La Champions definió los cruces de los octavos de final

ESPN.- Este lunes se  dieron a conocer los enfrentamientos de los Octavos de Final de la UEFA Champions League, en donde destaca el enfrentamiento entre el Barcelona y el Paris Saint-Germain.

El equipo de Lionel Messi se medirá de nueva cuenta después de tres años en la fase de Octavos de Final ante el conjunto de Neymar Jr. en una fase final por el torneo más prestigioso de Europa.

Con este enfrentamiento será la quinta ocasión en la que catalanes y franceses se midan en la fase final de la UEFA Champions League, en donde el conjunto Culé cuenta con un saldo favorable al vencer en tres ocasiones al equipo parisino.

El primer enfrentamiento entre ambos se dio en la temporada 1994-1995 en la fase de los Cuartos de Final, misma que será recordada como la única ocasión en la que el PSG logró vencer al Barcelona, luego de imponerse 3-2 en el marcador global.


Posteriormente en 2012-2013 en la fase de los Cuartos de Final, ambos equipos igualaron en el marcador global al finalizar la serie con un 3-3 que le brindó el pase a la siguiente ronda al Barcelona por la diferencia en el gol de visitante.

Nuevamente en 2014-2015 y en la búsqueda por un boleto a la semifinal, Barcelona se impuso ante el conjunto francés, luego de golear 5-1 en el marcador global.

El último enfrentamiento entre ambos clubes se dio en la temporada 2016-2017, en la que será recordada como una de las mejores series en la historia del certamen europeo, donde tras venir abajo 4-0 en el juego de ida, Barcelona venció 6-1 al PSG en la cancha del Camp Nou, en una noche memorable para la afición Culé.

Los partidos de ida están programados para el 16/17 y 23/24 de febrero del 2021, mientras que la vuelta se disputará el 9/10/ y 16/17 de marzo del próximo año.

Por su parte la Juventus de Cristiano Ronaldo se enfrentará al Porto del mexicano, ‘Tecatito’ Corona, mientras que el RB Leipzig se enfrentará al Liverpool de Jürgen Klopp.


El actual campeón del certamen, Bayern Munich, se medirá ante la Lazio, mientras que el Chelsea se enfrentará ante el Atlético de Madrid, del mexicano Héctor Herrera.

Sevilla FC y Borussia Dortmund completan los duelos de Octavos de Final.

Foto: UEFA

Real Madrid venció al Mönchengladbach y se instaló en octavos de final

ESPN.- El Real Madrid certificó en el Alfredo di Stéfano frente al Borussia Mönchengladbach (2-0) su presencia en los octavos de final de la Liga de Campeones, como primero de grupo, en una ‘final’ que venció con tranquilidad gracias a un doblete del francés Karim Benzema con sendos tantos de cabeza en los minutos 8 y 32.

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Los hombres del galo Zinedine Zidane llevaron la iniciativa desde el comienzo, inauguraron el marcador pronto y vivieron con tranquilidad. Dos goles en jugadas calcadas. Primero el español Lucas Vázquez y luego el brasileño Rodrygo Goes pusieron centros medidos a Benzema para que este superara al suizo Yan Sommer a placer. En el minuto 43, el colegiado anuló un gol al croata Luka Modric por fuera de juego previo del francés Raphael Varane.


El Mönchengladbach no pudo ejecutar como le gustaría su plan de aprovechar los espacios a la espalda de la defensa madridista y estuvo sometido al dominio de estos que, a pesar del intento de reacción en la segunda mitad, quedó en nada.

Foto: Cortesía

El Shakhtar Donetsk da un golpe mortal al Real Madrid

ABC.- Un fantasma recorre Europa. Es blanco y bascula entre el ataque y la defensa como un espectro reumático a un tris del gorigori. El Madrid ya no depende de sí mismo (casi que mejor, dirán los que le ven jugar), tras caer dos goles por cero ante el Shakhtar Donetsk.

Todas las alineaciones de Zidane plantean su interrogante, algo en lo que pensar los primeros minutos. ¿Por qué no jugaba en Ucrania Casemiro? Estaba apercibido, pero el partido era eso que se dice una final. Así la tomó el equipo, con una gran actitud. Presión, iniciativa y algo muy refrescante: el riesgo personal en las bandas. «Skin in the game». Primero fue Rodrygo, que hizo alguna buena jugada por la derecha, y luego, con los minutos, un concienciado Asensio, que se salió de su fútbol comodón, burocrático y nini.

Suyas fueron las ocasiones del Madrid en la primera parte: un palo en el minuto 4 y otro tiro después, en el 30, tras una buena combinación con Odegaard, con el que se vislumbró el principio de una inteligencia. El mutuo entendimiento entre esas dos estilosas zurdas hizo recordar el brillo de otros tiempos. Fue, en todo caso, una cosa muy fugaz.

