Opinión: Cuando la fe no alcanza y el mediocre sistema de clasificación, tampoco

Tony Cittadino (Madrid).- Aceptar el golpe de la Vinotinto, tomará varios días en asimilarse. Confieso, que me ha pegado más que la eliminación de Italia ante Macedonia en 2022, pero es que este fracaso de Venezuela es, sin duda, el más grande y estruendoso de nuestro fútbol.

La Vinotinto, tenía todas las condiciones a favor. Sólo tenía que ganar y no tendría que mirar a los lados.  El repechaje, estaba a 90 minutos. Poco importaría lo que hiciera Bolivia en El Alto, porque tenían que hacer su tarea. Sin embargo, una vez más, el fútbol y, el deporte venezolano en general, se queda a las puertas de la gloria al momento de la chiquita.

Pareciera una maldición. Un caso de estudio. Pasa en beisbol. Pasa en el fútbol. El baloncesto, es el único que se salva. Pero, desde hace mucho tiempo, insistimos que al deportista venezolano le hace falta confianza y creérselo. Contar con un buen equipo de psicólogos deportivos, que les enseñen a gestionar las victorias, porque no sabemos. Seguimos pensando, que con la fe y la farándula, basta.

Pero, más allá de eso, cuesta creer que el sueño de clasificar a la Copa del Mundo, se convirtió en pesadilla y al juego le sobraron 70 minutos. Esta selección, ha sido la más mimada y la más apoyada de la historia. Un cuerpo técnico, que tuvo recursos en sus manos, pero les quedó el cargo grande y, todavía, tuvo el descaro durante toda la eliminatoria de pretender convencernos de que era una proeza llegar a la última fecha peleando el repechaje y comparando la situación actual con los últimos dos procesos, obviando lo hecho por Richard Páez o César Farías, por ejemplo.

Si hubiéramos ganado, por las proyecciones y un promedio, nos podíamos meter con, al menos 22 puntos. Nos quedamos cortos por cuatro, pero se supone que hay que celebrarlo. Como si antes, no estuvimos en mejores posiciones.

Es bochornoso que Fernando Batista no aceptara preguntas en la rueda de prensa. Una falta de respeto para la gente y para los colegas, que apoyaron a la selección durante todo el ciclo. Obviamente, sabía que lo iban a fusilar a preguntas incómodas, pero es su trabajo. No basta con pedir perdón y, como hombre y profesional, era lo mínimo que podía hacer.

Pero, la crítica también va a los jugadores. Se puede entender el dolor y la frustración, pero no costaba nada pararse cinco minutos a declarar. Es lo mínimo que podían hacer por respeto. Como lo hicieron Tomás Rincón, Telasco Segovia y Rafael Romo, por ejemplo. La imagen de Tomás, llorando, al final del partido en la cancha, fue la foto de todo un país.

Es indudable que Venezuela tendrá que enfrentarse a un proceso de renovación no sólo en el cuerpo técnico, sino también en la selección. Pero, sobre todo, que no caigamos otra vez en el show barato que nos trajo hasta esto. Desde la designación de Peseiro, pasando por el escándalo de José Pekerman y terminando con el “Bocha”, que pudo sacarle mucho más a la selección, en cuanto al rendimiento deportivo.

Todo muy bonito con la campaña de marketing, las canciones, el show que se arma en cada eliminatoria y el bendito “Mano tengo fe”, pero falta algo más y no lo tenemos.

Este golpe anímico, en parte, no sorprende, porque en cada proceso de eliminatorias pasa lo mismo. Se endiosa a la selección y se pretende ir a un Mundial, sin tener las bases. Como decía mi estimado Alejandro Chacón, que Dios lo tenga en su gloria y que hoy estaría echando chispas, se quiere hacer la casa, comenzando por el tejado.

Nuestro fútbol, es pobre. El torneo local, no tiene nivel. Pasamos vergüenza en competiciones internacionales. No competimos. Hay directivos corruptos y equipos endeudados. El proyecto no se vende bien, pero no se puede criticar porque estás afuera y no sumas. Hay poca, o nula autocrítica. El bendito discurso mediocre, que pretende que los que estamos afuera y también los que se han comido las verdes con la selección dentro del país, no pueden opinar porque “restan”. El mismo discurso que se lleva en la política.

Es increíble que, a estas alturas, la gente pensara que Colombia iba a llegar a Maturín a hacernos un favor. En las eliminatorias, nadie regala nada. Te lo tienes que ganar en el campo. Pero, es alarmante que Venezuela se quede afuera con un sistema de clasificación tan mediocre, en el que pasan seis equipos directos y uno va al repechaje. En cuanto a porcentaje, Conmebol es el que tiene mayor participación, si bien son menos países.

No me equivocaría al decir, que este Premundial ha sido el más mediocre de todos. No sólo porque pasa el 60% de los participantes, más de la mitad de los que juegan, sino porque el nivel en general, fue patético. Se salvan, Argentina, Ecuador y Uruguay. Paraguay, mejoró merecidamente en el camino. Brasil, terminó quinto y en el proceso anterior hubiera jugado repechaje.

De resto, a la repesca fue el menos malo de todos. Bolivia se lo ganó en la altura. Guste o no, son las condiciones en las que hay que jugar. Echarle la culpa a eso y depender de un gol de Brasil, es patético. Tampoco la culpa, es del penal que pitaron y si fue dudoso o no.

La culpa, es nuestra, por no hacer la tarea en un Premundial en el que terminamos octavos, porque Perú y Chile dieron lástima en toda la eliminatoria. El rendimiento en Maturín fue excelente. Estuvimos invictos hasta el último partido. Argentina y Brasil, no pasaron el empate. Todo maravilloso, pero, al final, terminamos viviendo de la renta del gol de Salomón Rondón a Paraguay en la segunda fecha y el tanto de Edward Bello a Brasil como visitante.

La culpa, es exclusivamente nuestra. Dimos pena como visitantes. No se le ganó a Uruguay, que llegó plagado de bajas a Maturín, pero, al menos, se sumó. Pero, ya las alarmas estaban encendidas luego del juego ante Chile, en Santiago. Ese fue el partido que nos dejó fuera, el que nos hizo falta. En dos ocasiones, llegamos a estar arriba en el marcador y nos remontaron.

En esa ocasión, el peor Chile nos metió cuatro en Santiago. El martes, Colombia nos metió seis y salimos baratos, tras empezar ganando y estar en ventaja dos veces. No una. Dos. Con un inicio de partido soñado, gracias al golazo de Telasco Segovia apenas a los 3 minutos.

Del esquema táctico, se puede debatir y mucho. No se trata de hacer leña del árbol caído. Aquí lo que asombra, lo que aturde, son las formas y cómo se termina el partido. Se podía perder con Colombia, pero no de esa manera. No con una humillación, que nos dejó a las puertas de un hecho inédito para el país y con la gente volcada con la selección.

Esta resaca, costará en pasar. Esperemos que en los próximos días, la FVF tome cartas en el asunto y no retrase más una decisión que tenía que haber llegado hace tiempo. El cuerpo técnico de Batista, debe tener las horas contadas.

Con fe, no se ganan partidos. Seguimos siendo emocionales y no racionales. Si de esta no aprendemos, difícilmente aprenderemos de los errores.

Eso pasa, cuando la fe no alcanza y el mediocre sistema de clasificación, tampoco.

Foto: Fabrizio Cuzzola

Opinión: La Italia de Gattuso gana y golea, pero tiene mucho por mejorar  

Tony Cittadino (Madrid).- Gennaro Gattuso puede respirar tranquilo, de momento. El director técnico de Italia debutó con par de victorias ante Estonia (5-0) e Israel (5-4), que le permiten enderezar el rumbo en las eliminatorias europeas al Mundial 2026. Cumplió con la tarea, pero los triunfos tienen sus matices y hay que tomar nota.

La buena noticia, es que parece haber transmitido a la selección la idea de pelear los partidos y cambiar la mentalidad. Los jugadores se ven motivados y en armonía, si bien todavía es muy pronto para sacar conclusiones y lo que se necesitan son victorias y resultados concretos. Sin embargo, parece evidente que hay un cambio con respecto al trabajo previo realizado por Luciano Spalletti.

