Qatar 2022: La Copa ya está en casa y Argentina la recibe desbordada de emoción

EFE.- La selección argentina de fútbol, que este domingo se proclamó campeona del mundo en Qatar tras vencer en la final a Francia en la tanda de penaltis, ya se encuentra en casa, donde fue recibida por una multitud de aficionados.

A las 2.23 horas (5.23 GMT) de este martes, el vuelo AR1915 de Aerolíneas Argentinas que trasladaba a la delegación, encabezada por el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, y el técnico de la Albiceleste, Lionel Scaloni, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires.

El avión que trasladó a la selección, un Airbus 330 que la aerolínea de bandera ploteó meses atrás con imágenes de jugadores -que incluye un Lionel Messi de gran tamaño en la cola de la aeronave- y una gran camiseta albiceleste para trasladar a los aficionados que viajarían desde Argentina a Qatar, fue bautizado en la pista.

Minutos antes de las 3.00 horas (6.00 GMT), un exultante Messi con el trofeo de campeón del mundo en las manos junto al seleccionador y al dirigente de la AFA fueron los primeros en descender de la aeronave y, poco a poco, fueron bajando el resto de integrantes de la ‘Scaloneta’.

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En medio de la polémica sobre si se reunirán en algún momento o no con el presidente de Argentina, Alberto Fernández, el único representante del Ejecutivo peronista a los pies del avión fue el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, quien acompañó al titular de Aerolíneas Argentinas, Pedro Ceriani.

No obstante, no hubo ningún saludo protocolario entre autoridades y jugadores.

Pasión argentina en las calles

Tras pisar una cinematográfica alfombra roja, abordaron un autobús descapotable con imágenes de los jugadores, las tres estrellas que desde ahora llevará la camiseta albiceleste y el rótulo «Campeones del mundo», en el que empezaron a bailar y saltar al ritmo del éxito popularizado durante Qatar 2022 «Muchachos, nos volvimos a ilusionar», del grupo La Mosca Tse Tse, que les recibió en directo.

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Decenas de miles de personas abarrotaron los tres kilómetros que separan el aeródromo del recinto deportivo de la AFA donde pernoctarán los integrantes de la ‘Scaloneta’, horas antes de trasladarse a Buenos Aires para celebrar junto a la hinchada argentina.ç

Un dispositivo policial de 1.600 agentes permitió abrir un pasillo de seguridad para el acceso del autobús entre los aficionados mientras los jugadores seguían bailando en el techo del vehículo.

Numerosos seguidores esperaban a la selección desde varias horas antes y, sin duda, acompañarán también este martes la caravana de traslado de los deportistas hacia la capital argentina.

El Gobierno de Argentina decretó que este martes sea día festivo laboral para recibir a la selección, confirmaron fuentes oficiales.

La medida fue dispuesta ante el aluvión de personas que se espera en Buenos Aires para recibir a la ‘Scaloneta’. Según lo previsto, el equipo capitaneado por Leo Messi protagonizará una caravana que, desde el mediodía (15.00 GMT) de este martes, unirá Ezeiza con el Obelisco, en pleno centro de Buenos Aires y epicentro de los festejos en el país suramericano.

Un recorrido urbano en autobús permitirá que la hinchada pueda ver a sus héroes, esos que les hicieron sufrir en los minutos finales del encuentro de este domingo antes de estallar en júbilo con el último penalti de la tanda, convertido por Gonzalo Montiel.

Banderas, cánticos, bailes y aullidos de satisfacción inundaron todo el territorio a modo de festejo por la hazaña que llevó adelante la ‘Scaloneta’ en Qatar, sumando su tercer título, tras los logrados en 1978 como anfitriones y en 1986 en México.

Foto: AFA

Opinión: Messi ya no le debe nada a nadie (si es que le debía)

Tony Cittadino (Madrid).- Lionel Messi besó la gloria el domingo 18 de diciembre en Qatar 2022. El astro argentino se consagró, finalmente, como campeón del mundo con Argentina y logró el título que le faltaba en su palmarés. El más deseado por cualquier futbolista. No hay nada como la Copa del Mundo.

El jugador de 35 años disputó un Mundial envidiable. Demostró un carácter y una personalidad dentro y fuera de la cancha, nunca antes visto. Era otro. Sabía que esta vez, no se le podía escapar. El desempeño en el rectángulo de juego era como si tuviera 10 años menos. Lo mejor de todo, es saber que mantiene el nivel con más de 15 años de carrera. Es una bestialidad. Inagotable. Se ha sabido reinventar.

Dominó las facetas de juego y fue el referente de los dirigidos por Lionel Scaloni. Pero, al mismo tiempo, se veía relajado. Lo estaba disfrutando, más allá de la presión obvia que existe. Creemos que no lo habíamos visto en esa faceta, ni siquiera en el Mundial Brasil 2014 en el que se quedó a un paso de alzar la Copa.

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“Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo. Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta. Ahora a disfrutar. Se hizo desear, pero acá llegó. Mira lo que es esta copa, es hermosa. Sufrimos un montón, pero lo conseguimos. No vemos la hora de estar en la Argentina para ver la locura que va a ser eso”, expresó en declaraciones reseñadas por la AFA.

Messi tuvo un Mundial redondo. Era ahora o nunca. Su última Copa del Mundo, en la que logró varios récords importantes. Se convirtió en el argentino y en el jugador con más presencias en Mundiales (26), en el argentino con más goles (13, a tres de la marca de Miroslav Klose) y en el futbolista con más minutos disputados con (2.314), superando la marca del legendario defensor italiano Paolo Maldini (2.217).

Además se convirtió en uno de los ocho jugadores con presencia en cinco Mundiales. Un grupo selecto, en el que le acompaña el portugués Cristiano Ronaldo.

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También logró ser el primer jugador en marcar en fase de grupos, octavos de final, cuartos de final, semifinal y final de un Mundial. Anotó en seis de los siete duelos y eso que en el único partido que no gritó gol fue ante Polonia, en el que el portero Wojciech Szczesny le paró un penal.

Siempre hemos pensado que ganar la Copa América 2021 le quitó un peso de encima a Messi. Ganar con la Albiceleste era una deuda pendiente, que se vio truncada en Mundial 2014 y en las Copa América 2007, 2015 y 2016. Siempre le faltó el último paso. Eso fue hasta la noche en el Maracaná en 2021 y este domingo en el Lusail Stadium.

Esto sin contar La Finalissima, en la que vencieron a Italia en junio de este año en Wembley en el duelo entre el campeón de América y el de Europa. Quizás puede ser una copa menor, pero copa al fin. Fue la primera edición de un acuerdo entre Conmebol y UEFA, que esperemos que perdure. Es una gran iniciativa.

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La Copa del Mundo completa un palmarés envidiable, que será difícil de superar: 10 liga española, 8 Supercopa de España, 7 Copa del Rey, 4 Champions League, 3 Supercopa de Europa, 1 liga francesa, 1 Supercopa de Francia, 3 Mundial de Clubes, 1 Copa América, 1 Finalissima, 1 oro olímpico, 1 Mundial Sub 20, 7 Balón de Oro y 6 Bota de Oro.

El Mundial era lo que siempre se le criticó a Messi para poder estar a la altura de Diego Armando Maradona. Era subestimado. Pero, eso se acabó. Incluso, pensamos que con semejante currículo lo superó. Ha ganado mucho más y con mayor impacto, con el respeto de Maradona.

