Qatar 2022: Un doblete de Bruno Fernandes instaló a Portugal en los octavos de final

(EFE).- Uruguay se jugará todo en la última fecha en el Mundial 2022, ni siquiera le vale el empate en la última jornada contra Ghana, nada más una victoria difícil hoy por hoy para la selección celeste, víctima de sus propios miedos durante una hora de partido, doblegado por dos goles de Bruno Fernandes, Diogo Costa y su ineficacia cuando perdió sus complejos (1-0), demasiado tarde para impedir la clasificación de Portugal.

Dos Uruguay para una derrota. Una, hasta el gol en contra, tan insustancial, tan conformista, tan falta de ambición, tan imprecisa, que siempre jugó al filo de la caída, de cualquier detalle.

Otra, desde el 1-0 en adelante, que se acercó a todo lo que debe ser, con presión, con atrevimiento, con intensidad y con una ofensiva que no alcanzó el éxito, pero que pone en evidencia y cuestiona las razones de la puesta en escena de Diego Alonso.

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No fue una casualidad el empate a cero contra Corea del Sur. Ni lo es su comprometida posición en el grupo. No está aún -y ya no queda margen- a la altura Uruguay de lo que pretende.



Entre tanta expectativa, entre tanta convicción en sus palabras, entre tanta atracción en algunos de sus futbolistas, en una hora fue un equipo sin identidad, con un plan conservador e ineficaz, que transmite expresivamente el temor al fracaso en el Mundial Qatar 2022. No aparecía Valverde. Ni Cavani. Ni Darwin Núñez. Faltaba juego. Y carácter.

Ni la agitación del sistema, de dos a tres centrales, de laterales a carrileros; ni la apariencia de la presión en campo contrario, más visual que práctica; ni la irrupción de Cavani, quizá por aquello de que fue él quien marcó los dos goles que eliminaron a Portugal en el último recuerdo mundialista en Rusia 2018; ni el arrebato de orgullo de Bentancur, el único este lunes por encima de la media; ni alguna carrera de Darwin Núñez, tan inexpresivo como el resto. Nada remediaba la intrascendencia. Un problema de Uruguay.

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Necesitaba más el grupo de Diego Alonso, contenido por su propia prudencia, resistente por la contundencia de sus centrales, con la que soportó los ratos en los que le dio toda la iniciativa a Portugal, y sólo aligerado del peso de la presión, de la responsabilidad táctica, cuando surge una individualidad que tira hacia adelante sin atender a otros rigores, como ocurrió cuando Bentancur dejó por el camino a tres rivales, pero Diogo Costa le tapó el mano a mano.

Lo mejor en el primer tiempo (lo único, también) del ataque de Uruguay, tan poco con tanto en juego, encomendado a un contragolpe, a una inspiración, a un giro de guión inesperado, a una segunda jugada que promovió unas cuantas veces, en cuanto sintió el apuro de la presión sobre su área del rival, con unos pelotazos de lado a lado del campo que siempre ganaron Ruben Dias o Pepe, el reemplazo del lesionado Danilo Pereira en el once.

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A las bajas del central del París Saint Germain, un titular indiscutible en el esquema de Fernando Santos, y Otavio, ausente este lunes por una dolencia muscular, Portugal sumó otra más. Ya la tuvo en la primera jornada y recayó en la segunda: Nuno Mendes, el lateral del PSG, cuya reaparición en el once, descartada en la víspera por el técnico, duró 42 minutos, cuando se resintió, se tiró al suelo, se levantó y tomó el camino del vestuario, quizá hasta el de la despedida de Qatar 2022, dependiendo de lo que dicten las pruebas.

Portugal, mucho mejor

No daba entonces más de dos pases seguidos Uruguay de medio campo hacia adelante. Sí lo hizo Portugal, al que tanto le dio doblar y hasta triplicar la posesión de su rival a lo largo de varios tramos del partido, porque, entre tanto control, entre tanto pase, le faltó desborde ante la defensa contraria, hasta el segundo tiempo, hasta que Joao Félix remató al lateral de la red y hasta que Bruno Fernandes y Cristiano Ronaldo lo pusieron todo patas arriba.

A Bruno, con demasiado espacio para perfilarse y proponer el centro desde una esquina del área, con Godín a la expectativa, le corresponde un porcentaje altísimo del gol, porque su centro fue al sitio concreto, entre el descuido de Varela para validar la posición de Cristiano Ronaldo y el fuera de juego que reclamó el resto de la defensa celeste, pero también al mejor goleador de la historia de Portugal, que, como poco, despistó (pareció que la peinó en un primer momento) a Rochet. La FIFA le otorgó a Bruno el 1-0, en el minuto 55.

A nadie le extrañó el gol. No por una cuestión de ocasiones, ni siquiera por un dominio abrumador de Portugal, que nunca fue tal, sino porque Uruguay apareció como un oponente menor hasta entonces, incomprensible cuando la clasificación para las octavos está tan en juego, inapropiado con toda la capacidad que tiene, como demostró en cuanto percibió con absoluta nitidez que la única manera de sobrevivir es lanzándose al ataque.

Entonces sí, Uruguay se elevó a una altura más reconocible, recompuso su ambición (inexistente ante Corea del Sur, inexpresiva durante una hora contra Portugal), alteró el discutible plan que Diego Alonso diseñó para ganar el encuentro y se liberó de toda la opresión táctica por la que circuló desde el principio, tan preparado para el error ajeno, tan obsesionado con el error propio, que el ataque, tan crucial, pasó a un lugar secundario.



Cuando fue una prioridad, cuando de verdad fue a por lo que había venido, era ya demasiado tarde. Ni con Cavani ni con Darwin Núñez. Ni después con Luis Suárez, a punto del 1-1, ni Maxi Gómez, con un derechazo al palo. Ni tampoco con De Arrascaeta, frustrado por Diogo Costa, los ejemplos irrebatibles de que si hubiera querido ganar antes todo habría sido posible para Uruguay, que bordea el fiasco en Qatar 2022.

Si no vence a Ghana en la última jornada, se despedirá. Bruno sentenció de penal. Él mismo provocó una polémica y discutible mano de Giménez, y él la sentenció.

