Juan Arango, la zurda de oro que hechizó al Mallorca (+Video)

Tony Cittadino (Mallorca).- Cuando algún fanático del fútbol en Mallorca escucha el nombre de Venezuela o el acento al hablar, lo relaciona con Juan Arango. La zurda de oro del fútbol criollo dejó una huella en la isla, gracias a las cinco temporadas que disputó con el equipo en la Primera División del fútbol español.

Para el maracayero, fue la primera experiencia en el balompié europeo. Allí comenzó a perfeccionar su marca: los tiros libres. Además se fue convirtiendo líder del mediocampo, tanto por su visión de juego, como por la creación y el aporte ofensivo que le llevó a ser uno de los mejores futbolistas venezolanos de la historia.

Arango llegó a la gran vitrina del balompié, luego de su paso por Puebla en México. En su primera campaña, la 2004-2005, usó el dorsal 11 y fue dirigido por Benito Floro, quien tomaba el lugar en el banquillo de Luis Aragonés y, que a su vez, lo había dirigido en México con el Monterrey. Disputó 34 juegos con seis goles y tres asistencias. En la Copa del Rey sólo estuvo en un juego.

Esa fue la campaña en la que recibió el infortunado codazo del capitán del Sevilla, Javi Navarro, que lo dejó tirado en el campo, con convulsiones, una fractura de pómulo y una cortadura en el labio, que le llevaron a estar unos días en terapia intensiva y dos semanas fuera de las canchas. Por fortuna, las secuelas no fueron mayores.

En la temporada 2005-2006 de La Liga, comenzó a usar el 18 en la espalda. El mismo que lo inmortalizó con la Vinotinto. Jugó 37 partidos, anotando 11 goles y con cuatro asistencias, sin participación en copas nacionales. Fue el máximo anotador de los bermellones y logró su primer hat-trick ante la Real Sociedad. El tercer tanto fue el mejor de la tercera jornada y el 800 del Mallorca en la Primera División. A un costado derecho del área, recibió un saque de banda con el pecho y sin dejarla caer, se giró y soltó un zurdazo al segundo palo.

También le marcó un golazo al Real Madrid de “Los Galácticos”, en un encuentro con una lluvia torrencial en el estadio Son Moix, para darle la victoria a su equipo dos goles por uno. Al minuto 80, recibió un balón al límite del área, para quedar mano a mano con Iker Casillas. Lo regateó hacia la izquierda, para dejarlo tendido y rematar a puerta vacía.

Su rendimiento le llevó a ganar el Trofeo EFE de esa temporada, como el mejor futbolista extranjero. El venezolano sumó 205 puntos, uno más que el lateral izquierdo argentino Mariano Pernía, quien jugaba para el Getafe.

Su crecimiento no paró y en la 2006-2007 estuvo en el campo en 37 duelos, con nueve goles y cinco asistencias. En la primera jornada anotó el mejor gol de La Liga en esa fecha. En el último encuentro se lució otra vez ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Aunque el Mallorca terminó perdiendo dos por uno y los merengues ganaron la liga, dio la asistencia del gol y fue la brújula de su equipo. En Copa del Rey estuvo en tres choques.

En la zafra 2007-2008 jugó los 38 encuentros de la oncena rojinegra logrando su mejor actuación, con 12 dianas y ocho asistencias. Además coleccionó ante el Recreativo Huelva su segundo triplete, en la mayor goleada del Mallorca en su historia que terminó con resultado favorable de siete por uno. En las jornadas 26 y 27 se quedó con el galardón del mejor gol anotado.

En la Copa del Rey, jugó cinco encuentros, con tres goles y una asistencia. Uno de esos tantos fue nuevamente ante el Real Madrid, en el partido de ida de los octavos de final. Esta vez fue con un remate a ras de suelo, desde fuera del área.

Su última temporada fue la 2008-2009, en la que se uniformó en 37 desafíos, perforando la red en ocho oportunidades y dejando nueve asistencias. En esta zafra le anotó al Real Madrid, en otro mano a mano en el Santiago Bernabéu en el que aportó para la victoria de tres goles por uno. En la Copa del Rey marcó un gol en cuatro partidos.

En total, jugó 183 partidos en la liga española, con 46 goles y 29 asistencias, dejando una media de 0.26 goles por partido. Es el segundo mejor goleador de la entidad, superado por Samuel Eto’o, con 54 dianas.

Su próximo destino fue Alemania, con el Borussia Mönchengladbach, donde se consolidó como un jugador experimentado y con una de las mejores zurdas del mundo.

 

 

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Fernando Aristeguieta, el futbolista que coqueteó con el tenis y el beisbol

Tony Cittadino (Mallorca).-  Quizás hubiese sido un tenista profesional con excelentes cualidades o un jugador de beisbol con proyecciones directas a las Grandes Ligas, pero Fernando Aristeguieta, el prometedor juvenil del Caracas FC en 2009, se decantó por su pasión: el fútbol.

“El Colorado”, que nació el 9 de abril de 1992 y es bachiller en ciencias del colegio San Ignacio de Loyola en Caracas, practicó esos tres deportes en su infancia, tal como lo reveló en la visita hecha por TalCual a su hogar en agosto de 2009.

En el primero, según dijo su orgulloso padre, Pedro Aristeguieta, llegó a ser la cuarta raqueta nacional con apenas 10 años. El número uno era David Suoto. El segundo deporte lo practicó en las caimaneras como ferviente seguidor de los Navegantes del Magallanes y los Medias Rojas de Boston.

Sin embargo, estaba claro de que el fútbol era lo suyo. Explicó que su amor por el balompié está intrínsecamente ligado a su padre, quien fue jugador de fútbol a nivel amateur. “Mi papá me ha apoyado muchísimo. Recuerdo que lo acompañaba a los partidos y fue quien me enseñó a jugar. Mi abuelo materno (Ezio De Luca) también me ayudó mucho. Siempre está pendiente y hasta me lleva las estadísticas”, recordó desde la sala de su casa, rodeado de recortes de prensa y fotos de fútbol.

Su carrera en el fútbol la inició a los 5 años, cuando comenzó a estudiar en el colegio de los jesuitas capitalinos. Hasta los 12 se mantuvo bajo las órdenes de Leopoldo “Polín” Páez Pumar, un técnico que fue vital en su crecimiento. Con el pasar de los años fue subiendo de categoría y comenzó a participar en torneos internacionales en Brasil, España, Estados Unidos, Italia y Suecia.

“De niño Fernando era fútbol y fútbol todo el día. Cuando tenía un año íbamos a la playa y chutaba

con potencia. Siempre llamó la atención. Nació con dotes naturales para el deporte. Era mucho más grande, más fuerte, más coordinado”, comentó su padre, quien agregó que siempre fue un estudiante responsable. “Siempre supo mantener un equilibrio entre el deporte y el estudio”, recalcó con la aprobación de su esposa, Anabel De Luca de Aristeguieta.

Ofertas del extranjero

Aristeguieta comenzó a buscar nuevos horizontes en 2007 y probó suerte en las categorías sub-17 del SD Centro Ítalo, donde se mantuvo por seis meses. “A ese equipo llegué por conocer gente en torneos distritales. Estuve ahí con Eduardo Saragó y Lenín Bastidas”.

Luego pasó a la entidad roja, cumpliendo un sueño de niño. “El trabajo que han venido realizando es importantísimo. La oportunidad que te dan de surgir no la da nadie en el país”, dijo el delantero que en 2012 decidió “El Clásico” ante el Deportivo Táchira con un triplete. Los capitalinos ganaron en Pueblo Nuevo tres goles por uno. En esa campaña, fue el líder goleador del Torneo Apertura  con 14 dianas.

El padre de Aristeguieta contó que en su momento, refutó ofertas de equipos como el Gremio (Brasil), el Oviedo y Real Sociedad (España), éste último para hacer parte de la pretemporada, así como de agentes para llevarse a su hijo a jugar en la liga holandesa o al fútbol de Bélgica. La prioridad, para entonces, era que terminara el bachillerato.

“No aceptamos las ofertas porque el trabajo del Caracas ha sido excelente y además, no ha terminado bachillerato, es menor de edad y no queremos que vaya a vivir solo al extranjero. Enviaron hasta cartas. Es posible que pierda una oportunidad de oro, pero hasta ahora las cosas han salido bien”, dijo tajantemente desde su casa en Altamira.

El crecimiento de Aristeguieta fue tan vertiginoso, tanto así que primero vistió la camiseta nacional sub-15 y sub-17, que la de un club profesional. “Uno trabaja desde pequeño bastante fuerte para llegar a esto. La fama es algo que a cualquiera le gusta. Levantarse y verme en el periódico o salir en televisión me emociona, me motiva más para seguir trabajando”.

De hecho, uno de los momentos inolvidables para Pedro, fue la actuación de su hijo en el Sudamericano Sub-15 con Venezuela disputado en Brasil en 2007. “Estábamos en Porto Alegre y anotó un gol en la victoria ante Perú (3-2). Luego contra Brasil (perdieron 2-1), le marcó de cabeza a los 45 segundos con el estadio lleno. Cuando celebré me tumbaron con un golpe”, recordó.

Aristeguieta se proclamó campeón de la Primera División y la Copa Venezuela con el Caracas FC en la campaña 2009-2010, bajo la dirección de Noel “Chita” Sanvicente”. El delantero creció admirando a Gaby Miranda, su primer ídolo. “Luego llegó la generación de Richard Páez, con José Manuel Rey, Luis Vera, Leo Jiménez, Gilberto Angelucci…todos ellos marcaron una época”, explicó “El Colorado”, que en el fútbol internacional tuvo como referentes en el ataque a Luca Toni y Martín Palermo.

El jugador caraqueño disputó cinco temporadas con el Caracas FC, en dos etapas distintas. La primera, desde la temporada 2009-2010 hasta la 2012-2013 y, luego, la campaña 2017-2018. En total, disputó 123 juegos y anotó 53 goles en todas las competiciones.

Foto: Caracas FC.

La Juventus de Allegri, el quinquenio de oro al que le faltó la Champions

Tony Cittadino (Mallorca).- La época de Massimiliano Allegri en la Juventus, fue una de las más exitosas en la historia del club y de Italia. En cinco años, se convirtió en el tercer director técnico más ganador con 11 títulos, repartidos en cinco ligas, cuatro Copa Italia y dos Supercopa de Italia. Al quinquenio de oro le faltó la tan ansiada Liga de Campeones, aunque jugó dos finales en tres temporadas.

El estratega nacido en Livorno en 1967, llegó a la entidad bianconera en la temporada 2014-2015. Le tocó sustituir a Antonio Conte, quien había ganado tres ligas y una Supercopa de Italia. Tenía la misión de mantener el ciclo victorioso y, además, darle el plus que le faltaba en Europa. Allegri llegó con una buena hoja de trabajo, tras ganar con el Milan la Serie A y la Supercopa de Italia en la temporada 2010-2011. En esa campaña, se quedó con el premio Entrenador del Año de la Serie A.

De acuerdo a las estadísticas de la UEFA, Allegri dirigió al equipo durante 269 partidos en todas las competiciones. En total, ganó 191 juegos, empató 42 y tan sólo perdió 36. Un porcentaje de victorias del 71%, por delante de Carlo Carcano (68,9%) y Conte (67,5%).

Es el tercero más ganador en la historia de la Vecchia Signora, escoltando a Marcelo Lippi (227 triunfos en 405 juegos) y a Giovanni Trapattoni (319 duelos ganados de 596). También es el tercero con más encuentros al frente del banquillo, también detrás de Lippi (405) y Trapattoni a (596).

En la Serie A, ganó 142 de los 188 juegos, con 27 empates y 19 derrotas, alcanzando de 453 puntos de 564 posibles, mientras que en la Champions, triunfó en 29 de los 54 duelos, con 13 empates y 12 caídas. En la Copa Italia, ganó 18 de 24 y perdió cuatro duelos. En la Supercopa de Italia, el desempeño fue más parejo. Dos triunfos, dos empates (en la prórroga y perdió en penales) y una derrota (en 90 minutos).

Además es el único en ganar cinco ligas consecutivas y el segundo más ganador de Italia, si se suma el scudetto ganado con el Milan. El líder de ese departamento, también es Trapattoni con siete. Todos con la Juve.

Entre los récords que también dejó, destacan las 15 victorias consecutivas que el club logró entre octubre del 2015 y febrero de 2016. Le dio la décima Copa Italia y sumó cuatro dobletes (liga y copa), algo nunca visto. La Juve alcanzó el octavo campeonato de liga en fila en su último año, para implantar una marca en Europa y dejar atrás los siete gallardetes del Lyon (2002-2008).

Sin embargo, le faltó el triunfo final en la Champions, que hubiera significado el triplete que en persiguió en par de oportunidades. La Juve perdió ante el Barcelona en Berlín en 2015 y, dos años más tarde, contra el Real Madrid en Cardiff. Lograr una copa en Europa le hubiera dado un escalón más en la historia, pero se enfrentó a dos de los mejores equipos del momento, con los dos mejores jugadores de la actualidad: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Pero no todo fue malo en Europa. En las páginas doradas quedó, por ejemplo, el empate a dos ante el Bayern Múnich de 2015 en Torino y la goleada al Barcelona de tres por cero en 2017, también casa. De igual forma, la amarga goleada ante el Real Madrid en 2018 en el Santiago Bernabéu, que finalizó con un gol de penal de Cristiano Ronaldo para darle el pase a los merengues a los cuartos de final. El propio portugués fue el héroe de la Juve en 2019, al liderar la remontada ante el Atlético de Madrid con un triplete en los octavos de final en el Allianz Stadium.

Aunque era un técnico de expresión calmada, cuando entraba al campo se transformaba. Su estilo de juego era ofensivo, de posesión y buena rotación del balón por todo el campo. El control del mediocampo era la clave. Todo pasaba por allí, en especial por el trabajo de Miralem Pjanic, la creación de Juan Cuadrado y en la última línea, en el ataque, los goles de Paulo Dybala.

Solía utilizar muy bien las bandas, sobre todo con el despliegue al ataque de Alex Sandro y Stephan Lichtsteiner. Presionaba alto, buscando el error del rival y encarar el arco. Si no conseguía los espacios, volvía atrás y rotaba el balón. Uno de sus descubrimientos claves, fue utilizar al delantero Mario Mandzukic por la banda izquierda. El croata atacaba, pero también creaba ocasiones y también luchaba balones.

Su alineación preferida fue la 3-5-2, aunque también solía utilizar el 4-3-3.  Su solidez defensiva también fue una fortaleza, gracias a la llamada BBC. Estaba integrada por Leonardo Bonucci, Andrea Barzagli y Giorgio Chiellini, además de Gianluigi Buffon en el arco.

Así fueron las cinco temporadas de Allegri en la Juventus.

2014-2015

Se estrenó perdiendo la Supercopa de Italia ente el Napoli. Empataron a dos en 120 minutos y cayeron seis por cinco en penales. Sin embargo, al ganaron el título de la liga, al finalizar líder de la tabla con 87 puntos, 17 más que la Roma. Ganó 26 juegos de 38. No soltó el primer lugar desde la cuarta jornada.

También celebró en  la Copa Italia, que se les resistía a la Juve desde la zafra 1994-1995. Vencieron a la Lazio dos goles por una en la prórroga, con tantos de Chiellini y Alessandro Matri. Fue la décima de la historia, siendo el primer club en llegar a esa cifra.

Rozaron el triplete en la Champions, pero cayeron en la final ante el Barcelona con marcador de tres goles por uno. Era la primera final desde la edición 2002-2003, cuando también cayeron ante el Milan.