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De todos modos, la pujanza del Madrid decayó un poquito con los minutos. No llegó el Shakhtar a molestar, fragilizado aún más por la presión del Madrid, pero en el minuto 13 hubo un error blanco en defensa, esa rifa de todos los partidos, en un mal pase de Nacho a Varane que acabó en amarilla anaranjada y en la lesión, por el lance, de Moreas, que se tuvo que retirar.


Varane estuvo muy ardoroso y luego le dio un tantarantán casi invalidante al suplente, Dentinho. (Otra estampa para pensar los derroteros que toma el mundo: un montón de brasileños corriendo tras la pelota bajo la aguanieve ucraniana)

El Madrid estuvo atento, mostró una actitud digna, y controló los conatos de contragolpe del Shakhtar. Le faltaba, sin embargo, el peligro arriba, pues juega al ritmo y tiene por límite la particular y un poco caprichosa excelencia de Benzema; Odegaard siguió tímido en ese puesto suyo de la mediapunta y la mayor agresividad y, diríamos, honestidad atacante de los extremos no hizo olvidar a Vinicius, que languidece de espectador, entristecido ya, en las gradas vacías del coronavirus. Ese jugador que animaba el cotarro ha sido puesto en su sitio por el mismo cotarro. Zidane prefire el academicismo fino de Rodrygo o Asensio a su fútbol torrencial pero por desbastar.

Del descanso volvió un Shakhtar más convencido. Courtois se estrenó en el minuto 52 y la fluidez del Madrid se fue haciendo tartamuda. El gol parecía una proeza y era más fácil esperar su error, ya apuntado en la primera parte. Así sucedió. En el 56 hubo un fallo orgánico en la defensa del Madrid, una estupefacción de varios, y Dentinho aprovechó para marcar. La defensa del Madrid se abre como si le echaran un toro en lugar de una pelota.

El Madrid buscaba hacer acopio de agresividad para empezar su fútbol, pero le cuesta. No es una máquina, no es un mecanismo, funciona por arranques, es decir, late o respira como un organismo inconstante, y esos arranques le cuestan cada vez más esfuerzo. Hay un cansancio mental al que luego maquilla el cansancio físico. Pero es falta de ideas lo que se percibe. Es un equipo deslavazado, poco cosido, y sin espíritu. Incapaz de estar concentrado mucho tiempo, como nosotros ante el móvil.

Como suele ser habitual, el entrenador rival, Luis Castro, hizo cambios antes que Zidane, que respondió con el triple cambio, su «limón, cereza, naranja» en la tragaperras táctica: Isco, Mariano y Vinicius.


El equipo quiso mejorar con ellos. Vinicius es un rayo de sol, un poco de vitamina D. No será Garrincha, pero aporta la serotonina necesaria para levantarte de la cama y saber dónde está la portería.

Pero el horror estaba atrás. Avenidas Zidane. Solomon, fresquito, se recorrió todo el frente del ataque y batió a Courtois ante el peor balance defensivo de Europa occidental. Al Madrid le baila ahora mismo cualquier asociación de veteranos que cuide un poco el colesterol. No respondió, no creó peligro. No estaba Odiseo (Ramos) para la épica, así que ni eso. Se le complica Europa al Madrid. Se le acaba una excusa de la que se ha abusado demasiado tiempo.

Foto: Getty

Real Madrid pinchó en Valdebebas ante el Alavés

Carlos Colón (Caracas).- El Real Madrid de Zinedine Zidane aún no consigue la estabilidad en su juego, y esta vez cayó como local dos goles por uno ante un Deportivo Alavés que mostró solidez defensiva y aprovechó los errores del equipo blanco.

El Madrid comenzó el juego de manera desastrosa desde el minuto uno, donde luego de una mano muy dudosa de Nacho que fue revisada por el VAR, concedió un penal que luego Lucas Pérez cambió por gol desde los once pasos.

A partir de allí el conjunto blanco empezó a atacar más, sin embargo sin muchas ideas ni certeza, y un arbitraje dudoso, se hizo cuesta arriba la remontada del conjunto merengue, quienes después de una jugada de posible penal, perdieron al llamado a ser su máxima estrella, el belga Eden Hazard, quien salió lesionado a los 28 minutos del primer tiempo por Rodrygo.

El final del primer tiempo también tuvo una jugada bastante polémica, donde Victor Laguardia le hace un claro jalón de pelo a Marcelo dentro del área, jugada donde el VAR no intervino y pudo haber significado un penal para el Madrid antes de irse al vestuario.


El inicio del segundo tiempo siguió la tónica del primero, con un Madrid sumergido al ataque y que temprano se descuidaría atrás con un pase erróneo de Thibaut Courtois que dejó en los pies de Joselu, quien metió el segundo del conjunto albiazul a los 49 minutos.