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Qatar 2022: Un derechazo de Casemiro metió a Brasil en octavos de final

(EFE) – No tuvo a Luka Modric ni a Toni Kroos a su lado, pero Casemiro, o ‘Casemito’, como siempre que le necesitan, salió al rescate de su equipo para conectar un disparo con el empeine, a bote pronto, y mandar a Brasil a los octavos de final del Mundial (1-0).

El centrocampista del Mancheter United, que bromeaba en la previa con qué compañeros se encuentra más cómodo en el medio. «Luka Modric y Toni Kroos», desactivó el sopor de su equipo, que sigue con problemas de creación de juego y de conexión con el ataque, y finiquitó el pase de los brasileños a octavos.

Segunda selección con el billete ya comprado, junto a Francia, pero con más dudas en el juego que los galos.



No es ningún misterio. A Brasil le está costando abrir los partidos. La selección de Tite toca y toca, pero sufre un mundo para descolocar defensas tan bien trabajadas como la Serbia y la Suiza.

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Los de Murat Yakin, además, no renunciaron a la pelota con el desprecio con el que lo hicieron los balcánicos. Intentaron disputar la posesión a Brasil y controlaron el partido durante bastantes minutos, cerrando espacios a Brasil y haciendo buena esa máxima: «si tú tienes el balón, tu rival no lo tiene». Johann Cruyff era un genio.

La presión alta de los suizos, unido a un centro del campo poco creativo, que echa de menos la creatividad del ’10’, obligó a volcar el juego brasileño a la banda. Mientras Neymar tenía que ver el partido desde el hotel, con el dolorido tobillo en alto, Raphinha asumía el papel protagonista.

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De sus botas nació la poca magia de la que disfrutó el primer tiempo. Un centro precioso para que Vinícius, con la espinilla, fallase un gol clamoroso, un desborde desde la banda que terminó en disparo a las manos de Sommer y varios pases verticales erráticos.

No brilló el del Barcelona por su precisión, pero sí por su carácter para coger las riendas de un equipo falto de líder en ataque.

En este contexto de sopor, en el que solo Raphinha y muy poco de Vinícius brillaba, Suiza aprovechó la descompostura para mandar avisos.

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Primero en un balón muerto en un córner en el que Rubén Vargas se escabulló de Thiago Silva, antes de que Alisson le arrebatara la pelota, y más tarde cuando un pase de 30 metros encontró a Widmer dentro del área. El lateral suizo se acomodó la pelota y buscó un pase de la muerte que desactivó Militao.

Sentenció la canarinha 

A Brasil le entraron las prisas y Tite metió a Rodrygo en lugar de Paquetá, su plan más ofensivo. El empate no era malo, pero este partido era para ganarlo y creyó encontrar el antídoto en una enrevesada jugada que comenzó a trompicones en el centro del campo y que terminó con una triangulación entre Rodrygo, Casemiro y Vinícius, que sorteó a un defensa y tras un amago definió ante Sommer.

La alegría fue efímera; el VAR vio el fuera de juego de Richarlison en la construcción de la jugada. Vuelta a empezar.



Brasil no era capaz de conectar con su gente de arriba y la única opción era confiar todo a la arrancada de Vinícius o a una jugada aislada. Una vez más, como ante Serbia, Brasil confió en que alguien agitara la lámpara mágica, y esta vez no fue Richarlison, fue Casemiro.

Combinó con Rodrygo en la frontal y sacó un disparo seco, botando y que, tras tocar ligeramente en un defensor suizo, se alejó hasta meterse junto al palo. De primeras, un golazo; de segundas, también, pero con un pelín de suerte.

No le hizo falta más a Brasil, que aseguró su segunda victoria del torneo y ya está en octavos de final. Virtualmente es también primera, solo un descalabro ante Corea del Sur se lo impedirá.

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Qatar 2022: Ghana venció a Corea del Sur y se acerca a los octavos

EFE.- Mohammed Kudus, mediocampista de Ajax, aplacó la rebelión de Corea del Sur rubricada por un doblete de Cho Gue-Sung con el que neutralizó en un suspiro el 0-2 con el que Ghana llegó al descanso, y firmó el tanto del triunfo (2-3) que permite al conjunto africano apuntarse a la lucha por alcanzar los octavos de final del Mundial de Qatar.

Fue un partido emocionante, vibrante, bello, por momentos loco. Estuvo marcado de entrada por la eficacia en ataque del equipo de Otto Addo, que se puso en ventaja en sus dos primeros y únicos remates al arco en el periodo inicial, y tras el intermedio por la reacción de los surcoreanos, con un doblete en tres minutos del atacante del Jeonbuk Hyundai. Pero Kudus frenó la remontada al remachar un centro desde la izquierda y tras un remate fallido de Iñaki Williams.

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El triunfo da alas a las ‘estrellas negras’, que supieron sufrir a partir de ese momento el acoso insistente del enmascarado Son Heung-Min y sus compañeros, inasequibles al desaliento, luchadores sin descanso, como su apodo indica, Guerreros de Taeguk.


El conjunto de Otto Addo, que planteó numerosos problemas a Portugal en su primer partido, demostró que no va de farol. El fútbol africano ha resucitado tras una primera jornada más que gris y lanza un aviso a Uruguay, con la que se jugará el pase el viernes.

Su pegada en la primera mitad fue absoluta. Dos goles en dos remates. Había sido inferior. Corea del Sur, que tan buenas vibraciones había dejado en el empate ante la Celeste, con Son Heung-Min como amenaza constante, había tenido una mejor puesta en escena.

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Su presión para el robo del balón y su dinamismo le metió en el área del cuadro africano. Sacó un córner tras otro Corea del Sur, pero no llegó ni siquiera a generar ocasión clara alguna. Ghana amainó el fogoso inicio surcoreano, comenzó a respirar y dio dos zarpazos certeros con los que parecía sentenciar antes del intermedio el partido.

Pese a que Iñaki Williams volvió a ser un islote en punta, sin apenas tener opciones de nada, una acción a pelota parada acabó con un barullo en el área que remachó Mohammed Salisu. Diez minutos después, en el 34, un centro de Jordan Ayew lo remató de cabeza con gran precisión Mohammed Kudus.

Fortaleza africana

Enorme premio para Ghana y duro castigo para el conjunto del portugués Paulo Bento, hasta entonces mejor y desde ahí a contracorriente para evitar que se prolongara el maleficio que le atrapa en los segundos partidos de las fases finales mundialistas. Nunca lo ha ganado, y ya van once ediciones.