Y esto va más allá. Messi, aunque ya lo era, se ha consagrado como el gran ídolo argentino. Porque, además, es lo opuesto a Maradona. Una vida familiar, tranquila, enfocado en lo suyo y cero polémica. Aprendió a sufrir, sin perder la fe y la cordura. Incluso desde sus inicios con los problemas de crecimiento. Un ejemplo de superación.

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Messi logró en este Mundial que mucha gente apoyara a Argentina sólo por verlo campeón. No sólo los fanáticos, sino también jugadores históricos como los brasileños Ronaldo, Rivaldo y Neymar, acérrimos rivales de la Albiceleste, hasta el ex director técnico de España, Luis Enrique, quien lo dirigió en el triplete con el Barcelona en 2015 y el delantero uruguayo Luis Suárez.

La lista es larga. Creemos que nunca hubo tanto consenso en el fútbol para que un determinado jugador alzara la Copa. Era una deuda que el fútbol tenía con Messi y de la que el argentino supo sacar revancha y vaya de qué forma.

Nadie puede decir que Messi no se echó a la selección al hombro. Ya no podrán seguir llamándolo pecho frío. Todas las dudas se acabaron el 18 de diciembre en Qatar. El desempeño fue tan bárbaro, que con sus dos goles en la final le truncó el sueño a Francia y Kylian Mbappé. Hay que verle la cara a marcar un hat-trick en una final, anotar desde la tanda de penal y no ser campeón del mundo. La amargura de Mbappé es más que justificada.

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Messi ha colocado la vara muy alta y todavía le queda. Ahora vendrá etapa de verdaderamente disfrutar en la cancha. Ha ganado todo y con el Mundial, se quitó el gran peso de encima. El más grande.

“Quiero disfrutar unos partidos más siendo campeón del Mundo. Después de conseguir la Copa América y lograr el título en un Mundial, ¿Qué va a haber después? Me encanta el fútbol, disfruto estar en la selección y quiero seguir unos partidos más”, dijo Messi en medio de la celebración.

Messi y Argentina se preparan para el mejor fin de año de sus vidas. Ahora es momento de celebrar una hazaña que los inmortalizó como la Argentina de Mario Kempes en 1978 o la de Maradona en 1986. Bordaron la tercera estrella en la camiseta para siempre.

Ya habrá tiempo de pensar si jugará la próxima Copa América o si le dan las piernas para ser el único jugador con seis Mundiales en 2026.

Messi nos regaló un día dorado en la historia del fútbol. Sólo podemos decir, gracias Lionel.

Foto: FIFA

Así fueron todas las finales de Argentina en la Copa del Mundo de la FIFA

Tony Cittadino (Madrid).- Argentina y Francia disputarán este domingo la vigésima segunda final de la Copa del Mundo de la FIFA. La Albiceleste buscará su tercera estrella en su sexta final, tras participar en las ediciones de 1930, 1978, 1986, 1990 y 2014.

Los suramericanos ganaron su primer Mundial en la edición en la que fueron anfitriones en 1978, siendo el quinto país organizador en quedarse con el título, luego de Uruguay en 1930, Italia en 1934, Inglaterra en 1966 y Alemania en 1974.

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La otra estrella la sumaron en México 1986 de la mano de Diego Armando Maradona. Desde entonces, jugaron ante Alemania en Italia 1990 y Brasil 2014, con triunfos para los europeos.

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Este domingo, Lionel Messi buscará romper el maleficio y ganar un Mundial que, por su rendimiento, parece destinado a terminar en la vitrina de Argentina.

Esta será la final número 11 de las 22 del Mundial que tiene a una selección suramericana y otra europea. De momento, la ventaja es para Conmebol con siete victorias (Brasil 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002, Argentina 1978 y 1986) y tres derrotas (Alemania 1990 y 2014 y Francia 1998).

A continuación, recordamos todas las finales jugadas por la Albiceleste en la Copa del Mundo.

Uruguay 1930, Uruguay 4-2 Argentina

La primera final de la Copa del Mundo se disputó el 30 de junio de 1930 en el Estadio Centenario, Montevideo. Uruguay venció a Argentina cuatro goles por dos, gracias a tantos de Pablo Dorado (12′), José Pedro Cea (57′), Victoriano Santos Iriarte (68′) y Héctor Castro (89′).

Así los charrúas fueron la primera selección en ganar el Mundial y también la primera en ganar todos sus partidos.

Por la Albiceleste, descontaron Carlos Desiderio Peucelle (20′) y Guillermo Stábile (37′), quien finalizó como máximo anotador del torneo con ocho dianas.

El árbitro principal fue el belga Jean Langenus y la asistencia fue de 68 mil 346 espectadores.

Argentina 1978, Países Bajos 1-3 Argentina (tiempo extra)

Argentina logró su primera Copa del Mundo de la mano del «Matador» Mario Alberto Kempes. La Albiceleste se impuso a Países Bajos tres goles por uno en tiempo extra, en partido celebrado a reventar en el Estadio Monumental de Buenos Aires.

Kempes, que terminó como máximo anotador de la Copa con seis tantos, abrió el marcador a los 38 minutos. La respuesta holandesa llegó al 82, con tanto de Dirk Nanninga para forzar el tiempo extra.

Ya en el tiempo adicional, Argentina se encargó de sentenciar el duelo con tantos de Kempes al 105 y Ricardo Bertoni al 115.

Así fue el quinto país organizador en quedarse con el título, luego de Uruguay en 1930, Italia en 1934, Inglaterra en 1966 y Alemania en 1974.

Por su parte, Países Bajos se convirtió en la primera selección en perder dos Mundiales consecutivos.

El juego fue pitado por el italiano Sergio Gonella y se disputó el 25 de junio de 1978.

El «Flaco» César Luis Menotti le ganó el duelo táctico a Ernst Happel.

México 1986, Argentina 3-2 Alemania Federal

El Mundial de Diego Armando Maradona no podía terminar sin el título. El astro argentino llevó a la Albiceleste al bicampeonato, al derrotar a Alemania Federal tres golees por dos en el Estadio Azteca ante 144 mil 600 personas.

El 29 de junio de 1986 quedó escrito en letras doradas para lus suramericanos, que se impusieron con tantos de José Luis Brown (23′), Jorge Valdano (55′) y Jorge Burruchaga (83′). Por Alemania, habían anotado Karl Rummenigge (73′) y Rudi Voller Anotado en el minuto (80′), pero no fue suficiente para detener a la Albiceleste.

El encuentro fue pitado por el principal brasileño Romualdo Arppi Filho.

Italia 1990, Argentina 0-1 Alemania Federal

La venganza teutona llegó cuatro años más tarde. Alemania Federal le ganó por la mínima diferencia a Argentina, con tanto de penal de Andreas Brehme en el minuto 85.

El árbitro mexicano Edgardo Codesal fue el encargado de pitar el polémico penal en el estadio Olímpico de Roma ante 73 mil 603 espectadores, que minutos más tarde vio a Alemania convertirse en tricampeón del mundo.