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El descuento de los dirigidos por Zinedine Zidane no llegaría hasta los 86 minutos, donde después del remate de un córner por parte de Vinicius Jr, Casemiro aprovechó un rebote para descontar y darle vida al Madrid en busca de la remontada.

Los últimos minutos no fueron más que un asedio constante de los merengues, pero que aún sin ideas no provocarían peligro al arco de Pacheco hasta la última jugada del partido donde Isco Alarcón estrelló el balón en el poste justo antes del silbatazo final del encuentro.

Con este resultado, el Madrid queda a seis puntos del Atlético de Madrid y Real Sociedad, a la espera del juego de mañana entre el conjunto vasco y el Villarreal.

Foto: AS

El Real Madrid conquista San Siro con solidez

Carlos Colón (Caracas).- El Real Madrid deja al Inter colgando de un hilo tras ganarle 0-2 a domicilio en un juego donde se mostró la mejor versión blanca y una pobre versión de los neroazzurro.

Con goles de Eden Hazard de penal y un autogol de Achraf Hakimi, los de la capital española controlaron un juego que en los papeles se veía como una final adelantada, y que al ganar clarifica un poco más su paso por la máxima competición europea.

En un avasallante primer tiempo, donde el conjunto de Zinedine Zidane amarró los brazos del equipo italiano, pudo capitalizar temprano desde el punto de penal después de que Nacho recibiera una falta en el área por parte de Nicolo Barella que posteriormente Hazard cambiaría por gol desde los 11 pasos.

El juego también se vio condicionado cuando Arturo Vidal recibe la doble cartulina amarilla por reclamar airadamente un penal inexistente, donde Raphael Varane toca claramente el balón. Aún en tiempos de VAR, el chileno soltó los tapones y salió a encarar al árbitro que sin dudar amonestó con dos tarjetas al jugador sudamericano.

El segundo tiempo no fue más que un repaso merengue, que con uno más tuvo el balón hasta que en cuestión de tiempo cayera el segundo, tras un desmarque de Lucas Vazquez quien al recibir un pase de Toni Kroos envió un centro perfecto para Rodrygo, quien remata a la humanidad de Hakimi para que termine dentro del arco del conjunto italiano.


Con este resultado, el Real Madrid se establece en la segunda posición del grupo B luego de su espantoso inicio en Champions League, mientras que el Inter de Milán ya no depende de si mismo para poder clasificar a la siguiente ronda.

La victoria al Real no solo los acomoda como segundos en la tabla de posiciones, pues también hace historia al vencer por primera vez en San Siro como visitante, sin contar aquella final del 2016 donde vencieron al Atlético como campo neutral.

Foto: Cortesía

El Madrid cayó por goleada en Mestalla ante el Valencia

AS.- Con y sin público, Mestalla es Corea para el Madrid. Y desde este domingo, también para Gil Manzano, al que ni el VAR pudo rescatar. Pitó tres penaltis contra el equipo de Zidane, dos claros (aunque uno precedido de falta previa a Asensio) y otro inexistente. Jamás había ocurrido en la historia de la Liga.

El Madrid jugó aceptablemente hasta el 1-1 y catastróficamente después. Tras el desastre todo está en solfa. La alineación de Zidane, que resultó inexplicable. Isco, que camina hacia caso perdido. Varane, en tinieblas desde la noche de autos en el Etihad. Asensio y Vinicius, que no son carne ni pescado. Muchos debates abiertos y uno cerrado: el VAR no tiene el color que le pintaban.



La noche también premió a un Valencia esforzadísimo y a Gayà, un lateral de cien metros. Con él empezó todo. Definitivamente el Madrid midió mal el tamaño del adversario, que aun descapitalizado honró a su historia. De artista a artista, Zidane le pasó la pelota a Isco, que ahora juega en el Madrid la mitad que hace tres años sin que haya que reprochárselo a este técnico ni a los que le precedieron.

Lleva demasiado tiempo esperando sentado a las musas. Este tren también pasó de largo. Con él puso a Marcelo, otro bajo investigación, en uno de esos partidos que exigen material de escalada y el día en que faltaba Casemiro, el patrullero. Al otro lado estaba Lucas, una espada obligada a ser escudo, algo que no siempre resulta.

En definitiva, que el Madrid se metió en la obra sin casco. Y sin Kroos, pero con Modric, el más versátil del grupo: vale para ordenar, para llegar y para recuperar. Ningún otro centrocampista del Madrid ofrece tanto. El fútbol acabó dándole un Oscar, que pasados los treinta sonó a honorífico. La cosa quedó en una especie de 4-2-3-1 mutante, con Modric y Valverde en el eje y por delante una rotación permanente, con el croata dominando la escena.

En el Valencia Javi Gracia tiró de lo que tiene, después de la expropiacion de gran parte de sus figuras. Ahora mismo no es un club confortable. La afición está incómoda con la propiedad, el entrenador está incómodo con la plantilla y la plantilla está incómoda con su situación en la tabla.