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Aún así, quiso rebelarse a sus penurias y, nada más saltar al campo el mallorquinsta Lee Kang-In, dos cabezazos de Cho Gue-Sung en el espacio de tres minutos neutralizaron el marcador en un suspiro con media hora por delante. El delantero del Jeobunk Hyundai emergió como un Guerrero Taeguk entre la defensa ghanesa, en ambos casos a centro del Kim Jin-Su, para devolver las tablas al marcador del estadio Ciudad de la Educación.


Pero en esa locura en la que se había metido el partido, Ghana se levantó de la lona a la que había caído, y devolvió el golpe también casi de inmediato. Un centro desde la izquierda no acertó a rematarlo Iñaki Williams pero el balón llegó a Kudus, que revolvió con un disparo raso.

Fue la sentencia a un partido que ya no paró hasta el final. Los hombres de Paulo Bento lo intentaron sin desmayo, por un lado y por otro, por cielo y tierra, ante el meta Lawrence Ati Zigi. Ghana trató de dar la puntilla a la contra, sufrió lo indecible, pero le bastó el tanto de Kudus para posicionarse a las puertas de los octavos con el choque ante Uruguay en el horizonte.

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Alemania salvó un empate ante España y se mantiene con vida en el Mundial

Jordi Blanco (ESPN).- España y Alemania se repartieron el empate y dejaron para la última jornada la definición de un grupo que siguen mandando los españoles y que los germanos deberán cerrar con victoria, y goleada… Y pendientes del partido entre los españoles y Japón porque un empate entre ellos dejaría a la Mannschaft fuera del Mundial. A pesar de la excelente imagen que dejó en este duelo.

Se avanzó Morata para España mediada la segunda mitad y cuando se acercaba el final igualó Fullkrug. Un resultado justo en un encuentro soberbio. Sin más… Y con un desemboque sensacional, con Alemania buscando la victoria a la desesperada y España, tan firme como agotada, salvando la papeleta con grandeza.

Fue, de largo, el mejor partido del torneo, digno de una final cuando apenas era una segunda jornada de la fase de grupos enfrentando a dos equipos que quisieron ganar sin disimulo, que buscaron el gol a través de un juego excelso, de una presión al rival enfermiza, que combinaron con una rapidez no vista hasta entonces en Qatar y que regalaron un espectáculo soberbio.

Presentó rápido sus credenciales España. Si a los alemanes les costó algo más posicionarse y entrar en el juego, los jugadores de Luis Enrique salieron al campo ya enchufadísimos, con una presión salvaje en el área rival y una paciencia trascendental cuando tenían el balón… Para, de pronto, acelerar a fondo y demostrar sus intenciones.

Así llegó, a los siete minutos, el primer aviso. Y menudo aviso. Le llegó el balón a Dani Olmo escorado a la izquierda, casi en la diagonal del área, y desde allí soltó un zapatazo monumental que Neuer, magnífico en la respuesta, desvió lo justo con la mano para que el balón se estrellase en el larguero. Una salida rabiosa española que, obvio, provocó el despertar germano.

Si en los primeros diez minutos la presión de la Mannschaft se limitó a vigilar la salida de balón de los españoles en las inmediaciones del área, a partir de ahí los de Flick calcaron, y hasta aumentaron, la intensidad en su persecución del balón cuando lo quería jugar España en su campo.

Así comenzó a pasar problemas Pedri y tuvo que apoyarse Busquets mucho más en el incansable Gavi. Y echando de menos la prestancia de Marco Asensio, en labores ofensivas el conjunto hispano encontró su estrella en Dani Olmo, capaz de enloquecer en cualquier circunstancia a los rivales. Le acompañó en la intención Ferran Torres, listo en el desmarque, innegociable en la presión y acertado en la combinación… Pero lento en el remate.

Se igualó el juego de una manera excelsa, con los dos equipos empeñados en ganar bajo su propio convencimiento y convirtiendo el terreno de juego, todo él, en un campo de batalla monumental, adivinándose que apenas un error o una genialidad pudiera cambiar las cosas.



Y pudieron cambiar cerca del descanso, en un centro lateral al área española que pilló despistada a la defensa y atento a Rudiger para rematar de cabeza a la red. Fue un susto mayúsculo… Y un alivio comprobar que el zaguero del Real Madrid partió en fuera de juego.

El efecto Morata

Si fue sensacional la primera mitad, quien pudiera pensar que el esfuerzo físico pasaría factura se equivocó, demostrándose que las dos selecciones llegaron a Qatar con una preparación excelente. Y que iban a mantener el pistón a tope en la segunda parte.

Siguió Olmo siendo una pesadilla como lo iba siendo Gnabry. Se dejaba ver con su estampa Müller y respondía a la exigencia Busquets, hasta que Luis Enrique decidió mover ficha. Y demostró, el entrenador asturiano, tener perfectamente estudiado el partido.

Dio entrada a Morata en lugar de Ferran y aunque inmediatamente después Unai tuvo que intervenir milagrosamente ante Kimmich para solventar su error conjuntado con Pedri, el cambio dio mayor empaque y movilidad a España, que pasada la hora de partido dio el golpe.

Busquets, Olmo y Jordi Alba en la banda. Por ahí subió el lateral del Barça y su centro raso lo remató con magnificencia Morata, imposible para Neuer. Suficiente para romper el empate y suficiente para despertar la euforia en un equipo de autor, entregado del primero al último a la filosofía de su entrenador para dispararse hacia los octavos de final.

Herida de muerte Alemania, Flick movió ficha y respondió al doble cambio español de Koke y Nico Williams por el agotado Gavi y el irregular Asensio, metiendo más velocidad con Sané, Fullkrug y Klostermann con el objetivo claro de convertir el desemboque del partido en un asalto indisimulado al área española.

Despertar alemán

Y si Luis Enrique dio en el clavo con la entrada de Morata, no tuvo el mismo efecto la de Koke por Gavi, perdiendo peso el centro del campo español y ganando poderío el equipo alemán con sus cambios. La entrada de Sane y Fullkrug le dio ese empuje necesario, al que le costó responder a una España tan decidida en mantener su filosofía como rebajada en su brillantez.