Brasil 2014, Alemania 1-0 Argentina (tiempo extra)

Alemania y Argentina se enfrentaron por tercera vez en la historia, luego de las ediciones de 1986 y 1990. Esta vez, el escenario fue el 13 de julio de 2014 en el mítico Estadio Maracaná en Río de Janeiro y Mario Gotze definió el encuentro con un gol en el minuto 113 de la prórroga, para darle a Alemania su cuarto título mundial.

Así los teutones igualaron a Italia como tetracampeones y fueron los primeros europeos en ganar en el continente americano. Además, frustraron el sueño de Lionel Messi de ganar con Argentina.

El juego fue pitado por el italiano Nicola Rizzoli y tuvo una asistencia de 74.738 personas.

Fotos: Getty Images y FIFA.

Napoli cambió el nombre de su estadio por el de Diego Armando Maradona

EFE.- El estadio San Paolo del Napoli ya es oficialmente el «Diego Armando Maradona», tras aprobarse este viernes el cambio de nombre por unanimidad en el Ayuntamiento de esta ciudad del sur de Italia en honor de su legendario número 10, fallecido el pasado 25 de noviembre, según ha anunciado la institución.

«Maradona encarnó el símbolo de redención de un equipo que, en los años más oscuros, demostró que es posible levantarse, ganar y triunfar, al tiempo que ofrece un mensaje de esperanza y belleza a toda la ciudad», se lee en la resolución aprobada este viernes.

El San Paolo pierde su nombre para dejar paso al del Maradona tras la votación de una resolución que aprobó el cambio por unanimidad, propuesta por el alcalde, Luigi de Magistris .

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En el acto se le recordó como «el más grande futbolista de todos los tiempos que, con su inmenso talento y su magia, homenajeó durante siete años la camiseta del Nápoles, entregándole dos campeonatos y otras prestigiosas copas y recibiendo a cambio de la ciudad amor eterno».


Este cambio se suma a los múltiples homenajes que el equipo y la ciudad le han rendido.

Ya este domingo el Napoli afrontó el partido liguero contra el Roma con una camiseta especial con rayas blancas y celestes para honrar a la Argentina del pibe, símbolo eterno del club napolitano.

Y al llegar al minuto 10, como ya ocurrió en otros partidos de la novena jornada de la Serie A, el árbitro detuvo el juego para que los dos equipos y sus cuerpos técnicos brindaran un largo aplauso al Pibe de Oro.

También hay una pancarta pegada a un anillo del coliseo napolitano con el lema: «Tu fallecimiento fue un golpe en el pecho, un dolor en el corazón. Napoli te promete amor eterno».

Foto: EFE

Messi rindió un homenaje a Maradona en la goleada del Barcelona

Jordi Blanco (ESPN).- Maradona en el palco, con una foto del 10. En el marcador electrónico, con una imagen, en el minuto de silencio dedicado, en las flores con su número colocado en el césped… Y en el gol de Messi, el homenaje final, sentido y directo de un Barsa que pudo rendirle su especial homenaje a Maradona.

De esta manera el Barcelona volvió, por fin, a enlazar dos victorias consecutivas en la Liga, respondiendo a la derrota del Real Madrid frente al Alavés con una solvente goleada (4-0) sobre un Osasuna que resistió media hora el empate inicial y se fue despidiendo del partido al descanso, derrumbado por los goles de Braithwaite y Griezmann.

Coutinho y Messi cerraron la goleada en la segunda mitad, en la que el árbitro anuló un gol a Dembélé antes de que Lio pudiera rendir su particular y personal homenaje a Maradona, tras el 4-0 que celebró sacándose la camiseta azulgrana y mostrando la que llevaba debajo de Newell’s, con el 10 a la espalda. Una camiseta, la de los leprosos, que comparten en su historia tanto Lionel como Diego.


Dinámico, ágil de piernas y de cabeza, firme en la idea y confiado en su plan, el equipo de Koeman repitió una primera mitad tan convincente como fue la segunda de Kiev, sin alcanzar el nivel mostrado en Ucrania pero solvente en su juego y sin temor al error.

El entrenador apostó por dar continuidad a Braithwaite en el centro del ataque y el danés le respondió con su tercer gol en dos partidos que acabó con la resistencia de un Osasuna contestón pero inferior, más ocupado en defender las combinaciones azulgranas que en encontrar la meta de Ter Stegen, aunque el portero local tuvo que intervenir en más de una ocasión, siempre con acierto.

A los diez minutos rozó Coutinho el gol, tras una asistencia de Griezmann que salvó bajo palos la defensa navarra y después de hasta tres ocasiones llegaría el 1-0, en una jugada habitual en combinación de Messi con Alba, que desembocó esta vez en el centro cerrado y raso del lateral que remató al cuerpo del meta Coutinho antes de que Braithwaite necesitase dos remates para, por fin acabar con la resistencia.

El gol calmó los ánimos del Barça, bien en ataque, firme en defensa pero poco acertado en un centro del campo donde Pedri, pareja de De Jong en el mediocentro, no encontró nunca su sitio, hasta el punto que el entrenador solventó sustituirlo durante el descanso por Busquets, quien reapareció tras la lesión muscular que sufrió con la selección.

Antes, sin embargo, llegándose al final del primer tiempo, llegaría el golazo de Griezmann, con un obús desde fuera del área tras un rechace de la defensa de Osasuna al que no pudo responder Herrera más que con la mirada ante la espectacularidad del disparo del francés, quien por primera vez desde que llegó al Barça enlazó dos partidos marcando.

Más y mejor

Si buena fue la primera mitad del Barça, mejor fue la segunda, con más frescura y menos oposición de un rival que salió con ganas de meterse en el partido con un gol pero acabó, rápido, dándose cuenta de la imposibilidad de poner en problemas al equipo azulgrana.

Dos llegadas del equipo navarro dieron paso a la respuesta local, se diría que furiosa y que desembocó en el 3-0 de Coutinho, asistido magníficamente por el renacido Griezmann y antes de que a Dembélé, que acababa de entrar en el campo se le anulase un gol.


Con ritmo y solvencia buscó más el Barça, especialmente se diría para que Messi pudiera tener su protagonismo especial, su forma de homenajear a Maradona… Hasta que llegó el momento, a los 73 minutos y gracias a un zambombazo lejano del capitán que significó el 4-0 y la celebración inmediata de Leo, mostrando aquella camiseta de Newell’s, la primera que lució siendo un niño y que Diego también defendió en los últimos años de su carrera.

Fue la guinda de una tarde amable, tranquila y optimista. Una goleada para creer. Y para homenajear a un Maradona cuya figura estuvo presente en el Camp Nou.

 

Maradona fue enterrado en privado, luego de un velorio multitudinario en Argentina

Diario Olé.- Duele. Muchísimo. Pero la noticia no tiene vuelta atrás: Diego Armando Maradona ya no está. O sí, vaya uno a saber. Es que su cuerpo fue enterrado en un cementerio de Bella Vista, en una ceremonia íntima, luego de una congregación popular inédita.

Este jueves 25 de noviembre dejará imágenes que recorrerán el planeta durante muchísimo tiempo. Argentina despidió a su ídolo más popular, a su más trascendente figura viva del último siglo. Diego Maradona dejó la tierra en la que se convirtió en Dios para pasar a la eternidad y jugar un picado con el Barba.