Así que sobre la cantera (Guillamón, Yunus, Soler, Racic, Kang-in Lee…), que está para las estrecheces, recae más peso del que conviene. Con los citados y sin Guedes, otro genio menguante, salió a este clásico con el agua hasta el cuello, pero jugó con inteligencia, muy por encima de lo previsto.

Benzema… y el desastre

El Madrid dejó, de salida, una sensación recurrente: hay mucho pincel y poco martillo. Tomó la pelota bajo el brazo y con ella se paseó hasta tres cuartos de campo. Y de ahí en adelante, la anemia habitual. Vinicius es más gacela que pantera, Asensio no acaba de romper en figura, Isco huye de la zona… Así que queda Benzema, con el liderazgo subido después de nueve años como mayordomo de Cristiano. Y eso es mucho.

Andaba ya Ramos cambiando de área, síntoma inequívoco de falta de actividad arriba y de incontinencia propia, cuando Benzema agarró un balón fuera del area y soltó un balazo más potente que preciso que Jaume no vio. Hasta entonces había funcionado la estrategia del Valencia, con el plan de caza de los grandes felinos: esperar y ser oportunista en esfuerzos cortos y selectivos. Para eso les bastó Gayà, incansable por la izquierda.

En una de esas llegó el empate, tras doble metedura de pata de Lucas Vázquez. Primero cometió penalti al interceptar con la mano un centro de Gayà. Lo tiró Soler, rechazó Courtois, volvió el balón al centrocampista, que disparó al palo, y ese segundo rechace lo aprovechó Yunus. Entonces asomó el chivatazo del VAR. El estadounidense había entrado antes en el área… y Lucas también. Soler no falló en la repetición.

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El gol amortiguó mucho el dominio de este Madrid más ladrador que mordedor. La pelota no fue ya tan suya ni le ganó tanto terreno a este Valencia minimalista, que además se encontró con el regalo de un autogol de Varane, en un despeje grotesco. Por unos instantes fue fantasma porque las cámaras tardaron en revelar si la pelota traspasó la línea o no.

Al Valencia le había llegado al balón tras una más que posible falta de Cheryshev a Asensio. El VAR miró lo uno y lo otro y concluyó que aquello era gol. Así que el Madrid, sin ser peor pero sin garras, se fue al descanso perdiendo víctima de un accidente múltiple.

La goleada

Y al regreso se encontró más percances: otros dos penaltis. El primero, más inexistente que dudoso, de Marcelo a Maxi Gómez. Según las tomas parece más falta del uruguayo que del brasileño. El segundo, clarísimo, por una mano absurda de Ramos en una disputa con Yunus. Carlos Soler tiró los dos por el mismo lado y Courtois anduvo cerca de sacar los dos.

Ahí se acabó el partido. El Madrid encadenó algunas ocasiones (de Asensio, de Lucas Vázquez…) sabedor de que no le llevarían a ninguna parte y Zidane hizo los cambios sabedor de que aquello no tenía remedio. Las cinco sustituciones llegaron con el 4-1. La última fue la de Isco. Debió ser la primera.

Entraron incluso Mariano y Jovic, que andaban en estado vegetativo, y se marchó Benzema agarrado a su aductor, cuando el único futuro del Madrid en el corto plazo pasa por mantenerle saludable. Fue la enésima desgracia de un equipo abatido y desfondado frente a otro vestido de superviviente que ha decidido hacer su trabajo y el de Peter Lim.

Foto: AS

El Madrid toma aire luego de derrotar al Inter

AS.- Se jugó el partido que quiso el Inter y lo ganó el Madrid, que vuelve a coger impulso en la Champions. Fue tras un duelo sin cuartel, que fatigó incluso la vista. Un ida y vuelta en el que se quemaron calorías por toneladas. Un ida y vuelta que pasó el desenlace de una mano a otra. Al Madrid se le fue una ventaja de dos goles y pasó el trago luego gracias a dos cambios providenciales de Zidane. Vinicius y Rodrygo llegaron del futuro con una solución que parecía imposible. Entre los dos suman la edad de Joaquín.

El Inter viene a dar la razón a quienes piensan que el fútbol es el único rincón de Italia al que no llegó el arte. Un equipo de gran carga energética, en cierto modo industrial, sobrado de testosterona, protegido por tres centrales, ensanchado por laterales kilométricos, con más obreras que reinas en el panal del centro del campo y con dos delanteros acostumbrados a buscarse la vida sin auxilio. En Valdebebas le faltó Lukaku, ese camión que parece atropellarlo todo a su paso. Uno de esos nueves que se comen crudos a los centrales. Su ausencia desfiguró un poco a un equipo mimetizado con Conte, que fue más nervio que juego y le fue bien. En definitiva, un hueso para el Madrid.