Así, de repente, llegó el jarro de agua fría con el balón que se llevó Fullkrug ante Rodri, mal resuelto en su marcaje y lento en la reacción, dejando al joven alemán solo ante



Unai, que soberbio antes frente a Kimmich y Musiala, no pudo hacer nada contra el obús a quemarropa de Fullkrug que significó la igualada.

A partir de ahí, otra vez, los unos y los otros buscaron la victoria. Con más fortaleza los alemanes y más intento de combinación los españoles. Sabían los de Flick la necesidad de ganar para no depender de nadie en la última jornada y de ahí se entendió su dominio salvaje del que no pudo sacar provecho.

Al final empate… Y no todos contentos. Pero, sin duda, satisfechos por el fenomenal homenaje que regalaron al Mundial.

Foto: EFE

Costa Rica sigue con vida y derrota a Japón

Costa Rica revive en el grupo / Foto: FIFA

Adrian R. Huber, Al Rayyan (EFE).- Costa Rica, a la que no pocos -incluso en su país- daban por desahuciada tras ser vapuleada por España (7-0) en el primer partido, resurgió este domingo y derrotó a Japón, gracias a un gol de Keysher Fuller, en partido correspondiente a la segunda jornada del grupo E del Mundial de Qatar 2022, disputado en el estadio Ahmed Bin Ali de Al Rayyan.

Tras la hecatombe contra España, el seleccionador costarricense, Luis Fernando Suárez, lanzó un mensaje instando a la resiliencia. «No estamos muertos», advirtió el colombiano. Y acertó. Porque en un partido en el que dominó más Japón, los ticos sumaron tres puntos y se jugarán el pase a octavos en el último encuentro, contra Alemania.



Japón, tras protagonizar una de las sorpresas del Mundial ante la tetracampeona, podía lograr el pase directo a octavos; y Costa Rica, tras su debacle ante la España de Luis Enrique, tenía que ganar -o al menos no perder- para mantenerse viva en el torneo. Algo que logró tras un partido muy elaborado y en el que resistieron las embestidas niponas.

El colombiano Luis Fernando Suárez dio entrada a Kendall Waston y a Gerson Torres como las dos novedades con respecto al del pasado miércoles, contra España (0-7) cayéndose del ‘once’ Jewison Bennette y Carlos Martínez.

Datos del partido: Japón vs Costa Rica

Costa Rica jugó con una defensa de cinco, con Fuller por la derecha y Bryan Oviedo por la izquierda; y Calvo, Duarte y el ‘gigante’ Waston -que ya había reemplazado a Carlos Martínez en la segunda parte de la debacle ante España- en el centro de la zaga. Con Tejeda y Celso Borges (que elevó a 155 su propio récord de internacionalidades con ‘La Sele’) de nuevo en el pivote; Joel Campbell -el héroe de la repesca- escorado a la izquierda del ataque y Contreras como hombre más adelantado

Japón, por contra, introdujo cinco cambios respecto al equipo titular que sorprendió a Alemania (1-2). Hayime Moriyasu dio entrada a Miki Yamane y a Hidemasa Morita, por los lesionados Sakai -con problemas musculares- y Tomiyasu -con un muslo ‘tocado’-; y alineó a Doan -que había salido en la segunda mitad y marcó el primer gol contra los germanos-, a Soma y Ueda en los puestos de ataque. Dejando fuera, de inicio, a Take Kubo, de la Real Sociedad, y a Asano, que reclamaba un puesto en el ‘once’ después del golazo que le puso la puntilla a la ‘Mannschaft’ el pasado miércoles.

Su lateral izquierdo, el veterano Yuko Nagatomo, que disputa su cuarta fase final en el torneo y sólo aguantó la primera mitad, batió, no obstante, la plusmarca de internacionalidades en un Mundial (12) con Japón; que salió eléctrico, aunque pronto quedó diluido por la eficaz defensa tica en una primera parte intensa pero poco vistosa.

Pronto se vio que Costa Rica había recuperado el pulso tras el naufragio contra la España de Luis Enrique, que la había infligido su más severa derrota en un Mundial. Ordenados atrás, contuvieron el ataque nipón, que se redujo a tímidas internadas por la derecha de Doan y de Yamane, sin excesivo peligro.

En una primera parte muy intensa pero poco vistosa, los ticos, con un Calvo subiendo ocasionalmente al ataque, se inclinaban más por la banda izquierda, con Tejeda, Oviedo y Campbell. Este último lo intentó en el minuto 34 con un disparo desde fuera del área con el exterior del pie izquierdo que salió por encima de la puerta de Gonda.

La segunda parte cambió por completo el partido, que tornó más dinámico. Hiroki Ito entró por Nagatomo y Asano por Ueda; y los nipones se lanzaron en tromba sobre la portería de Keylor, que desbarató dos acciones de Morita y del propio Asano en los primeros cinco minutos. Y Soma, algo precipitado, volvió a intentarlo en el undécimo, con un incisivo Doan mostrando que su titularidad había sido merecida.

Una falta al borde del área de Borges a Endo -que le costó la amarilla al costarricense- se convirtió en una nueva ocasión que Soma por lanzó por encima de la meta de Keylor. Unos minutos después, en el 70, vio la amarilla Costa -que se pierde el próximo partido-, por entrada a Junya Ito, que había entrado por Doan poco antes. De nuevo al borde del área, esta vez fue Kamada el encargado de lanzar una falta que estrelló contra la barrera.

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Sólo en uno de los 28 partidos que lo hizo, Costa Rica perdió cuando marca Campbell -ex del Villarreal y del Betis-, que estuvo muy activo, por banda izquierda, al principio; y alternando la derecha con el centro más tarde. Campbell no marcó, pero abrió muchos huecos; y sí lo hizo, en el minuto 80, Fuller, al que habilitó con un gran pase Yeltsin Tejeda y que sorprendió a Gonda para abrir el marcador. Con la afición ‘tica’ entonando el «sí se puede».



Moriyasu dio entrada a su ’10’, Minamino -ex del Liverpool y ahora en el Mónaco- justo después del gol. Los samurais azules se lanzaron en tromba contra la portería de Keylor. Pero Costa Rica aguantó. Y se negó a hacer las maletas.