Lo importante, era sumar los seis puntos y anotar la mayor cantidad de goles posibles, para mantenerse en carrera para lograr el billete a la Copa del Mundo. Italia amaneció este martes con 9 puntos en el grupo I,  tres menos que Noruega, que esta noche enfrentará a Moldavia en casa y tendrá un partido más.

Llegar como primera de grupo, es misión imposible, pero, se puede mirar al futuro con un poco más de optimismo y no con el pesimismo que había antes de la doble fecha. Sigue siendo una labor complicada, pero hay un rayito de luz.  Al menos, ahora, también está la posibilidad de amarrar el segundo puesto que da acceso a los playoff, que disputarían por tercera ocasión seguida y con dos antecedentes graves que le dejaron fuera del Mundial.

El daño psicológico de no jugar dos Mundiales seguidos, ha sido tremendo, más allá de que la Serie A no es lo de antes. Cerca del 70% de los jugadores son extranjeros, no hay espacio para los jóvenes y, tampoco, es que se atrevan a lanzarlos y que se ganen la oportunidad de ser titulares.

No es nada nuevo, pero Gattuso tiene que lidiar con esto. Italia ha perdido la confianza y, más allá de que la selección no cuenta con la calidad de antes, que es innegable y el principal problema, se debe recuperar la garra. Es cuestión de actitud. Italia pasó de ser siempre una candidata a pelear la Copa, a pensar en la posibilidad de que pueda clasificar. Es lo que hay.

Rivales como Estonia e Israel, se ven como si fueran España y Argentina. Pero, en esta doble fecha, se rescató el carácter del grupo, que no tiene margen de error. Ante Estonia, se logró el triunfo con una goleada en el segundo tiempo, luego de 58 minutos. Pero, se puede entender, por los nervios y el asimilar el funcionamiento de la idea de Gattuso. El primer tanto les quitó la presión y, también, tuvo que ver el portero Karl Hein, que sacó, fácilmente, cuatro ocasiones claras y el resultado podía ser mayor..

Ante Israel, se sabía que podía ser un partido rocoso, pero no al extremo de recibir cuatro goles y jugar con fuego. Un empate, hubiera dejado a Italia al margen de no jugar los playoff. El grupo sabe que necesita anotar la mayor cantidad de goles posibles y no recibir ninguno, para intentar acortar la diferencia de con Noruega, de cara al último partido en noviembre en San Siro (+11 de Noruega y +5 de Italia).

Sin embargo, históricamente, la Nazionale no es una oncena que golee y, por primera vez en su historia, ha anotado cinco goles por juego en en partidos consecutivos. Pero, tampoco suele recibir cuatro tantos, si bien en los últimos 20 años se acostumbró a sufrir con selecciones de menor rango como Egipto, Eslovaquia, Nueva Zelanda, Suecia o Macedonia del Norte.

Italia no sólo recibió cuatro goles de Israel, sino que dos fueron autogol (Manuel Locatelli y Alessandro Bastoni) y pudieran pesar en la cuenta final.  Era impensable que se dejaran remontar un 4-2 a tres minutos del final, pero pasó. Fallas en la marca, pero también de concentración, algo de lo que Gattuso ha tomado nota y ha hecho mea culpa.

Aquí notamos la diferencia con el ciclo previo y es lo que hace pensar que las cosas pueden ser diferentes: autocrítica, asumir los errores, librar de presión a los jugadores y tener los pies en la tierra. Hablar claro y sin filosofar mucho.

«Somos demasiado frágiles. Recibimos goles con demasiada facilidad. Pero eso no es una crítica a los jugadores; es mi problema, y ​​necesito mejorarlo con mi cuerpo técnico. Hay que reconocer el mérito de los jugadores, que tuvieron la fuerza para reaccionar a cada bofetada que recibieron. Aunque no fue un gran día, se entregaron con todo y con ganas de recuperarse. Es algo en lo que tenemos que seguir trabajando. Disfrutémoslo; han sido ocho días increíbles. Felicidades a los chicos, y les doy las gracias, pero si queremos lograr algo importante, tenemos que mejorar“.

Moise Kean, Mateo Retegui y Giacomo Raspadori, se confirmaron como los delanteros de este ciclo. No son grandes nombres, pero supieron resolver. El ataque, que ha sido el dolor de cabeza, respondió. Pudiera mejorar con las posibles incorporaciones a futuro de Federico Chiesa, Nicolò Zaniolo o Domenico Berardi, pero hay que contar con los que están.

La Azzurra debe recuperar su sello. No es que esté obligada a jugar al catenaccio, pero debe regresar a sus orígenes. Férrea defensa. Anticiparse. Marcar. No permitir que el rival pase de la mediacancha con facilidad y creando peligro, porque cuando lo tengas en el último cuarto de cancha, es una ocasión de gol. Volver a las faltas tácticas. Rescatar el cinismo.

Italia reanudará las eliminatorias europeas en el próximo mes de octubre. El sábado 11, visita a Estonia en Tallin y tres días más tarde, recibe a Israel en Udine. Dos juegos claves, para sumar seis puntos y seguir esperando un error de Noruega, que parece improbable.

El Mundial de 2026 se sigue viendo lejos, pero no tanto como antes.

Foto: Prensa FIGC

Opinión: España, el triunfo del grupo y una Eurocopa extra merecida

Tony Cittadino (Madrid).-  Se dice que en los torneos cortos no siempre gana la mejor selección, sino la que esté en mejor forma física y mental. Sin embargo, en la Eurocopa Alemania 2024, España rompió todos los paradigmas adjudicándose un torneo en el que dominó de principio a fin y en el que fue superior al resto.

La selección dirigida por Luis de la Fuente enamoró a todos con su fútbol, a pesar de no contar con un grupo en el que tuvieran algún jugador estelar por encima del resto. Ahí estuvo la clave, en la gestión de una plantilla en la que nadie fue más que nadie y en la que el grupo se cohesionó, priorizando el juego colectivo por encima de las individualidades.

Es cierto que Lamine Yamal, Nico Williams y Rodrigo, jugaron una Euro para la historia. Pero, tampoco es que España tenía una selección estelar, como la de 2012, por ejemplo. Todos eran jugadores competitivos, normales para el promedio. Antes de la competición, nuestro pronóstico era que su tope serían los cuartos de final o, como mucho, la semifinal. Sin embargo, nos quedamos cortos y nos sorprendió, para bien.

El estratega, que también el año pasado ganó la edición 2022-2023 de la Nations League, armó un bloque sólido que dejó atrás el ambiente turbio que había con la gestión de Luis Enrique. En especial, en lo mediático. España jugó un torneo memorable y en ningún partido se vio inferior.

Y pensar que el año pasado era cuestionada la continuidad del director técnico de la Fuente, por aplaudir durante la asamblea de la RFEF en la que el otrora presidente Luis Rubiales decía que no iba a renunciar, por el escándalo del beso a Jenni Hermoso.

Su camino en la competición, le llevó a ganar todos sus partidos y con rivales de peso: Croacia (3-0), Italia (1-0), Albania (1-0), Georgia (4-1), Alemania (2-1), Francia (2-1) e Inglaterra (2-1), en la final.

La dupla lograda por Lamine y Nico, quedará para la historia y apenas comienza. Jugadores jóvenes, atrevidos, con una madurez y mentalidad ganadora, pocas veces vista a su edad, en especial por Lamine, que el sábado cumplió apenas 17 años. Pero, insistimos, deben llevarlo con calma y responsabilidad, para que no sea otro caso como Ansu Fati, que era llamado a ser el heredero de Lionel Messi en el Barcelona.

Otra sorpresa fue Marc Cucurella como lateral izquierdo, una elección que invitaba a no tener mayores expectativas. Con todo respeto, España tuvo mejores en su posición, pero definitivamente el torneo que disputó fue sobresaliente: parecía un Roberto Carlos, Cafú o Maldini.

España fue creciendo a lo largo de la Euro y en la segunda ronda, tuvo que quitarse del medio a selecciones poderosas como Alemania y Francia. Sin embargo, el nivel de oncenas como la italiana, la alemana, la francesa o la inglesa, llevaban a pensar si el dominio de la Roja era tal o en realidad el de estas históricas oncenas estuvo por debajo de lo esperado.