Al otro lado quedó un equipo blanco castizo, clásico. En partidos así no se mueve Zidane del corto plazo. Juegan sus campeones, más los que sustituyeron a los caídos (Courtois por Keylor y Hazard por Cristiano, que no es lo mismo), más Mendy, porque Marcelo es el primero de aquellos héroes a los que se les está pasando el arroz. Un equipo de dinastía al que le cuesta regenerarse, pero con un alto sentido de la responsabilidad en partidos a todo o nada.

El inicio fue una verbena, con una salida en tromba del Madrid, en la que Valverde partió con el colmillo afilado en la primera presión. Por eso juega él y no Modric. En tres minutos Handanovic le sacó un zurdazo a Asensio y a Valverde se le fue un derechazo alto por un palmo. Al Madrid le corrió el balón como en los mejores tiempos, pero aquello duró un pestañeo. Lo que vino después fue una ráfaga interista frente un equipo descolocadísimo en el repliegue: cabezazo de Barella al larguero, parada salvadora de Courtois ante Lautaro, al que no intimidó Ramos, y morterazo al lateral de la red de Vidal, un peligro para el Inter en la creación y para el Madrid en la llegada. Todo en menos de un cuarto de hora. Un partido del género de aventuras.

Pasada la tormenta quedó un duelo más convencional, esta vez inclinado hacia el Madrid, que enlazó la jugada más confitada de la temporada, en una secuencia perfecta Asensio-Lucas-Benzema-Valverde. Al urguayo le pilló desacomodado en el remate.

El partido se hacía casi intransitable desde el área propia. Una espera hiperactiva del error ajeno en la que Achraf fue el primero en equivocarse. Achuchado por Mendy intentó una cesión a Handanovic desde medio campo que le adivinó Benzema. El francés salió del trance con oficio: quiebro al meta y gol a puerta vacía. Su pareja volvió a ser Hazard, que aún anda buscando sus superpoderes y que dejó pocas huellas de su inmejorable pasado.

El gol avivó aquella juerga en la que se defendía poco y mal. Eso trajo dos goles en dos minutos. Uno, ordinario: córner teledirigido de Kroos y cabezazo de Ramos. Otro, extraordinario: asistencia de tacón de Barella a Lautaro aprovechada por el argentino. Dejar pasar aquella ocurrencia hubiese resultado condenable.

La respuesta temprana del Inter no le permitió al Madrid ponerle orden a su ventaja. Por contra, el equipo de Conte se le metió en el salón de casa en el comienzo de la segunda mitad, adelantando su presión y su zaga. La obsesión por el robo exprés fue cargando las piernas de unos y otros extraordinariamente. Más las del Madrid, cuyas líneas se volvieron vulnerables.

Aquel desgaste alejó el partido de las áreas. Lo vio Zidane a la hora de juego y metió más energía en las bandas con Rodrygo (19 años) y Vinicius (20), el Madrid del largo plazo. La cosa no marchaba. Y esas malas sensaciones llegaron al marcador. Una contra neroazzurra pilló fuera de sitio a Ramos y lo aprovechó Perisic con un remate de izquierda mordido pero eficaz.

Aún se tragó el Madrid dos contras de altísimo riesgo. Lautaro y Perisic ganaron la batalla de la velocidad y perdieron la de la precisión. Pero al final tuvo la razón Zidane: Vinicius salió como un galgo por la izquierda y cruzó un balón raso en el área para que el otro brasileño, Rodrygo, dejase clavado a Handanovic con su derechazo. Fue, con su segundo gol del año, el salvavidas de un equipo que se ahogaba en el partido y en la clasificación. Luego Benzema perdonó dos y alargó la agonía. El partido no merecía otra cosa.

Foto: AS

El Madrid salvó el empate sobre la hora

AS.- Dos equipos del montón, Shatkhtar y Borussia, han puesto al Madrid al borde del desastre. A un Madrid que viene de derrumbarse dos veces en octavos, que es el escalón inmediatamente superior a la debacle. La sensación y los resultados dan a entender que Europa, la Europa que siempre fue suya, le viene grande. Esta vez ni siquiera se acercó al horror del debut. Jugó medio bien en la primera parte y regular tirando a mal en la segunda para salvar un punto con un gol en el 87′ y otro en el 93′ y Ramos y Varane como arietes. La carga de la desesperación. Ahora, para ponerse al día, tendrá que ganarle los dos partidos al Inter, con el que presuntamente iba a jugarse el liderato y ahora se jugará la vida.