Ficha técnica:

0; Japón: Gonda; Yamane (Mitoma, m.62), Itakura, Yoshida, Nagatomo (H. Ito, m.46+); Endo, Morita; Doan (J. Ito, m.65), Kamada, Soma (Minamino, m.82); y Ueda (Asano, m.46+).

1; Costa Rica: Keylor Navas; Fuller, Waston, Duarte, Calvo, Bryan Oviedo; Gerson (Torres. m.65), Yeltsin Tejeda, Celso Borges (Salas, m.83), Joel Campbell (Chacón, m.90+5); y Contreras (Bennette, m.65).

Gol: 0-1, m. 80: Fuller a pase de Tejeda.

Arbitro: Michael Oliver (ING). Mostró tarjetas amarillas a los costarricenses Contreras (m.40), Borges (m.61), Calvo (m.70) y a los japoneses Yamane (m.61), Mitoma (m.92), Endo (m.93)

Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada del grupo E del Mundial de fútbol de Qatar 2022 disputado en el estadio Ahmad Bin Ali de Al Rayyan ante 41.479 espectadores.

Foto: FIFA

Inglaterra empató con Estados Unidos y debe esperar por su pase a octavos de final

EFE.- «¡Esto es ‘soccer’, esto es ‘soccer’!», cantaba la hinchada estadounidense, mientras su equipo, trabajado y físicamente impoluto, exhibió en el campo las costuras de una Inglaterra a la que se le ha caído la careta de favorita con un partido plano, triste y aburrido (0-0).

Inglaterra volvió a dar su peor cara, esa que le ha hecho descender en la Nations League y por la que tanto se critica a Gareth Southgate. La constante sensación con la que Inglaterra convive es la de que una de las mejores generaciones en décadas está desaprovechada, está a expensas de algún destello de calidad de los enormes futbolistas que atesora.

Cuando esto no ocurre, el resultado es un partido plomizo, como el de este viernes en Al Khor. El vacile estadounidense desde la grada, riéndose de la eterna discusión: si football o soccer, no era un pasatiempo para evitar mirar lo que ocurría en el campo. Era la prolongación de una Estados Unidos que estaba maniatando a sus ‘hermanos’ y siendo mejor equipo. Solo les faltó definir.

Weston McKennie, que se comió al doble pivote Bellingham-Rice, empaló mal en el punto de penalti, en el primer toque de atención de Estados Unidos, y Christian Pulisic, en un zambombazo desde dentro del área, se topó con el larguero. Inglaterra se tenía que conformar con un disparo desviado de Kane y una oportunidad perdida por Mount, tras una buena combinación entre Bellingham y Saka.



Pero todo el poderío ofensivo de los ingleses, derrochado ante Irán, se diluyó, y Estados Unidos, a base de imponer físico y de presionar la salida de balón, se hizo con el partido. Merecieron mucho más los estadounidenses, incansables y capaces de apretar un ritmo y una intensidad durante 90 minutos que desesperó a la hinchada inglesa. Cuando Maguire y Stones se cansaban de pasarse el balón entre ellos, llegaron los primeros abucheos.

Tan solo dos partidos de Mundial y los ingleses ya están hartos de su selección. Y para más incredulidad del respetable, Southgate, con un soporífero 0-0 y con la intención de recuperar el medio, quitó a Bellingham, su mayor talento en el medio, dejó a un Mason Mount olvidable, y metió a Jordan Henderson.

El experimento no funcionó y demostró una vez más que a Southgate lo que le salvan son los resultados. Unas semifinales de un Mundial y una final de la Eurocopa san sentido a su puesto, pero sus decisiones sobre el campo y la forma de juego de Inglaterra cuestionan el talento de una generación sin precedentes en la pérfida Albion.

Inglaterra no dio un sorpresón como hace 72 años, cuando dejó virtualmente eliminados a los ingleses en Brasil 50, pero si les dio una lección y les puso sobre la mesa una realidad: el fútbol estadounidense ha evolucionado y es capaz de desactivar el inglés.



Inglaterra mantiene la primera posición del grupo y una victoria ante Gales en el último partido le valdrá para pasar a octavos como primera; Estados Unidos queda tercera, a un punto de Irán, que con su triunfo ante Gales ocupa la segunda plaza.

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Países Bajos y Ecuador igualaron a un tanto y se acercan a octavos

Ecuador y Países Bajos siguen en la pelea / Foto: FIFA

Luis Miguel Pascual (Al Rayyan) EFE.– Enner Valencia reavivó el sueño de seguir adelante en el Mundial de Qatar con un gol que permitió a Ecuador rescatar un empate ante Países Bajos (1-1), que les deja a solo un punto para clasificarse por segunda vez en la historia para octavos de final.

Como en el partido inaugural, el atacante fue el salvador de su equipo y, como entonces, se tuvo que marchar, entre lágrimas, lesionado en el tramo final del duelo, que siguió desde el banquillo con una bolsa de hielo en la rodilla derecha.

De esa estará de nuevo pendiente Ecuador los próximos días, antes del definitivo duelo contra Senegal.

La Tri plantó cara a una de esas selecciones armadas para ganar el Mundial e incluso por momentos desarboló su juego de control, hasta que la magia del capitán obtuvo el premio buscado.



Valencia es magia en el Mundial y las críticas que ha recibido en su país parecen inverosímiles cuando se ven sus números en esta competición.

Datos del partido: Ecuador vs Países Bajos

De sus botas han salido los seis últimos tantos ecuatorianos en Mundiales y tras los dos que marcó a Catar en el partido inaugural, consiguió otro que le afianzan como el máximo artillero de la Tri en campeonatos del mundo. Ya tiene tantos goles en sus arcas como los que marcó en Brasil hace ocho años en la penúltima aparición ecuatoriana en un Mundial.

Valencia es el alma del equipo, la culminación de una selección que gana enteros y que tendrá que buscar un punto contra Senegal en la última fecha para estar de nuevo entre los 16 mejores del mundo.

El premio al trabajo de un seleccionador, Gustavo Alfaro, que ha convertido a una joven generación de jugadores en una máquina de jugar, con un espíritu muy definido, una versión que no desentona entre la élite futbolística.

A Ecuador le costó bajar de la nube del partido inaugural. Entró timorato al césped del Al Khalifa y el despiste le costó un tanto a los 6 minutos, en un error en el centro del campo de Caicedo que permitió a Klaassen sacar un buen centro que Gakpo envió a las mallas desde 18 metros, sin que Hernán Galíndez pudiera hacer nada para detenerlo.