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La angustia del pueblo desbordó su último adiós (sumado a falencias organizativas), el velorio fue un caos y el cortejo de Pelusa fue un torbellino que sólo encontró paz cuando llegó al cementerio Jardín de Bella Vista. Ahí donde ya estaban Don Diego y la Tota. Y donde ahora también descansa el mejor de todos los tiempos.

El silencio y la tranquilidad de la última misa y con el féretro finalmente lejos del ruido de la Casa Rosada contrastó con las horas previas, de tensión, incidentes y un pueblo desbordado de angustia por la despedida de su gran ídolo. Esos minutos en el césped del parque donde se realizaba la ceremonia religiosa fueron, finalmente, los que sus familiares se guardaron para ellos. Para que sus más cercanos, los que sufren que se fue el Diego de la gente pero también el de la casa, el papá, el marido, el ex, el hermano, puedan también despedirlo en paz.


Horas antes la situación se había descontrolado en la Plaza de Mayo, en la Casa de Gobierno y también en la 9 de julio. Los planes se vieron obligados a cambiar y al final no se pudo hacer ni un velorio corto ni uno largo, sino uno accidentado, intenso y argentino. Con sus momentos de extrema emoción y dolor, y otros de vergüenza y escándalo por los incidentes. El último adiós debió suspenderse y no hubo lugar ni para que el cortejo tuviera una retirada más prolija y le diera la oportunidad a los maradonianos de saludarlo.

Cerca de las 19, el auto que trasladaba al cuerpo de Armando llegó al cementerio. Además de Claudia Villafañe y sus dos hijas, Dalma y Gianinna, lo acompañaron Verónica Ojeda, ex pareja de Diego, Jana Maradona, Guillermo Coppola (ex representante) y los hermanos del Diez. El cajón fue enterrado 19.53, el dolor será eterno. Hasta siempre, Diego.

Fotos: AFP

Argentina volcada en el último adiós a Maradona

Clarin.com.- Las puertas de la Casa Rosada se abrieron puntual a las 6 de la mañana de este jueves para despedir los restos de Diego Armando Maradona, quien falleció el miércoles a los 60 años. El velatorio con acceso al público se extenderá, en principio, hasta las 16.

Tras la despedida íntima de su familia y de un grupo cercano al astro, entre los que se encontraban futbolistas, ex jugadores y hasta el jefe de la barra brava de Boca, Rafael Di Zeo, comenzaron a ingresar a la Casa de Gobierno quienes quieren darle el último adiós al Diez.

Inmediatamente después de que se abrieron las puertas, se produjo un pequeño incidente con un grupo de personas que intentaron derribar las vallas de contención y se enfrentó a la Policía.

La transmisión en vivo de la ceremonia mostró el féretro en el que descansan los restos de Maradona envuelto en una camiseta argentina con el mítico número 10. Pero rápidamente se sumaron camisetas de Boca y otra de la selección, que algunos de los primeros en pasar a despedirlo arrojaron.


Llantos, aplausos gritos de cancha y todo tipo de muestras de idolatría visten el escenario de una mañana que nadie nunca quiso imaginarse. También, algo de tensión con algunos grupos que no están demasiados dispuestos a respetar el orden dispuesto por el fuerte operativo policial.

Antes de habilitar el ingreso de la gente que hizo una larga vigilia de horas en los alrededores de la Rosada, familiares y amigos comenzaron a despedir al campeón del mundo en México ’86 en una ceremonia privada.

El féretro con los restos de Maradona arribó a la Casa de Gobierno pasada la 1 de la madrugada a la Casa de Gobierno, donde en un principio se realiza una ceremonia privada para familiares y amigos íntimos del Diez.

Claudia Villafañe, Gianinna y Dalma Maradona habían llegado minutos antes. Verónica Ojeda, Dieguito Fernando y Jana Maradona son otros integrantes del círculo familiar que ya se encuentran en la Casa Rosada. Diego Jr. está en Italia, internado por coronavirus.

Después de acordarlo en su grupo de Whatsapp, los campeones de México 1986 desfilaron juntos en la entrada para despedir «al capitán», como lo definió Oscar Ruggeri el miércoles al mediodía, al enterarse del deceso.

Sergio Batista, Jorge Burruchaga, Ricardo Giusti, Oscar Garré y Carlos «Chino» Tapia formaron parte de esa fila. No faltó Víctor Galíndez, el histórico masajista de la Selección.

Chiqui Tapia, presidente de la AFA, y Guillermo Coppola, ex representante de Maradona, también están en el lugar.

Uno de los primeros en arribar a la Casa Rosada fue Sergio Goycochea. El arquero titular de la Argentina en el Mundial de Italia 1990, además de coconductor del recordado programa «La Noche del Diez», se hizo presente antes de la medianoche del miércoles.


En representación de Boca están Carlos Tevez y Ramón Ábila. El plantel xeneize había vuelto pocas horas antes al país, tras la postergación de su partido de la Copa Libertadores ante Inter de Porto Alegre.

A los delanteros boquenses los acompaña Rolando Schiavi, con pasado en el club de La Ribera y a quien Maradona citó a la Selección para las Eliminatorias 2010.

Cómo será el velatorio

En princiio, el ingreso del público estará habilitado hasta las 16. La entrada para despedir a Maradona es por de Balcarce 50; el egreso por Balcarce 24. Fueron instalados dos vallados para contener a los asistentes. Hay un único ingreso para el público desde Avenida de Mayo y 9 de Julio.

Por su parte, los familiares e invitados acceden por la entrada de explanada de la avenida Alem y Rivadavia.

El salón Pueblos originarios y el Salón de las Mujeres está destinado para uso exclusivo de la familia y amigos personales. El personal de la sede del Ejecutivo tendrá asueto administrativo.

Foto: Clarín

Maradona fue hospitalizado en Argentina

Diario Olé.- Diego Maradona fue internado este lunes en una clínica de La Plata, por un cuatro que no tiene relación con el Covid-19. De hecho, los testeos al técnico de Gimnasia habían dado negativos.

El Diez había estado el viernes en el estadio del Lobo para un homenaje que le hicieron antes del partido ante Patronato. Pero no se quedó a dirigirlo y se fue al arrancar.

Esa tarde se lo había visto muy desmejorado, debilitado, con dificultades para levantar el brazo izquierdo y lo tuvieron que ayudar a caminar. Recibió una plaqueta de parte del presidente de Gimnasia, Gabriel Pellegrino; del de la Liga Profesional, Marcelo Tinelli, y del de la AFA, Claudio Tapia, por su cumpleaños 60.

Tras ese episodio, Gianinna, una de las hijas de Diego, escribió en Twitter: «Me parte el alma verlo así».  

Las primeras informaciones indican que al Diez se le harán chequeos médicos y, según le comentaron a Olé desde su entorno, el objetivo es ajustarle la medicación y que lo que ocurrió no fue una urgencia. 

Pero todavía no hizo declaraciones el médico personal del entrenador, Leopoldo Luque. Este profesional había revelado públicamente que el exceso de alcohol había complicado la salud De Diego y lo acompañó en la internación.

Según informó el periodista Daniel Arcucci, amigo de Diego, el DT padece una anemia. Además, aseguró que Luque y los demás profesionales que lo acompañan en el tratamiento fueron los que convencieron a Diego en una reunión de este lunes por la tarde, en la casa del ex futbolista, de la necesidad de internarlo.

De todas maneras, el Diez también era consciente de que no estaba bien y no ofreció resistencia. Es los últimos días no estaba bien anímicamente.