Hubo un tiempo, lejano y no tanto (recuerden a Wolfsburgo y Dortmund en esta misma década), en que el Madrid iba de tunda en tunda por Alemania. Unas tenían remedio en el Bernabéu, patrón de los imposibles y ogro colectivo, y otras no. Aquellos equipos rugían. De esa especie sólo queda hoy el Bayern, eterno feroz, pero los equipos de la Bundesliga andan sueltos en Europa y conviene tomarlos en serio. Incluido este Borussia, que hace cuarenta años era el gran depredador de Europa. Un equipo temible si se toma por el lado de la arqueología. Un equipo bueno, sin más, si se le mira con los ojos de hoy, que es más de esperar que de avasallar. Le bastó para asustar a un Madrid que pena por el continente sin goleadores desde que le abandonó, 100 millones mediante, Cristiano.

El partido dejó claro que Zidane tiene un once para los partidos de gran solemnidad. Los que empezaron en el Camp Nou también lo hicieron en el Borussia Park con el cambio obligado de Nacho. Y jugó Lucas Vázquez, decisión que orilla aún más a Militao, tercer plato en el centro y en la banda. Y repitió con Asensio y Vinicius. El brasileño estuvo mal en Barcelona. Antes, partidos así se resolvían con juicios rápidos y suplencias inmediatas. Ahora no hay nada mejor en la plantilla salvo que Hazard y su tobillo digan lo contrario.

El duelo tuvo un arranque calcado al del Camp Nou. Posesiones largas del Madrid, que exigían retrasar a Kroos, un instrumento imprescindible para desactivar la primera presión del rival, y cadenas interminables de pases para disuadir al Borussia del juego al espacio. Ahí, con jugadores de mucha fibra, está su fuerte. En las salidas europeas importa que apenas pase nada al principio, más ante un adversario de estilo directo, sin muchas ganas de conversación en el centro del campo.

El Madrid, que salió horrorizado del duelo ante el Shakhtar, amaneció en el partido además con el empate del Inter ante los ucranianos. Es decir, con la sensación de no haber roto nada más allá de su imagen.

Poco a poco fue tirando del carrete. Primero presionando tan arriba que obligó a Sommer a maniobrar con el regate, que es meterse entre los pitones. Ya la lio parda en una de esas en el reciente España-Suiza. Y luego buscando el gol al trantrán, un ritmo que en el gran fútbol no cuela. Sólo así se entienden tantas victorias al sprint y tan pocas tras escapada.

Primero fue un remate sobre la marcha de Benzema, tras control con el pecho. Luego, un intento de Vinicius, que se quedó a medias, y un tiro lejando de Kroos al que llegó bien Sommer. Nada verdaderamente aterrador para el meta suizo.

También quedaron detalles de Asensio y del jugador que quiere ser, aunque vaya con cierto retraso sobre el éxito previsto. Pero, de pronto, sin preaviso, llegó el primer percance: un error de Kroos, un mal despeje de Varane con el equipo desarropado, un pase cruzado de Plea y un remate imparable de Thuram, que asomó a la espalda de Lucas Vázquez. Era el primer disparo del Borussia y una ración enriquecida de ansiedad para el Madrid, obligado a la penitencia sin pecar.

Comenzó así la cuenta de protección. Después un remate de Asensio salvado por Sommer, el Madrid perdió la pelota y las buenas intenciones en su presión. Se sabe desvalido en ataque y acusa cualquier contratiempo, más si se ve exigido por la clasificación, como es el caso. Y se fue al descanso con la soga al cuello.

A la vuelta mandó Asensio una volea al larguero y cuando empezaba a calentar Hazard, se abrió el abismo, en un mal rechace de Courtois a tiro de Plea aprovechado otra vez por Thuram. El fútbol premiaba la paciencia del Borussia, que no su fútbol, terriblemente escueto. Esta vez el Madrid sí se durmió en la lona. Había disparado 16 veces y se veía superado por el Borussia y por una situación angustiosa. Presa del pánico pudo encajar el tercero, pero Courtois pagó su deuda sacándole un mano a mano a Plea, pero el partido ya no volvió a él.

El reloj y la confianza se movieron en favor del Borussia. La desesperación y las prisas soplaron contra el Madrid. Y el auxilio de Hazard resultó inexistente. Le regaló medio gol Benzema y con la izquierda lo mandó al lateral de la red. Mientras aquello sucedía, Jovic ni se movió del banquillo. Hay demasiado jugadores nominales en la plantilla. Así que el Madrid lo intentó a la tremenda, con Ramos y Varane como arietes y Casemiro de mayordomo. Y le salió. El brasileño le sirvió de cabeza el 1-2 a Benzema y repitió la jugada, ya en el descuentro, Ramos con el propio Casemiro para llegar a un empate imposible. Eso también lo tiene el Madrid: la fe cuando ya no queda otra cosa.