Pensamos que fue un mix de todo, sin quitar mérito a España. Esta Eurocopa no se recordará por el gran espectáculo, porque el desempeño de las grandes selecciones fue muy pobre y los autogoles opacaron a los goleadores (de hecho, Dami Olmo fue el máximo anotador con apenas tres tantos). Salvo Alemania, que como sede tuvo una fase de grupos aceptable, el resto decepcionó por completo.

Lo mejor de todo, fue el éxito de una selección que volvió a despertar el interés colectivo en una España en la que muchos ven de reojo usar la bandera o apoyar la selección. Seguramente, algunos de ellos hoy no les quedará más remedio que aplaudir y celebrar. Son los mismos que, por el pasado de la dictadura franquista, tildan de “facha” a cualquier intento de levantar la mano por lo propio. Un calificativo, que, por cierto, se usa en estos días muy a la ligera para desacreditar, por lo general y en su mayoría, a todo lo que no tenga que ver con la izquierda. Pero, eso ya es otro tema.

También celebramos el éxito de un jugador como Álvaro Morata. El capitán de esta España puede que no sea un delantero explosivo y con un carácter intimidante, pero hace el trabajo. Es bonachón y de familia. Quizás por eso se ha llevado una lluvia de críticas e insultos, pero ahí sigue de pie.

Incluso, a la calladita, es el cuarto máximo anotador español de la historia con 36 tantos y el tercero de todos los tiempos en el torneo con 7 dianas, igualado con Alan Shearer y Antoine Griezman y por detrás de Michel Platiní (9) y Cristiano Ronaldo (14).

España ahora puede sacar pecho, al decir que es, en solitario, el tetracampeón de Europa. Han ganado tres de las últimas cinco ediciones de la Euro e invita a pensar que este ciclo puede ser aún más exitoso. En el horizonte, están la Nations League 2024-2025, la Finalissima 2025 (vs Argentina) y el Mundial 2026.

Felicidades y a disfrutar de un triunfo merecidísimo.

Foto: Prensa UEFA / Getty Images

Opinión: A Spalletti le quedó grande la selección italiana y su ciclo debe terminar  

Tony Cittadino (Madrid).- La llegada de Luciano Spalletti a la selección de Italia, era crónica de una muerte anunciada. El director técnico llegó en agosto pasado, luego de la renuncia de Roberto Mancini y este sábado, la Azzurra fue eliminada de la Eurocopa 2024 sin pena, ni gloria, perdiendo con Suiza por primera vez en 31 años.

El nombramiento de Spalletti por parte de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), nos generó desconfianza y mal augurio. No porque no tuviera experiencia, que la tiene, pero creemos que es un director técnico de clubes y no de selecciones. Son dos trabajos por gestión, muy diferentes.

Spalletti llegó entre vítores por el título logrado con el Napoli y un juego vistoso, pero hasta ahí. Seguimos pensando que el scudetto fue merecido, sin dudas, pero tuvo su toque de fortuna: por un lado, los altibajos de Inter, Milan y Juventus. Por otro, los delanteros Víctor Oshimen y Khvicha Kvaratskhelia, todo lo que tocaban lo convertían en gol y en la Nazionale, ni de cerca había uno parecido.

El estratega decidió renunciar a su año sabático y se puso al frente de la selección, clasificándola la Euro 2024 como segunda de grupo, en el último juego ante una Ucrania en la que terminaron pidiendo la hora. Pero, el objetivo fue alcanzado.

“Ahora mismo, por las condiciones, no podemos hacer más que esto. Hace falta más ritmo, más continuidad y sacrificio. Si miramos a mis predecesores, tuvieron más partidos de preparación que yo. Algún partido más, me podía ayudar, pero la responsabilidad es mía”, dijo el técnico al final del partido de este sábado en Berlín.

¿Cómo que no se puede hacer más? ¿No se siente capacitado? Si bien es cierto que tuvo menos tiempo y partidos de preparación que en ciclos anteriores, la realidad es que esta Italia nunca tuvo alma y su discurso táctico iba cargado de mucha filosofía.

En los amistosos de marzo, estuvo muy floja ante Venezuela y Ecuador. Ganó ambos encuentros (2-1 y 2-0), pero poco más. En junio, empató con Turquía (0-0) y venció a Bosnia (1-0).

Ya en la Euro, la pesadilla empezó apenas a los 23 segundos ante Albania. La Azzurra reaccionó y se llevó la victoria, pero España le dio un repaso táctico y Nico Williams volvió loco todo el partido a Giovanni Di Lorenzo, que tuvo un torneo para el olvido.

La “Roja” se impuso por un autogol de Riccardo Calafiori, pero si no fuera por Gianluigi Donnarumma, se comían cuatro fácilmente. Ambos, junto a Nicolò Barella, fueron los puntos destacables de una oncena que se presentó ante Suiza con Stephan El Shaarawy y Bryan Cristante como titulares. Increíble.

Frente a Croacia, se vio la mejor Italia los últimos 20 minutos del partido, hasta que Mattia Zaccagni salvó la cara de una eliminación en la fase de grupos, con el gol del empate en la última jugada del partido.

Se pensaba que ante Suiza las cosas serían diferentes, pero fue a peor. Para este encuentro, Spalletti cambió otra vez el módulo y los jugadores y ahí está parte del problema. No había un esquema técnico y táctico claro. Usó el 4-2-3-1, el 3-5-2 y el 4-3-3 y en ninguno se vio mejora.

Los jugadores no sabían si atacar, si replegarse, si ir al contragolpe o si rotar el balón. Italia fue una selección sin alma y sin identidad.

También fue un duro golpe las bajas por lesión de Domenico Berardi y Nicolò Zaniolo,  así como la no convocatoria de Sandro Tonali por el caso de apuestas, que le hubiera cambiado la cara a un ataque en el que se insistió por Gianluca Scamacca, de rendimiento muy flojo, mientras que se contó poco por los que debían ser titulares: Mateo Retegui y Giacomo Raspadori.

Spalletti falló en la lectura de los partidos y la selección le quedó grande. Pareciera que el título con el Napoli se le subió a la cabeza, por su prepotencia en las ruedas de prensa y en los actos de la FIGC.

Atreverse a cuestionar su esquema o preguntar algo que no fuera cómodo, era objeto de un show innecesario. El lenguaje corporal de los jugadores, dejaba mucho que desear. No se veían cómodos y tampoco muy claros de lo que tenían que hacer. La gestión del grupo parece no haber sido la correcta.

Las próximas horas o días, serán determinantes en el futuro de Spalletti, que no es el único culpable de esta hecatombe. Tenemos desde 2008 escribiendo que la FIGC y los clubes de Serie A, deben dar más protagonismo a los nuevos talentos, pero en el calcio el 70% de los jugadores son extranjeros y de los italianos convocables, hay muy poco.

Italia viene de ser campeón europeo en la sub-17 y sub-19 y subcampeón del mundo sub-20, pero se mira para otro lado, a pesar del recambio en la selección mayor que llevó adelante Mancini durante su gestión, que le llevó a ser campeón de la Euro 2020.

Mientras en España apuestan por talentos jóvenes como Lamine Yamal o Nico Williams, que tampoco es que los españoles estén en una situación muchísimo más ventajosa en cuanto a grupo, en Italia les cuesta dar espacio o tienen en el extranjero a jugadores como Simone Pafundi, Cesare Casadei, Tommaso Baldanzi o Riccardo Turicchia, por citar algunos.

Si bien del actual grupo, sólo Jorginho y Darmian tienen más de 31 años, es claro que la selección tendrá que hacer cambios y potenciar mucho más a la base joven que tiene, que cuenta una edad promedio de 26 años, pero a algunos le falta mayor roce internacional.

El banquillo de Italia, está nuevamente en el aire. Las decisiones hay que tomarlas pronto, porque el 6 septiembre, visitando a Francia, comienza la cuarta edición de la Nations League y en diciembre, es el sorteo de las eliminatorias al Mundial 2026, que se jugará durante todo 2025 y no se puede fallar. No otra vez.

De los disponibles en la actualidad, quizás Massimiliano Allegri sea la opción más sensata y con experiencia. No hay tiempo que perder.

Ya veremos.