Un mazazo para una selección que encadenaba siete duelos con su portería intacta y que se veía obligada a remontar contra uno de los mejores equipos del mundo, una escuadra que Louis van Gaal ha convertido en una máquina de no perder.

El desconcierto duró aun unos minutos, arropados por los gritos de la grada ecuatoriana, los «sí se puede» que fueron insuflando fe en la Tri, que corría detrás del balón, confiscado por los «orange» convencidos de que esa era la mejor defensa.

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El centro del campo era el reino de Frenkie de Jong, que monopolizaba el juego a su antojo, dueño y señor de la bola.

Alfaro, que había comenzado con un planteamiento más defensivo que frente a Catar, con tres centrales, se vio obligado a adelantar líneas y su equipo dio una vez más muestras de versatilidad para adaptarse a las circunstancias.

Ecuador fue obligando a recular a Países Bajos y el partido empezó a jugarse en el terreno de los europeos, que notaron las primeras griegas superado el minuto 20, empujados por Plata por la derecha y Caicedo desde la izquierda.

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Ahí se sumó Valencia, que dio un primer aviso en el 27 y otro cinco más tarde para obligar a Noppert a estirarse.

El artillero de la Tri se echó el equipo a la espalda y ya con el tiempo cumplido pudo empatar en un cabezazo a centro de Estupiñán que desvió la defensa a córner.

En el saque del mismo, tras un centro de Preciado, Estupiñán logró desviar el balón a la red, pero el colegiado lo anuló por considerar que Porozo, en fuera de juego, impedía la visión del portero.

Las protestas de los ecuatorianos no hicieron cambiar de opinión al árbitro y Ecuador se manchó al descanso abajo en el marcador, pero con la esperanza recobrada, una fe que encontró premio al poco de regresar del vestuario cuando apareció el mesías Valencia.

El jugador del Fenerbache sigue en su idilio con los Mundiales y su olfato no ha perdido potencia. Estaba en el área chica cuando el portero neerlandés rechazó un potente disparo de Estupiñán y lo aprovechó para lograr el empate.



El despertó a la grada y Ecuador se lanzó a una ofensiva que a punto estuvo de permitirles dar la vuelta al marcador cuando Gonzalo Plata aprovechó un rechace de un disparo de Valencia y de potente zurdazo estrelló el balón en el larguero con Noppert ya batido.

El guión del primer tiempo quedó desbordado y el partido entró en una fase de desgobierno que parecía beneficiar más a Ecuador, hasta que a base de ahínco, los de Van Gaal recuperaron el hilo.

Pero Ecuador tenía subida la adrenalina y cada contacto con el balón era eléctrico, una amenaza constante, sin que De Jong pudiera ya reinar en la zona de construcción como lo había hecho en el primer tiempo.

Ecuador amenazó, pero la pólvora de Valencia ya no era suficiente. Un empate que sabe a esperanza.

Ficha técnica:

1- Países Bajos: Noppert; Timber, Van Dijk, Aké; Dumfries, Koopmeiners (De Roon, m.80), De Jong, Blind; Klaassen (Berghuis, m.69), Bergwijn (Depay, m.46), Gakpo (Weghorst, m.79)

1- Ecuador: Galíndez; Preciado, Hincapié, Torres, Porozo, Estipiñán; Caicedo, Méndez; Plata (Ibarra, m.90), Estrada (Sarmiento, m.74), Valencia (Rodríguez, m.90)

Goles: 1-0, m.6: Gapko; 1-1, m.49: Valencia

Árbitro: Mustapha Ghorbal (ALG), amonestó al ecuatoriano Méndez

Incidencias: Encuentro del grupo A de la primera fase del Mundial de Qatar disputado en el estadio Khalifa de Al Rayyan ante 44.833 espectadores.

Foto: FIFA

Richarlison marcó un doblete y Brasil sacó la chapa de candidata ante Serbia

EFE.- Brasil se enfrentó a un duro rival en el inicio de la Copa del Mundo y se llevó un triunfo por 2-0 gracias a su centrodelantero, Richarlison, quien anotó por duplicado con un tanto de tijera incluido.



El delantero del Tottenham Hotspur desatascó un partido que pintaba feo para los de Tite, ante una Serbia metida atrás y sin intención de rozar el ataque. Hasta que Richarlison, con la ayuda de Neymar y Vinícius, firmó un doblete de delantero centro y plasticidad. Un gol de empujarla y otro de genio, elevando la pelota por encima de su cabeza y empalando con una chilena.

La favorita, la que busca la sexta estrella, sale contenta del estadio Lusail con los tres puntos, pero no fue sencillo. Todo lo contrario. Le costó a Brasil meter mano el partido. De hecho, la primera parte fue de las más insípidas de esta primera jornada de la Copa del Mundo. El Lusail Stadium, con capacidad para 80.000 espectadores, tuvo la suerte de que una de las aficiones era la brasileira, que pintó de color unos 45 minutos para olvidar.

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Sobre todo para Vinícius, al que Tite le dio la confianza de la titularidad y este respondió con dos mano a mano fallados. El primero por falta de velocidad y el segundo porque no supo cómo definir. Tampoco le fueron mucho mejor las cosas a Raphinha por la banda derecha. El del Barcelona, tras un pase extraordinario de Paquetá, tiró al muñeco, desbaratando otra jugada de gol.

Show brasileño

Y no sería la peor de Raphinha, que nada más salir del descanso le robó la cartera a un defensa serbio y volvió a encarar a Milinkovic-Savic. Con opciones claras de pase y de tiro, decidió de la peor forma. Otro tiro inofensivo al centro. Su cara era un poema. «¿Cómo he podido fallar esto?».

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El ritmo de partido ya era diferente, porque a Brasil le entraron las prisas. Era la favorita y no podía pegársela nada más empezar. Y ante los nervios, pelota a Neymar. El ’10’ estaba intermitente, con algún destello como un gol olímpico que casi clava en la primera parte, pero su momento tenía que llegar.

