posición. A pesar de la edad que tenía, tomé decisiones en conjunto con el equipo y la directiva. Lo que sucedió, fue algo netamente de Dios y el desenlace que eso produjo para el futuro de mi carrera. Por eso siempre estaré agradecido a la directiva del Caracas y a Oscar Prieto por haber tomado la osadía en aquél entonces de colocarme como manager del equipo”, dijo quien fuera el coach del infield y de la primera base de los Cerveceros de Milwaukee entre 2015 y 2019 en las Grandes Ligas.
Subero fue dejado libre por los Cerveceros en octubre de 2019, pero se muestra abierto a la posibilidad de volver en un futuro a dirigir en la LVBP, ser manager en las Grandes Ligas o de la selección venezolana de cara al Clásico Mundial de Beisbol.
“Estamos en una etapa en la que hemos agarrado este año libre, producto de la situación con Milwaukee. Si el Señor así lo desea que el beisbol finalice en estos 30 años, nos iríamos tranquilamente por la puerta dando gracias. Dirigir en Grandes Ligas fue lo único que no se hizo dentro de las metas, pero de resto se cumplió todo. Incluso dirigir el Clásico, que sería en 2023, pero se ve lejano”, opinó el manager que dirigió la hazaña melenuda en Venezuela y el Caribe.
Tony Cittadino (Mallorca).- “Jugué muchos juegos en Grandes Ligas y con los Yankees de Nueva York, pero cuando me puse la camisa de los Navegantes del Magallanes frente a mi familia, fue lo más grande. Cuando estoy por aquí lejos y veo que el equipo pierde, uno se molesta porque he sido magallanero toda mi vida. La camisa duele y mucho”. Así definió Álvaro Espinoza el amor por la divisa de la que fue uno de los referentes que dominó buena parte de la década de los 90 en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP).
El campocorto solo disputó cinco temporadas con el conjunto turco de las 18 en la pelota venezolana, pero fueron suficientes para ganarse un lugar entre los históricos jugadores de la franquicia. Ganó tres títulos con la divisa. Uno en la campaña 1993-1994 contra los Leones del Caracas, otro en la zafra 1995-1996 ante Cardenales de Lara y, el último, en la contienda 1996-1997, otra vez, frente a Leones.
Espinoza sufrió una lesión en la rodilla y se perdió dos temporadas en la LVBP (1991-1992 y 1992-1993). En ese proceso, fue contactado por el entonces presidente del Magallanes, Alfredo Guadarrama, para llevarlo a jugar en una etapa gloriosa con el Magallanes, club del que era fanático.
“Me llamó y no sabía que era el presidente del equipo y me preguntó si estaba dispuesto a jugar con los Navegantes. Le dije que sí, pero que tenía que esperar por la operación. Además que quería vestir la camiseta que siempre he adorado”, recordó desde su casa en Estados Unidos el ex pelotero que debutó con los Tigres de Aragua en la LVBP en la temporada 1979-1980.
Con los felinos estuvo hasta la campaña 1990-1991. En 12 temporadas, disputó 497 juegos y bateó para .255 (1.546-394), con 149 carreras impulsadas, 162 anotadas y siete jonrones. Disputó tres finales, pero las perdió todas: en la zafra 1984-1985 ante Tiburones de La Guaira (4-0), en la contienda 1987-1988 contra Caracas (4-2) y temporada en 1988-1989 frente a Zulia (4-3).
“Lo que hizo Guadarrama fue algo histórico, porque se concentró en llenar los espacios. Hizo el cambio conmigo, con Juan Carlos Pulido, con Luis Raven y así sucesivamente. Hay gente que hice que fui fundamental, pero fui un muchacho más del grupo”, dijo quién con los turcos de por vida bateó para promedio de .298 (705-210) en 191 compromisos, con 71 carreras impulsadas y 79 anotadas.
En su primera temporada con los eléctricos, pudo jugar la primera final entre los “Eternos Rivales”, ganada por Magallanes en siete emocionantes juegos. El carabobeño recordó que los jugadores de más experiencia del equipo realizaron un meeting antes del tercer juego de la final ante los melenudos. Caracas estaba arriba dos juegos por cero y no podían permitirse otra derrota.
“Nos reunimos todos y todos tomaron la palabra. Nos animamos mutuamente y decíamos que éramos mejor equipo, pero nos estaban saliendo las cosas mal. Teníamos que concentrarnos cada uno en su trabajo”, explicó el jugador que confesó que antes de los juegos de la gran final llegaban temprano al estadio y veían las novelas.