La clínica en la que está internado es el Instituto Ipensa, donde poco después de conocerse el hecho dejaron de atender los teléfonos hasta del conmutador. En ese lugar había ingresado para realizarse estudios en el mes de septiembre, y luego agradeció a los profesionales que lo atendieron en su cuenta de Instagram.

Roberto Baggio, el genio que Italia no supo comprender

Tony Cittadino (Mallorca).- Roberto Baggio es uno de los mejores futbolistas italianos de todos los tiempos. Su calidad con el balón se demostró una y otra vez, superando las tortuosas lesiones y jugando, prácticamente, con una rodilla. Aunque la relación con la mayoría de sus entrenadores no fue buena, el amor de los fanáticos los dividió entre el héroe de la cancha y el villano por errar el penal en el Mundial del 94. Un fallo que parece que nunca le perdonaron.

Baggio nació el 18 de febrero de 1967 en Caldogno, un pueblo de casi 11 mil personas cerca de Vicenza. En su autobiografía Una Porta Nel Cielo (2001), recordó que fue el sexto de ocho hermanos: Gianna, Walter, Carla, Giorgio, Anna Maria, Nadia y Eddy. Su madre es Matilde y su padre, Florindo, un ex jugador de fútbol y ciclista.

Su nombre fue en honor a dos jugadores estelares de la Juve e Italia: Roberto Boninsegna y Roberto Bettega. Comenzó a jugar a los 6 años y su firma con el Vicenza, su primer equipo, fue en parte gracias al párroco de la iglesia, que vio sus dotes de jugador y habló con la directiva del equipo. En 1979, anotó 42 goles y realizó 20 asistencias con el equipo juvenil de Caldogno. En total, en las juveniles llegó a marcar 110 goles en 120 partidos.

El Vicenza lo firmó cuando tenía 13 años, por 150 mil liras y debutó tres años más tarde, en la temporada 1982-1983. Sus ídolos eran los brasileños Cinesinho y Zico. La primera de sus tantas lesiones fue en 1982, en el menisco de la rodilla izquierda.

Ya en el Vicenza, había despertado el interés de la Fiorentina, la Sampdoria, el Torino y la Juventus. Su primer tanto fue el 3 de junio de 1984, ante el Brescia. Ya tenía 16 años. Irónicamente, lo haría con un penal. Como fue marcado por el destino. Un remate sutil, a ras del suelo, al lado izquierdo de la portería, engañando al arquero.

El 5 de mayo de 1985 se lesionó, dos días después de firmar con la Fiorentina por dos millardos 700 mil liras. Con el Vicenza jugó tres temporadas y en la última, la 1984-1985, anotó 12 goles en 29 partidos de la liga.“Me lesioné en el juego ante el Rimini, equipo del que era director técnico Arrigo Sacchi. Ganábamos un gol por cero, con un gol mío. Iba corriendo, me resbalé y la pierna se dobló hacia atrás. Sentí un dolor muy fuerte. Algunos pensaban que estaba fingiendo. Me rompí el ligamento cruzado anterior, la cápsula y el menisco de la pierna derecha. Ahí comenzó el calvario”, explicó al programa Sfide de la RAI.

Baggio se operó en Saint-Étienne con el doctor Bousquet. Fue el 5 junio, un mes después de la lesión. Le reconstruyeron la rodilla. La cirugía le dejó 220 puntos de sutura internos. Baggio más nunca fue igual en el campo, aunque sí supo reinventarse. En su libro explicó que se acercó al budismo por primera vez en 1987, gracias a su amigo Maurizio Boldrini. Fue dos años después de haberse lesionado.

“Cuando me lesioné, todos dijeron que debía retirarme. En ese tiempo, no lograba tener continuidad y no creía en mí mismo. Salía muy poco, porque siempre tenía que tener hielo en la rodilla y porque tenía miedo”, explicó Baggio, quien fue católico, pero no por fe, sino por costumbre.

El 12 de enero de 1988 inició su camino en el budismo y allí pudo refugiarse y salir adelante, porque se quería morir. No tenía esperanzas. Dos semanas después de la operación, pesaba 56 kilos. Había perdido 12, porque no dormía, ni comía.

“La operación fue un éxito científicamente en esos años, pero para mí fue terrible. La rodilla la tenía inflamada como un melón y la tenía sostenida por barras metálicas a los lados. Tenía un dolor terrible y estaba destruido. El dolor me traspasaba el cráneo. Era alérgico a los antiinflamatorios y los que me aplicaban, ni los sentía. Me sentía tan mal, que una vez le dije a mi madre que si me quería, que me matara, porque no aguantaba más. Era un tormento las 24 horas del día”, relató en su libro.

Su llegada a la Fiorentina

Baggio volvió al terreno de juego, luego de su traumática recuperación. Fue su primera campaña en Serie A con la Fiorentina en la zafra 1986-1987. Entre liga y Copa Italia, disputó 10 partidos y anotó tres goles.

En su libro, Baggio define a la entidad viola como su gran amor, porque creyeron en él y le ayudaron a recuperarse. “Nadie me entenderá, sino vivió lo que viví y si no conoce Florencia. Cuando llegué, era un campeón virtual. Tenía 18 años y un currículum de fenómeno, pero con una rodilla reconstruida. Estaba mal y la ciudad me amó rápido, confiando en mí, adoptándome como a su familia”.

El técnico que lo recibió fue Aldo Agroppi y nunca dudó de su talento. “Tenía prisa en recuperarlo, porque tenía enfrente a un gran jugador. Era inútil negarlo. Quería dirigir a un gran jugador y regresarle su valor. No pensaba en otra cosa”, dijo el estratega a Sfide.

El 3 de septiembre de 1986 debutó con el equipo ante el Empoli, en duelo de Copa Italia con par de tantos. Sin embargo, a las tres semanas volvió a romperse el menisco y tuvo que pasar de nuevo por el quirófano.

El 17 de septiembre de 1989 dio su primera gran muestra de su talento y su recuperación, al anotar un golazo ante el Napoli de Maradona en el estadio San Paolo. Tomó el balón desde antes del mediocampo y en una corrida triunfal, se fue quitando a los rivales con regates. Al llegar al área, superó al portero Giuliano Giuliani en el mano a mano y definió a puerta vacía.

Su crecimiento con el equipo viola siempre fue a más. Entre la campaña 1987-1988 y la 1989-1990, anotó 52 goles en 121 juegos entre liga y copa nacional. Los fanáticos soñaban con la nueva estrella del equipo, pero todo cambió justo antes del Mundial Italia 90.

Su partida a la Juventus, uno de los grandes rivales en el fútbol italiano, desató protestas en la ciudad, con un saldo fue de 50 heridos y 54 detenidos. El presidente del club, Ranieri Pontiello, explicó que la transacción fue para salvar a la entidad económicamente. “Su traspaso era una acción para evitarlo. Teníamos que igualar los balances económicos de la Fiorentina”.

Baggio dijo que quería quedarse en el club, pero se fue porque lo habían vendido. No era su deseo.

La magia en Italia 90

Baggio había debutado con la selección absoluta el 16 de noviembre de 1988 y su primer gol fue con un tiro libre, el 22 de abril de 1989 ante Uruguay. Había mucha expectativa de lo que podría hacer. Su convocatoria al Mundial, era el premio a la constancia.