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Tras un disparo al palo de Alex Sandro, atrevido, a Neymar le dio por jugar. Cogió una pelota en la frontal y empezó el baile. Entre tres consiguió esconder el balón hasta dentro del área. El último control se le marchó, pero ese baile no era solo de uno. Vinícius, al ver el balón suelto, disparó, sin pensárselo, y Milinkovic-Savic exhibió sus reflejos. La pelota quedó blanda y Richarlison, a trompicones, la empujó.

Se formó una piña de brasileños en el córner, enfrente de la parroquia ‘Canarinha’. Menudo respiro para ellos. Con más aire y más espacios, la velocidad y el ataque de Brasil salió a relucir, y también la magia.

Vinícius, en otra cabalgada, sacó un pase con el exterior, ese que ha aprendido de Luka Modric, y conectó en el área con Richarlison. El brasileño se volvió loco. Elevó la pelota con la zurda y se estiró para firmar una chilena con la diestra. Euforia. La fiesta ya estaba completa y los brasileños, otra vez en piña, bailaban y cantaban.



La nota agridulce la dejó un Neymar que se retiró tocado a diez minutos del final. Queda saber si fue por precaución o porque el futbolista del Paris Saint Germain tiene algo más grave.

Los tres puntos dejan a Brasil líder del Grupo G, empatada con Suiza, que venció a Camerún, pero con mejor diferencia de goles.

Foto: EFE

Uruguay se atascó con un empate contra Corea del Sur en su debut en el Mundial

EFE.- Aplacada 80 minutos por Corea del Sur, atrevida, constante y sin complejos, la selección de Uruguay entró en juego en Qatar 2022 con un empate decepcionante, ajeno a la condición de alternativa que ella misma siente frente a los favoritos, sin méritos para ganar hasta el tramo final, sin una proposición acorde a su nivel, sin ambición hasta que comprobó que el 0-0 era un destino inminente y con Fede Valverde reducido casi a la intrascendencia hasta un trallazo a última hora al larguero.

Al equipo celeste le pesó el debut. Llamado a ser un actor principal, la entrada en escena nunca es fácil en un Mundial. La presión lo apocó. Advertido estaba: un triunfo en sus últimos siete estrenos en la competición que lo desvela desde hace 72 años, desde la segunda y última vez que conquistó el planeta, desde que persigue una cima que lo esquiva una y otra vez, cuya dimensión ha sido demasiado lejana para él, quizá hasta ahora… O quizá tampoco ahora.



No hay duda por futbolistas. Ni por el proyecto de Diego Alonso, el entrenador que recompuso al equipo el pasado enero, cuando el fracaso acechaba al conjunto celeste, mucho más fuera que dentro de Qatar 2022, donde se presenta entre unas expectativas hoy por hoy desbordadas, a juzgar por cómo encaró y desarrolló su primer duelo contra Corea del Sur, sin fútbol y con un par de ocasiones: un cabezazo al poste de Godín o de un tiro a última hora de Fede Valverde a la escuadra. Lo único. Demasiado poco.

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Porque Corea del Sur puso en evidencia un buen rato a Uruguay, desnortada, sin solución ni recursos al partido que le sobrevino de repente, a un adversario sin complejos, que entiende que todo lo que sea ir más allá de la fase de grupos será superar cualquier límite imaginable para él, que dispuso de Son Heung Min, enmascarado y un fenomenal futbolista, y de un grupo entusiasmado y dinámico de jugadores en torno a una idea clara.

Determinado a no ser una comparsa en este Mundial, le gritó directamente a la cara a Uruguay que estaba preparado para contrarrestarlo, llevarlo al límite y comprometerlo en su propio territorio, del que tardó un mundo en salir el equipo celeste, agobiado por el plan diseñado por Paulo Bento, presionando sin el balón, y reducido a poca cosa cuando el partido ya había consumido sus primeros 20 minutos. Ni siquiera presionó, tan esencial.

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Sólo el fútbol directo alivió a Uruguay. Los dos pelotazos cruzados de Giménez desde su campo, combinados con la velocidad de Pellistri, el veloz chico de 20 años en el que la convicción de Diego Alonso es absoluta (no ha jugado en toda la actual temporada con su club, el Manchester United, pero es un fijo en la selección nacional), fueron la mejor -la única- opción entonces para el equipo uruguayo. Su única manera. Su única respuesta.

No funcionó el medio campo con la posesión. Lo delató la secuencia repetitiva de pases horizontales que intercambiaron Godín y Giménez. Ni Vecino ni Bentancur ni Valverde, cuya demarcación en el campo, bastante más retrasado en sus primeros pasos en el mundial que en sus momentos más deslumbrantes en el Real Madrid, contrasta con sus cualidades más visibles, con la fuerza, el recorrido, el tremendo tiro y la extraordinaria llegada del ‘Halcón’, un portento cuya influencia se rebajó este jueves, demasiado lejos para volar de verdad, hasta la ofensiva final, cuando sí se acercó al área, al hábitat que desata sus cualidades.

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Cierto es que, por sorpresa, irrumpió en la primera ocasión realmente visible de su conjunto, allá por el minuto 20 ya, con un control y un tiro demasiado alto, tanto como que fue una aparición puntual, más circunstancial que expresiva, en la sombra por la que transitó Uruguay casi todo el duelo. También tuvo un centro al que no llegó Darwin. Incluso un cabezazo de Diego Godín al poste, en un córner. Nada fruto de una superioridad.

Es más, entre lo uno y lo otro, Hwang Uijo demostró que no es ni Luis Suárez ni Darwin Núñez, el ataque del que sí dispone Diego Alonso, ni tampoco Edinso Cavani o Maxi Gómez, los recambios en el banquillo, cuando remató la mejor ocasión de todo el primer acto a las nubes, cuando Sergio Rochet intuía el daño en su portería. Si la hubiera agarrado Son Heung Min, probablemente, Uruguay habría lamentado mucho más su insustancial primer tiempo, igual que si Giménez no se hubiera cruzado ante él como lo hizo a la vuelta del descanso.

Del vestuario salió la misma Uruguay. Desdibujada, ya sin coartada. No la tiene que en los primeros siete minutos del segundo periodo no fuera capaz ni siquiera de ir más allá de su medio campo. O que viviera todo ese tiempo refugiado en torno a su valor más preciado de todo el encuentro, su propia portería, a la espera de acontecimientos, con los futbolistas que tiene y con la ambición que ha publicitado en sus horas previas al Mundial en Catar.