El último out de esa final, fue un rolling por predios de García que terminó en su guante. Por casualidad, era algo que habían hablado antes del encuentro. Querían realizar el out 27 del partido. “Si llega la oportunidad en el noveno inning y estamos ganando por dos outs y el rolling va para ti, me la pasas para hacer el out forzado y vicevecersa. Y así fue. Dios nos alumbró y fue un regalo”, contó el entonces que pelotero en esa final dejó promedio de .241 (29-7), con cuatro impulsadas y la misma cantidad de anotadas.
Un grupo especial
El ex bateador derecho indicó que fue especial ser parte de un grupo tan exitoso como el Magallanes de los 90’, entre quienes estaban Carlos García, Edgar Naveda, Clemente Álvarez, Edgardo Alfonzo, Carlos Hernández, Eddy Díaz, Luis Raven, Juan Carlos Pulido, Melvin Mora y Richard Hidalgo.
Magallanes disputó su segunda final en tres años, al medirse a Lara en la 95-96. Fue una serie en la que los turcos vinieron de atrás, luego de estar abajo tres juegos por uno. El batazo clave de esa final, fue el grand slam de José Francisco Malavé en el quinto juego, para voltear la pizarra. Espinoza recordó que el equipo sacó el pecho, porque sintieron que el rival estaba confiado y se burlaba.
“Esa final fue grandiosa, porque estábamos abajo tres juegos por uno y ellos se estaban burlando de nosotros. Ellos estaban en Valencia en el quinto juego y creían que nos iban a matar. Tenían las botellas de champaña. Ese día hicimos un meeting y recuerdo que Eddy Díaz contó que Robert Pérez le preguntó si estaba listo para reforzarlos en la Serie del Caribe. Eso le dolió mucho”, recordó quien bateó en esa serie para .304 (23-7), con cinco impulsadas y una anotada.
Los turcos volvieron a pelear por el título al año siguiente, retando nuevamente al Caracas en la zafra 96-97. Esta vez sólo necesitaron de cinco juegos para quedarse con la corona y ganarle la segunda final a su “Eterno Rival”.
“Estábamos mucho más controlados y con más experiencia. Ya no nos pegaba tanto la presión de una final Caracas-Magallanes, porque jugar la primera final no era nada fácil”, dijo el campocorto que realizó una llave de lujo entorno a la segunda base, junto al camarero García.“A nosotros se nos olvidaba que veníamos de jugar en las Grandes Ligas. Nos entregábamos el 100% y cuando pisábamos el diamante, se nos olvidaba todo, hasta quiénes eran nuestros amigos. Nosotros íbamos a tratar de ganar todos los juegos. Los jóvenes veían ese entusiasmo y dedicación y fue lo que nos hizo exitosos. Íbamos a la playa o a hacer carne asada juntos”.
En tanto, el infielder consideró que un Caracas-Magallanes se vive más sabroso en el estadio Universitario de Caracas. “En Valencia es diferente. Estábamos en casa, pero como pelotero sentías que había más fanáticos en Caracas que en tu casa. En el Universitario uno se sentía con más ganas. Era una cosa increíble. Uno ve la diferencia”, recordó quien tuvo a Omar Daal, Urbano Lugo y Julio Machado como los lanzadores más difíciles que enfrentó en la LVBP.
Respeto por Machado
Durante su estadía en el Magallanes, fue dirigido por managers de jerarquía como Tim Tolman, John Tamargo y Machado. Sin embargo, no tiene a un favorito. “Todos fueron especiales. Tolman no nos metía presión y jugábamos tranquilo. Tamargo era diferente, porque tenía un poco más de carácter. Si las cosas salían mal, no lo decían. Cuando Tolman se fue a Estados Unidos, Machado tomó las riendas y en un meeting le dijimos que contara con nosotros y que moviera las piezas como quisiera”.
Espinoza, al igual que varios ex jugadores de peso del Magallanes, mostró su rechazo por la decisión que tomó el Magallanes de dejar libre a Machado en la temporada 2019-2020 de la LVBP. “Eso no fue una falta de respeto para Gregorio nada más, fue una falta de respeto para todos nosotros. No pienso así yo solo. A Gregorio tienen que hacerle una estatua en la entrada del José Bernardo Pérez. No vemos el por qué, por cuestión de tres lochas, vamos a decirlo así. Eso no tiene perdón de Dios”.
Fue exaltado al Salón de la Fama del Magallanes en 2015, junto a García, quien para entonces era manager. Recordó el acto como un momento muy especial. “Nunca lo esperé, porque solamente jugué cinco años con Magallanes, pero en esos años di todo por la camiseta. Arriesgaba mi carrera de Grandes Ligas, porque jugué la final contra Lara con un dedo partido del pie y creo que es bien merecido”.