2015-2016

Esta vez la temporada arrancó en lo más alto, al consagrarse en la Supercopa de Italia. Derrotaron a la Lazio dos por cero, con dianas de las nuevas adquisiciones, Mario Mandzukic y Paulo Dybala. En el mercado de verano también llegaron Juan Cuadrado, Alex Sandro, Simone Zaza y Roberto Pereyra.

Ganaron el quinto scudetto en fila y segundo para Allegri, igualando la marca del club (1931 y 1935), compartida con el Torino (1943-1949) y el Inter (2006-2010, al que se le asignó el título 2006 en la mesa por Calciopoli).

Fue la campaña en la que ganaron con una remontada impresionante en la tabla, tras empezar con cinco puntos de 18 posibles. Perdieron sus dos primeros desafíos ante el Udinese (1-0 en Torino) y Roma (2-1 en Roma). Su primera victoria fue en la cuarta jornada, en la visita al Genoa (2-0). Finalmente asaltaron el primer lugar en la jornada 25, cuando le ganaron al Napoli uno por cero, con un golazo desde fuera del área de Zaza.

Terminaron líderes con 91 unidades, 11 más que el Napoli, producto de 29 victorias en 38 cotejos. El título tuvo un sabor especial, por los 973 minutos de imbatibilidad alcanzados por Buffon.

Vencieron al Milan en la final de la Copa Italia por la mínima diferencia, con tanto de Morata en la prórroga. Así alcanzaron su segundo doblete.

En Europa, perdieron una eliminatoria trepidante en los octavos de final ante el Bayern Múnich. Igualaron a dos goles en Italia, en un duelo en el que caían dos por cero y lo empataron en 13 minutos. En la vuelta, el juego también fue una locura. En 30 minutos ya dominaban el marcador dos por cero, pero le empataron en el último minuto de descuento y los alemanes los sentenciaron en la prórroga.

2016-2017

La tercera temporada de Allegri al frente de la Juve, comenzó con otra derrota en la Supercopa de Italia. El Milan se quedó con el trofeo. Igualaron a un gol en 120 minutos y en penales ganaron cuatro por tres.

Pero el hambre de ganar no se acabó. La Juve conquistó el sexto título consecutivo y un grupo especial los tenía en su totalidad: Buffon, Chiellini, Bonucci, Lichtsteiner, Marchisio y Barzagli.  Terminaron líderes con 91 puntos, cuatro más que la Roma. Se llevaron los tres puntos en 29 de los 38 duelos.

En esa zafra, el club se había reforzado con Gonzalo Higuaín, Dani Alves, Miralem  Pjanic y el mediocampista venezolano Tomás Rincón. Conquistaron 100 puntos en 2016 en un año natural en Serie A, además de lograr 116 puntos de 118 posibles en casa. La entidad se llevó otra Copa Italia a casa, tras derrotar a la Lazio dos por cero con par de dianas antes de los 25 minutos de juego de Dani Alves y Bonucci.

La escuadra bianconera se volvió a quedar a las puertas del triplete, al perder la final de Champions con el Real Madrid cuatro goles por uno. Mandzukic empató el juego en el primer tiempo, con el mejor gol de la temporada para la UEFA. El equipo se desmoronó en la segunda parte, fallando en la concentración y en el juego colectivo. Además hubo rumores de una fuerte discusión en el entretiempo entre Dybala, Dani Alves y Bonucci. Al final de la temporada, los dos últimos abandonaron el club.

2017-2018

La Juve volvió a refrescar la plantilla y se reforzó, entre otros, con Medhi Benatia, Rodrigo Bentancur, Wojciech Szczesny, Federico Bernardeschi y Blaise Matuidi. Sin embargo, volvieron a perder la Supercopa de Italia, ahora ante la Lazio tres goles por dos.

Pero los triunfos no pararon en Torino. La Vecchia Signora amarró su séptimo scudetto en fila y el cuarto para Allegri. El dominio en la tabla los llevó a sumar 95 puntos, cuatro más que el Napoli. Ganaron 30 de 38 y no soltaron el primer lugar, desde la jornada 28, cuando doblegaron al Udinese dos por cero. Fue la séptima liga en fila y última para Buffon, quien se marchó al PSG al final da la campaña

El cuarto doblete nacional llegó con la décimo tercera Copa Italia de la historia, tras golear al Milan cuatro por cero. Números nunca vistos en el fútbol italiano.

Su camino en la Champions finalizó en cuartos de final, ante el Real Madrid de Cristiano Ronaldo. El portugués marcó dos de los tres goles en la ida en Torino, incluida la magistral chilena que arrancó aplausos del público. En la vuelta, la Juve ganó tres por uno, pero no le alcanzó. Cristiano anotó de penal en el descuento, para clasificar a los merengues a la siguiente fase.

2018-2019

La Juve comenzó la temporada con el fichaje estrella de Cristiano Ronaldo, además del Douglas Costa, Joao Cancelo y el regreso al equipo de Bonucci. La fortuna le volvió a sonreír al club, al ganar la Supercopa de Italia al Milan, con gol de Cristiano, quien sumaba su primer título con la entidad. Fue la octava copa, también un récord absoluto.

El equipo ganó el octavo scudetto en fila y el quinto y último para Allegri, implantando una marca en Europa de más ligas consecutivas. Acumularon 90 puntos en la tabla, 11 más que el Napoli. Ganaron 28 de los 38 encuentros, dominando el campeonato de principio a fin. También fue el octavo gallardete para Chiellini y Barzagli.

Quedaron fuera de la Copa Italia en cuartos de final, al ser goleados por el Atalanta tres por cero. Así rompieron una cadena de cuatro finales consecutivas. En la Champions, habían superado al Atlético de Madrid con el histórico triplete de Cristiano Ronaldo, pero se marcharon en cuartos de final ante el sorprendente Ajax. Empataron a uno en Holanda y perdieron dos por uno en Italia.

Allegri se marchó del equipo al final de la temporada, dejando una cantidad de títulos y récords difíciles de superar. Marcó la historia contemporánea de una Juventus en la que no todos se consagran. Fue el arquitecto de una aplanadora italiana.

Fotos: Juventus.

Carlo Ancelotti, el técnico que regresó al Milan a la gloria

Tony Cittadino (Mallorca).- El Milan de Carlo Ancelotti fue el último gran ciclo victorioso del equipo rossonero. La mentalidad ganadora se demostró con resultados y una camada de jugadores que divirtieron al mundo con un juego vistoso y ofensivo. Durante ocho años, “Carletto” dejó un palmarés envidiable: dos Liga de Campeones, dos Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes, una liga, una Copa Italia y una Supercopa de Italia.

Su carrera como técnico comenzó en 1994, cuando fue el asistente de Arrigo Sacchi en la selección italiana del Mundial. Fue su primera experiencia en el banquillo, tras ser jugador del Parma (1976-1979), la Roma (1979-1987) y el Milan (1987-1992), casualmente también dirigido por Sacchi. Fue un estratega fundamental en su estilo de ver el fútbol, por su ordenada y rígida forma de trabajar.

Sin embargo, Ancelotti se ha caracterizado por ser un dirigente pacífico, que da confianza a sus jugadores. Un motivador. Esa ha sido la clave de su éxito. “Hay quienes piensan que porque soy un líder calmado, soy débil. No estoy de acuerdo. Tampoco lo están quienes jugaron conmigo o para mí. Mi calma es una fuerza, que transmite poder y autoridad”, dijo en su libro “El leader calmo, Carlo Ancelotti”, escrito por Chris Brady y Mike Forde en 2016.

Su debut como estratega fue en la temporada 1995-1996 con la Reggiana. Logró el ascenso a la Serie A, luego de 41 juegos, en los que dejó balance de 17 victorias, 14 empates y 10 derrotas.

Su próximo destino fue el Parma, club en el que comenzó a dar sus primeros destellos. En la temporada 1996-1997, finalizó en el segundo lugar con 63 puntos, a dos de la Juventus. En la siguiente campaña, quedó en el sexto lugar con 57 unidades.

Su primera gran experiencia con un equipo de nivel, fue con la Juventus. En la zafra 1999-2000 sólo alcanzó a ganar la Copa Intertoto de la UEFA. Perdió la liga en la última jornada, al caer ante el Perugia un gol por cero, en un partido jugado en un diluvio. La Juve, que hasta llegó a tener nueve puntos de diferencia, finalizó con 71 unidades, uno menos que la Lazio.

La situación fue similar en la contienda 2000-2001. La Vecchia Signora quedó en el segundo lugar con 73 puntos, dos menos que la Roma. Al finalizar la campaña, Ancelotti fue despedido. Su idea,  era regresar al Parma, club con el que había un acuerdo verbal, pero el director general del Milan, Adriano Galliani, lo convenció con una llamada telefónica. Llegó en noviembre de 2001, para sustituir al turco Fatih Terim.

Así regresaba al equipo con el que ganó como jugador dos liga, una Supercopa de Italia, dos Champions League, dos Supercopa de Europa y dos Copa Intercontinental. “El Milan era mi familia y a la familia es la primera a la que hay que demostrar lealtad. Comencé en noviembre de 2001 y los primeros seis meses no fueron fáciles”, expresó en su libro. El conjunto terminó la campaña 2001-2002 en el cuarto lugar con 55 puntos.

La primera Champions

Ancelotti le cambió la cara al club y los resultados se comenzaron a ver en la temporada 2002-2003. En el mercado se reforzaron, entre otros, con dos jugadores de lujo: el mediocampista Clarence Seedorf y el defensa Alessandro Nesta.

“Nesta estaba en el mejor momento de su carrera y era tan importante para mí, que tuve que convencer a Berlusconi. Le recordé que todos queríamos ganar la Champions y con él lo haríamos.  Le dije, usted me da a Nesta y yo le doy la Champions”, rememoró Ancelotti.

El Milan tenía un equipo compacto, que jugaba al clásico 4-4-2. Dida estaba en el arco y la defensa era integrada por Alessandro Costacurta, Paolo Maldini, Kakha Kaladze y Nesta. El mediocampo tenía a Gennaro Gattuso, Andrea Pirlo, Rui Costa y Seedorf. El ataque estaba integrado por una de las mejores duplas del momento: Andriy Shevchenko y Filippo Inzaghi.

“En esa temporada llegaron Nesta, Seedorf y también Rivaldo. Teníamos a Rui Costa y estos fueron mis jugadores claves. Cuando empecé, el Milan no daba el espectáculo que quería Berlusconi y tuve que cambiar el estilo de juego, para tener feliz a la dirigencia y a los fanáticos”, recordó en su libro.

Pero manejar los egos del vestuario no fue fácil. Debió, como todo entrenador, imponerse por el bien del equipo. “En mi primera temporada, había un partido de Champions en el que dejé a Rivaldo en la banca. Le dije que jugaría tres días más tarde y me dijo que no, porque Rivaldo no era suplente. Le dije que esta sería su primera vez. Se levantó y se fue a su casa”.

Uno de los aspectos claves que cambió en el Milan, fue que la organización contara con un restaurante en la ciudad deportiva de Milanello. “Que los jugadores coman juntos, ayuda a que hagan grupo. Además se siente como una familia y esta era la cultura del Milan. En otras sociedades es diferente. Por ejemplo, en la Juventus me sentí como en una gran empresa. Las relaciones con los directivos eran más formales y en esa época no había un centro deportivo. Entre el Milan y yo siempre hubo una sintonía natural. Con la Juve, no”.

El club terminó en el tercer lugar de la liga con 61 puntos, detrás del Inter (65) y la Juventus (72), pero el gran golpe lo dio en la Liga de Campeones. Los rossoneros vencieron a la Juve en la gran final, disputada en Manchester. Fue la primera entre equipos italianos. Luego de empatar sin goles en 120 minutos, se impusieron en penales tres por dos. Ganar la Champions le permitió a Maldini igualar a su padre Cesare, quien también fue campeón de Europa con el club en la zafra 1962-1963. Justo 40 años después.

“En el Milan tuve la suerte de tener a un líder como Maldini. Tenía un carácter fuerte y no tenía miedo de nada. Siempre era positivo. También estaba Pirlo. Era más solitario y tímido, pero era un líder técnico. Un ejemplo de cómo jugar. Nesta era un modelo diferente a Maldini y también Gattuso, a su manera”, sostuvo Carlo, que es uno de los siete dirigentes en ganar la Champions como jugador y como técnico.

Tres días después de proclamarse rey de Europa, el Milan ganó la Copa Italia ante la Roma. Habían empatado a dos goles en el partido de vuelta, luego de ganar en la ida cuatro por uno. La entidad vivía días dorados, como en la historia reciente con Sacchi y Fabio Capello, situación que mantenía contento al presidente del equipo, el político Silvio Berlusconi. Con el Premier tuvo buenas relaciones, pero trataba de mantenerlo al margen.

“Entendí rápido que debía mantenerlo contento. La tradición del Milan es jugar un fútbol vistoso, mientras que la de la Juve es ganar. Entendí que ningún esquema táctico es más importante que el presidente del club. Sí Berlusconi quería ir al vestuario a bromear, tenía que darme cuenta al final que ese era su vestuario. Se lo permití, incluso, antes de la final de la Champions en 2003”, sostuvo en el texto.

Se consolidó el proyecto

La temporada 2003-2004 comenzó con la derrota ante en la Juve en la Supercopa de Italia. Tras empatar a un gol, cayeron en penales cinco por tres. Sin embargo, tres semanas más tarde, volvieron a celebrar. El Milan se quedó con la Supercopa de Europa, al vencer al Porto por la mínima diferencia, gracias a un tanto de Sheva.

Había motivos para seguir festejando. Dos brasileños de calidad de sumaban al equipo. El defensa Cafú llegó desde la Roma para reforzar la zaga y el mediocampista Kaká desde el Sao Paulo, para fortalecer el mediocampo y darle profundidad ofensiva.

Fue el momento del cambio táctico, para mantener el 4-4-2. No había espacio para todos, así que Ancelotti optó por retrasar un poco más en el campo a Pirlo y adelantar a Kaká, para tener equilibrio. Dejó de jugar con cuatro en línea, para hacerlo con cuatro en forma de rombo.

“En el medio sector tenía a Pirlo, Seedorf, Rui Costa y Kaká. Al comienzo les dije que si no se adaptaban al nuevo sistema, uno iría a la banca. Lo entendieron. Pirlo terminó jugando un poco más atrás y Kaká, más adelante”, explicó Carletto, quien también debía dar espacio a jugadores como Gattuso y Massimo Ambrosini.

La jugada salió bien, porque además transformó el juego de Kaká, quien tuvo más protagonismo. Al finalizar la campaña, fue el Futbolista del Año de la Serie A. Era el preludio de una gran carrera. Ancelotti también alternó el 4-4-2 con el famoso “Árbol de Navidad”, el sistema 4-3-2-1 con el que jugaba con un solo atacante.

“El club me dio la posibilidad de cambiar jugadores y transformar el equipo, de acuerdo a mi visión. Ganar la Champions en 2003, consolidó la conciencia de los jugadores de ser parte de un gran club. Tomaron mejor la idea de que no siempre podían jugar. Eso hizo más fácil la relación. Todos eran campeones”, dijo el técnico en su libro.

El 21 de febrero de 2004, vencieron al Inter en un “Derby della Madonnina” electrizante. El equipo nerazzurro se fue al descanso con una ventaja de dos por cero, pero los rossoneros remontaron en la etapa complementaria y sellaron el triunfo con un golazo de Seedorf en el minuto 85.