No la demostró este jueves en el estadio Ciudad de la Educación, hasta el tramo final. Por lo menos, con la suficiente nitidez que exige un torneo como el Mundial, sea cual sea la fase y el adversario. Es una competición que no espera ni tampoco perdona la indecisión ni la indefinición que delató el partido del equipo celeste hasta la ofensiva final, a años luz de lo que pretende ser y de lo que debe para presentarse de verdad como un aspirante a un éxito sólo para los mejores.

Rebasada la hora del partido, apenas había reaparecido en un contragolpe de Darwin Núñez. Lo hizo todo él. Una individualidad entre el ocaso colectivo. Fue un impulso para ir más allá. También el primer cambio de Diego Alonso (Cavani por Luis Suárez, goleador por goleador). Aún quedaba la ofensiva final, cuando de verdad sí se reconoció a sí mismo, muy tarde, con la presión del crono, y con un tiro al larguero. El final de un 0-0 decepcionante.

Foto: EFE

Japón remontó y liquidó a Alemania para ganar en su debut en el Mundial

EFE.- La selección de Japón destapó las carencias de una Alemania que antes de empezar tapó sus bocas y que, luego, fue castigada por no sentenciar cuando pudo y carecer de la pegada de antaño.

Los nipones consiguieron así uno de los grandes triunfos de toda su historia y la segunda gran campanada de Qatar 2022 tras la victoria de Arabia Saudí sobre Argentina.



Parecía que un penalti un tanto inocente del meta de Japón y la frescura del joven Jamal Musiala iban a impulsar a Alemania a un triunfo imprescindible en la lucha por los octavos antes de medirse el domingo a la selección española.

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Quedó demostrado que la ‘Mannschaft’ no es ahora mismo la octava maravilla pese a su solvente clasificación para este Mundial de Qatar. Pero con la base del Bayern Múnich, el equipo del que llegó a la selección Flick, es un conjunto poderoso en lo físico y con fútbol y la ambición de siempre. En cambio, Japón le ratificó que no le da para grandes aventuras.

Está liderada como es habitual por Thomas Müller, que encarna el espíritu irreductible de los grandes momentos y dispone de un joven talento que brilló con luz propia. Cuando el futbolista del Bayern dejó el campo junto a Gundogan el equipo se vino abajo.

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Los cambios no le dieron fruto alguno a Flick. También retiró, y no le funcionó nada bien, a Musiala, quien con 19 años y 270 días se convirtió en el jugador alemán más joven en jugar una Copa del Mundo desde Karl-Heinz Schnellinger en 1958 (19 años y 72 días).

Ya ha demostrado en el Bayern que pese a su juventud es de esa nueva generación que avecina muchas cosas y todas muy buenas. Se movió entre líneas con ligereza, muchas veces indetectable, hizo jugadas de una enorme habilidad entre un mar de rivales, y con su frescura y despliegue mantuvo el vigor ofensivo que necesitaba la selección germana, pero todas sus ocasiones se fueron al traste, dejaron vivos a los nipones y estos acabaron por hacer historia cumpliendo con el guión.

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El plan táctico había sido el previsto. Hajime Moriyasu resguardó a su equipo a la espera de algún contragolpe, circunstancia que estuvo muy cerca de ofrecer sus réditos, y los germanos de Hansi Flick se las vieron y desearon para deshacer la tela de araña.

Para sacar el balón situó a Sule pegado a la derecha, a Rudiger por el centro y a Schlotterbeck más a la izquierda. David Raum, a la postre decisivo, tenía libertad para ocupar todo el carril izquierdo pero muy adelantado; Kimmich y Gundogan llevaron la manija en el centro del campo buscando siempre al joven Musiala entre líneas para nutrir a Gnabry, Müller y Havertz, este la punta de lanza.

Paciencia japonesa

Los nipones, que ofrecieron el debut mundialista del joven Take Kubo gracias a la buena campaña que está cuajando en la Real Sociedad, fueron disciplinados y solidarios, también como marca su estilo.

Las instrucciones de Moriyasu eran claras. Paciencia, orden y salir a la carrera cuando la ocasión lo permitiera. Así incluso llegaron a dar un susto de entrada a los germanos. A los ocho minutos Maeda batió a Manuel Neuer, pero estaba en fuera de juego en el momento del pase de Junya Ito, el que mejor interpretó la cuestión de salir en velocidad.

El madridista Rudiger y sus compañeros de línea, más Kimmich y Gundogan, entendieron el aviso. Nada de relajación. Era necesaria la máxima concentración y contundencia para evitar sustos como en el pasado, sin ir más lejos en el Mundial de Rusia 2018.

Alemania metió una marcha más y sin avasallar, fue poco a poco metiendo en su área a Japón, cuyo capitán, Maya Yoshida, despejó un disparo de Gundogan que se colaba, pero que se vio por detrás cuando el guardameta, que había tenido una magnífica intervención a otro tiro de Kimmich, cometió un penalti un tanto inocente sobre Daum que no desaprovechó el centrocampista del Manchester City.

La diana despejaba un tanto algunas de las dudas que podía haber en los jugadores de Flick y consolidaba su superioridad ante el luchador conjunto japonés, un hueso duro de roer que en cualquier caso no iba a rendirse tan fácil.

El VAR evitó que al descanso se llegara con una ventaja mayor al anular por fuera de juego un tanto de Kai Havertz, y los palos tras el descanso en sendos disparos de Gnabry y Gundogan, sin olvidar cuatro paradas seguidas de Gonda que desesperaron al extremo del Bayern.



Tuvo la sentencia el bloque germano. Desaprovechó sus ocasiones y la inspiración de Musiala. En otros tiempos, más pletóricos, hubiera remachado a su rival seguro. Ahora aún no es lo que era. Dejó vivo al conjunto japonés, que aún se atrevió a mantener en vilo y ha obligar a Manuel Neuer a convertirse en el salvador en un remate de Ito.

Gonda tuvo una cuádruple intervención clave. Japón siguió creyendo a la contra y sus cambios tuvieron la recompensa con los goles de Ritsu Doan y Takuma Asano, cuya entrada desarboló a Rudiger y compañía, para ofrecer el segundo bombazo del torneo ante una Alemania obligada a cambiar mucho si quiere meterse entre los aspirantes a la corona.

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