Foto: Prensa UEFA / Getty Images

Opinión: Rubiales, Hermoso, el feminismo y la política en España

Tony Cittadino (Madrid).- Vergonzoso es poco el adjetivo que puede definir todo lo que ha pasado desde hace casi dos semanas, tras el título obtenido por España en el Mundial Femenino y el famoso beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso.

Es lamentable que todavía se siga hablando más del bochornoso acto Rubiales, que ha sido condenado por todo mundo y del cual, los partidos políticos en España y el feminismo radical, buscan sacar provecho. No se podía esperar menos.

Tratan de pescar en río revuelto y no es un secreto. La derecha ha sido más tibia a la hora de fijar posición, pero la izquierda, con personajes como Irene Montero y Yolanda Díaz, ha ido con todo contra Rubiales.

Tienen rabo de paja y se acercan a la candela. Avivan la tan hoy popular tendencia de que tienen que tener la razón porque sí. No hay espacio para el análisis, la investigación, el debate o, simplemente, tomar distancia y disentir. Tienen la razón y punto. Poco vale el que piensa diferente. Hoy en día, no se vale no estar de su lado, pero hablan de inclusión y de respeto.

Valdría la pena tomar una pausa para pensar hasta qué punto las denuncias emitidas por ambas pueden tener validez y credibilidad, sin que se caiga en el sesgo político y en el feminismo radical. Pero resulta que Rubiales, quien se equivocó y debe renunciar,  ha estado en el foco de la noticia y acusado de “violencia sexual” y machismo.

Su actitud no tiene justificación alguna, más viniendo de ser la máxima autoridad en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), pero el teatro que se ha montado en España, parece exagerado. Se ha llegado al punto de que la posible investidura de Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo para formar gobierno, pase a un segundo plano. No ha sido la noticia más importante, cuando debería serlo.

Paciera que no existe el derecho a la defensa, a la presunción de inocencia y a un juicio, que no ha comenzado en tribunales, pero sí en las calles y en las tribunas políticas y en los medios de comunicación. No hay espacio, ni tiempo, para un respiro. La situación se les fue de las manos a las dos partes.

En medio de todo este maremágnum, Hermoso se mantiene apartada y en silencio. No ha dado declaraciones en los medios y, en tres ocasiones, ha cambiado la versión de los hechos. Esto más allá del comunicado emitido por su agencia y los vídeos que ruedan por internet, en medio de risas y bailes que, parecieran, restar importancia al polémico beso, que, insistimos, no tiene justificación.

“Quiero aclarar que en ningún momento consentí el beso que me propinó y en ningún caso busqué alzar al presidente. No tolero que se ponga en duda mi palabra y mucho menos que se inventen palabras que no he dicho”, declaraba Hermoso en un comunicado en el que renunciaron a la selección española femenina un total de 81 jugadoras, incluidas las 23 campeonas del mundo.

Horas más tarde, renunciaron 11 integrantes del cuerpo técnico de Jorge Vilda, dejándolo solo. Su futuro parece tener las horas contadas y, todo indica, que el presidente encargado de la RFEF, Pedro Rocha, no le renovará.

Una encrucijada

Ahora, Hermoso está contra la pared. Si decide denunciar a Rubiales en la Fiscalía, se expone a un proceso penal. Si no lo hace e intenta parar esta bola de nieve, dejará mal parado a los factores que, de seguro, estarán presionando para que siga adelante.

Es una encrucijada en la que la decisión que tome, será criticada y, todo indica, que esto no va a parar en el corto, ni en el mediano plazo.

Para tener una idea del escándalo, las denuncias han llegado hasta la ONU en un comunicado apoyado por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, otro nombre que invita a hacer una pausa y a pensar qué intereses pueden estar detrás todo esto.

El único organismo que se movió con rapidez, fue la FIFA. Actuó de oficio y suspendió por 90 días a Rubiales, exigiendo además que no contacte con la jugadora de modo personal o por terceras personas. Si no es una orden de alejamiento, se le parece y mucho.

La mejor declaración en medio de esta ola de comunicados y dimes y diretes, la ha tenido el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Víctor Francos Díaz, quien el viernes pasado remitió la documentación necesaria al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), para que puedan apartar del cargo al presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

“Ni son suficientes las explicaciones, ni es suficiente no dar más pasos que es lo que le pedía el Gobierno de España. Tenemos la carátula del inicio del expediente, pero nosotros respetamos los procedimientos judiciales por lo que yo no voy a valorar jurídicamente lo que la Fiscalía está investigando, pero si la Fiscalía pide nuestra colaboración, la tendrá”, dijo en la rueda de prensa, en la que fue comedido y respetuoso.

Lo cierto, es que Rubiales se equivocó y se las puso “bombita” al movimiento feminista radical. Y decimos radical, porque por supuesto que son válidas las luchas y los hechos por los que las mujeres batallan contra las violaciones y el machismo, que claro que existe y no se puede permitir. Pero, el problema es cuando los extremos se tocan. Un exabrupto no puede justificar a otro.

No se han separado las cosas y se confunde un acto bochornoso, con uno criminal. Diferencias, las hay y la ley es la que tiene que valorarlo y juzgarlo. No hay que darle más vueltas.

Rubiales contra el sistema

El problema no es de forma, sino de fondo. Por más euforia que pudiera haber en el momento, Rubiales se equivocó y debe aceptarlo. Apartando el gesto en el palco presidencial agarrándose los genitales, no tenía por qué darle un pico a una jugadora ¿A cuenta de qué o, con cuál antecedente o lazo de amistad, puede proponer un beso en la boca?

El directivo no estaba claro del momento y espacio. O quizás, sí, por su temperamento. Se encontraba en una premiación y tenía que comportarse. Celebrar como suele suceder, con un abrazo efusivo o un beso en la mejilla.

Pero, Rubiales, lejos de bajar el tono y apegarse a las investigaciones que puedan hacerse, se ha parado firme contra el sistema y contra la propia RFEF, que el lunes le pidió la dimisión tras una Asamblea Extraordinaria.

Todo esto sin contar que la relación de Rubiales con la prensa española no es buena desde el inicio. Ha sido polémica tras polémica. Fue electo en 2018, pensando que los días de vicios de Ángel María Villar, podrían olvidarse. Pero, no.

A dos días del debut de España en el Mundial Rusia 2018, destituyó a Julen Lopetegui, quien había acordado con el Real Madrid para sumarse al banquillo blanco al final de la Copa del Mundo.

Luego vino el escándalo por el contrato de la Supercopa de España con Gerard Piqué, la fiesta de Salobreña con fondos de la RFEF, la polémica por un chat de WhatsApp hablando mal de equipos españoles y, el año pasado, la renuncia de 15 jugadoras a la selección femenina tras la Eurocopa.

No obstante, decidió darle un espaldarazo a Vilda y la jugada salió bien. Muy bien. El domingo 20 de agosto alcanzaron la gloria, al vencer a Inglaterra y ser campeonas del mundo, pero todo ha pasado a un segundo plano.

Un beso terminó siendo la noticia y no una hazaña deportiva, que quién sabe cuándo se volverá a repetir. Si es que se repite.

Foto: Getty Images

Opinión: Los mejores recuerdos se quedan en el Universitario

Tony Cittadino (Madrid).- En realidad, esta despedida comenzó de manera forzada cinco años atrás. Sabía que al irme del país en 2018, se cerraría un ciclo en el que el estadio Universitario fue una parte importante de mi vida. Este miércoles los Leones del Caracas anunciaron en una rueda de prensa que, desde la próxima temporada de la LVBP, jugarán como home club en el Estadio Monumental Simón Bolívar, dejando atrás una época que inició en 1952 y que tuvo momentos memorables.

Muchas son las historias que se pueden contar y que fueron escritas en el «Coso de Los Chaguaramos». Desde vivencias personales, hasta hazañas deportivas, acompañaron a millones de personas, entre jugadores, personal de mantenimiento, periodistas, fanáticos y todos aquellos, que, así sea por una sola vez, tuvieron el honor y el privilegio de visitar sus instalaciones.

Lo cierto del caso, es que es innegable que, en este momento, la nostalgia se apodere de los que amamos el Universitario. Sonará a cliché, pero es como si una película te pasara por la mente. Para mí, el Universitario tiene un encanto especial. Podía pasar un día entero allí y no aburrirme. Era feliz. Pero, como todo en la vida, todo tiene fecha de caducidad y hay que mirar hacia adelante para poder progresar.