Al holandés lo definió como un gran jugador y de carácter fuerte. “Tenías que decirle bien qué querías, porque si no te hacía todo. Cuando llegó en 2002, tuvo problemas con los compañeros, porque se sentía responsable por los demás. Era su carácter. Al final tuve que decir que él no era el entrenador y no debía hablar así. Era un líder. Pero ya teníamos a Maldini y tuvimos que buscar un equilibrio”.

El Milan terminó la temporada como campeón de Italia con 81 puntos, 11 más que la Roma. El ucraniano Shevchenko fue el líder goleador de la liga con 24 tantos, siendo la segunda vez que lo alcanzó. En la temporada 1999-2000 también sumó dos docenas de goles. Al final del año, Sheva se quedó con el Balón de Oro.

En la Copa Italia quedaron eliminados en la semifinal, al caer en los dos partidos ante la Lazio con global seis por uno. En la Champions, el recorrido se acabó en los cuartos de final. Fueron goleados en la espectacular remontada del Deportivo La Coruña. Los italianos habían ganado 4-1 en la ida jugada en San Siro, pero perdieron 4-0 en la vuelta en Riazor. Fue el partido más gris del ciclo hasta el momento.

La pesadilla de Estambul

La campaña 2004-2005 inició con otro título. El Milan superó a la Lazio tres goles por cero, para ganar la Supercopa de Italia. Entre los refuerzos adquiridos, destacó el delantero argentino Hernán Crespo y el defensa holandés Jaap Stam.

En diciembre perdieron la final de la Copa Intercontinental contra el Boca Juniors. También en penales. Empataron a uno en 120 minutos y en la tanda decisiva, los argentinos se impusieron tres por uno en Yokohama.

Finalizaron en el segundo lugar de la Serie A con 79 puntos, siete menos que la Juventus, pero al año siguiente el título fue revocado por el escándalo de Calciopoli y no fue asignado. La Copa Italia volvió a ser imposible, al caer en cuartos de final ante el Udinese con global de seis por cuatro.

En la Champions ocurrió la pesadilla de Estambul. El Milan ganaba cómodamente tres por cero en la primera parte. Maldini marcó al primer minuto y le siguió un doblete de Crespo (39’ y 44’), pero se dejó empatar por el Liverpool en la etapa complementaria. Tres goles en seis minutos de Gerrard (54’), Smicer (56’) y Xabi Alonso (60’). Los ingleses se quedaron con la “orejona” en la tanda de penales tres por dos, en una de las remontadas más espectaculares de la competición.

“En esa final tuvimos una calidad de juego impecable, que nunca había visto en finales. Fue una desilusión muy grande. La gente dice que dejamos de jugar en el segundo tiempo y no es cierto. El Liverpool jugó bien seis minutos y nosotros 114”, recordó en su libro.

Aseguró que la reacción del Liverpool lo dejó sin tiempo para hacer los ajustes. “Cuando marcaron el primer gol, estábamos jugando tan bien, que pensé que pronto marcaríamos el cuarto. Luego anotaron el segundo y pensé en hacer un cambio, para reforzar la defensa. El tercer gol llegó sin poder hacer nada. Después de esos seis minutos de locura, logramos retomar el control del juego y podíamos haber marcado”.

En ese momento tan difícil, sintió el apoyo de la organización. “El club permaneció compacto. Nadie nos puso en discusión. Obviamente nos dolió, pero tratamos de no dramatizar. Al comienzo de la temporada siguiente, éramos brillantes. La derrota lejos de cortarnos las piernas, nos fortaleció”, confesó el italiano.

Por su parte, Nesta absolvió de toda culpa a su director técnico y lamentó que no pudiera ser uno de los cobradores en la tanda de penales. “Creo que su único error fue no apuntarme en la lista. Contra la Juventus en Manchester lo hizo y marqué. La gente cree que la derrota fue su culpa. Yo creo que fue nuestra. Jugamos el mejor primer tiempo de todos y, en el descanso, nos dijo en el vestuario que el juego todavía no estaba decidido. Que saliéramos a marcar otro gol y si era posible, otro más. Sólo así, estaríamos seguros. Pero concedimos libertades al Liverpool y nos costó la final”, dijo en el libro de Ancelotti.

Temporada en blanco

En la campaña 2005-2006 sumaron de refuerzo al delantero Alberto Gilardino, quien llegó procedente de la Fiorentina. También al delantero Christian Vieri desde el Inter y al lateral izquierdo checo Marek Jankulovski, desde el Udinese.

Pero fue una temporada sin títulos para la entidad rossonera. En la Champions, cayeron en la semifinal ante el Barcelona, a la postre el equipo campeón. Perdieron en San Siro con gol de Ludovic Giuly (67’) y empataron a cero en el Camp Nou. Sheva terminó como líder goleador de esa edición con nueve tantos.

En Copa Italia, el Palermo los eliminó en octavos de final con global de tres por uno y en la Serie A habían finalizado en el tercer puesto con 58 puntos, pero luego le revocaron 30 unidades por el escándalo de Calciopoli que se destapó en esa campaña.

Para entonces, se fortalecían los rumores que aseguraban que Berlusconi no estaba contento con el rendimiento del club y le hacía las alineaciones a Ancelotti, algo que  el técnico siempre negó y reconfirmó en su libro.

“Todos pensaban que Berlusconi me presionaba, pero no era cierto. Siempre estaba muy presente. Cuando ganábamos, entonces me decía quiero que juguemos con este atacante y seamos más ofensivos. No es una opinión, es que lo quiero. Pero siempre le explicaba mis argumentos. Después de una victoria, le gustaba explicarme con cuál jugador me hubiera hecho jugar. Pero eso lo hacía sólo cuando ganábamos”.

 

La revancha de Atenas

Todo cambió en la campaña 2006-2007. El terremoto de Calciopoli obligó a varios equipos a reestructurarse y el Milan no fue la excepción. Se marchó Sheva al Chelsea y Rui Costa al Benfica, mientras que llegaron, entre otros, los defensas Daniele Bonera desde el Parma y Massimo Oddo desde la Lazio. Además Ronaldo se incorporó en el mercado de invierno, pero no jugó hasta 2008 por someterse a un tratamiento de la tiroides.

El camino en la Serie A, terminó con un decepcionante cuarto puesto y en la Copa Italia llegaron hasta la semifinal. La Roma los despachó, tras empatar a dos en San Siro y ganarles tres por uno en el Olímpico.

Sin embargo, todas las fuerzas estaban centradas en Europa. En semifinales lograron una remontada histórica ante el Manchester United. Luego de perder tres por dos en Old Trafford, ganaron con un contundente tres por cero en San Siro, para meterse en la final. Kaká (11′), Seedorf (30′) y Gilardino (78′), sentenciaron a los ingleses en un encuentro que se jugó con una lluvia torrencial y en la que el Milan fue superior. El resultado fue corto.

El equipo de Ancelotti clasificó a la final, para medirse al Liverpool en Atenas. El Milan se sacó la espina de Estambul y venció a los ingleses dos por uno, con un doblete del “Pippo” Inzaghi (45’ y 82’). Fue la séptima y última Champions para el equipo.

“He marcado varios goles en Europa, pero hacerlo en la final de la Champions League es algo especial”, dijo Inzaghi a la UEFA luego de partido. Su compañero Gattuso, agregó: “La derrota de hace dos años estará de por vida, pero esto es otra historia diferente. Ahora nos toca a nosotros celebrarlo”.

Kaká finalizó como máximo goleador del torneo con 10 y allanó el camino para ganar el Balón de Oro y el premio FIFA World Player. Para Maldini fue su segunda “orejona” con el club.

Galliani estuvo en el Milan durante 30 años, ocho de los cuales los pasó con Ancelotti en el banquillo y se mostró feliz por la revancha. “En julio de ese año, el Milan fue el primer club del ranking de la UEFA, superando a Real Madrid y Barcelona. Sus ocho años fueron un periodo de oro. La victorias fueron muchas más que las derrotas”, dijo en el libro.

El ejecutivo agregó que la derrota en Estambul no puso en duda la continuidad del estratega. “Muchos me preguntan si le recriminamos algo y la respuesta es no. Lo apoyamos. Fue duro y tuvimos que haber ganado. Pero en cinco años, jugamos tres finales de Champions, una semifinal y unos cuartos de final. Nadie nos alcanzaba. Ni siquiera Bayern, Real Madrid o Barcelona”.

La mano derecha de Berlusconi, definió a Carlo como un gran motivador en momentos claves. “Tiene un modo particular de llevar las relaciones con los jugadores. Nunca traicionó sus orígenes, ni cambió su carácter. Tiene una gran capacidad de iluminar el ambiente en el que trabaja. Es un líder internacional y multicultural”.

Una de sus anécdotas preferidas, fue la noche antes de la final de la Champions de 2007. “Veía en el entrenamiento con él y me fijé que Inzaghi estaba presionado. No paraba ni un balón. No era él. Le sugerí a Carlo que lo dejara de suplente y salir con Gilardino como titular. Me respondió que Inzaghi era un atacante rato y que, quizás, la noche de la final sería su noche. Quizás otro entrenador me hubiera hecho caso, pero él tenía un presentimiento y era algo que le sucedía a menudo”.

 

En el techo del mundo

La temporada 2007-2008 inició con el triunfo en la Supercopa de Europa contra el Sevilla. La victoria fue de tres por uno, con tantos de Inzaghi (55’), Jankulovski (62’) y Kaká (87’), para sumar el quinto trofeo de la competición. El título tuvo en parte un sabor amargo, porque el defensa del Sevilla, Antonio Puerta, había muerto tres días antes por un paro cardio respiratorio en el juego ante el Getafe.

La zafra también inició con otro fichaje de estelar. Alexandre Pato llegó con apenas 17 años, procedente del Internacional de Porto Alegre por 22 millones de euros, una cifra récord para entonces.

En diciembre, sumaron al palmares el Mundial de Clubes al derrotar por goleada al Boca Juniors cuatro por dos. Inzaghi lideró el triunfo con par de dianas (21’ y 71’), mientras que Nesta (61’) y Kaká (61’) se sumaron a la fiesta milanista.

“No diría que la victoria es irrepetible, pero nunca la podremos olvidar. Ahora queremos festejar al máximo este evento. Nos alegramos mucho por esto, porque todo el mundo sabe que hemos recorrido un camino muy difícil”, sostuvo Ancelotti luego del juego. Su Milan sumaba el título 18 a nivel internacional, siendo el club más titulado.

Sin embargo, el ciclo comenzaba a presentar desgaste. El Catania los superó en octavos de final de la Copa Italia, con global de 3-2. En la liga, finalizaron en el quinto lugar con 64 puntos, quedando fuera de la zona Champions.

En la Liga de Campeones, quedaron fuera en octavos de final contra el Arsenal. Empataron sin goles en casa y perdieron dos por cero como visitantes. Para entonces, el Real Madrid había asomado la posibilidad de fichar a Ancelotti, pero no se dio.

“En ese momento, me contactó el Real Madrid, pero no hubo acuerdo porque dije que si el Milan no me dejaba ir, no me iría”, dijo en su libro el estratega.

Fin del ciclo

La última campaña de Ancelotti fue la 2008-2009. También fue la de Maldini. Al mismo tiempo, regresaba al equipo Shevchenko y se sumaban los fichajes estelares de Ronaldinho, David Beckahm, Gianluca Zambrotta, Thiago Silva y Mathieu Flamini.

El Milan no disputó la Champions League, pero sí la Europa League, torneo en el que quedó eliminado en los dieciseisavos de final ante el Werder Bremen con dos empates. Uno a uno en Alemania y dos a dos en Italia, pasando los teutones por marcador global.

En la Serie A, finalizaron en el tercer lugar con 74 puntos y en la Copa Italia, quedaron fuera al perder con la Lazio dos por uno en octavos de final.

“Fue un gran tiempo al Milan. Ganamos dos Champions y una liga. Me sentía como en casa, pero luego de ocho años la relación se enfrió. Berlusconi quería cambiar y yo quería ir al exterior”, dijo Ancelotti en su libro.

Galliani explicó que la decisión dejarlo ir a Inglaterra con el Chelsea, fue consensuada y la discutió con Berlusconi. “Era lo mejor para las dos partes. Él lo deseaba y la separación fue sin traumas. Carlo fue muy correcto. Dejó que el equipo decidiera, porque tenía un contrato”.

Beckham también dio buenas referencias, a pesar de jugar bajo sus órdenes solo una temporada. En el libro de Carlo, explicó que no dudó cuando se presentó la posibilidad de ir al Milan. Recordó el último día de Ancelotti en el banquillo como una jornada llena de emociones.

“Vi con mis propios ojos cuánto le querían en el vestuario. Dio un discurso muy sentido en italiano y yo le entendí la mitad, pero me conmovió. Vi llorar a como Maldini, Gattuso, Inzaghi y Nesta. Sabían que el club cambiaría, porque el hombre que hizo grande al Milan estaba por irse”.

Maldini lo definió como una persona que se molesta muy poco y que puede hacerte reír antes de una final de Champions. “No es rencoroso y tiene un corazón de oro. No necesita ser un Special One para ganar. Cuando creía equivocarse, me lo preguntaba. Cuando llegó a Milanello, era muy rígido tácticamente. Pero luego se abrió y maduró”.

Nesta tampoco dudó en decir que Ancelotti fue el mejor entrenador que tuvo en su carrera, porque le cambió la mentalidad. Contó que le dijo que no había mejor lugar para crecer que el Milan y, aunque le costó adaptase, siempre tuvo su apoyo.

“La primera vez que lo vi, fue en un entrenamiento con Italia en Milanello. Estaba al límite del campo y me dijo que al año siguiente quería verme en el Milan. Le dije que no, porque el club no me gustaba. Era de la Lazio y prefería quedarme en Roma. Tres meses más tarde, firmé con el Milan. Carlo me enseñó que aquí cada juego era una final. En la Lazio, bastaba con ganar el derby a la Roma. Me dijo que que si quería ser el mejor, tenía que seguir a los mejores, como a Maldini o Costacurta”.

Ancelotti terminó dirigiendo al club en Serie A en 423 partidos oficiales, con 238 victorias, 101 empates y 84 derrotas. Su huella en el banquillo fue más allá de los títulos y resultados. Fue un caballero y el último dirigente que dirigió al Milan con el escudo tatuado en el corazón, para llevarlo a la gloria en un ciclo exitoso.

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Roberto Baggio, el genio que Italia no supo comprender

Tony Cittadino (Mallorca).- Roberto Baggio es uno de los mejores futbolistas italianos de todos los tiempos. Su calidad con el balón se demostró una y otra vez, superando las tortuosas lesiones y jugando, prácticamente, con una rodilla. Aunque la relación con la mayoría de sus entrenadores no fue buena, el amor de los fanáticos los dividió entre el héroe de la cancha y el villano por errar el penal en el Mundial del 94. Un fallo que parece que nunca le perdonaron.

Baggio nació el 18 de febrero de 1967 en Caldogno, un pueblo de casi 11 mil personas cerca de Vicenza. En su autobiografía Una Porta Nel Cielo (2001), recordó que fue el sexto de ocho hermanos: Gianna, Walter, Carla, Giorgio, Anna Maria, Nadia y Eddy. Su madre es Matilde y su padre, Florindo, un ex jugador de fútbol y ciclista.

Su nombre fue en honor a dos jugadores estelares de la Juve e Italia: Roberto Boninsegna y Roberto Bettega. Comenzó a jugar a los 6 años y su firma con el Vicenza, su primer equipo, fue en parte gracias al párroco de la iglesia, que vio sus dotes de jugador y habló con la directiva del equipo. En 1979, anotó 42 goles y realizó 20 asistencias con el equipo juvenil de Caldogno. En total, en las juveniles llegó a marcar 110 goles en 120 partidos.