Pero los días previos a Italia 90 no fueron fáciles, porque los fanáticos de la Fiorentina iban a Coverciano a increpar al jugador durante los entrenamientos. Por ese motivo, el director técnico de la selección italiana, Azeglio Vicini, debió cerrar las prácticas al público.

Debutó ante Checoslovaquia, en el tercer juego de la fase de grupos. Fue el 19 de junio de 1990 y en el minuto 77 anotó un gran gol con una jugada personal desde la mitad del campo. Un tanto parecido al que marcó con la Fiorentina en la Serie A. En esa Copa del Mundo, anotó dos tantos en cinco partidos. “Fue una emoción increíble e inexplicable, porque era mi primer juego y aseguramos la victoria”, dijo a Sfide.

Italia quedó eliminada en semifinales ante Argentina. Empataron a un gol en 120 minutos y cayeron en penales cuatro por tres. En el duelo por el tercer lugar, anotó uno de los dos tantos en el triunfo frente a Inglaterra. El segundo gol fue un penal de Salvatore Schillaci, al que Baggio le cedió para tirarlo y quedarse como líder goleador de la Copa.

La gloria con la Juventus

Baggio pasó a la Juventus y se consagró como un campeón, a pesar de admitir que no se acostumbró a la ciudad de Torino. “Il Codino”, apodado así por el presidente del club, Giovanni Agnelli, tuvo un rendimiento nunca antes visto. Marcó 102 goles en 171 juegos, entre la temporada 1990-1991 a la 1993-1994, la campaña previa al Mundial, perforó 22 veces las redes en 41 choques en todas las competiciones.

El momento más duro de su primera zafra con la Vecchia Signora, fue el regreso al Artemio Franchi de Florencia, donde se negó a tirar un penal por respeto a su antiguo club. Fue el 7 de abril de 1991 y el conjunto local ganó uno por cero. A pesar de ello, los fanáticos lo pitaron hasta el cansancio.

“No lanzar el penal era una decisión que habíamos tomado el día anterior, con el director técnico Luigi Maifredi. Si fallaba, entonces dirían que lo habría hecho a propósito”, expresó Baggio en Sfide. El propio estratega, confirmó la versión del jugador. “Camino a Florencia hablé con él y dijo que si eventualmente se pitaba un penal, no quería lanzarlo. Ganas tendría, pero no quería para evitar polémicas”.

En la contienda 1991-1992 llegó Giovanni Trapattoni como director técnico y se dio la tan esperada explosión de Baggio. Fue clave para ganar la Copa UEFA 1992-1993, al anotar par de goles en la victoria de tres por uno en la final ante el Borussia Dortmund. Alzó la copa como capitán y logró su primer trofeo internacional. “Fue algo bellísimo, porque fue la coronación de un año difícil”.

Al final del año 1993, ganó el Balón de Oro, siendo el cuarto italiano luego de Omar Sivori (1961), Gianni Rivera (1969) y Paolo Rossi (1982). También se quedó con el galardón FIFA World Player.

En su última campaña, la 1994-1995, anotó 14 dianas en 29 duelos en todas las competiciones y alcanzó el doblete con el título de liga y la Copa Italia, ahora con Marcello Lippi como estratega. En cinco temporadas con los bianconeros, jugó 200 partidos y marcó 115 goles.

La decisión de marcharse la tomó luego de que Bettega le comentó que si quería quedarse, debía rebajarse el sueldo a la mitad. “En el invierno había explotado Alessandro Del Piero y la directiva no tenía ganas de apostar por un jugador como yo, con 28 años y un sueldo alto. Estaba contento por Del Piero, porque lo vi crecer en los entrenamientos. Confiaba en mí, me pedía consejos y lo ayudaba”, recordó “Il Codino en su autobiografía”.

El tormento de Pasadena

Su segundo Mundial fue el de Estados Unidos 1994. En su libro describió el episodio de la final ante Brasil como una carga que siempre lo acompañó. Fue el domingo 17 de julio. Cómo olvidarlo. Antes de que arrancara la Copa del Mundo, su líder espiritual budista Daisaku Ikeda, le dijo, lo que a su juicio, era una profecía: “Ese Mundial lo ganarás o lo perderás en el último segundo”.

Baggio dijo que esas palabras las analizó día y noche y que la molestia en la pierna derecha que venía arrastrando del juego ante Bulgaria, no era impedimento para poder jugar el partido decisivo, a pesar de las críticas de algunos medios de comunicación y fanáticos.

El 10 de Italia ejecutó el último penal de la tanda, pero la pelota se marchó por encima del travesaño y Brasil se llevó la copa. “No basta cerrar los ojos para no verlo. Es como si lo reviviera todas las veces. El vuelo de la pelota, el silencio de mis fanáticos, los gritos de los otros, el abrazo de Gigi Riva. Pero ningún abrazo podría curar mi soledad. Una vez más, estaba solo”.

El estelar delantero aseguró que su vida nunca fue igual, después de ese momento. Se sintió señalado y fue hasta injusto, porque Italia llegó a la final por sus dos goles ante Nigeria, su diana ante España y su doblete frente a Bulgaria.  Además, antes que él habían fallado Franco Baresi y Daniele Massaro, algo que quizás pocos recuerdan. Si Baggio hubiera marcado, igual Brasil tenía una oportunidad más.

“Los años siguientes fueron los peores. No era yo. La carga hizo que olvidara los regates de mi infancia. Nunca había llegado hasta el fondo, porque perder en el campo está bien, pero no perder por un penal. Uno no debería ni siquiera festejar después de la victoria, porque no es una victoria. Nunca. El balón se fue muy alto. Es para reír, porque casi nunca fallé penales y los que fallé, me los pararon”, agregó en el libro.

Su amargo y triste relato no queda allí. “Uno ve al centro de la portería, a media altura, sabiendo que el portero se lanzará al otro lado. Pero la pelota agarra otro destino, como llevada al cielo por una mano invisible, tres metros por encima del travesaño. Los brasileños dicen que fue el gran Ayrton Senna. Pero lo único que queda es el dolor, con el que tienes que aprender a vivir”.

Afrontar la realidad no fue fácil. “Ese penal lo lancé luego, tantas veces. En los sueños, en el pasillo de la casa, hasta en la televisión y siempre marqué. Pero en los sueños, todo es diferente. La noche es una tortura, pero en la mañana estoy tranquilo. Voy al punto penal y antes de chutar, sé que marcaré. Cuando termina el sueño, despierto sonriente, como si hubiera anotado de verdad. Como si la carga se hubiera acabado. Pero es una ilusión. El peso se mantiene”.

Su paso por el Milan

En la temporada 1995-1996 pasó al Milan del poderoso político Silvio Berlusconi, club con el que anotó siete goles en 28 juegos y ganó el segundo título de liga de su carrera, ahora con Fabio Capello como dirigente. A pesar de su rendimiento, no fue convocado por Sacchi para la Eurocopa 96. De hecho, su presencia en la selección se fue reduciendo luego del Mundial.

“Cuando la Juve cambió de directiva, entendí que no estaba en sus planes. Elegí al Milan, porque fueron los que más me quisieron o los que me lo hicieron entender mejor. Me querían desde que estaba en la Fiorentina. Ahora estaba con Capello, ganando otro scudetto y con jugadores como Weah, Savicevic y Maldini”, dijo Baggio en su autobiografía.