Literalmente, el Universitario me vio crecer. Fue un emocionante recorrido desde niño. Primero, soñando con asistir al primer juego. Luego, pasando por la adolescencia e ir con los amigos del colegio a un Caracas-Magallanes y, más tarde, como periodista, al contar con el privilegio de estar en el palco de prensa y recorrer cada rincón del estadio con libertad.

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Todavía recuerdo la primera vez que fui al estadio con mi papá. Creo que es un momento que ningún fanático olvida. Fue el 27 de diciembre de 1996 y, todos los años, recordábamos esa fecha como algo sublime. Fue un juego Caracas-La Guaira, en el que Tiburones fue home club. No sé por qué, pero las entradas no tenían las sillas enumeradas y las tribunas estaban casi llenas. No conseguimos puesto del lado de Leones, así que tuvimos que ir a la zona derecha y disfrutar de la samba, mientras nos emocionamos porque Lezama se sentó a nuestro lado y nos dio la mano.

La emoción de estar en el estadio, siempre fue indescriptible. Era un lugar sagrado para mi papá y para mí. Allí tuve la alegría de ver jugar a mi ídolo Bob Abreu y también de conocerlo y entrevistarlo. Bendiciones de la vida y del periodismo. Pude pisar el terreno por primera vez como estudiante de comunicación social en 2005 y, luego, como pasante de prensa del Caracas en 2006. Más tarde, pude recorrerlo como periodista gracias a TalCual, Venevisión y Unión Radio Deportes.

Pero, aunque ahora los Leones no jugarán más allí, los mejores recuerdos se quedan en el Universitario. Y, esos recuerdos, son los que hoy atesoro más, justo cuatro meses después de la partida de mi papá: el león mayor. Durante la llamada «temporada muerta», moríamos de nostalgia al pasar con el carro por las afueras del Universitario. Contábamos los días para que llegara la temporada y, una vez que se escuchaba la voz de playball, era una tradición ir a los juegos.

Sinceramente, lo disfrutaba muchísimo porque mi papá, además, era italiano y se integró bastante bien a Venezuela y al beisbol. Era caraquista y fui yo el que le tuvo que explicar los fundamentos de la pelota. Era una ocasión perfecta hacerlo allí, porque, además, podía enseñarle detalles y cosas que no se ven por televisión.

Le llamaba la atención el sonido de la pelota al llegar al guante, la velocidad con la que la bola salía disparada a las gradas en cuestión de segundos y gozaba cuando los managers se encaraban con el umpire Musulungo Herrera y éste los expulsaba.

Allí logré saludar desde la tribuna, por primera y única vez, a uno de mis referentes en el periodismo, Luis Manuel Fernández. Celebramos jonrones y carreras chocando las manos y abrazándonos. Gritamos «leo, leo, leo» y nos paramos de la silla para pedir un ponche. Me tomé mi primera cerveza y, también, aprendí a silbar para llamar a los vendedores. Disfrutábamos comiendo papita, maní y tostón, las arepas del morocho, comprando souvenirs y deleitándonos con la vista del cerro El Ávila y el frío decembrino. No había vista, ni mejor momento. Era perfecto.

Allí nació una amistad tremenda con mi papá, porque era nuestro templo. Nuestro momento de compartir, de hablar, de debatir, de contarnos secretos y de hacer equipo. Fue, también, el lugar en el que le hice una promesa de la que siempre estaré orgulloso de cumplir.

Fue una noche de la temporada 2001-2002 en un juego ante los Tigres de Aragua, en el que Michael Ryan bateó la escalera (hit, doble, triple y jonrón). Luego lo hizo con los Navegantes del Magallanes, siendo el único en lograrlo dos veces. Estábamos sentados del lado de la tribuna izquierda y yo solía siempre acercarme al palco de prensa para saludar a Humberto Acosta, Fernando Arreaza, Reyes Medina, Adolfo Prieto o «El Chema» José Jiménez Torrealba.

Me gustaba estar en el estadio y mirar con admiración el palco de prensa. Le decía a mi papá con mucha ilusión: «Ojalá algún día pudiera ver un juego desde allá arriba, como periodista. Debe ser demasiado fino».  Me respondió, «¿y por qué no? si te lo propones, lo logras», a lo que le respondí: «te prometo que algún día voy a estar allá arriba, narrando o haciendo una noticia de un juego del Caracas».

El tiempo pasó y no me equivoqué. A fin de cuentas, su terquedad siciliana la heredé a la perfección. No hay palabras para explicar el privilegio de ver el estadio y un juego desde lo más alto y, de paso, poder estar en la cabina del circuito del Caracas y escuchar narrar en vivo a Fernando Arreaza o Reyes Medina. Ahora lo escribo y me parece mentira.

Pero, más nunca fue igual, porque el fanatismo muere cuando eres periodista. Sin embargo, lo disfruté y lo extraño todos los días de mi vida. Cuando iba a los juegos, disfrutaba estar sentado en el palco y contemplar a los hijos que iban con sus padres, mientras recordaba todas las veces que recorrí con el mío los desgastados escalones del Universitario. Le mandaba una foto con cierta nostalgia y le decía: «mira ahora cómo se ve la tribuna desde aquí».

Pero, así es la vida. El tiempo fue pasando y, sin darnos cuenta, ahora era yo el que compraba las entradas, la camisa y lo llevaba al estadio. Cuando se acercaba la temporada, era fijo que me dijera: «Revisa que fin de semana no tienes guardia y si juega el Caracas, nos vamos a un juego» Era la gloria y si el partido se iba a extrainning, mejor. Estábamos más tiempo juntos, aunque después había que salir corriendo y apurar el paso por la bendita inseguridad.

Sin embargo, como dijo Gianluigi Buffon cuando eliminaron a Italia en el repechaje rumbo al Mundial Rusia 2018: «El tiempo pasa y es tirano». El año pasado estuve cerca de volver a Venezuela para trabajar cubriendo la LVBP, mi gran pasión. Tenía una rara desesperación por hacerlo, porque sentía la necesidad de volver a ver un juego con mi viejo y compartir con la familia.

No fue posible, pero pude seguir la temporada desde España y alegrarme al leer como celebraba mi papá el último título del Caracas, pasadas las 6:00 de la mañana en Madrid. Fue una semana de trasnocho y con apenas dos o tres horas para dormir antes de ir a trabajar, pero de la que no me arrepiento. Valió la pena.

Sin saberlo, fue nuestra última temporada y no pude cumplir la promesa de volvernos a ver. Aunque me quedé con las ganas de regresar al estadio con él y de algún día llevar a mi futuro hijo, para estar los tres, los mejores recuerdos se quedan en el Universitario.

Siempre será el templo que me vio crecer y donde viví, sin duda alguna, los momentos más felices de mi vida. Desde octubre, los Leones tendrán una nueva casa, pero mi mente y mi corazón permanecerán allí, recordando con felicidad esa tarde de diciembre en el Universitario y en la que, en las noches al dormir, reencuentro con alegría a mi papá.

Opinión: Ronald Acuña Jr. y el «beisbol moderno»

Tony Cittadino (Madrid).- El tema del momento en Venezuela y las redes sociales tiene a Ronald Acuña Jr. como protagonista. El grandeliga de los Bravos de Atlanta celebró su primer jonrón en finales de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) con los Tiburones de La Guaira, pero lo hizo a su manera: con un «perreo» que luego desató problemas en las tribunas con la familia. Todo mal.

El tema de Acuña con las celebraciones, no es nuevo. Es parte del «beisbol moderno», ese al que todavía no nos acostumbramos con celebraciones exageradas, irrespetuosas con el juego y subidas de tono. Siempre he pensado que hay códigos no escritos y más en el beisbol. Pero, así son las cosas ahora en el mundo moderno, en el que todo se viraliza en busca de vender más y generar contenido en las redes sociales.

Lejos de tener un freno, van en aumento en la pelota y, todo indica, que se va a mantener también porque  hay que tomar en cuenta la brecha generacional. A los chamos de ahora, les gusta y les interesa. Momentos, épocas, referencias, jugadores y reglas diferentes.