El Vicenza lo firmó cuando tenía 13 años, por 150 mil liras y debutó tres años más tarde, en la temporada 1982-1983. Sus ídolos eran los brasileños Cinesinho y Zico. La primera de sus tantas lesiones fue en 1982, en el menisco de la rodilla izquierda.

Ya en el Vicenza, había despertado el interés de la Fiorentina, la Sampdoria, el Torino y la Juventus. Su primer tanto fue el 3 de junio de 1984, ante el Brescia. Ya tenía 16 años. Irónicamente, lo haría con un penal. Como fue marcado por el destino. Un remate sutil, a ras del suelo, al lado izquierdo de la portería, engañando al arquero.

El 5 de mayo de 1985 se lesionó, dos días después de firmar con la Fiorentina por dos millardos 700 mil liras. Con el Vicenza jugó tres temporadas y en la última, la 1984-1985, anotó 12 goles en 29 partidos de la liga.“Me lesioné en el juego ante el Rimini, equipo del que era director técnico Arrigo Sacchi. Ganábamos un gol por cero, con un gol mío. Iba corriendo, me resbalé y la pierna se dobló hacia atrás. Sentí un dolor muy fuerte. Algunos pensaban que estaba fingiendo. Me rompí el ligamento cruzado anterior, la cápsula y el menisco de la pierna derecha. Ahí comenzó el calvario”, explicó al programa Sfide de la RAI.

Baggio se operó en Saint-Étienne con el doctor Bousquet. Fue el 5 junio, un mes después de la lesión. Le reconstruyeron la rodilla. La cirugía le dejó 220 puntos de sutura internos. Baggio más nunca fue igual en el campo, aunque sí supo reinventarse. En su libro explicó que se acercó al budismo por primera vez en 1987, gracias a su amigo Maurizio Boldrini. Fue dos años después de haberse lesionado.

“Cuando me lesioné, todos dijeron que debía retirarme. En ese tiempo, no lograba tener continuidad y no creía en mí mismo. Salía muy poco, porque siempre tenía que tener hielo en la rodilla y porque tenía miedo”, explicó Baggio, quien fue católico, pero no por fe, sino por costumbre.

El 12 de enero de 1988 inició su camino en el budismo y allí pudo refugiarse y salir adelante, porque se quería morir. No tenía esperanzas. Dos semanas después de la operación, pesaba 56 kilos. Había perdido 12, porque no dormía, ni comía.

“La operación fue un éxito científicamente en esos años, pero para mí fue terrible. La rodilla la tenía inflamada como un melón y la tenía sostenida por barras metálicas a los lados. Tenía un dolor terrible y estaba destruido. El dolor me traspasaba el cráneo. Era alérgico a los antiinflamatorios y los que me aplicaban, ni los sentía. Me sentía tan mal, que una vez le dije a mi madre que si me quería, que me matara, porque no aguantaba más. Era un tormento las 24 horas del día”, relató en su libro.

Su llegada a la Fiorentina

Baggio volvió al terreno de juego, luego de su traumática recuperación. Fue su primera campaña en Serie A con la Fiorentina en la zafra 1986-1987. Entre liga y Copa Italia, disputó 10 partidos y anotó tres goles.

En su libro, Baggio define a la entidad viola como su gran amor, porque creyeron en él y le ayudaron a recuperarse. “Nadie me entenderá, sino vivió lo que viví y si no conoce Florencia. Cuando llegué, era un campeón virtual. Tenía 18 años y un currículum de fenómeno, pero con una rodilla reconstruida. Estaba mal y la ciudad me amó rápido, confiando en mí, adoptándome como a su familia”.

El técnico que lo recibió fue Aldo Agroppi y nunca dudó de su talento. “Tenía prisa en recuperarlo, porque tenía enfrente a un gran jugador. Era inútil negarlo. Quería dirigir a un gran jugador y regresarle su valor. No pensaba en otra cosa”, dijo el estratega a Sfide.

El 3 de septiembre de 1986 debutó con el equipo ante el Empoli, en duelo de Copa Italia con par de tantos. Sin embargo, a las tres semanas volvió a romperse el menisco y tuvo que pasar de nuevo por el quirófano.

El 17 de septiembre de 1989 dio su primera gran muestra de su talento y su recuperación, al anotar un golazo ante el Napoli de Maradona en el estadio San Paolo. Tomó el balón desde antes del mediocampo y en una corrida triunfal, se fue quitando a los rivales con regates. Al llegar al área, superó al portero Giuliano Giuliani en el mano a mano y definió a puerta vacía.

Su crecimiento con el equipo viola siempre fue a más. Entre la campaña 1987-1988 y la 1989-1990, anotó 52 goles en 121 juegos entre liga y copa nacional. Los fanáticos soñaban con la nueva estrella del equipo, pero todo cambió justo antes del Mundial Italia 90.

Su partida a la Juventus, uno de los grandes rivales en el fútbol italiano, desató protestas en la ciudad, con un saldo fue de 50 heridos y 54 detenidos. El presidente del club, Ranieri Pontiello, explicó que la transacción fue para salvar a la entidad económicamente. “Su traspaso era una acción para evitarlo. Teníamos que igualar los balances económicos de la Fiorentina”.

Baggio dijo que quería quedarse en el club, pero se fue porque lo habían vendido. No era su deseo.

La magia en Italia 90

Baggio había debutado con la selección absoluta el 16 de noviembre de 1988 y su primer gol fue con un tiro libre, el 22 de abril de 1989 ante Uruguay. Había mucha expectativa de lo que podría hacer. Su convocatoria al Mundial, era el premio a la constancia.

Pero los días previos a Italia 90 no fueron fáciles, porque los fanáticos de la Fiorentina iban a Coverciano a increpar al jugador durante los entrenamientos. Por ese motivo, el director técnico de la selección italiana, Azeglio Vicini, debió cerrar las prácticas al público.

Debutó ante Checoslovaquia, en el tercer juego de la fase de grupos. Fue el 19 de junio de 1990 y en el minuto 77 anotó un gran gol con una jugada personal desde la mitad del campo. Un tanto parecido al que marcó con la Fiorentina en la Serie A. En esa Copa del Mundo, anotó dos tantos en cinco partidos. “Fue una emoción increíble e inexplicable, porque era mi primer juego y aseguramos la victoria”, dijo a Sfide.

Italia quedó eliminada en semifinales ante Argentina. Empataron a un gol en 120 minutos y cayeron en penales cuatro por tres. En el duelo por el tercer lugar, anotó uno de los dos tantos en el triunfo frente a Inglaterra. El segundo gol fue un penal de Salvatore Schillaci, al que Baggio le cedió para tirarlo y quedarse como líder goleador de la Copa.

La gloria con la Juventus

Baggio pasó a la Juventus y se consagró como un campeón, a pesar de admitir que no se acostumbró a la ciudad de Torino. “Il Codino”, apodado así por el presidente del club, Giovanni Agnelli, tuvo un rendimiento nunca antes visto. Marcó 102 goles en 171 juegos, entre la temporada 1990-1991 a la 1993-1994, la campaña previa al Mundial, perforó 22 veces las redes en 41 choques en todas las competiciones.

El momento más duro de su primera zafra con la Vecchia Signora, fue el regreso al Artemio Franchi de Florencia, donde se negó a tirar un penal por respeto a su antiguo club. Fue el 7 de abril de 1991 y el conjunto local ganó uno por cero. A pesar de ello, los fanáticos lo pitaron hasta el cansancio.

“No lanzar el penal era una decisión que habíamos tomado el día anterior, con el director técnico Luigi Maifredi. Si fallaba, entonces dirían que lo habría hecho a propósito”, expresó Baggio en Sfide. El propio estratega, confirmó la versión del jugador. “Camino a Florencia hablé con él y dijo que si eventualmente se pitaba un penal, no quería lanzarlo. Ganas tendría, pero no quería para evitar polémicas”.

En la contienda 1991-1992 llegó Giovanni Trapattoni como director técnico y se dio la tan esperada explosión de Baggio. Fue clave para ganar la Copa UEFA 1992-1993, al anotar par de goles en la victoria de tres por uno en la final ante el Borussia Dortmund. Alzó la copa como capitán y logró su primer trofeo internacional. “Fue algo bellísimo, porque fue la coronación de un año difícil”.

Al final del año 1993, ganó el Balón de Oro, siendo el cuarto italiano luego de Omar Sivori (1961), Gianni Rivera (1969) y Paolo Rossi (1982). También se quedó con el galardón FIFA World Player.

En su última campaña, la 1994-1995, anotó 14 dianas en 29 duelos en todas las competiciones y alcanzó el doblete con el título de liga y la Copa Italia, ahora con Marcello Lippi como estratega. En cinco temporadas con los bianconeros, jugó 200 partidos y marcó 115 goles.

La decisión de marcharse la tomó luego de que Bettega le comentó que si quería quedarse, debía rebajarse el sueldo a la mitad. “En el invierno había explotado Alessandro Del Piero y la directiva no tenía ganas de apostar por un jugador como yo, con 28 años y un sueldo alto. Estaba contento por Del Piero, porque lo vi crecer en los entrenamientos. Confiaba en mí, me pedía consejos y lo ayudaba”, recordó “Il Codino en su autobiografía”.

El tormento de Pasadena

Su segundo Mundial fue el de Estados Unidos 1994. En su libro describió el episodio de la final ante Brasil como una carga que siempre lo acompañó. Fue el domingo 17 de julio. Cómo olvidarlo. Antes de que arrancara la Copa del Mundo, su líder espiritual budista Daisaku Ikeda, le dijo, lo que a su juicio, era una profecía: “Ese Mundial lo ganarás o lo perderás en el último segundo”.

Baggio dijo que esas palabras las analizó día y noche y que la molestia en la pierna derecha que venía arrastrando del juego ante Bulgaria, no era impedimento para poder jugar el partido decisivo, a pesar de las críticas de algunos medios de comunicación y fanáticos.

El 10 de Italia ejecutó el último penal de la tanda, pero la pelota se marchó por encima del travesaño y Brasil se llevó la copa. “No basta cerrar los ojos para no verlo. Es como si lo reviviera todas las veces. El vuelo de la pelota, el silencio de mis fanáticos, los gritos de los otros, el abrazo de Gigi Riva. Pero ningún abrazo podría curar mi soledad. Una vez más, estaba solo”.

El estelar delantero aseguró que su vida nunca fue igual, después de ese momento. Se sintió señalado y fue hasta injusto, porque Italia llegó a la final por sus dos goles ante Nigeria, su diana ante España y su doblete frente a Bulgaria.  Además, antes que él habían fallado Franco Baresi y Daniele Massaro, algo que quizás pocos recuerdan. Si Baggio hubiera marcado, igual Brasil tenía una oportunidad más.

“Los años siguientes fueron los peores. No era yo. La carga hizo que olvidara los regates de mi infancia. Nunca había llegado hasta el fondo, porque perder en el campo está bien, pero no perder por un penal. Uno no debería ni siquiera festejar después de la victoria, porque no es una victoria. Nunca. El balón se fue muy alto. Es para reír, porque casi nunca fallé penales y los que fallé, me los pararon”, agregó en el libro.

Su amargo y triste relato no queda allí. “Uno ve al centro de la portería, a media altura, sabiendo que el portero se lanzará al otro lado. Pero la pelota agarra otro destino, como llevada al cielo por una mano invisible, tres metros por encima del travesaño. Los brasileños dicen que fue el gran Ayrton Senna. Pero lo único que queda es el dolor, con el que tienes que aprender a vivir”.

Afrontar la realidad no fue fácil. “Ese penal lo lancé luego, tantas veces. En los sueños, en el pasillo de la casa, hasta en la televisión y siempre marqué. Pero en los sueños, todo es diferente. La noche es una tortura, pero en la mañana estoy tranquilo. Voy al punto penal y antes de chutar, sé que marcaré. Cuando termina el sueño, despierto sonriente, como si hubiera anotado de verdad. Como si la carga se hubiera acabado. Pero es una ilusión. El peso se mantiene”.

Su paso por el Milan

En la temporada 1995-1996 pasó al Milan del poderoso político Silvio Berlusconi, club con el que anotó siete goles en 28 juegos y ganó el segundo título de liga de su carrera, ahora con Fabio Capello como dirigente. A pesar de su rendimiento, no fue convocado por Sacchi para la Eurocopa 96. De hecho, su presencia en la selección se fue reduciendo luego del Mundial.

“Cuando la Juve cambió de directiva, entendí que no estaba en sus planes. Elegí al Milan, porque fueron los que más me quisieron o los que me lo hicieron entender mejor. Me querían desde que estaba en la Fiorentina. Ahora estaba con Capello, ganando otro scudetto y con jugadores como Weah, Savicevic y Maldini”, dijo Baggio en su autobiografía.

En la zafra siguiente, anotó cinco dianas en 23 choques de la Serie A, pero se planteó nuevos horizontes. “Cuando Capello regresó a final de temporada, me dijo que no tenía más espacio para mí. Entonces fue momento de buscar otro equipo, porque faltaba un año para el Mundial. En esos años, gané todo lo que se podía ganar. Lo hice a mi modo. Trabajando duro”.

Baggio consideró que su firma con el equipo lombardo fue sencilla. “La Juve quería llevarme al Inter y yo dije, ‘no señor’. El Milan me había comprado moralmente en 1990, pero no se dio. Con Capello estuve bien al inicio, pero luego no. Cuando el juego se ponía bueno, me sacaba. Decía que era para cuidarme”, agregó.

La relación con el técnico se fue deteriorando sin freno. “Cuando se fue del Milan, parecía que quería arreglar cuentas con el equipo. Ya nadie lo soportaba en el vestuario. Una vez luego de ganar el scudetto, veníamos de regreso en un viaje de pretemporada y comenzó a decir cosas con doble sentido sobre mi talento. Decía que yo no aceptaba las sustituciones y que era mimado por la prensa”.

El 10 sintió que comenzaba a molestar y no quería ser un estorbo. “Entendí que era la hora de quitarles un problema. Me tenía que ir y me fui, aunque no me dolió como en el pasado. Había madurado. Solo quería conseguir un equipo en el que tuviera espacio”, explicó y recordó que con Berlusconi tuvo una mejor relación “porque además era diferente de Agnelli. Menos formal y más directo”.

Goleador en el Bologna

Su quinto uniforme lo vistió en la temporada 1997-1998, junto antes del Mundial. Luego de estar en los planes del Parma, se cayó la negociación. El Bologna lo había firmado y tuvo un rendimiento excelente, con 22 goles en 30 juegos. Fue la temporada en la que más goles firmó en su carrera, desde que anotó 21 para ganar el Balón de Oro. Sin embargo, no fue suficiente y el equipo terminó en el octavo lugar con 48 puntos.

Aquí también tuvo roces con el director técnico Renzo Ulivieri, quien lo dejó fuera de las convocatorias ante sus ex equipos Milan y Juventus. “El entrenador hace sus escogencias técnicas y pagué por eso, pero siempre pensé primero en el equipo”, explicó en Sfide.

“Ulivieri no me quería y lo dejó bien claro. Una vez no jugué por sanción y al regresar, la banda de capitán la tenía Marocchi. Me dijo que la semana que viene me la regresaba, pero nunca lo hizo. Más nunca fui capitán”, rememoró en su autobiografía.