Nuevos horizontes
Espinoza tenía la ilusión de disputar su última temporada en Venezuela con el Magallanes y poder retirarse, pero no fue posible porque los turcos lo dejaron libre y tuvo que firmar, para entonces, con Caribes de Oriente (hoy Caribes de Anzoátegui). En su única campaña con la tribu, ligó para .222 (144-32), con 15 impulsadas y 15 anotadas.
“Eso me dolió mucho, porque me quería retirar formalmente con Magallanes. Me dolió y todavía me sigue doliendo. No estaba en los planes. Nunca pensé que me iban a dejar libre y menos de la forma como lo hicieron”, dijo con nostalgia el ex pelotero que cree que no colgar los spikes con el club puede catalogarse como un asterisco en su carrera, porque era su deseo.
“Me dejaron libre mandándome una carta por correo y nunca me dieron la cara, después de todo lo que hice y di por los Navegantes. Fue un error de parte de ellos y una falta de respeto hacia mi persona”.
Una vez retirado, comenzó su camino como coach en las ligas menores con equipos como los Expos de Montreal, Dodgers de Los Ángeles, Piratas de Pittsburgh, Yankees de Nueva York y Gigantes de San Francisco.
Su primera gran experiencia como manager en la LVBP fue con Caribes, en la temporada 2008-2009. Sin embargo, fue despedido por la gerencia, tras dejar marca de 18 victorias y 21 derrotas, apenas a un juego del quinto lugar que daba el último boleto de clasificación a la postemporada.
“Fue una experiencia bonita y amarga. Aprendí mucho a madurar en mi etapa de coach y manager. Pasaron muchas cosas. Se lesionaron Eliezer Alfonzo y Luis González y a los importados se fueron a Estados Unidos porque no le habían pagado. Me quedé sin nadie y estábamos a un juego de la clasificación. No sé si me error fue hablar con la verdad y no lo supieron tomar”.
Espinoza estuvo a punto de regresar como manager de los Tigres en la campaña 2014-2015. Había sido anunciado en marzo por la nueva directiva, encabezada por el presidente y ex jugador del Magallanes, Carlos Guillén. Sin embargo, luego hubo un cambio y en abril designaron a Luis Sojo. Inicialmente, el directivo lo había contactado una noche por teléfono, para que al día siguiente fuera a Tampa Bay a conocer al gerente y conocer unos peloteros.
“Manejé dos horas hasta Miami y me fui con él hasta Tampa Bay. Me presentó como el manager con el gerente. Me preguntó si podía recorrer el campo de entrenamiento buscando peloteros y así lo hice. Dejé de hacer mi trabajo en Florida. A la semana siguiente me llamó y me dijo que había cambiado de opinión, pero no me dijo el por qué. Hasta el sol de hoy, todavía estoy esperando el por qué. Lo único que le dije, es que me iba a botar sin perder un juego. Me colgó y más nunca he hablado con él”, recordó.
Dos años después sí pudo volver a Venezuela, pero ahora como coach de tercera base del Magallanes. Regresaba al equipo de sus amores, con García como manager. “Les dije que era un orgullo vestir esa camisa de nuevo y que ojalá fuera por mucho rato. Pero nos eliminaron, pasaron muchas cosas ese año y no hubo una llamada para saber si iba a volver. Todavía sigo esperando esa llamada, para ver si vuelvo a vestir la camisa”.
Su última experiencia en la LVBP fue con el Zulia, cuando fue coach de banca en la temporada 2018-2019. “Otra vez hubo una buena experiencia y una mala experiencia a la misma vez. El equipo empezó bien, pero después decaímos un poco. Se lesionaron los caballos del equipo y cerca del 8 de diciembre dejaron libre a la leyenda Wilson Álvarez (instructor de pitcheo), al manager Lipso Nava y a mí”.
A pesar del momento que atraviesa Venezuela, confesó que le gustaría dirigir en la LVBP. “Nunca he perdido la esperanza de que alguien me dé la oportunidad. El país está pasando por una mala situación, pero no es excusa para no ir. Ojalá se acomode la situación, para que todos los que están fuera del país puedan regresar a vivir buenos momentos. Siempre soñando y siendo positivo”.
Todo un grandeliga
Espinoza fue el venezolano número 36 al debutar en las Grandes Ligas. Fue el 14 de septiembre de 1984 con los Mellizos de Minnesota. En esa franquicia se mantuvo hasta la zafra 1986. En 1988 regresó a las mayores, defendiendo los colores de los Yankees hasta 1991. Ese año fue lanzador en un juego con dos tercios de labor.