En la zafra siguiente, anotó cinco dianas en 23 choques de la Serie A, pero se planteó nuevos horizontes. “Cuando Capello regresó a final de temporada, me dijo que no tenía más espacio para mí. Entonces fue momento de buscar otro equipo, porque faltaba un año para el Mundial. En esos años, gané todo lo que se podía ganar. Lo hice a mi modo. Trabajando duro”.

Baggio consideró que su firma con el equipo lombardo fue sencilla. “La Juve quería llevarme al Inter y yo dije, ‘no señor’. El Milan me había comprado moralmente en 1990, pero no se dio. Con Capello estuve bien al inicio, pero luego no. Cuando el juego se ponía bueno, me sacaba. Decía que era para cuidarme”, agregó.

La relación con el técnico se fue deteriorando sin freno. “Cuando se fue del Milan, parecía que quería arreglar cuentas con el equipo. Ya nadie lo soportaba en el vestuario. Una vez luego de ganar el scudetto, veníamos de regreso en un viaje de pretemporada y comenzó a decir cosas con doble sentido sobre mi talento. Decía que yo no aceptaba las sustituciones y que era mimado por la prensa”.

El 10 sintió que comenzaba a molestar y no quería ser un estorbo. “Entendí que era la hora de quitarles un problema. Me tenía que ir y me fui, aunque no me dolió como en el pasado. Había madurado. Solo quería conseguir un equipo en el que tuviera espacio”, explicó y recordó que con Berlusconi tuvo una mejor relación “porque además era diferente de Agnelli. Menos formal y más directo”.

Goleador en el Bologna

Su quinto uniforme lo vistió en la temporada 1997-1998, junto antes del Mundial. Luego de estar en los planes del Parma, se cayó la negociación. El Bologna lo había firmado y tuvo un rendimiento excelente, con 22 goles en 30 juegos. Fue la temporada en la que más goles firmó en su carrera, desde que anotó 21 para ganar el Balón de Oro. Sin embargo, no fue suficiente y el equipo terminó en el octavo lugar con 48 puntos.

Aquí también tuvo roces con el director técnico Renzo Ulivieri, quien lo dejó fuera de las convocatorias ante sus ex equipos Milan y Juventus. “El entrenador hace sus escogencias técnicas y pagué por eso, pero siempre pensé primero en el equipo”, explicó en Sfide.

“Ulivieri no me quería y lo dejó bien claro. Una vez no jugué por sanción y al regresar, la banda de capitán la tenía Marocchi. Me dijo que la semana que viene me la regresaba, pero nunca lo hizo. Más nunca fui capitán”, rememoró en su autobiografía.

Baggio anotó ocho goles en los últimos cinco partidos de la temporada, quedando en pleno estado de forma para el Mundial Francia 1998. Al final, se ganó la convocatoria del ahora director técnico Cesare Maldini. “Cuando me llamó para darme la noticia, pensé que era un chiste. Era una convocatoria de emergencia”.

La aventura de Francia 98

Su tercer Mundial fue el de Francia 1998, al que llegó peleando la titularidad con Del Piero, el ahora estelar jugador de la Juventus por el que la Vecchia Signora decidió apostar tres años antes en detrimento de Baggio.

“Me sentía parte del grupo, era feliz y confiaba en mí. Pero se hablaba de espacio limitado y de una rivalidad con Del Piero, que nunca existió”, dijo en su libro. El delantero disputó cuatro juegos y anotó dos goles, pero rara vez fue titular. Fue el primer jugador italiano en marcar en tres Copas del Mundo diferentes.

En el debut ante Chile el 11 de julio, dio una asistencia magistral a Christian Vieri y anotó el gol del empate a dos desde el punto penal. Otra vez, con el reto de los 12 pasos. “Pensé que si lo fallaba, me tendría que ir del país. En esos segundos, me pasó de todo por la cabeza”.

Baggio marcó con un remate bajo, a la derecha del portero. El otro tanto fue ante Austria. Italia quedó eliminada por tercer Mundial consecutivo en penales, ahora ante Francia. En la prórroga, falló el Gol de Oro con un remate cruzado espectacular, que salió fuera por poco.

“Cuando vi que falló Di Biagio desde el punto penal, me dieron ganas de llorar otra vez. Entendí que otra se había acabado y, de nuevo, de mala manera. Tenía un sabor de derrota muy amargo”.

El Dream Team del Inter

Luego del Mundial, volvió a cambiar de equipo. Ahora regresaba a Milán, para jugar con el Inter. Baggio se dio el lujo de estar en los tres grandes de Italia. Con el equipo nerazzurro, conformó una delantera de ensueño con Ronaldo e Iván Zamorano y luego con Álvaro Recoba. Estuvo dos temporadas y en todas las competiciones sumó 17 goles en 59 juegos.

“Fui al Inter, porque quería jugar la Champions y tenía 31 años”, recordó. En la primera contienda, estuvo a cargo de Luigi Simoni. El 26 de noviembre de 1998 se lució ante el Real Madrid en el Giuseppe Meazza, al anotar un doblete en la victoria de tres por uno y encaminar la clasificación a la segunda ronda.

En la segunda zafra tuvo problemas con el director técnico Lippi, quien estuvo al frente en la 1999-2000 y ya lo había dirigido en la Juve. En la primera vuelta, sólo jugó cuatro partidos y como suplente. “Jugaba el tiempo que me dejaban, pero tampoco es que tenía una varita mágica para entrar y cambiar los partidos. Nunca fui un jugador rompe grupos, ni que generara polémicas en el vestuario”, declaró en Sfide.

“Lippi me hizo al guerra, sin parar un minuto. Sin motivarme, sin lógica. No bastaban mis lesiones en la rodilla. Tenía que comer lo que él quería y si hacía un regate de más, se molestaba. Si un compañero me aplaudía, era peor. Algo nunca visto. Me vi reducido a los suplentes de los suplentes. Cada provocación suya, me fortalecía más. Me quiso destruir y no pudo”, describió en su autobiografía.

El 23 de mayo del 2000, el Inter debió jugar ante el Parma un partido de desempate, para dirimir el boleto a la Liga de Campeones. Ambas oncenas estaban igualadas en el cuarto lugar. Marcó un golazo de tiro libre en toda la escuadra superior izquierda y luego otro tanto más, ante el nobel portero Gianluigi Buffon.

Al final del encuentro, dijo a los micrófonos de la RAI. “Soy un profesional serio y lo demostré también este año, a pesar de todos los problemas que he tenido y sobre todo los que tuve con el entrenador”.

Era el enésimo capítulo de una polémica con un director técnico. Sin embargo, no se consideraba caprichoso o divo. “Nunca me comporté así. No, al menos, de forma consciente. Mi maldición es que tengo un sentimiento fuerte de justicia. Soy rebelde y eso no gusta. No me gustan las discriminaciones. Pero a la vez, soy una persona educada y controlada”, recordó en su libro.

El héroe del Brescia

Baggio no fue convocado por Dino Zoff para jugar la Eurocopa 2000, en la que Italia perdió la final ante Francia. Fue otra puñalada al corazón. Estuvo un tiempo sin contrato, a pesar de tener ofertas de Alemania, Inglaterra, España y Japón. Su prioridad era quedarse en Italia, cerca de la familia.