Baggio anotó ocho goles en los últimos cinco partidos de la temporada, quedando en pleno estado de forma para el Mundial Francia 1998. Al final, se ganó la convocatoria del ahora director técnico Cesare Maldini. “Cuando me llamó para darme la noticia, pensé que era un chiste. Era una convocatoria de emergencia”.

La aventura de Francia 98

Su tercer Mundial fue el de Francia 1998, al que llegó peleando la titularidad con Del Piero, el ahora estelar jugador de la Juventus por el que la Vecchia Signora decidió apostar tres años antes en detrimento de Baggio.

“Me sentía parte del grupo, era feliz y confiaba en mí. Pero se hablaba de espacio limitado y de una rivalidad con Del Piero, que nunca existió”, dijo en su libro. El delantero disputó cuatro juegos y anotó dos goles, pero rara vez fue titular. Fue el primer jugador italiano en marcar en tres Copas del Mundo diferentes.

En el debut ante Chile el 11 de julio, dio una asistencia magistral a Christian Vieri y anotó el gol del empate a dos desde el punto penal. Otra vez, con el reto de los 12 pasos. “Pensé que si lo fallaba, me tendría que ir del país. En esos segundos, me pasó de todo por la cabeza”.

Baggio marcó con un remate bajo, a la derecha del portero. El otro tanto fue ante Austria. Italia quedó eliminada por tercer Mundial consecutivo en penales, ahora ante Francia. En la prórroga, falló el Gol de Oro con un remate cruzado espectacular, que salió fuera por poco.

“Cuando vi que falló Di Biagio desde el punto penal, me dieron ganas de llorar otra vez. Entendí que otra se había acabado y, de nuevo, de mala manera. Tenía un sabor de derrota muy amargo”.

El Dream Team del Inter

Luego del Mundial, volvió a cambiar de equipo. Ahora regresaba a Milán, para jugar con el Inter. Baggio se dio el lujo de estar en los tres grandes de Italia. Con el equipo nerazzurro, conformó una delantera de ensueño con Ronaldo e Iván Zamorano y luego con Álvaro Recoba. Estuvo dos temporadas y en todas las competiciones sumó 17 goles en 59 juegos.

“Fui al Inter, porque quería jugar la Champions y tenía 31 años”, recordó. En la primera contienda, estuvo a cargo de Luigi Simoni. El 26 de noviembre de 1998 se lució ante el Real Madrid en el Giuseppe Meazza, al anotar un doblete en la victoria de tres por uno y encaminar la clasificación a la segunda ronda.

En la segunda zafra tuvo problemas con el director técnico Lippi, quien estuvo al frente en la 1999-2000 y ya lo había dirigido en la Juve. En la primera vuelta, sólo jugó cuatro partidos y como suplente. “Jugaba el tiempo que me dejaban, pero tampoco es que tenía una varita mágica para entrar y cambiar los partidos. Nunca fui un jugador rompe grupos, ni que generara polémicas en el vestuario”, declaró en Sfide.

“Lippi me hizo al guerra, sin parar un minuto. Sin motivarme, sin lógica. No bastaban mis lesiones en la rodilla. Tenía que comer lo que él quería y si hacía un regate de más, se molestaba. Si un compañero me aplaudía, era peor. Algo nunca visto. Me vi reducido a los suplentes de los suplentes. Cada provocación suya, me fortalecía más. Me quiso destruir y no pudo”, describió en su autobiografía.

El 23 de mayo del 2000, el Inter debió jugar ante el Parma un partido de desempate, para dirimir el boleto a la Liga de Campeones. Ambas oncenas estaban igualadas en el cuarto lugar. Marcó un golazo de tiro libre en toda la escuadra superior izquierda y luego otro tanto más, ante el nobel portero Gianluigi Buffon.

Al final del encuentro, dijo a los micrófonos de la RAI. “Soy un profesional serio y lo demostré también este año, a pesar de todos los problemas que he tenido y sobre todo los que tuve con el entrenador”.

Era el enésimo capítulo de una polémica con un director técnico. Sin embargo, no se consideraba caprichoso o divo. “Nunca me comporté así. No, al menos, de forma consciente. Mi maldición es que tengo un sentimiento fuerte de justicia. Soy rebelde y eso no gusta. No me gustan las discriminaciones. Pero a la vez, soy una persona educada y controlada”, recordó en su libro.

El héroe del Brescia

Baggio no fue convocado por Dino Zoff para jugar la Eurocopa 2000, en la que Italia perdió la final ante Francia. Fue otra puñalada al corazón. Estuvo un tiempo sin contrato, a pesar de tener ofertas de Alemania, Inglaterra, España y Japón. Su prioridad era quedarse en Italia, cerca de la familia.

En el país de la bota, hubo intenciones por parte del Napoli, Udinese y Reggina. Para firmar con un club, quería contar con tres requisitos básicos. “Que el equipo jugara en la Serie A,  que estuviera cerca de mi casa y que me garantizaran la titularidad”.

Con esas condiciones, llegó  a un acuerdo con el Brescia, club con el que se retiró tras cuatro años. Jugó desde la temporada 2000-2001, hasta la 2003-2004. En total, estuvo en 101 partidos y anotó 46 goles en todas las competiciones.

El director técnico Carlo Mazzone lo recibió como a un hijo o mejor dicho, “como un hermano gemelo”, como lo describió, y el presidente del club Luigi Corioni hizo el esfuerzo para contratarlo. “Contratar a Baggio es un privilegio de pocos. Se dio la posibilidad de traerlo, a pesar de que su manager pretendía demasiado”, expresó el directivo a Sfide.

El contrato se firmó con una clausula curiosa. La estadía de Baggio en el Brescia, dependía al mismo tiempo de la de Mazzone. Si el técnico se iba, él también lo haría. “Es un jugador educado, profesional, puntual, generoso y es un ejemplo para todos. Si además me hace ganar, no puedo hablar mal de él”, expresó el técnico.

Durante su estancia en el Brescia, Baggio compartió con jugadores como Pep Guardiola y los jóvenes italianos Andrea Pirlo y Luca Toni, a la postre campeones del mundo en Alemania 2006.

Baggio dijo que Mazzone fue el mejor técnico que tuvo en su carrera. “Fue el que me hubiera gustado encontrar desde el comienzo. Sincero, no era hipócrita y no le gustaba el autoritarismo. Si el fútbol fuera dirigido por personas como él, fuera el mismo que soñé desde niño. Las estrellas no tuvieran miedo de manifestarse, los jóvenes no tuvieran prisa en madurar y los profesionales serían más honestos”, reflexionó en su libro.

Para entonces, buscaba su cuarto Mundial y tenía un entrenador en quién confiar. Tenía  la fe y la convicción de que quedarse en Italia era la decisión correcta. No se fue a Japón, porque quería seguir luchando por estar en la selección.

“En ese momento llamé a Trapattoni y le consulté si era bueno ir a Japón, porque tenía una oferta espectacular. Si no me hubiera dado esperanzas de ir al Mundial, aceptaba la oferta. Pero me dijo que me estaría siguiendo y que todo dependía de mi. Fue muy claro. Sabía que iba a ser difícil, pero había una posibilidad”, dijo en su autobiografía.

Pero su físico volvía a poner en duda su talento. El 23 de diciembre del 2000 se lesionó  en un juego ante el Lecce, tras cobrar un tiro libre y sufrir una lesión muscular.

El 24 de febrero del 2001 regresó al campo ante la Fiorentina en Florencia y marcó dos tantos que le dieron el empate a dos al Brescia. Uno fue un tiro libre que pegó en el travesaño y entró, dejando parado a Francesco Toldo.

El 1 de abril de 2001, anotó el golazo del empate a uno ante la Juventus en el Delle Alpi. Un pase en profundidad magistral del novato Pirlo, fue bajado de primera por Baggio con su pierna derecha, regateó al portero Edwin van der Sar y definió a puerta vacía.

“Fue un gol muy bello y un punto vital para nosotros. En especial, por cómo bajé el balón. Lo hice de primera y pude driblar al portero. Cuando comenzó la jugada, ya lo había pensado. Son decisiones que tienes que tomar rápido y todo salió. Casi nunca sale, pero cuando sucede, la satisfacción es triple. Si no lo intentas, sólo harás goles normales”, señaló en su libro.

Veinte días más tarde, también perforó las redes ante el Napoli, con un tiro libre, llevando adelante una remontada espectacular en la tabla. Salieron del descenso y terminaron en el séptimo puesto.

En la campaña 2001-2002 arrancó con ritmo demoledor, con ocho goles en ocho jornadas. El 30 de septiembre del 2001, anotó par de tantos en el segundo tiempo para darle el empate al Brescia en el derby frente a la Atalanta.

En la décima jornada, anotó ante el Piacenza, pero salió lesionado. Se recuperó y volvió a jugar el 28 de octubre, contra el Venezia. Baggio recibió una falta por detrás y se temió lo peor por su rodilla izquierda. Reingresó al campo y anotó un gol de penal en la segunda etapa. Minutos más tarde, se cayó sólo en el campo. La rodilla izquierda había sufrido una distorsión de primer grado, pero sin afectar a los ligamentos.

Al legar a casa, estuvo rezando seis horas. Estuvo tres meses fuera, a pesar de que al principio se hablaba de un par de semanas. Su recuperación fue en tiempo récord.  El 30 de enero ante el Parma en partido de semifinal de Copa Italia, se volvió a caer solo con fuertes dolores en la rodilla izquierda. “Durante media hora no la pude mover, porque era un dolor muy fuerte”, explicó. Esta vez sí se había roto los ligamentos cruzados. Se esperaba que debía estar fuera ocho meses, pero se recuperó en 76 días.

El 12 de febrero comenzó la rehabilitación, que realizó con el balón de la Copa del Mundo. Su deseo de jugar el Mundial 2002, con 35 años, lo mantenía motivado. El 21 de abril volvió una vez más a jugar, ahora ante la Fiorentina. Entró al minuto 71 y anotó par de tantos, para mantener la pelea por evitar el descenso.

Llegó el último juego de la temporada contra otro ex equipo, el Bologna. Fue el 5 de mayo de 2002. Baggio cobró un penal que le detuvo su compañero de selección en el Mundial del 94, Gianluca Pagliuca, pero le quedó el rebote y marcó el dos por cero. El Brescia ganó tres por cero y mantuvo la categoría, por segundo año seguido.

A pesar de la gran recuperación que tuvo, no pudo ir al Mundial. Trapattoni no lo convocó. No había espacio, porque el ataque estaba integrado por Vieri, Totti y Del Piero. “El técnico me llamó y me dijo que no me podía convocar, porque no me veía al 100%. Le dije que estaba bien, que todas las pruebas eran positivas y que todavía quedaba un mes para el Mundial. No pude convencerlo. Me dijo que ya tenía la convocatoria lista”, declaró a Sfide.

Baggio no vio los partidos de la selección, porque pasó sus vacaciones en Argentina. Casualmente, regresó a Italia el mismo día que el grupo regresó eliminado de Corea y Japón. En la 2002-2003 logró los 200 goles en Serie A y el 300 de su carrera, también de penal. Esa campaña terminó anotando 12 dianas y en la siguiente, también coleccionó una docena.

A pesar su estado de forma, Baggio también se quedó fuera de la Eurocopa 2004. Su retiro con la selección fue un partido amistoso ante España, jugado el 26 de abril de 2004 en el estadio Luigi Ferraris de Génova. Terminó uno a uno y jugó 87 minutos.

Su último partido en la Serie A fue el 16 de mayo ante el Milan en San Siro, que lo despidió con una ovación merecida y con Maldini como capitán. Así puso fin a una mágica trayectoria, que finalizó con 205 goles en Serie A y su dorsal 10 fue retirado en el Brescia. Un justo reconocimiento para un fuera de clase incomprendido en Italia.

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Alessandro Del Piero, el eterno capitán de la Vecchia Signora

Tony Cittadino (Mallorca).- Se escribe Alessandro Del Piero, pero se pronuncia Juventus. Así se puede resumir lo que significa el delantero italiano para el equipo de Torino. Un futbolista que estuvo en las buenas y en las malas, dejando una huella difícil de borrar y que servirá de ejemplo a generaciones.

Del Piero nació el 8 de noviembre de 1974 en Conegliano (Treviso) y tuvo como a uno de sus ídolos en el fútbol a Diego Armando Maradona. Su madre Bruna era ama de casa y su padre Gino era electricista. Su pasión por el fútbol le llevó a que su papá le acondicionara un pequeño lugar fuera de la casa.

“Mi padre era electricista y fuera de la casa había un espacio, donde colocó tres lámparas. De noche teníamos el campo iluminado y soñábamos con la Liga de Campeones. Es de los momentos más felices de mi vida”, dijo a la RAI en un documental.

Comenzó a jugar a los 8 años en el AC San Vendemiano y su madre le pidió a su primer entrenador, Umberto Prestia, que lo dejara como portero, para que no corriera y no se hiciera daño. ¡Menos mal que no le hizo caso! El muchacho se fajó como los buenos y años más tarde le tocó sustituir a Roberto Baggio, tomar su lugar en el campo, su dorsal 10 y escribir páginas doradas en la Juve y en la selección italiana.

Su primer equipo profesional fue el Padova, con el que debutó en la Serie B el 15 de mayo en la temporada 1991-1992. Tan sólo jugó cuatro partidos y no anotó. En la campaña siguiente, saltó al campo en 10 choques y marcó su único tanto.

El salto de calidad llegó el 28 de junio de 1993, cuando fue firmado por la Juventus, club con el que jugó 19 temporadas. Los contactos con el Milan no dieron frutos y el presidente de la Juve, Giampiero Boniperti, no dudo en firmarlo. Su primera temporada fue la 1993-1994 y usaba el dorsal 16. El 12 de septiembre de 1993 se estrenó como goleador ante la Reggiana, luego de entrar al minuto 74 en sustitución de Fabrizio Ravanelli.

Recibió un pase en profundidad y en el mano a mano, definió de zurda, cruzado al vertical izquierdo. Luego del gol, fue “bautizado” en la celebración por el equipo. “Todos mis compañeros celebraron conmigo y hacía mucho calor. En ese momento, Baggio tenía una bolsita con agua, que abrió y me la echó en la cabeza”, dijo Del Piero en declaraciones al programa Sfide de la RAI.

El 20 de marzo ante el Parma firmó su primer triplete, respondiendo a la confianza del director técnico Giovanni Trapattoni. En total, jugó 11 partidos en la liga y marcó con cinco goles. Al final de los entrenamientos, solía quedarse con Baggio practicando los tiros libres. Esas clases valieron la pena, porque los goles a balón parado fueron una de sus especialidades.

Se consolidó como jugador

En la contienda 1994-1995 llegó Marcello Lippi al banquillo, ganando mayor responsabilidad en el equipo. Ya usaba el dorsal 10. Ante la Fiorentina marcó uno de sus goles más emblemáticos, al recibir un centro desde la media cancha de espaldas al arco y en plena carrera, sin dejarla caer, remató de derecha, con un toque sutil, para darle la victoria a la Juve tres por dos. Así firmó la remontada luego de ir perdiendo dos por cero y enrumbar el título de liga.

Su crecimiento no paró y se estrenó como artillero en Europa, al anotar ante el Borussia Dortmund en la Liga de Campeones. Fue el 22 de noviembre de 1995, con una perla que terminó reafirmando su “Gol a la Del Piero”. Eran remates al arco con efecto y al segundo palo, al que no podían llegar los arqueros por más que se estiraran. Fue el primero de cinco goles consecutivos en esa fase de grupos de la Champions.