Desde 1993 a 1996 jugó con los Indios de Cleveland y luego retornó a Nueva York, pero para jugar con los Mets. En 1997 se retiró con los Marineros de Seattle. De por vida ligó para .254 (2.478-630).
“Cuando llegué a los Yankees fue algo increíble. Puedo decir que me di el lujo de vestir los dos uniformes que pesan más: el de Magallanes y el de los Yankees. Cada vez que me ponía el uniforme de los Yankees, me temblaba el cuerpo. Siempre había nervios, porque la directiva y los fanáticos eran muy exigentes”, dijo el pelotero que con los “Mulos del Bronx” dejó promedio de .255 (1.528-363) en 447 juegos.
“Mi corazón se queda con Yankees y Cleveland, pero en Cleveland tuvimos otra familia. Éramos como 11 latinos y lástima que no pudimos ganar la Serie Mundial”, recordó el infielder que en 1995 participó con la tribu en la final ante los Bravos de Atlanta. Los dirigidos por Bobby Cox ganaron en seis juegos. En esa serie, conectó para .182 (11-2).
“Fue algo grandioso, porque todos soñamos con jugar una Serie Mundial y Cleveland me dio la oportunidad. Jugarla es lo máximo, pero no como una final Caracas-Magallanes. Atlanta tenía un pitcheo increíble, John Smoltz, Tom Glavine, Greg Maddux, Steve Avery y de cátcher, Eddie Pérez. Tenían mucha experiencia y creo que fue el factor para ganar”, recordó Espinoza, quien quiere que sea recordado como “un jugador que amaba el beisbol, que respetaba el juego, tenía disciplina y le daba un buen espectáculo al público”..
Prensa Juventus.- Campeones de Italia. Campeones de Italia. Campeones de Italia. Campeones de Italia. Campeones de Italia. Campeones de Italia. Campeones de Italia. Campeones de Italia. Al escribirlo ocho veces se va casi un párrafo, pero no hay necesidad de escatimar en la longitud e incluso aunque nos arriesguemos a perder la voz por gritarlo ocho veces seguidas, merece la pena. La Juve implanta un récord en Europa de más campeonatos locales y más títulos en fila.
Es lo mínimo para acoger el enésimo triunfo de este equipo maravilloso. Es más, #W8NDERFUL, igual que el hashtag de la celebración. Faltaba un punto, la Juve se lleva los tres ante la Fiorentina, existiendo ese sano sufrimiento que da un placer extra.
El partido empieza cuesta arriba con el gol en el 6′ de Milenkovic. E incluso podría haberlo estado más de no haber enviado Mirallas el balón por encima del larguero tras un contragolpe de Chiesa, o si Bonucci no hubiese interceptado el último toque de Simeone.
La Juve no hace su primera conclusión remarcable hasta el minuto 20, obra de Bernardeschi. También lo intena Pjanic y Ronaldo, aunque es de nuevo la Fiorentina la que vuelve a rozar el gol, con el derechazo de Chiesa desde fuera que se estrella en el palo.
Los bianconeri insisten, aumentan la presión y son premiados. Pjanic saca un córner en el 37′ encuentra a Alex Sandro en el primer palo y este, con un impresionante giro de cabeza, manda el balón a las redes para firmar el empate.
Pero los viola no se rinden, y Chiesa se encuentra de nuevo con los postes, en este caso la escuadra, cuyo rebote, por fortuna para los bianconeri, no supera la línea de gol. Se llega al descanso con el 1-1 sabiendo que habrá que luchar, y no poco, durante otros 45′.
La brillantez de los visitantes parece entonces desvanecerse, y Ronaldo no tarda en aporvecharlo. El Marciano recibe en el 8’ de Cancelo y pega un acelerón, deja atrás a su rival y cruza bajo buscando a Bernardeschi. Pezzella está en la trayectoria y, para evitar que conecte el ex viola, mete el pie, desviando el balón a su portería y la consiguiente ventaja bianconera.
La Fiorentina es menos sólida y la Juve parece más lúcida y convecida. Los bianconeri acorralan a los viola en su mitad del campo. Ronaldo y Cuadrado lo siguen intentanto, y también Pjanic desde lejos. El bosnio deja su puesto a Bentancur y a la media hora entra Kean en el puesto de Bernardeschi. Baja el ritmo, la Juve controla el juego y busca la posesión de balón mientras corre el cronómetro. Y cuando llega el pitido final, llega también el scudetto. El octavo consecutivo. El enésimo de esta Juve infinita.