Pareciera como una competencia a ver quién es más fanfarrón y demostrar «poder» en el terreno. El jonrón, como tal, dejó ser el show y el centro de atención y, ahora, el protagonista absoluto es el jugador. Eso puede gustar mucho en las Grandes Ligas, pero todavía no se digiere bien en Venezuela. No porque el fanático sea atrasado a la época o «tercermundista», porque el venezolano no tiene término medio: o todo es muy bueno o todo es muy malo, sino porque pienso que es más pasional y emocional. Menos racional. El equipo y sus colores son sagrados y, más, en una afición como la del Caracas, por citar un ejemplo.

Muchos me llamarán anticuado, pero yo sigo siendo de la vieja escuela y así moriré. Esa con la que crecí y en la que había clase, respeto y elegancia, por muy consagrado que fuera el jugador, tanto en Venezuela, como en Estados Unidos. También hubo peloteros con problemas de conducta, siempre será así. ¿Qué todos no eran unos santos?, es verdad ¿Qué hubo celebraciones subidas de tono?, también ¿Qué hubo tánganas y momentos tensos?, es innegable. Es parte del juego y siempre ha existido, pero lo que sucede, al menos, de un lustro para acá en la industria, va mucho más allá.

Es imposible ver el jonrón de Acuña y pensar cómo hubieran reaccionado los peloteros de la vieja escuela que jugaron finales y no quiero citar nombres, para no herir susceptibilidades. Mínimo, un pelotazo a las costillas en el siguiente turno. Menos mal que no pasó, tanto por lo peligroso de un envío al cuerpo con esa velocidad, como porque ahora, los jugadores, dicho por el propio Gleyber Torres, aceptan ese tipo de acciones porque es el «beisbol moderno». Y pensar que vimos grandes batazos en finales, desde José Francisco Malavé, pasando por Robert Pérez, Bob Abreu, Miguel Cabrera e, incluso, el de Grégor Blanco al «Kid» Rodríguez, sólo por citar algunos.

Creo que no me equivoco al decir, que ni siquiera Miguel Cabrera, tuvo una actitud similar a la de Acuña Jr en su mejor momento en Venezuela o Estados Unidos. Hubo episodios polémicos, pero jamás a estos niveles. Y cito a Cabrera como referencia, por ser el más completo y mediático en la época dorada de los Tigres de Aragua. Para tener la situación en contexto.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención, es lo normal que ahora se ven la celebraciones con patadas y gritos. Esto no es un tema sólo de Acuña Jr, porque no hay que hacer leña del árbol caído, ni mucho menos. Tengo años viendo celebraciones, hasta en las Grandes Ligas, que dejan mucho que desear. A mí, no me gustan. Las respeto, pero no las comparto y, también, respeto al que le guste. De eso, se trata la democracia.

La celebración de Acuña Jr, era de esperarse. A mí, no me sorprende. Era «lógico» que ante los abucheos de la fanaticada del Caracas, no iba a desaprovechar la oportunidad para gozarse su batazo y que ello, más adelante, también provocara reacciones airadas de parte de los jugadores melenudos, que terminaron ganando el juego ocho por seis y pasaron a liderar la final dos juegos por cero.

El bateador derecho inmortalizó el momento, nada más y nada menos, que en una final. Difícilmente se olvidará, pero creo que no tendrá el impacto emblemático deseado, sino más bien, a la inversa.

El tema de fondo, creo que va más allá y es que la fanaticada, no sólo del Caracas, está molesta por el hecho de que el grandeliga venezolano jugara la final de la LVBP con La Guaira y no consiguiera el permiso, de momento, para hacerlo con Venezuela en el Clásico Mundial de Beisbol.

Eso, al menos, es lo que se conoce extraoficialmente, aunque el jugador ha dicho que la aprobación de los Bravos no depende de él. Sin embargo, el entorno está convulsionado y comentarios como los hechos por Cabrera en las redes sociales, dan a entender que las cosas no están bien con el jugador de La Sabana. Eso sí, no existe priorizar a un equipo por encima de una selección. En cualquier deporte. Esa, no existe, por muy regionalista que sea.

Por otro lado, creo que todo estuvo mal luego del jonrón de Acuña Jr. Tanto lo sucedido en las tribunas del Universitario con la familia, que no tiene por qué aceptar insultos, pero también saber reaccionar y entender que es figura pública y le afecta, pasando por los comentarios en las redes soociales del padre y, luego, el anuncio de retirarse de la LVBP en Instagram. Al cierre de esta columna, la cuenta de Acuña Jr. en no aparecía en esa red social.

El respeto, hay que ganárselo y dar el ejemplo. No debe ser negociable. Tanto de los fanáticos, como de los jugadores. Es una relación mutua. El fanático tiene que aprender a respetar, porque comprar una entrada no da derecho a insultar, mientras que el jugador se debe al público y a ser profesional. Es una línea delgada, que muchos han sabido llevar, por más acérrimo que sea el rival. Si das, vas a recibir. Para bien o para mal. Todo parte desde la educación.

Acuña tiene apenas 25 años y, ahora, es que le queda carrera, que ha sido brillante hasta el momento. De hecho, fue un lujo y agradezco que debutara en la LVBP. Ahora todo está muy reciente, pero debe quedarse con lo bueno, centrarse, enfocarse, escuchar consejos, tener humildad y aceptar las críticas constructivas. Desechar lo malo, porque siempre va a existir. No ponerse la altura del fanático y demostrar por qué es uno de los jugadores más cotizados y está en la élite.

En las próximas horas quedará por ver si Acuña decide abandonar, definitivamente, a Tiburones en la final y no jugar más, que sería peor. Además, conocer las reacciones del cuerpo técnico, que ya contaba con él y saber y entender que en este lamentable episodio, pierden todos: Acuña Jr y el espectáculo.

Foto: Fernando Oduber (Prensa Tiburones)

Opinión: Messi ya no le debe nada a nadie (si es que le debía)

Tony Cittadino (Madrid).- Lionel Messi besó la gloria el domingo 18 de diciembre en Qatar 2022. El astro argentino se consagró, finalmente, como campeón del mundo con Argentina y logró el título que le faltaba en su palmarés. El más deseado por cualquier futbolista. No hay nada como la Copa del Mundo.

El jugador de 35 años disputó un Mundial envidiable. Demostró un carácter y una personalidad dentro y fuera de la cancha, nunca antes visto. Era otro. Sabía que esta vez, no se le podía escapar. El desempeño en el rectángulo de juego era como si tuviera 10 años menos. Lo mejor de todo, es saber que mantiene el nivel con más de 15 años de carrera. Es una bestialidad. Inagotable. Se ha sabido reinventar.

Dominó las facetas de juego y fue el referente de los dirigidos por Lionel Scaloni. Pero, al mismo tiempo, se veía relajado. Lo estaba disfrutando, más allá de la presión obvia que existe. Creemos que no lo habíamos visto en esa faceta, ni siquiera en el Mundial Brasil 2014 en el que se quedó a un paso de alzar la Copa.

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“Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo. Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta. Ahora a disfrutar. Se hizo desear, pero acá llegó. Mira lo que es esta copa, es hermosa. Sufrimos un montón, pero lo conseguimos. No vemos la hora de estar en la Argentina para ver la locura que va a ser eso”, expresó en declaraciones reseñadas por la AFA.

Messi tuvo un Mundial redondo. Era ahora o nunca. Su última Copa del Mundo, en la que logró varios récords importantes. Se convirtió en el argentino y en el jugador con más presencias en Mundiales (26), en el argentino con más goles (13, a tres de la marca de Miroslav Klose) y en el futbolista con más minutos disputados con (2.314), superando la marca del legendario defensor italiano Paolo Maldini (2.217).

Además se convirtió en uno de los ocho jugadores con presencia en cinco Mundiales. Un grupo selecto, en el que le acompaña el portugués Cristiano Ronaldo.

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También logró ser el primer jugador en marcar en fase de grupos, octavos de final, cuartos de final, semifinal y final de un Mundial. Anotó en seis de los siete duelos y eso que en el único partido que no gritó gol fue ante Polonia, en el que el portero Wojciech Szczesny le paró un penal.