Poco a poco se fue convirtiendo en uno de los mejores jugadores que dio la generación de mediados de los 90, comparado constantemente con otros atacantes estelares como el brasileño Ronaldo y el español Raúl.

La temporada 1995-1996 fue la consagración como jugador. Baggio se había marchado al Milan y Alex no defraudó, al punto de ser una pieza clave en de la Liga de Campeones. En cuartos de final liquidó al Real Madrid con un gol de tiro libre y en la final se tituló para ganar su única Champions y la segunda del equipo.

“Todas estas cosas sucedían, hacían pensar que eran predestinado. Era fanático de buscar la victoria y mejorar. Todo lo veía como un reto”, explicó Del Piero en Sfide.

El éxito no paró y el 26 de noviembre de 1996 anotó el tanto del triunfo, para que la Juventus venciera a River Plate y se quedara con la Copa Intercontinental. Pinturicchio, apodado así por ex presidente del club de la Juve, Giovanni Agnelli, fue el mejor jugador del encuentro.

“Sabíamos que este logro era más prestigioso y hacerlo de esta manera, nos hace felices de corazón”, dijo Del Piero luego del encuentro a la RAI.

El año 1997 también comenzó con títulos, al derrotar al PSG en la Supercopa de Europa. La Juve ganó con global de 9-2 y Alex marcó en los dos encuentros. Con apenas 22 años, ya sumaba la liga italiana, la Liga de Campeones, la Copa Intercontinental y la Supercopa de Europa.

La Vecchia Signora jugó otras dos finales consecutivas en Europa. La de la campaña 1996-1997, que perdió ante el Borussia Dortmund tres por uno y en la que Del Piero marcó un golazo de taco y la de la zafra 1997-1998, por la mínima diferencia ante el Real Madrid.

“Más allá de la mala suerte u otra cosa, creo que es justo admitir que también fueron mejores que nosotros. Creo que podíamos hacer algo más”, expresó luego de la final ante los españoles a la RAI.

En esta última temporada europea, terminó como líder goleador de la Champions con 10 tantos. Cuatro de ellos se los endosó al Mónaco en la semifinal, siendo a su vez, tres en el partido de ida en Torino.

Aunque el equipo bianconero no se tituló en Europa, sí pudo hacerlo en casa, al lograr el segundo título consecutivo y el 25 de la historia.

Altos y bajos

Del Piero disputó con Italia su primer Mundial en Francia 1998, quedando eliminados en octavos de final ante Francia, a la postre el campeón. Luego comenzó la campaña 1998-1999 y, con ella, llegó la lesión más dura de su carrera. El 8 de noviembre, un día antes de su cumpleaños, sufrió ante el Udinese una fractura en la rodilla izquierda.

Corría el minuto 92, cuando entró al área a disputar un balón. Salió llorando del dolor en camilla y con las manos en la cabeza. Se operó en Estados Unidos y estuvo fuera de acción durante nueve meses. Su ausencia en el campo fue un desastre para la Juve, que a final de temporada llevó a Lippi a renunciar.

Su regreso fue en la contienda 1999-2000, luego de renovar con el club por cinco años y 10 millones de liras al año (antes ganaba 3,5 millones). “No sé si soy el mejor pagado, porque no es mi aspiración, pero creo que es adecuado al mercado actual. Mi primer deseo, luego de estos meses de inactividad forzada es de volver a jugar”, expresó a la RAI, luego de la rueda de prensa en la que se anunció el acuerdo.

Para entonces, en su retorno al fútbol encontró a Carlo Ancelotti como director técnico. Su primer juego fue el 4 de agosto de 1999, ante el Rostov de Rusia, en la semifinal de la extinta Copa Intertoto, que terminaron sumando a la vitrina de trofeos. Ingresó al minuto 55, sirvió una asistencia para gol de Filippo Inzaghi y luego anotó otro.

Se recuperó y jugó la Eurocopa 2000 con la selección italiana. En la fase de grupos marcó ante Suecia, pero perdió la final ante Francia dos por uno, con el famoso Gol de Oro de David Trezeguet. En ese juego, falló dos oportunidades claras de gol antes del pitazo final.

Otro duro momento llegó en la temporada 2000-2001, cuando falleció su papá. El 18 de febrero marcó un gol ante el Bari y se lo dedicó. “En ese momento, muchas personas pensaron que no volvería a ser el mismo jugador de antes, porque cuestionaban todo si hacía algo bien. Tuve momentos de altibajos, con mejores momentos de forma que otros”.

Lippi regresó a la Juve en la zafra 2001-2002 y con él, también volvieron los triunfos. “Cuando regresé, encontré al mismo Del Piero. Incluso, me conseguí con un jugador más fuerte después de la lesión”, dijo Lippi al programa Sfide.

En esta nueva etapa, Del Piero arrancó como capitán, distinción que tuvo hasta su retiro en 2012. En el primer juego, anotó un doblete en la victoria ante el Venecia de cuatro por cero. Su primer gol en la edición de la Champions 2001-2002 fue ante el Rosenborg, para el empate a uno en condición de visitante.

“La motivación feroz con la que Del Piero entrenó desde el primer día, me hacía pensar que con todas sus fuerzas quería volver a niveles excelentes, como los que mostró ante el Rosenborg”, dijo Lippi luego del encuentro a la RAI.

“No puedo limitarme personalmente por hacer un buen juego y anotar un gol en Europa después de tanto tiempo. Tenemos que mirar los objetivos importantes”, declaró Alex al mismo medio de comunicación.

Del Piero volvió a brillar el 5 de mayo de 2002, para darle el título 26 de la liga a la Juve y el cuarto para él. Anotó el segundo tanto en la victoria ante el Udinese. El triunfo, a su vez sumado a la derrota del Inter ante la Lazio, fue más especial. El equipo bianconero volvía a ganar el scudetto.

El delantero disputó en junio su segundo Mundial, también sin éxito. Marcó ante en México de cabeza en la fase de grupos, para darle el empate a Italia a un gol y así avanzar a octavos de final. En esa instancia, la Azzurra quedó eliminada en un partido polémico ante el anfitrión, Corea del Sur.

La campaña 2002-2003 comenzó con otro título. Anotó par de tantos, para ganar la Supercopa de Italia ante el Parma. Ante el Brescia, anotó su gol 100 en Serie A. El 26 de enero de 2003 anotó otro tanto para la galería ante el Piacenza, que dedicó a Gianni Agnelli, quien había fallecido dos días antes por cáncer de próstata.

“Pienso que nos dejó el que siempre me sorprendió. Tenía siempre una capacidad para hacerlo en cada situación”, declaró visiblemente triste antes del partido.

A finales de abril de 2003 ya se había colgado otra medalla de campeón de la liga italiana y el 14 de mayo, protagonizó una de las remontadas memorables de la Juve en la Champions. Anotó el segundo gol de la victoria de tres por uno ante el Real Madrid en el Delle Alpi, para avanzar a la final. Fue el partido que registró el récord de asistencia al estadio con 75 mil personas.

“Preparamos el partido como algo histórico, porque así tenía que ser. Enfrente teníamos al Real Madrid, con jugadores ganadores del Balón de Oro. Probablemente fue el partido más bello. El estadio estaba lleno y teníamos la convicción de ganar. Se sentía en el aire. Fue una noche mágica para todos”, recordó en Sfide.

La Juve volvió a caer en el partido decisivo. Esta vez ante el Milan de Maldini, en la primera final italiana de la historia. Empataron sin goles en 120 minutos y los rossoneros se impusieron en penales 3-2.

Los problemas con Capello

Fabio Capello llegó en la temporada 2004-2005 como director técnico a la Juve y fue un momento duro para Del Piero. Fue perdiendo minutos de juego y ya no era titular. La llegada al club del sueco Zlatan Ibrahimovic, le quitó espacio. La relación con el técnico no fue la mejor, aunque siempre respondió como suplente.

“No fue algo fácil para mí, porque nunca estuve acostumbrado a este tipo de situaciones. Pero siempre creí en mí, al igual que otras personas. Fui jugando 5 minutos como suplente, luego 15 y luego fui titular en algunos juegos. De ahí en adelante, fueron sucediendo cosas importantes para mí”, rememoró Del Piero a Sfide.

El 8 de mayo de 2005 realizó una chilena al límite del área por la banda izquierda, para asistir a Trezeguet, quien de cabeza anotó el gol para vencer al Milan en el juego directo que, al final, les dio el título. La dupla de ataque que hizo con el francés, fue de las mejores de Europa en su momento.

La situación con Capello no cambió en la temporada 2005-2006. Pinturicchio debió reinventarse una vez más y lo consiguió. El 10 de enero se convirtió en el goleador histórico del club, superando las 182 dianas de Boniperti. Anotó tres tantos ante la Fiorentina y llegó a 185, en la vuelta de los octavos de final de la Copa Italia en el Delle Alpi.

La campaña terminó con otro scudetto, que a la postre fue revocado junto con el del año anterior por el escándalo Calciopoli. Del Piero asistió al Mundial con Italia y se consagró campeón del mundo. En semifinales anotó en tiempo extra para sepultar a Alemania con el dos por cero y en la final, marcó uno de los penales para batir a Francia.

El infierno de la Serie B

La temporada 2006-2007 inició en la Serie B y en el Estadio Olímpico de Torino, pues el Delle Alpi se comenzaba a demoler para la construir el Juventus Stadium. Fue inédito que un campeón del mundo se quedara en el equipo al descender de categoría, al igual que sus compañeros Gianluigi Buffon y Mauro Camoranesi. Sin embargo, dos figuras más de envergadura y amor por la camiseta decidieron apostar por el renacimiento: Pavel Nedved y David Trezeguet.

Fue el momento de reafirmar la famosa frase escrita en una carta al equipo y a los fanáticos, en la que anunció su continuidad, cuando renovó su contrato en 2003 hasta 2008: “Un caballero nunca abandona a su señora”.

El 28 de octubre de 2006 ante el Frosinone marcó el gol 200 con la camiseta de la Juventus. “Estamos felices, porque es algo positivo a pesar de las dificultades que hemos conseguido hoy y en Trieste. Ganar también en partidos como estos es algo muy significativo”, señaló mítico 10 en declaraciones a la RAI.

El 20 de enero de 2007, sumó otra cifra importante. Ante el Bari disputó su juego 500 con el club, anotó un gol y dio dos asistencias para la victoria de cuatro por dos.

Ese trago amargo en la Serie B, le permitió sumar el título de goleador con 21 tantos y al año siguiente, en la Serie A, ser también el máximo artillero con 20 dianas. Es el primero en la historia del calcio en ganar la distinción en ambos torneos consecutivos tras subir de categoría.

Durante la celebración en el campo por retornar a la Serie A, agradeció a los fanáticos a los micrófonos de la RAI. “Hemos hecho un camino muy largo y agotador, pero cada uno de nosotros merece festejar y aplaudir a todas las personas que nos han seguido y nos han apoyado”.

El renacimiento

No fue fácil el regreso a la Serie A y a las competiciones internacionales. Sin embargo, Del Piero siempre dejó su huella. La campaña 2008-2009 fue brillante en Europa. Se estrenó en la fase de grupos de la Champions el 17 de septiembre, anotando un golazo de tiro libre desde la media cancha ante el Zenit, para darle la victoria a la Juve uno por cero.

Luego, el 21 de octubre, volvió a sentenciar al Real Madrid. Esta vez con un misil desde fuera del área en Torino. La Juve ganó ese juego dos por uno. En la vuelta, también perforó las redes. Fue el 5 de noviembre. Marcó los dos goles para vencer a los merengues, siendo el primer italiano en marcar un doblete en el Santiago Bernabéu, estadio del que salió ovacionado al ser sustituido por Paolo De Ceglie.

“Fue lo máximo, en un partido tan importante. Ganar, marcar dos goles y luego lo que sucedió con el público. Es lo más bello que le puede pasar a un jugador, porque es un reconocimiento sincero que supera todo. Esta noche estoy orgulloso y muy feliz. Agradezco a la gente de Madrid y recordaré esta noche por mucho tiempo”, dijo Del Piero al final del partido a los micrófonos de Sky Sports.

La despedida

La campaña 2010-2011 fue importante para implantar registros históricos y también en la que firmó la última renovación de contrato de un año y un millón de euros. El 30 de octubre de 2010 durante la victoria por 2-1 sobre el Milan en San Siro marcó su gol número 179, superando a Giampiero Boniperti como el goleador histórico de la Juventus en la Serie A.

El 5 de febrero de 2011 en la victoria por 3-1 sobre el Cagliari Calcio durante la vigésima cuarta jornada del campeonato, llegó a las 444 apariciones en la Serie A superando nuevamente a Boniperti y estableciendo así un nuevo récord.

Su última temporada con la Juve fue la 2011-2012, que inició con Antonio Conte como director técnico y con el estreno del Juventus Stadium. El 18 de octubre durante la asamblea de accionistas, el presidente Andrea Agnelli anunció que el contrato de Del Piero se vencía al final de la zafra y no sería renovado.

“Estaba en el acuerdo y lo había dicho Alessandro de primero. Hoy le damos un justo tributo al hombre y capitán que ha representado la historia de la Juventus”.

Fue titular en el primer juego en el nuevo estadio fue el 11 de septiembre de 2011, con victoria ante el Parma de cuatro por uno. Su primer gol lo marcó el 24 de enero de 2012, en el partido de cuartos de final de Copa Italia ante la Roma.

Fue un disparo al ángulo superior izquierdo desde la frontal del área, con el que volvió a hacer historia como el único jugador de la Juventus en marcar en cuatro estadios distintos del club: Estadio Comunale, Estadio Delle Alpi, Estadio Olímpico de Turín y Juventus Stadium.

Su magia volvió a verse el 25 de marzo marzo, cuando anotó su primer gol en la liga. También fue como local y esta vez la víctima fue el Inter de Milan. Perforó las redes para el 2-0, que desató la locura en Torino. El 11 de abril jugó su partido 700 y con un gol de tiro libre ante la Lazio, acercó más a la Juve al primer título después del escándalo de Calciopoli.

Su último encuentro con la Juve en la Serie A fue el 13 de mayo de 2012, cuando vencieron al Atalanta tres por uno y anotó el último tanto de su carrera y el 290 de por vida, siendo el máximo anotador del club. Fue un disparo desde fuera del área al minuto 28. El capitán fue sustituido en el minuto 57 por Simone Pepe y la ovación duró hasta el final del encuentro.

Del Piero, ahora con 37 años, recorrió el estadio a los costados de la cancha. El juego se seguía disputando, pero nadie lo veía. Pinturicchio era el centro de atención. La Juve se convirtió en el primer equipo en la historia en ganar de forma invicta la Serie A (23 victorias y 15 empates).

“El cariño demostrado por la gente, va más allá de lo que sucedió hoy. Nació hace 19 años y con el tiempo se consolidó con momentos únicos, en el bien y en el mal. Conocen todo lo que di. Pasión, sobretodo. Ganas de ganar y victorias. Hoy fue un bellísimo último partido de la temporada y no podía ser mejor para mí”, dijo Del Piero al final del partido a la RAI.

Semanas antes del juego del retiro, la directiva del equipo había pensado en la posibilidad de retirar el dorsal 10 en su honor, pero Pinturicchio pidió que no lo hicieran. “No quiero que se retire. Quiero que los niños sigan soñando vestir esa camiseta algún día. Espero que los que la usen, tengan una carrera tan fantástica como la mía”.

El último duelo en el calcio fue una semana más tarde. El 20 de mayo disputó la final de la Copa Italia en el estadio Olímpico de Roma. El Napoli se llevó el trofeo, con victoria de dos por cero.