Foto: AS

El Shakhtar sorprendió a un penoso Real Madrid

AS.- De la reacción en caliente le libró el Madrid la pandemia que ha vaciado las gradas. Porque el equipo de Zidane firmó los peores 45 minutos de su historia reciente ante un Shakhtar afeitadísimo que le dio un baño. Fue un episodio vergonzante de consecuencias presuntamente graves: perder ante la maría del grupo el primer día, con Inter y Gladbach en el mismo saco, es entrar en la Champions dando vueltas de campana. Luego llegó la caballería, pero la batalla ya estaba perdida.

La torería de Zidane está fuera de concurso. Vive al margen del qué dirán, incluso en su casa, donde sin tiempo para reponerse de su once ante el Cádiz se encontraron, en el estreno de la Champions, torneo del que el club se siente copropietario, con otra extravagancia: Mendy a la derecha, Jovic de nueve y Benzema y Vinicius en el banquillo. Un once preclásico pero imprudente en medio del temporal y sin Ramos, su futbolista de mejor linaje y que hace que el equipo se sienta seguro. La red, esta vez, debía ser el Shakhtar, un equipo de corto alcance en la competición y devorado por las bajas víricas. Europa le cambia el hábitat de manera radical: en su liga acapara la pelota, en la Champions la persigue. Así empezó en Valdebebas, renunciando a esa transfusión brasileña que dura ya más de una década para protegerse con una zaga adelantada y dos barricadas muy juntas, negándole al Madrid los espacios, hasta que se dio cuenta de que enfrente había un manso subido, un pelele.

El Madrid dio carrete al desplome ante el Cádiz: apagón en tres cuartos de campo ajeno y descuidos groseros en el propio. Antes del primer cuarto de hora, quedó al descubierto en un pase largo hacia Marlos que el brasileño nacionalizado ucraniano dejó escapar. El equipo de Zidane está dramáticamente en las manos y los pies de Courtois, que salvó ese trance estupendamente, pero no la riada que vino después.

Contagiado de este fútbol silente, el Madrid comenzó con una sorprendente frialdad, manoseando la pelota en torno al área, despreciando el juego al espacio. En partidos así el Bernabéu obligaba a despertar al equipo. Ahora nadie hace sonar la campana.

Así que ante otro rival del género chico, como el Cádiz, fue dejándose ir por inapetencia hasta verse muy por detrás en el marcador. El primer gol fotografíó la situación. Kornienko, lateral izquierdo ucraniano, fue cruzando el área perpendicularmente sin que nadie le interrumpiese hasta acabar encontrando al otro lado a Teté, que anotó de tiro cruzado. Un desastre defensivo de este a oeste agravado por un segundo golpe, cuatro minutos después, en tiro del mismo Teté, rechace de Courtois y toque suicida de Varane hacia la red. La Champions se ha derrumbado sobre el francés estrepitosamente. Y antes del descanso, la puntilla, de Solomon.

Ni antes ni después dio el Madrid señales de estar vivo. Un coladero atrás, planísimo en el medio pese a que Zidane metió a sus centrocampistas de gran cilindrada, con dos extremos fantasmas (especialmente Rodrygo, cada vez más invisible) y un Jovic en otro planeta. El peor Madrid en una década, bailado por un equipo que no llegará lejos y con media plantilla en Ucrania. Un sonrojo al cubo de un grupo sin fútbol ni garra.

Ni siquiera hubo la sacudida esperada en el descanso. Entró Benzema y se fue Rodrygo. Parecía tirita para un equipo abierto en canal. Casemiro cerró una defensa de tres, con Mendy y Marcelo de viceextremos, Asensio de mediapunta y Jovic y Benzema arriba para un juego a la tremenda.

Pero no fue el dibujo sino la actitud lo que cambió la situación. Ahí llegó el ataque de vergüenza torera del equipo, que entre atropellada y furiosamente intento remendar la hecatombe. Un todo o nada que le dio un gol pronto, en trallazo espectacular de Modric desde el parking, y también algunos sustos. Teté perdió dos ocasiones tremendas.

Pero el gol de Modric cambió la dinámica del partido. Más tras la entrada de Vinicius, que llegó como un cohete: robar, avanzar y marcar fue su presentación en el partido. Así que la cosa derivó en asedio, con Vinicius y Marcelo doblándose en la izquierda y en Valverde y Mendy en la derecha. Al Shakhtar le pesaban ya las piernas, pero atrás sostenía el resultado por acumulación. La angustia fue quitándole luz al Madrid, que tomó el camino más corto: los centros al área sin que nadie sacase provecho de ellos. En el descuento le anularon a Valverde el empate por fuera de juego de Vinicius, el último del bosque de piernas. Camino del Camp Nou, la Champions se ha convertido en un zarzal. Y no hay mercado que pueda ayudar al Madrid en la fase de grupos.