En el país de la bota, hubo intenciones por parte del Napoli, Udinese y Reggina. Para firmar con un club, quería contar con tres requisitos básicos. “Que el equipo jugara en la Serie A,  que estuviera cerca de mi casa y que me garantizaran la titularidad”.

Con esas condiciones, llegó  a un acuerdo con el Brescia, club con el que se retiró tras cuatro años. Jugó desde la temporada 2000-2001, hasta la 2003-2004. En total, estuvo en 101 partidos y anotó 46 goles en todas las competiciones.

El director técnico Carlo Mazzone lo recibió como a un hijo o mejor dicho, “como un hermano gemelo”, como lo describió, y el presidente del club Luigi Corioni hizo el esfuerzo para contratarlo. “Contratar a Baggio es un privilegio de pocos. Se dio la posibilidad de traerlo, a pesar de que su manager pretendía demasiado”, expresó el directivo a Sfide.

El contrato se firmó con una clausula curiosa. La estadía de Baggio en el Brescia, dependía al mismo tiempo de la de Mazzone. Si el técnico se iba, él también lo haría. “Es un jugador educado, profesional, puntual, generoso y es un ejemplo para todos. Si además me hace ganar, no puedo hablar mal de él”, expresó el técnico.

Durante su estancia en el Brescia, Baggio compartió con jugadores como Pep Guardiola y los jóvenes italianos Andrea Pirlo y Luca Toni, a la postre campeones del mundo en Alemania 2006.

Baggio dijo que Mazzone fue el mejor técnico que tuvo en su carrera. “Fue el que me hubiera gustado encontrar desde el comienzo. Sincero, no era hipócrita y no le gustaba el autoritarismo. Si el fútbol fuera dirigido por personas como él, fuera el mismo que soñé desde niño. Las estrellas no tuvieran miedo de manifestarse, los jóvenes no tuvieran prisa en madurar y los profesionales serían más honestos”, reflexionó en su libro.

Para entonces, buscaba su cuarto Mundial y tenía un entrenador en quién confiar. Tenía  la fe y la convicción de que quedarse en Italia era la decisión correcta. No se fue a Japón, porque quería seguir luchando por estar en la selección.

“En ese momento llamé a Trapattoni y le consulté si era bueno ir a Japón, porque tenía una oferta espectacular. Si no me hubiera dado esperanzas de ir al Mundial, aceptaba la oferta. Pero me dijo que me estaría siguiendo y que todo dependía de mi. Fue muy claro. Sabía que iba a ser difícil, pero había una posibilidad”, dijo en su autobiografía.

Pero su físico volvía a poner en duda su talento. El 23 de diciembre del 2000 se lesionó  en un juego ante el Lecce, tras cobrar un tiro libre y sufrir una lesión muscular.

El 24 de febrero del 2001 regresó al campo ante la Fiorentina en Florencia y marcó dos tantos que le dieron el empate a dos al Brescia. Uno fue un tiro libre que pegó en el travesaño y entró, dejando parado a Francesco Toldo.

El 1 de abril de 2001, anotó el golazo del empate a uno ante la Juventus en el Delle Alpi. Un pase en profundidad magistral del novato Pirlo, fue bajado de primera por Baggio con su pierna derecha, regateó al portero Edwin van der Sar y definió a puerta vacía.

“Fue un gol muy bello y un punto vital para nosotros. En especial, por cómo bajé el balón. Lo hice de primera y pude driblar al portero. Cuando comenzó la jugada, ya lo había pensado. Son decisiones que tienes que tomar rápido y todo salió. Casi nunca sale, pero cuando sucede, la satisfacción es triple. Si no lo intentas, sólo harás goles normales”, señaló en su libro.

Veinte días más tarde, también perforó las redes ante el Napoli, con un tiro libre, llevando adelante una remontada espectacular en la tabla. Salieron del descenso y terminaron en el séptimo puesto.

En la campaña 2001-2002 arrancó con ritmo demoledor, con ocho goles en ocho jornadas. El 30 de septiembre del 2001, anotó par de tantos en el segundo tiempo para darle el empate al Brescia en el derby frente a la Atalanta.

En la décima jornada, anotó ante el Piacenza, pero salió lesionado. Se recuperó y volvió a jugar el 28 de octubre, contra el Venezia. Baggio recibió una falta por detrás y se temió lo peor por su rodilla izquierda. Reingresó al campo y anotó un gol de penal en la segunda etapa. Minutos más tarde, se cayó sólo en el campo. La rodilla izquierda había sufrido una distorsión de primer grado, pero sin afectar a los ligamentos.

Al legar a casa, estuvo rezando seis horas. Estuvo tres meses fuera, a pesar de que al principio se hablaba de un par de semanas. Su recuperación fue en tiempo récord.  El 30 de enero ante el Parma en partido de semifinal de Copa Italia, se volvió a caer solo con fuertes dolores en la rodilla izquierda. “Durante media hora no la pude mover, porque era un dolor muy fuerte”, explicó. Esta vez sí se había roto los ligamentos cruzados. Se esperaba que debía estar fuera ocho meses, pero se recuperó en 76 días.

El 12 de febrero comenzó la rehabilitación, que realizó con el balón de la Copa del Mundo. Su deseo de jugar el Mundial 2002, con 35 años, lo mantenía motivado. El 21 de abril volvió una vez más a jugar, ahora ante la Fiorentina. Entró al minuto 71 y anotó par de tantos, para mantener la pelea por evitar el descenso.

Llegó el último juego de la temporada contra otro ex equipo, el Bologna. Fue el 5 de mayo de 2002. Baggio cobró un penal que le detuvo su compañero de selección en el Mundial del 94, Gianluca Pagliuca, pero le quedó el rebote y marcó el dos por cero. El Brescia ganó tres por cero y mantuvo la categoría, por segundo año seguido.

A pesar de la gran recuperación que tuvo, no pudo ir al Mundial. Trapattoni no lo convocó. No había espacio, porque el ataque estaba integrado por Vieri, Totti y Del Piero. “El técnico me llamó y me dijo que no me podía convocar, porque no me veía al 100%. Le dije que estaba bien, que todas las pruebas eran positivas y que todavía quedaba un mes para el Mundial. No pude convencerlo. Me dijo que ya tenía la convocatoria lista”, declaró a Sfide.

Baggio no vio los partidos de la selección, porque pasó sus vacaciones en Argentina. Casualmente, regresó a Italia el mismo día que el grupo regresó eliminado de Corea y Japón. En la 2002-2003 logró los 200 goles en Serie A y el 300 de su carrera, también de penal. Esa campaña terminó anotando 12 dianas y en la siguiente, también coleccionó una docena.

A pesar su estado de forma, Baggio también se quedó fuera de la Eurocopa 2004. Su retiro con la selección fue un partido amistoso ante España, jugado el 26 de abril de 2004 en el estadio Luigi Ferraris de Génova. Terminó uno a uno y jugó 87 minutos.

Su último partido en la Serie A fue el 16 de mayo ante el Milan en San Siro, que lo despidió con una ovación merecida y con Maldini como capitán. Así puso fin a una mágica trayectoria, que finalizó con 205 goles en Serie A y su dorsal 10 fue retirado en el Brescia. Un justo reconocimiento para un fuera de clase incomprendido en Italia.

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