Siempre hemos pensado que ganar la Copa América 2021 le quitó un peso de encima a Messi. Ganar con la Albiceleste era una deuda pendiente, que se vio truncada en Mundial 2014 y en las Copa América 2007, 2015 y 2016. Siempre le faltó el último paso. Eso fue hasta la noche en el Maracaná en 2021 y este domingo en el Lusail Stadium.

Esto sin contar La Finalissima, en la que vencieron a Italia en junio de este año en Wembley en el duelo entre el campeón de América y el de Europa. Quizás puede ser una copa menor, pero copa al fin. Fue la primera edición de un acuerdo entre Conmebol y UEFA, que esperemos que perdure. Es una gran iniciativa.

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La Copa del Mundo completa un palmarés envidiable, que será difícil de superar: 10 liga española, 8 Supercopa de España, 7 Copa del Rey, 4 Champions League, 3 Supercopa de Europa, 1 liga francesa, 1 Supercopa de Francia, 3 Mundial de Clubes, 1 Copa América, 1 Finalissima, 1 oro olímpico, 1 Mundial Sub 20, 7 Balón de Oro y 6 Bota de Oro.

El Mundial era lo que siempre se le criticó a Messi para poder estar a la altura de Diego Armando Maradona. Era subestimado. Pero, eso se acabó. Incluso, pensamos que con semejante currículo lo superó. Ha ganado mucho más y con mayor impacto, con el respeto de Maradona.

Y esto va más allá. Messi, aunque ya lo era, se ha consagrado como el gran ídolo argentino. Porque, además, es lo opuesto a Maradona. Una vida familiar, tranquila, enfocado en lo suyo y cero polémica. Aprendió a sufrir, sin perder la fe y la cordura. Incluso desde sus inicios con los problemas de crecimiento. Un ejemplo de superación.

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Messi logró en este Mundial que mucha gente apoyara a Argentina sólo por verlo campeón. No sólo los fanáticos, sino también jugadores históricos como los brasileños Ronaldo, Rivaldo y Neymar, acérrimos rivales de la Albiceleste, hasta el ex director técnico de España, Luis Enrique, quien lo dirigió en el triplete con el Barcelona en 2015 y el delantero uruguayo Luis Suárez.

La lista es larga. Creemos que nunca hubo tanto consenso en el fútbol para que un determinado jugador alzara la Copa. Era una deuda que el fútbol tenía con Messi y de la que el argentino supo sacar revancha y vaya de qué forma.

Nadie puede decir que Messi no se echó a la selección al hombro. Ya no podrán seguir llamándolo pecho frío. Todas las dudas se acabaron el 18 de diciembre en Qatar. El desempeño fue tan bárbaro, que con sus dos goles en la final le truncó el sueño a Francia y Kylian Mbappé. Hay que verle la cara a marcar un hat-trick en una final, anotar desde la tanda de penal y no ser campeón del mundo. La amargura de Mbappé es más que justificada.

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Messi ha colocado la vara muy alta y todavía le queda. Ahora vendrá etapa de verdaderamente disfrutar en la cancha. Ha ganado todo y con el Mundial, se quitó el gran peso de encima. El más grande.

“Quiero disfrutar unos partidos más siendo campeón del Mundo. Después de conseguir la Copa América y lograr el título en un Mundial, ¿Qué va a haber después? Me encanta el fútbol, disfruto estar en la selección y quiero seguir unos partidos más”, dijo Messi en medio de la celebración.

Messi y Argentina se preparan para el mejor fin de año de sus vidas. Ahora es momento de celebrar una hazaña que los inmortalizó como la Argentina de Mario Kempes en 1978 o la de Maradona en 1986. Bordaron la tercera estrella en la camiseta para siempre.

Ya habrá tiempo de pensar si jugará la próxima Copa América o si le dan las piernas para ser el único jugador con seis Mundiales en 2026.

Messi nos regaló un día dorado en la historia del fútbol. Sólo podemos decir, gracias Lionel.

Foto: FIFA

Opinión: Italia y la Nations League como consuelo del Mundial

Tony Cittadino (Madrid).- La amargura de no estar en el Mundial Qatar 2022 no la quitará nadie, pero Italia parece reencontrarse y lamerse las heridas con la clasificación al Final Four de la Nations League.

La selección de Roberto Mancini estará entre las cuatro mejores del torneo por segundo evento consecutivo. La fase decisiva del nuevo torneo de la UEFA se jugará en junio de 2023,al que ya están clasificados Países Bajos (anfitrión) y Croacia. El último acompañante saldrá del juego de este martes entre Portugal y España.



Italia finalizó con 11 puntos en el grupo 3 de la Liga A, en una fase de grupos exigente en la que dejaron en el camino a Hungría, Alemania e Inglaterra. Ante la ausencia del Mundial, meterse entre las cuatro mejores selecciones era una obligación y Mancini, cumplió.

Sin embargo, lo hecho por el estratega tiene mérito. Más allá del valor cualitativo que se le pueda dar al torneo, lo mejor es que Italia recuperó parte del estilo de juego perdido desde hace un año y continúa sumando caras nuevas a la selección.

Para la doble fecha ante Inglaterra y Hungría, no pudo contar con hasta 11 jugadores por lesiones: Leonardo Spinazzola, Manuel Lazzari, Alessandro Florenzi, Marco Verratti, Sandro Tonali, Lorenzo Pellegrini, Manuel Locatelli, Matteo Politano, Domenico Berardi, Federico Chiesa y Ciro Immobile.

Con el delantero de la Lazio hubo polémica, pues no jugó ante los ingleses por molestias en la pierna derecha y el domingo el dueño del plantel romano, Claudio Lotito, impidió que viajara Hungría a pesar del deseo del jugador.}

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Además de que Mancini cuenta con poco material para armar la selección, porque dos tercios de los jugadores de la Serie A son extranjeros, también tiene que lidiar con las lesiones, directivos y jugadores que abandonan la selección y se está convirtiendo en un hecho recurrente.

Por eso Mancini hablaba en la previa ante Hungría, que se tenía que querer más a la selección. Pedía más compromiso y no es algo nuevo. Pareciera que la Nazionale es un estorbo para la Serie A y fue una de las razones por las que Antonio Conte, por ejemplo, no continuó en el banquillo en su momento.



Paciera que la liga y la selección van por caminos diferentes y eso no lo entienden en las oficinas. Aunque la Azzurra vuelva a levantar cabeza, no resuelve el grave problema de fondo del calcio.

Lo cierto es que uno ve a jugadores que constantemente se lesionan cuando deben acudir a las concentraciones y piensa en leyendas como Roberto Baggio, que se mataba por jugar con una sola rodilla. Cómo han cambiado las cosas.

Esto sin contar que tampoco es que hay mucho de dónde sacar, porque entre los grandes equipos, sólo Giacomo Raspadori e Immobile son titulares en el calcio. El talento en ataque en escaso y equipos como Milan, Inter y Juventus, los de mayor peso y vitrina europea, no tienen delanteros italianos. Hace falta crecimiento y roce internacional para competir. Es la única manera de crecer y ganar.

Mancini supo hacer los ajustes y sacar adelante la doble fecha con par de victorias, apoyado en el buen momento d Raspadori y Federico Dimarco, quien anotó el gol 1.500 de Italia. Vencieron a Inglaterra en San Siro por la mínima diferencia, con un golazo de Raspadori y luego derrotaron a Hungría en Budapest, con tantos del jugador del Napoli y del Inter.

El técnico pudo adaptar la plantilla al material disponible, variando su esquema del 4-3-3 al 3-5-2. Así contó con Di Marco y Giovanni Di Lorenzo por las bandas, logrando mayor dominio en el medio campo y proyección al ataque.

También hizo debutar al jugador Pasquale Mazzocchi de la Salernitana, siendo el 84 durante el ciclo y el primero en la historia del club.

Así Mancini, quien no debería olvidar a quienes estuvieron con el grupo en este momento por su rendimiento, llegó a 34 victorias en 55 duelos al frente de la selección italiana e igualó a Arrigo Sacchi en el tercer lugar de todos los tiempos. Ahora escolta a los campeones del mundo Enzo Bearzot (40) y Vittorio Pozzo (63).



Italia se llevó una victoria con carácter y oficio en Budapest, gracias en buena medida también a la gran actuación en el arco de Gianluigi Donnarumma, quien lamentó no clasificar a Qatar y lo catalogó como “una herida abierta”.