Foto: AS

El Cádiz sorprendió amargamente al Madrid

AS.- Mientras hacía el equipaje para el Himalaya (Europa y el Clásico) al Madrid se le olvidó el Cádiz, que resultó no ser lo que le pareció. El grupo de Álvaro Cervera se mostró como un equipo estupendo, tan ordenado como atrevido. Fue imposible advertir que se trataba de un recién ascendido. Y en el Madrid quedó la impresión de que la falta de gol ha derivado en metástasis: defendió mal, no creó nada y arriba siguió en blanco. Un eclipse total que pone a la afición en lo peor cuando ya suena de fondo el himno de la Champions.

Saben Zidane y el planeta entero que por las ventanas FIFA se escapan insospechadamente puntos, heridas de otoño que duelen en primavera. Este paréntesis se llevó por delante a Odegaard, que empezaba a ir a cola de pelotón, y cargó las piernas de casi una docena. Así que el francés optó por una alineación geográfica: se quedaron fuera los tres que cruzaron el Atlántico, tradicionalmente los más afectados por el Virus FIFA, claramente estacional. Y retomó el casting de la banda derecha, donde muchos pasan y nadie se queda. La plaza parece reservada para Asensio, eterno emergente pero al que las lesiones no le permiten despegar. Así que esta vez le tocó a Lucas Vázquez, por delante de Nacho, dos madridistas nativos, dos jugadores sin márketing pero con un alto sentido del deber.

Un Cádiz osado

A Álvaro Cervera no le arrugó la historia, que habla de unos cuantos revolcones del Cádiz en sus visitas a Madrid, e inició la faena en los medios: juntó a Negredo, veterano de tantas guerras, y ‘Choco’ Lozano, dos cazadores, más Álex Fernández, su todocampista de cabecera, que se fue a la izquierda a enemistarse con su hermano. El duelo tuvo su guasa.

El once del Madrid le hizo un hueco a Isco, un futbolista cuyo puesto no existe en la geometría clásica de Zidane. Por eso entra y sale. O sale más que entra, para ser exactos. Y es que en los últimos tiempos se ha apreciado un punto de desilusión en su juego. Un viaje del arte mayor al menor que le ha sacado incluso de la Selección y que no ha invitado al técnico a cambiar el dibujo en su favor. Ahora anda sin magia ni gracia.

El gol de Lozano

Ese aire distraído también lo ofreció de salida el Madrid. Uno de esos arranques tontorrones que con su falta de pólvora actual le complican luego extraordinariamente los partidos. Antes del primer cuarto de hora Ramos sacó muy cerca de la línea un remate de Negredo que entraba; Courtois fue una buena pantalla ante Lozano y le hizo un paradón a Cala; Negredo pifió dos cabezazos en ventaja… Y al final, aquella fiebre amarilla acabó con un remate sutil de Lozano ante Courtois, al que se le habían acabado los milagros. Un gol que establecía la diferencia entre un equipo ausente y otro omnipresente. Y una prueba de que el efecto barrera que impone Casemiro es imprescindible en el Madrid y de que el pretendido blindaje defensivo del equipo se ha quedado en los huesos. Los de ambos brazos de Courtois, concretamente, que salvó muchas y pifió una sin consecuencias.

Lo que vino después fue previsible. Un arranque en cuesta del Madrid con Modric como único remolque. Demasiada tarea para un solo futbolista que antes del descanso no le llevó al área de Ledesma: Isco no filtró pases, Vinicius no fue ni osado, Benzema resultó una sombra fucsia y Lucas Vázquez no ofreció demasiados progresos ante un rival trabajadísimo en el repliegue. Un Cádiz lleno de gente de orden y con instinto asesino en los contragolpes que cerró  probablemente los mejores 45 minutos de su historia ante el Madrid. Al otro extremo, el equipo de Zidane, en su peor rato en meses con el agravante de la lesión de Ramos tras propinar un rodillazo a Lozano. Tampoco pudo seguir el hondureño.

Cambios sin cambio

Visto el desastre, Zidane se despojó de la diplomacia y el politiqueo. Cuatro cambios en el descanso, un temblor inédito: Casemiro y Valverde para cambiar el motor, Asensio para volver a volar y Militao como parche de Ramos. Y en el cuarto de hora final, Jovic, al que compraron como goleador de segunda instancia para partidos así.

Pero la reacción lógica del Madrid pilló avisado al Cádiz, protegidísimo en dos líneas muy juntas y con pocas fisuras. Había sabido atacar en las maduras y también sabía defender en las duras.

Tuvo dos Vinicius, más emprendedor en la segunda mitad, y se le fueron. Es costumbre. En la carga final, con el Madrid buscando los espacios que no existían en el juego interior, le anularon un gol a Jovic por fuera de juego de Benzema, que estrelló poco después un balón en la madera. Sucedió en un final nervioso, con más empuje que claridad, y en el que resistió con solvencia el Cádiz, que suma tres victorias en tres salidas (y la primera de su historia en feudo blanco) mientras el Madrid desafina a las puertas de los grandes conciertos.

Foto: AS