Del Piero se convirtió en una bandera de su generación y con el equipo de su vida, al igual que Paolo Maldini en el Milan o Francesco Totti en la Roma. Un jugador que entró en la historia de la entidad bianconera para siempre y con el que dejó un palmarés exitoso: ocho campeonatos de Serie A (dos revocados), cuatro Supercopa de Italia, una Serie B, una Copa Intertoto, una Copa Italia, una Liga de Campeones, una Supercopa Europea y una Copa Intercontinental..

Los ídolos del fútbol que no ganaron el Mundial en su mejor año

Tony Cittadino (Mallorca).- Cada vez que se juega un Mundial de Fútbol, los mejores jugadores luchan por llevar a sus selecciones a alzar la copa. Solo una oncena puede hacerlo y no siempre gana el que tiene, al que pareciera, el mejor jugador del momento. De una muestra de ocho jugadores élite que ganaron el año anterior el Balón de Oro, el premio FIFA World Player o el mismo año la Liga de Campeones (antigua Copa de Europa), sólo Ronaldo pudo redimirse en 2002 tras su fracaso en 1998.

A continuación, repasamos la historia de cada uno de ellos.

Johan Cruyff, Alemania 1974

Considerado uno de los mejores jugadores del mundo, junto con Pelé y Maradona,  ganó el Balón de Oro en las ediciones de 1971, 1973 y 1974 y tras sumar trío de Copas de Europa con el Ajax en los torneos de 1970-1971, 1971-1972 y 1972-1973, se quedó a las puertas de la gloria con Holanda en Alemania 74, la selección recordada como la “Naranja Mecánica”.

Los holandeses cayeron en la final ante Alemania Federal, liderados por el defensa Franz Beckenbauer, quien también estaba en su mejor momento. Tiempo después del juego decisivo, el “Kaiser” comentó: “Cruyff era el mejor jugador, pero yo fui el campeón del mundo”.

Cruyff disputó su única Copa del Mundo en el 74, participando en siete juegos y anotando tres goles. Fue uno de los mayores protagonistas del Fútbol Total y fue condecorado como el Mejor Jugador del torneo. Luego se retiró y pasó al banquillo, siendo considerado como uno de los mejores entrenadores del mundo, al liderar, por ejemplo, al Barcelona que fue recordado como el Dream Team de Cruyff a comienzos de los 90.

Michel Platini, México 1986

El mítico 10 francés falló en España 1982 y México 1986. En este último torneo, Francia llegó a semifinales y fue superada por Alemania dos por cero. Platini venía de ganar el Balón de Oro en 1983, 1984 y 1985, todos con la Juventus.

Con los italianos también ganó la Recopa de Europa en 1984 y la Copa de Europa en 1985. Además venía de triunfar en la Eurocopa con Francia en 1984 y de ser líder goleador del calcio entre 1982-1983 y 1984-1985, con un total de 54 dianas.

El francés apenas anotó dos goles en seis partidos con los galos. Uno ante Italia en octavos de final y otro ante Brasil en cuartos de final. Cayeron en la semifinal ante Alemania Federal dos goles por cero, pero derrotaron a Bélgica cuatro por dos, para quedarse con el tercer lugar.

En ese Mundial terminó brillando Diego Armando Maradona, quien también tenía pergaminos de peso para besar la gloria con Argentina.

Marco van Basten, Italia 1990

El delantero fue otro de los magistrales jugadores que han pasado por Holanda sin poder levantar la Copa del Mundo. Sin embargo, dos años antes había ganado la Eurocopa de 1988, al vencer a la extinta Unión Soviética dos por cero, anotando uno de los tantos y finalizando como máximo goleador con cinco dianas.

Fue el Mejor Jugador de la FIFA y Balón de Oro en 1988 y 1989, tras liderar al mítico Milan que además se consagró campeón de la Copa de Europa en 1989 y 1990. Con los rossoneros, antes del Mundial, había logrado una liga y una Supercopa en 1988, además de una Supercopa y un Copa Intercontinental en 1989.

Con el club lombardo sumó entre todas las competiciones jugadas entre las campañas 1987-1988 y 1989-1990, un total de 65 goles en 196 juegos, con 18 asistencias.

La travesía de Holanda en el Mundial de Italia 90 finalizó en octavos de final, otra vez ante Alemania Federal. Esta vez, la derrota fue de dos goles por uno. Los teutones terminaron ganando el campeonato de la mano del capitán Lothar Matthäus y dirigidos por “El Káiser” Franz Beckenbauer.

Roberto Baggio, Estados Unidos 1994

Roberto Baggio llegó a Estados Unidos siendo Balón de Oro en 1993 con la Juventus y FIFA World Player el mismo año, pero el delantero, a pesar de ser la figura indiscutible de Italia y marcar cinco goles, no pudo consagrarse campeón y se le recuerda, injustamente, como el villano de los italianos al fallar un penal para que la Copa se fuera a Brasil.

“Il Codino”, ganó la Copa UEFA 1992-1993 con la Vecchia Signora y de la temporada 1990-1991 a la 1993-1994, marcó 102 en 171 juegos. En la campaña previa al Mundial, perforó 22 veces las redes en 41 choques en todas las competiciones.

Además se echó a la selección al hombro, al marcar dos goles ante Nigeria, uno ante España y otro par contra Bulgaria, para sellar el pase a la gran final. Sin embargo, en el partido decisivo ante la Brasil de Romario y Bebeto jugó lesionado y terminó errando el penal en el Rose Bowl de Los Ángeles. Así la canariña alcanzó el tetracampeonato.

Ronaldo, Francia 1998

Ronaldo se tituló con Brasil sin jugar en 1994, pero en Francia 1998, cuando estaba en el tope, no pudo alzar la copa. En 1996 fue medallista olímpico con la canariña, al colgarse el bronce, y fue Bota de Oro con 34 goles con el Barcelona. En esa misma campaña con los azulgranas, triunfó en la Copa del Rey, la Supercopa de España y la Recopa de Europa, con el gol de la victoria ante el PSG.

También fue campeón de la Copa América Bolivia 1997, al anotar cinco tantos, uno de ellos en la final para vencer a los locales tres por uno. Además levantó la Copa Confederaciones 1997, dejando balance de cuatro goles en cinco juegos. En la final anotó un hat-trick en la goleada ante Australia de seis por cero.

El segundo goleador en la historia de la Copa del Mundo con 15 dianas, pasó en 1997 al Inter de Milán y allí volvió a ganar el FIFA World Player y, además, sumó su primer Balón de Oro. Justo en la campaña previa al Mundial, sumó 34 goles y 5 asistencias en 47 juegos en todas las competiciones. Con los italianos, fue campeón de la Copa UEFA y marcó uno de los tres tantos para derrotar a la Lazio tres por cero.

En la final del Mundial ante Francia, de la cual mucho se ha especulado sobre ciertas anomalías, no rindió lo esperado y Brasil cayó 3-0 ante los galos de Didier Deschamps, Zinedine Zidane y compañía. En esa Copa del Mundo marcó cuatro tantos en siete partidos.

Sin embargo, el “Fenómeno” se recuperó de ese golpe y de las lesiones. Se sacó la espina en Corea Japón 2002, al ganar su segunda Copa del Mundo y quinta para Brasil. En la final, marcó los dos tantos en la victoria ante Alemania de dos por cero y fue el máximo anotador con ocho dianas.

Ronaldinho, Alemania 2006

Ronaldinho también llegó por las nubes al Mundial y con la misión de revalidar el título ganado con Brasil en 2002.

En 2005 se apoderó del Balón de Oro y, para entonces, era considerado el mejor del mundo. Tenía a su favor el ganar la Liga de Campeones 2005-2006 con el Barsa y el FIFA World Player en las ediciones 2004 y 2005. Fue la mejor versión de Dinho que se haya visto, pero se desvaneció.

Con los culés, también ganó dos ligas (2004-2005 y 2005-2006) y dos Supercopa de España (2005 y 2006). Desde la 2003-2004, hasta la 2005-2006, jugó 132 partidos, anotó 61 goles y dio 40 asistencias en todas las competiciones.

Con la “verdeamarela”, fue campeón sub17 y campeón del mundo en Corea y Japón. En ese torneo, marcó cuatro goles en seis partidos, uno de ellos el recordado golazo de tiro libre ante Inglaterra. Fue campeón de la Copa Confederaciones 2005, tras marcar cinco goles en cinco partidos, uno de ellos en la final ante Argentina, ganada cuatro por uno. En ese torneo, fue Balón de Oro y Bota de Oro.

En Alemania 2006, jugó cinco choques y no anotó goles. Su desempeño no fue suficiente y Francia arrolló a Brasil en cuartos de final con una clase de fútbol de Zidane, quien a la postre fue expulsado en la final e Italia alzó el cuarto título de su historia en Berlín.

Lionel Messi, Brasil 2014

Luego de su experiencia en Sudáfrica 2010, Mundial al que llegó con dos Balones de Oro a cuestas, el oro olímpico en 2008 y las seis copas con el Barcelona en 2009, el argentino estuvo más cerca de la gloria en la Copa del Mundo celebrada en Brasil, pero Argentina perdió la final ante Alemania un gol por cero en tiempo extra. Anotó cuatro goles en siete partidos y fue clave para que la albiceleste jugara la gran final, la primera para la selección desde 1990, casualmente, ante los teutones.

En la fase de grupos, anotó en el debut frente a Bosnia, le dio el gol de la victoria en tiempo extra para vencer a Irán uno por cero y le anotó otro par a Nigeria. Aunque en la segunda fase del torneo no perforó las redes, fue clave en el juego colectivo de la selección. Terminó siendo el Balón de Oro, premio que fue polémico y que él mismo recibió con amargura.

Por su parte, Cristiano Ronaldo llegaba siendo el ganador de las dos últimas ediciones del Balón de Oro y reciente ganador de la Liga de Campeones con el Real Madrid. Su participación en la Copa fue más corta que la de Messi, pues Portugal quedó eliminada en la fase de grupos de forma estrepitosa. Tan sólo anotó un gol en tres partidos, al marcarle a Ghana en el último duelo para darle la victoria de dos por uno a los lusitanos.

Cristiano Ronaldo, Rusia 2018

Cristiano llegó al Mundial sacando el pecho, tras ganar dos Balón de Oro en fila y tres Liga de Campeones al hilo con el Real Madrid. En cada una, fue decisivo. En la edición 2015-2016, anotó el último penal de la tanda, para que los merengues vencieran al Atlético de Madrid, luego de empatar a un gol en 120 minutos. Fue el máximo anotador del torneo, con 16 tantos en 12 choques.

En la edición 2016-2017, marcó dos de las cuatro dianas con las que derrotaron a la Juventus cuatro por uno. Terminó como el goleador del torneo, con 12 goles en 13 juegos. En tanto, en la edición 2017-2018 deleitó al mundo con un golazo de chilena ante la Juventus en cuartos de final. En ese duelo, marcó dos de los tres goles en la victoria española de tres por cero.

En la vuelta, anotó el tanto de la victoria con un penal en el tiempo de descuento. Finalizó con 15 goles, nuevamente como el mejor del torneo. Por si fuera poco, en 2016 había llevado a Portugal a ganar su primera Eurocopa, si bien salió lesionado en la final ante Francia.

El lusitano debutó por todo lo alto en el Mundial, al anotarle un hat-trick a España y luego marcó el tanto de la victoria por la mínima diferencia ante Marruecos. Portugal cayó en octavos de final ante Uruguay dos por uno y Cristiano terminó el torneo con cuatro goles en cuatro juegos.

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Dioner Navarro, el receptor que fue campocorto y llegó a las Grandes Ligas

Tony Cittadino (Mallorca).- Dioner Navarro es otro ejemplo de que la perseverancia da frutos. El receptor venezolano no se detuvo hasta llegar a las Grandes Ligas y ser regular, siendo además un jugador clave para que los Rays de Tampa Bay disputaran la Serie Mundial de 2008 ante los Filis de Filadelfia.

Navarro, que fue el único venezolano presente en el “Clásico de octubre” de ese año que su equipo perdió en cinco juegos, nació en Caracas el 9 de febrero de 1984 y fue el segundo de tres hermanos. Su padre Francisco y su madre Rosa, recibieron al equipo de TalCual en un apartamento en Caracas cerca del palacio de Miraflores en 2008 y recordaron con orgullo cómo fue el camino para que el pelotero lograra el sueño de llegar al Big Show.

Al entrar en la casa, reposaban en un mueble los periódicos del día que, en su gran mayoría, tenían en primera plana la foto de su hijo. Esa noche, Navarro estaría detrás del plato en el primer juego de la Serie Mundial con Tampa Bay, club con el que disputó cinco de las 13 campañas que ha disputado en las Grandes Ligas. “Fran, mira esta foto de Dioner”, decía la señora Rosa visiblemente emocionada a su esposo, quien con los ojos brillantes observaba el ejemplar.

“Y pensar que el año pasado cuando lo fui a visitar, me presentó al dueño del equipo y le dijo en tono jocoso que, a diferencia de otras temporadas, ese año si aparecía en todas las campañas publicitarias”, respondió Francisco.

Ambos coincidían en que “Navi”, como le dicen en Estados Unidos, nació con cualidades innatas para el beisbol. Comenzó a jugar a los cuatro años en el equipo Aguiluchos de los Criollitos de Venezuela y fue el campocorto por casi siete años.

La señora Rosa contó que de niño jugaba con sus hermanos (Dewis, quien participaba en el beisbol en España y Darrel) en el patio del edificio o en ocasiones en la sala de la casa, donde rodaban los muebles y se imaginaban en un campo de juego.

“Cuando me escuchaban llegar arreglaban todo, pero siempre los descubría.”, dijo entre risas su madre, quien en ocasiones los alcahueteaba y en algunos partidos fungía como umpire. Además recordó que con Dioner había que pelear para que descansara, pues siempre le gustaba jugar o entrenar, tanto así, que en las noches bajaba y subía las escaleras de su edificio de 10 pisos hasta por tres veces.

En su cuarto tenía instalado una barra, en la que realizaba ejercicios. Antes de cada partido, dormía con el uniforme puesto y a la hora de levantarse no había que ir a despertarlo, pues ya estaba listo para salir a jugar.

Aunque de niño fue  fanático de los Navegantes del Magallanes, igual que su madre, sus primeros ídolos fueron Andrés Galarraga y Omar Vizquel, ambos brillantes jugadores del “Eterno Rival, los Leones del Caracas.

Por el campocorto siempre sintió más admiración y fue una motivación. “Una vez le entregaron un premio y Vizquel estaba en el acto. Cuando llamaron a Dioner no se podía parar de la emoción. Estaba estático, porque Omar era quien le daba el premio. Al final el pelotero bajó y le dio su reconocimiento. Luego se tomó una foto con él”, dijo su padre.

Sueño cumplido

Dioner se marchó a Estados Unidos con 15 años,  para estudiar en un instituto en la ciudad de Houston, donde a la vez pudiera jugar y ser visto por alguna organización de las Grandes Ligas. Allí cambió su posición en el diamante, porque le vieron mayores cualidades para ser receptor y no campocorto.

Su padre comentó que para entonces había salido al mercado un bate que le gustaba mucho a Dioner y que vendían cerca del hotel donde se estaban quedando. “Tanto hizo hasta que se lo tuve que comprar, pero en la primera práctica de bateo y al primer pitcheo se lo rompieron. Dioner se molestó muchísimo y dijo ¡no bateo más! Eso lejos de ahuyentar a los scouts, les gustó, pues tenía carácter. En ese show, sacó casi 14 de 18 bolas. Hasta partió el vidrio de una casa”.