“Jugamos bien por 70 minutos, pero los últimos 20 no me gustaron. Estamos contentos porque es importante haber clasificado al Final Four por segunda vez”, dijo Mancini al finalizar el encuentro en declaraciones reseñadas por la FIGC.

“Lo hecho, hecho está. Volvimos a estar de pie después de la desilusión de quedar fuera del Mundial, pero tenemos que seguir trabajando. Ahora tenemos que sobrevivir al mes de diciembre, porque será difícil”, agregó el técnico.

La Nazionale cerrará su participación en el año con par de amistosos en noviembre, ambos en calidad de visitante. El miércoles 16 se medirá a Albania en Tirana y el domingo 20 a Austria en Viena.

Luego de pasar el trago amargo por no ir al Mundial, llegará el 2023 con nuevos retos: el inicio de las eliminatorias a la Euro 2024 (el sorteo es el 9 de octubre) al que acudirán como cabeza de serie y campeón defensor.

También el Final Four de la Nations League, que aunque es un torneo nuevo y modesto, no deja de ser importante, competitivo y atractivo.

Toca seguir adelante. Por algún lado tiene que comenzar el camino a la Euro 2024 y el Mundial 2026.

Foto: Prensa FIGC

Opinión: La acertada decisión de continuar con Mancini y minimizar riesgos

Tony Cittadino (Mallorca).- No hay tiempo que perder y menos para inventar. Este lunes el director técnico de Italia, Roberto Mancini, confirmó que seguirá al frente de la selección Azzurra, a pesar de que el jueves quedó fuera del Mundial Qatar 2022. Italia se quedará dos veces seguidas sin la Copa del Mundo, por primera vez en la historia.

Pensamos que la confirmación de Mancini, es la decisión correcta y se minimizan los errores. Hay una base para volver a arrancar y no hacerlo desde cero. Primero, porque es un respaldo al gran trabajo que ha hecho en los últimos cuatro años. Sí, no clasificar al Mundial es un fracaso. Pero, sería injusto dejar a un lado el trabajo que ha llevado adelante, especialmente en una época post Gian Piero Ventura en la que nadie quería aceptar el cargo de seleccionador.


“Voy a continuar porque todavía estoy joven y quería ganar una Eurocopa y un Mundial, pero para el segundo objetivo debo esperar más tiempo. Me gusta el trabajo y sé que puedo divertirme con los muchachos y reorganizar algo importante. Estamos alineados en todo. Ahora pensamos al partido con Turquía y ya, luego, discutiremos mejor las cosas para mejorar de cara al futuro. Hace falta repartir, recordando que en el futuro tendremos eventos importantes”, indicó en declaraciones reseñadas por el departamento de prensa de la FIGC.

Evaluar el ciclo de Mancini por el resultado final, no sería lo correcto. Obviamente perdió el partido más importante en la ruta a Qatar, pero fue el único. Lo irónico es que Macedonia mató a Italia con catenaccio. Lamentablemente las cosas salieron así y, seguimos pensando, que el boleto al Mundial salió volando en Roma con el penal fallado por Jorginho.

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En Italia, no hay tiempo que perder. Y no de ahora. Al menos, desde hace una década. Ya no vale la pena seguir lamentándose y hay que aceptar la realidad. Durante los últimos días, la prensa italiana estuvo especulando acerca de la posibilidad de un posible sustituto para Mancini. Las opciones iban desde Gennaro Gattuso, pasando por Andrea Pirlo y finalizando en un tándem entre Fabio Cannavaro y Marcello Lippi, campeones en Alemania 2006, la última gloria Azzurra en los Mundiales.

Sin embargo, la medicina podría ser peor que la enfermedad. En estos momentos, no vemos a otro capaz de continuar al frente de la selección que no sea Mancini. Por razones de tiempo, por saber manejar al grupo y llevar adelante el cambio generacional, que, ahora deberá profundizar mucho más.

El éxito de Mancini con Italia, va más allá de la racha mundial de 37 partidos sin perder o del triunfo en la Eurocopa en Wembley. No tiene que ver con romanticismo, sino con mérito. Cambió el juego a un estilo ofensivo y de posesión de balón, en una versión mejorada de lo que hicieron en la última década Cesare Prandelli y Antonio Conte. Centró la base de la selección en jugadores como Federico Chiesa, Nicolò Barella, Nicolò Zaniolo, Domenico Berardi, Sandro Tonali y compañía. Le regresó la competitividad, el hambre de triunfo y el juego vistoso. El amor por la camiseta a los jugadores y volvió a enamorar a los fanáticos de la selección, aunque ahora recibieran un duro golpe.

Pero, el problema de Italia, no es continuar o no con Mancini. Podrán buscar a otro y será igual o peor. Es un problema de fondo y no de forma, que va más allá de lo básico y que no tiene solución a mediano plazo. En 2026, serán al menos 12 años sin Mundial. Una generación completa. Por eso, esta eliminación es mucho más dura que la de 2017. Para entonces, el ciclo de Ventura no tenía ni pies, ni cabeza y, si se comparan las declaraciones de jugadores, ex jugadores y ex directores técnicos, es lo mismo que hoy: hay que dar espacio a los jóvenes y refundar el sistema.


Sin embargo, la solución no es fácil. Cerca del 65% de los jugadores en Italia son extranjeros y los grandes clubes no tienen un delantero italiano top. Eso sin contar, que Mancini tuvo que recurrir a dos jugadores brasileños naturalizados: el defensa Luis Felipe y el delantero Joao Pedro, fueron llamados para debutar en esta fecha y es otro reflejo de la situación del calcio.

Los tiempos de un 9 matador como Christian Vieri o, incluso Luca Toni, se ven lejanos. Eso por no nombrar los Alessandro Del Piero, los Francesco Totti y compañía. Ciro Immobile volvió a quedar en deuda, por más que sea el máximo goleador de la actual temporada (21), que la semana pasada se convirtiera en el máximo anotador en la historia de la Lazio (144) y fuera Bota de Oro 2020 (36).

El verdadero vuelco a la situación, tienen que darlo los equipos de la Serie A. Apostar más por el talento nacional, pero no será fácil, pues además supondría un golpe al espectáculo y las millonarias contrataciones de jugadores que tienen en las nóminas, que van de la mano con el mercadeo, los derechos de televisión y venta de entradas.

De acuerdo a cifras de Sky Sports, la cantidad de extranjeros ha subido, al menos, en los últimos cinco años. En esta campaña hay 368 foráneos, contra 213 italianos. En 2020-2021, 360 vs 234; en 2019-2020, 333 vs 239; en 2018-2019, 320 vs 223 y en 2017-2018, 292 vs 241.

Quizás se tendrá que tomar medidas radicales con una ley que limite la cantidad de extranjeros y comunitarios en los equipos, dando posibilidad a un alto porcentaje de italianos en la cancha. Aunque no garantiza el éxito y que sean de calidad, al menos se tendrá que valorar lo de adentro. Por algún lado hay que empezar.

De momento, Italia deberá enfocarse en volver a ser competitiva y pasar la página. Se medirá el 1 de junio a Argentina en Wembley, en partido llamado La Finalissima, que ya no tendrá el mismo sabor y que enfrentará al campeón de Eurocopa y al campeón de América en un acuerdo entre la UEFA y la Conmebol. El mismo mes comenzará la tercera edición de la Nations League, en la que Italia se medirá a Alemania, Inglaterra y Hungría.


El sorteo de la Eurocopa 2024 es en octubre y las eliminatorias comenzarán en 2023, el mismo año en el que se jugará el Final Four de la Nations League.

En los próximos días, Mancini se reunirá con la FIGC y trazará el plan de trabajo hasta el 2026 y comenzará a buscar alternativas para rejuvenecer la selección. La prioridad será el ataque, en el que Gianluca Scamacca deberá ver más minutos, sin olvidar que hay que buscar un compañero en la defensa a Leonardo Bonucci, que puede ser Alessandro Bastoni, pues seguramente Giorgio Chiellini se retira al final de la campaña.

La decisión de continuar con Mancini es acertada. Toca sacudirse el polvo y seguir adelante. No hay tiempo que perder.

Foto: Prensa FIGC