Recién llegado a Estados Unidos, fue firmado al profesional por los scouts de los Yanquis de Nueva York, Carlos Ríos y Héctor Rincones. Fueron pasando los años y con ellos fue madurando. A los 20 ya se había casado con su esposa Sherley y continuaba trabajando fuerte para subir a las mayores. Al final, tanto esfuerzo se vio recompensado al debutar con el equipo del Bronx el 7 de septiembre de 2004.

Su padre comentó que así se cumplió uno de los sueños de su hijo. “Ese día estaba en el bullpen calentando a un pitcher y al llegar al dogout, Joe Torre le dijo que se preparara, que iba a entrar en el próximo inning. Fue tanta la emoción que no sabía qué hacer. Hasta agarró un guante que no era suyo”, dijo entre risas.

Con el conjunto de Nueva York apenas pudo disputar cinco juegos. En 2005 fue cambiado a los Diamondbacks de Arizona y en cuestión de minutos culminó en los Dodgers de Los Ángeles, divisa con la cuál jugó hasta 2006 antes de pasar en plena temporada a Tampa Bay. En esta ciudad había fijado residencia unos años antes.

Dioner, quien es amante de las arepas con carne mechada y queso, los perros calientes y las hamburguesas, comenzó con los Rays una nueva etapa en su carrera. Según el señor Francisco, el manager Joe Maddon le tiene mucha estima, ya que además de considerarlo muy buena persona, el receptor fue una de las bujías del club durante toda la temporada. Uno de los premios a su constancia, fue participar en su único Juego de Estrellas en 2008 y en esa campaña dejó promedio de .295 (427-126),  con siete jonrones, 53 carreras impulsadas y 43 anotadas.

Tampa Bay ganó la División Este de la Liga Americana con marca de 97-65, dos juegos por encima de los Medias Rojas de Boston. En la Serie de División, vencieron a los Medias Blancas de Chicago en cuatro juegos y se llevaron el banderín del nuevo circuito, al superar a los patirrojos en siete juegos. Navarro fue clave para manejar a una rotación integrada por Scott Kazmir, James Shields, Matt Garza, Andy Sonnastine y Edwin Jackson.

Una vez establecido en el club, la relación con los fanáticos de Tampa Bay fue extraordinaria. Su padre recordó un juego en Tropicana Field en el que el equipo estaba perdiendo en la novena entrada y Dioner estaba en la banca, pero todo el estadio comenzó a corear su apellido. “Eso fue muy emocionante. No hay palabras para describirlo. Ver que toda esa gente quiere y apoya a mi hijo…mira cómo se me ponen los pelos de punta”, recordó emocionado.

Una vez la familia Navarro iba saliendo del estadio Tropicana Field y había un niño con una bandera de Venezuela y una barajita de Dioner. Cuando se detuvieron para darle un autógrafo, los fanáticos reconocieron a “Navi” y se agolparon frente al carro.

“Había mucha gente pidiéndole autógrafos. Yo me bajé buscando al niño porque era pequeño y no se veía. Al conseguirlo lo metí dentro del carro y Dioner lo abrazó y le firmó su barajita. La sorpresa fue que al sacarlo su padre no sabía cómo agradecer, pues son de Barquisimeto, están en el norte desde hace 15 años y el niño es fanático de mi hijo”, sentenció su padre.

Navarro jugó en las Grandes Ligas hasta el 2016 y su último equipo fueron los Azulejos de Toronto, siendo su séptimo uniforme luego de vestir el de Yankees de Nueva York, Dodgers de Los Ángeles, Rays de Tampa Bay, Rojos de Cincinnati, Cachorros de Chicago y Medias Blancas de Chicago.

En total, disputó 1.009 juegos y tomó 3.207 turnos al bate. Conectó 802 hits y su promedio fue de .250, con 77 jonrones, 367 carreras impulsadas y 322 anotadas.

Foto: Getty Images.

Miguel Cabrera, el niño maravilla de Maracay

Tony Cittadino (Mallorca).- Quizás José Miguel Cabrera Torres nunca se imaginó en su infancia que sería uno de los mejores referentes ofensivos en el beisbol de las Grandes Ligas. Tampoco que a su corta edad, estaría perfilado a romper todas las marcas de poderosos peloteros venezolanos en las mayores.

Su habilidad con el bate y su versatilidad con el guante, lo convirtieron en una valiosa pieza del beisbol mundial, pero para llegar a ello tuvo que atravesar un largo camino de sacrificios, como seguramente miles de niños lo han hecho y que, ahora, lo tienen como modelo de superación.

En un trabajo publicado por TalCual en el año 2003 bajo la firma de Pedro Pablo Peñaloza, se descubre al pelotero como ser humano. Ese muchacho que como cualquier otro creció en la pobreza y jugando beisbol en un estadio de la comunidad. Como inspiración siempre tuvo a su madre Gregoria, quien jugó softbol como campocorto durante 14 años con el equipo femenino de Venezuela y a su padre Miguel.

El slugger nació el 18 de abril de 1983 en el Hospital Central de Maracay y su infancia transcurrió entre un bate y una pelota en el barrio La Pedrera. Detrás de la casa de su abuela Berta, había un estadio en el que muchas veces entró saltando la pared y donde hizo emocionar a cada scout que lo visitó.

Tenía la capacidad de poner la pelota donde quería. De niño fue fanático de los Leones del Caracas y a los cuatro años, ya había ingresado a la escuela de beisbol David Torres, jugando su primer partido como segunda base.

Sin embargo, Cabrera se asustó cuando vio que a un compañero le pegaron un pelotazo cuando fue a tomar su turno al bate, motivo por el cual se alejó del juego de pelota y lloraba cada vez que debía ir a las prácticas. Un año más tarde superó el miedo y volvió a los campos, donde se mantuvo en pre junior dentro de la liga Mario Briceño Iragorry.

Luego vio acción con el equipo Fanametal en Cagua y con el Tigritos, club que fue dirigido por el scout de los Rojos de Cincinnati, Félix Delgado. El talento de “Miguelito” hizo pensar en algún momento a sus familiares que los podría ayudar a salir de la situación crítica en que vivían.

Su padre trabajaba en un taller de latonería y pintura y su madre era ama de casa y ayudaba en las cuestiones de negocios familiares. La señora Gregoria indicó: “Su crianza fue un poco dura, con humildad. No exigía nada, porque comprendía la situación que atravesábamos”. En su infancia acostumbraba a jugar básquet, futbolito y junto con sus primos le gustaba visitar parques, disfrutar en las parrillas y bañarse en la playa.

Vecinos de la zona agregaron que era un buen bailador de merengue, juguetón, callado y modesto. Además sus padres lo acompañaban todos los fines de semana a los juegos de pelota. Contó con buena educación y no solía estar en la calle pasadas las nueve de la noche.

Sin embargo, las veces que lo hacía o estaba en el estadio o en una plaza jugando. Cabrera decidió tomar el camino de pelotero profesional a los 13 años. Al salir a la una de la tarde del Liceo Andrés Bello (donde luego se graduó) iba a su casa, almorzaba y luego practicaba beisbol hasta las seis de la tarde.

Ese transitar no fue fácil. Para cuidarle el brazo, su padre le prohibió jugar voleibol en el liceo, aunque él practicaba a escondidas. Era tan bueno, que hasta le habían pedido que integrara la selección nacional juvenil.

La llegada al Big Show

Poco a poco fue creciendo como pelotero y los diversos logros lo llevaron a jugar un torneo en 1997 en Estados Unidos. En ese evento se destacó, al punto de quedar campeón en los departamentos de average, jonrones, campocorto, slugger e infielder.

El talento de Cabrera fue tan notorio, que a diario los scouts visitaban La Pedrera para firmarlo. Su madre comentó que hubo noches en que no dormían estudiando las ofertas de las diversas organizaciones del beisbol del norte, pues a pesar de pensar en el dinero, siempre tuvieron más en cuenta su desarrollo como pelotero.

Sin embargo se decidieron y el 2 de julio de 1999 firmó un contrato con los Marlins de Florida (hoy Marlins de Miami) por un bono de 1 millón 800 mil dólares. Al día siguiente de la negociación, los periodistas arribaron a La Pedrera para entrevistarlo y Cabrera los recibió en shorts, descalzo y sumergido en una montaña de arena, junto al palo de almendrón del patio de la casa de la abuela.

De ahí en adelante, ha escrito muchísimas páginas de oro en su exitosa carrera. Por ejemplo, con los Marlins fue campeón de la Serie Mundial en 2003 y fue a cuatro Juegos de Estrellas (2004, 2005, 2006 y 2007) y ganó dos Bate de Plata (2005 y 2006).

Su número 24 lo ha hecho tanto o más famoso que el pelotero que le sirvió de inspiración para tomar ese dígito: el dominicano Manny Ramírez, a pesar de que es reconocida su admiración por “El Rey” David Concepción.

En el año 2008, firmó un súper contrato con los Tigres de Detroit, organización con la que ha vivido sus mejores campañas en las mayores. Luego firmó una extensión de contrato por ocho años y 153,3 millones de dólares, cifra que lo convirtió en el pelotero mejor pagado en la historia de los Tigres, en el venezolano mejor pagado en las mayores y el cuarto jugador con un contrato tan jugoso en las Grandes Ligas.

Su transitar con los felinos le llevó en 2012 a ganar la Triple Corona, al liderar los departamentos ofensivos de promedio (.330), jonrones (44) y carreras impulsadas. Fue el primer jugador en las Grandes Ligas, al lograr la hazaña desde que Carl Yastrzemski lo hizo con los Medias Rojas de Boston en 1967.

De igual forma, logró dos títulos de bateo más. Uno en 2011 (.344) y el otro en 2013 (.348).

Además en 2012 fue electo como Jugador Más Valioso de la Liga Americana y repitió el galardón en 2013. También estuvo en siete juegos de Estrellas con el nuevo circuito (2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015 y 2016) y se llevó cinco Bate de Plata con los felinos (2010, 2012, 2013, 2015 y 2016).

Aunque los tiempos han cambiado y las lesiones han mermado su rendimiento, Cabrera todavía se mantiene en la élite del beisbol, logrando hazañas y números que le allanen el camino a su futura elección al Salón de la Fama de Cooperstown.

Nota: Este trabajo fue publicado en el diario TalCual en la edición especial del año 2007..

Johan Santana, el orgullo de Tovar

Tony Cittadino (Mallorca).- Johan Santana es uno de los mejores lanzadores venezolanos que han pasado por las Grandes Ligas. Vivió sus mejores momentos con los Mellizos de Minnesota, al ganar dos premios Cy Young de la Liga Americana y con los Mets de Nueva York lanzó el primer No hit No run en la historia de la franquicia. Todo esto luego de un inicio humilde, en su terruño del estado Mérida.

“El Gocho” nació el 13 de marzo de 1979 en Tovar y a pesar de los éxitos cosechados, tuvo que trabajar muy duro desde pequeño para poder disfrutar de sus logros. Desciende de una familia muy humilde y en su infancia vendió pan con su padre (Jesús), su hermano (Franklin) y su tío (Luis) en una camioneta ranchera.

Sus estudios los realizó en el colegio Amanías Avendaño y sus inicios en la pelota se remontan a finales de la década de los 80, cuando vistió la camisa de los Chiquilines y en pre-junior la de los Corozos, teniendo como su primer entrenador a Alfredo Rubio y más tarde a Luis Morales.

Aunque Santana es reconocido como un gran lanzador, se desempeñó en las ligas infantiles como jardinero central y primera base. Llegó a utilizar lentes. Según su amigo de infancia Edwin Monsalve, siempre tuvo cualidades para jugar beisbol, al punto que en cada torneo donde participó iban los scouts a echarle un vistazo.

“Desde pequeños jugamos en el mismo equipo, fuimos a disputar torneos estadales y nacionales. Era bueno, muy bueno. Era el primer bate del equipo, siempre se destacó. También jugo básquet voleibol, aunque no a nivel profesional”.

Uno de los momentos más duros en su infancia fue cuando debía salir de viaje con el equipo debido al aspecto económico, pero siempre supo superar las adversidades. Otro de los tovareños que lo vio crecer fue Francisco Rodríguez. “Su padre fue compañero de trabajo en Cadafe. Recuerdo que salía escondido de su casa para ir a jugar y se bañaba en el río Mocotíes”.

Entre sus principales cualidades, destacaba un brazo respetado y la habilidad para conectar la bola. “Una vez jugaron contra un equipo de Caracas y un muchacho bateó y pegó la bola de la pared, pero Santana lo sacó out en tercera con tremendo disparo”, afirmó emocionado Rodríguez. En 1999 fue nombrado como el Atleta del Año en Tovar.

Como profesional disputó su primer compromiso el 15 de octubre de 1998 con los Navegantes del Magallanes ante los Caribes de Oriente y lanzó un tercio de inning. Al final de la campaña salió invicto en 14 juegos (seis iniciados) con cinco victorias  y  2.30 de efectividad en 43 entradas lanzadas.

Su última temporada completa en la LVBP fue la 2001-2002, en la que quedó campeón con los turcos. Luego reapareció en la pelota venezolana durante el round robin de la campaña 2014-2015. Apenas lanzó dos innings completos ante los Tigres de Aragua. Lanzó dos innings completos, sin permitir libertades. Realizó 17 envíos.

En las Grandes Ligas debutó el 3 de abril del 2000 con los Mellizos de Minnesota, siendo el criollo 118 en las mayores. Su mejor temporada la vivió en 2004 al ganar 20 de sus 34 presentaciones, lo que entre otras cosas le valió el Cy Young, convirtiéndose en el primer lanzador venezolano en lograrlo. Dos años más tarde repitió la hazaña.

El zurdo es un motivo de orgullo para los habitantes de Tovar. Monsalve lo observaba por televisión y representaba una alegría y una emoción indescriptible. “Siento mucho orgullo al ver a un tovareño montado en la lomita. No tengo palabras para explicarlo. Es ver a ese jugador que desde pequeño creció, jugó y compartió contigo”.

Agregó que cuando visita su pueblo, sus compañeros no lo tratan como una estrella, sino como el Santana a quien siempre han querido y no lo admiran por lo que vale, sino por lo que es.

“El pueblo lo quiere por su constancia, por ser consecuente. Gracias a Dios tenemos una amistad muy linda, que a pesar de la distancia y de las circunstancias no se ha separado. Cuando lo vemos lanzando en televisión es otra cosa. Todos nos reunimos en su casa para ver los juegos y para apoyarlo”, explicó Rodríguez.

Recordó que cuando culminaba el partido en Grandes Ligas, se iba a su casa y llamaba a sus seres queridos. “Es tremendo amigo, siempre piensa en nosotros y en su familia. Nos dice cómo están, muchachos, qué les pareció el juego”. Ellos le responden que bien y dependiendo del caso le dan consejos, pero a veces llegaba tan “molido” que ni llamaba.

Además Monsalve dijo con mucho orgullo y felicidad que cada vez que Johan lanzaba, Tovar se paralizaba y no había nadie en la calle. “Todos están o en sus casas o en los bares viendo el juego. Es más, justo antes de que empiece el partido no hay nadie en la calle. Nosotros siempre nos vamos a su casa”. Acotó que cuando logró su primer Cy Young la celebración de la gente fue a más no poder. “La alegría de la gente no era normal. Para donde fueras había alguien celebrando, contento”.

Nota: Este trabajo fue publicado en el Diario TalCual en la edición especial del año 2007..